Petra Cuevas, militante antifranquista
"Sobrevivió a la Guerra Civil, a la cárcel, a los fusilamientos que cada
noche escuchaba desde su celda en la cárcel de Ventas, incluido el de
las conocidas como las 13 rosas; sobrevivió también a la pérdida de su
hija, fallecida al poco de nacer en una prisión franquista que no se
preocupó de atender a su bebé. (...)
Se afilió a UGT y al PCE y en 1936 fue elegida secretaria del sindicato de la aguja.
Cuevas recordaba, entre risas, cómo al principio pensaba que la palabra
“bolchevique” significaba “demonio” en italiano, porque así es como se
dirigía a ella la encargada del taller en el que trabajaba y que, pese a
llamarse La Bordadora Española, era de propiedad italiana.
Desde que estalla la Guerra Civil organiza talleres desde los que
confecciona ropa para el ejército republicano. Cuando aquellos hombres a
los que había vestido pierden la guerra contra Franco, Cuevas se
esconde en casa de una familia de amigos asturiana e intenta despistar a
los franquistas tiñéndose el pelo y poniéndose gafas. Casi funcionó.
Pero la policía empieza a acosar a sus padres para que les revelen su
paradero y el de su hermano, Julián, también militante del PCE, que
fallecería en 1940 defendiendo París de los nazis, a los 24 años. En una
comisaría de Madrid pegan a su padre ante su madre para intentar
hacerles hablar. Al enterarse, Cuevas se presenta en casa y la detienen.
En la Puerta del Sol, como tantos otros aquellos días, es torturada
durante 45 días con descargas eléctricas hasta que finalmente es
enviada, en un estado lamentable, a la abarrotada cárcel de Ventas,
donde 4.000 reclusas comparten el espacio de 400.
En prisión organiza con otras presas grupos para compartir la comida y
la información que les llega del exterior. En la cárcel para
embarazadas del Puente de Segovia nace y muere su única hija. El padre
era el hijo de la señora de la casa en la que se había escondido al
terminar la guerra. La relación se rompió tras su segunda entrada en
prisión.
Durante más de seis años, Cuevas habitó las cárceles de Ventas,
Segovia, Teruel, Amorebieta... y una vez en libertad, y hasta casi la
democracia, estuvo vigilada por la policía. En 1964 se casó con un
vecino del barrio, Garrido, que murió siete años después.
Al llegar la democracia retomó su actividad sindical, esta vez, desde
CC OO, y consiguió un local para el PCE que abrió cada día hasta que
cumplió 90 años.(...)" (El País, 28/03/2014)
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