"Pasan diez años de la muerte en arresto domiciliario de la que fue la
última líder del movimiento feminista de Irán, y la primera mujer iraní
condenada a muerte por la “propaganda comunista” en 1953. Maryam Firuz
(1913-2008), una de las personas más que más ha marcado la historia
contemporánea de Irán, era hija de un príncipe de la dinastía de Qayar,
que pasó al bando contrario defendiendo hasta la muerte la justicia
social y la igualdad, recibiendo el apodo de “La Princesa Roja”.
Maryam fue una mujer rebelde y avanzada para su tiempo: se graduó en
la escuela francesa Jean d’Arc, y diez años después de un matrimonio de
conveniencia con un aristócrata, se divorció con dos hijas para unirse
al movimiento marxista iraní “el único que defiende los derechos de la mujer”
había dicho.
Su matrimonio con el arquitecto y dirigente del Partido
comunista de Tudeh, Nureddin Kianuri, le dio la oportunidad de organizar
el movimiento por la igualdad en el marco de la Organización
Democrática de la Mujer Iraní (ODMI,1943) que se convirtió en el
movimiento feminista más poderoso de Oriente Próximo, ocupando las
calles y las instituciones para forzar a la monarquía despótica de
Pahlavi a realizar algunas reformas modernizadoras.
Poco duró el clima anti fascista de la posguerra. El supuesto
atentado contra el Sha del 4 de febrero de 1949 fue un pretexto para
prohibir a los partidos y sindicatos de izquierda, y la detención de
dirigentes y miles de sus afiliados. Kianuri y otros 11 compañeros,
ayudados por la organización militar del Tudeh y bajo la coordinación de
Maryam, hicieron una huida de película de la cárcel y se exiliaron a la
Unión Soviética.
El asalto a las fuerzas progresistas iraníes continuó: La CIA y el
MI6 realizaron en 1953 un golpe de estado contra el gobierno de Doctor
Moahammad Mosadeq (primo de Maryam), quien nacionalizó la industria
petrolífera iraní. Miles de marxistas fueron ejecutados. Firuz, después
de varios años de vivir en clandestinidad, abandonó el país rumbo a la
República Democrática de Alemania.
Los años de exilio y de prisión
Durante los 25 años lejos de su patria, Firuz, doctora en la lengua
francesa, trabajó dando clases de idiomas por su dominio al persa,
inglés, árabe, francés, ruso y alemán, sin dejar de luchar por un Irán
libre. Con la Revolución del 1979 regresó con entusiasmo y esperanza al
país, al igual que otros exiliados iraníes.
En menos de tres años, la revista mensual “Yahan-e zanan”
(Mundo de la mujer) de la ODMI fue la publicación feminista más vendida y
distribuida de Irán, hasta que en el junio del 1983, Firuz (junto con
su hija y su nieta de 11 años), y otros diez mil militantes y dirigentes
de la ODMI, del Tudeh, los sindicatos obreros, y sus filiales fueron
arrestados acusados de espionaje para la URSS (¡ahora se les detiene a
los críticos “por espionaje para Israel!”), y “entrar en guerra contra
Dios”, o sea, contra el totalitarismo religioso-capitalista de la
República Islámica (RI). Cientos de ellos fueron ejecutados después de
brutales torturas. La doctora Firuz, ya anciana, fue condenada junto con
otras 116 compañeras a la pena capital.
La presión internacional, incluida las gestiones de su compañera
de exilio, Dolores Ibárruri, la Pasionaria, consiguió reducir esta
sentencia a la cadena perpetua. Sobrevivió durante 7 años en una celda
de aislamiento, sufriendo torturas medievales más brutales como “Ta’zir”
(latigazos por todo el cuerpo) y golpes a su cabeza, que arrancaron su
piel y la dejaron sorda.
Hasta entonces, unas 2000 mujeres y niñas habían sido ejecutadas por
activismo político, por tener un panfleto en su bolso, o ser familiar de
un perseguido. Los muros de aquellas mazmorras no olvidarán los gritos
desgarradores de Nafiseh Ashraf de 10 años, Maryam Asadi de 11, Afsaneh
Farabi de 12, y otras 6 niñas menores de 13 años fusiladas, y decenas de
mujeres embarazadas.
Las religiones semíticas consideran adultas a las
niñas de 7 o 8 años y responsables de sus actos: una edad en la que se
les pone el velo, se les puede casar y también ajusticiar.
La historia de la ODMI está llena de glorias y logros pero también de importantes errores, como menospreciar la lucha contra el velo y la Ley de Familia en favor de una inexistente lucha antiimperialista de la RI.
Se equivocaron los que creían que matando a las voces feministas acabarían con las demandas de las mujeres. Su invento, el Feminismo Islámico,
fabricado en los años 90 para disfrazar la misoginia fundamentalita,
fue un fracaso y depositado en la papelera de la historia.
Los torturadores, que tienen la misma ideología de quienes hablan del feminismo “blanco-colonial”, le llamaban “la madame de las prostitutas”, en referencia a las feministas que dejaron su piel y su vida por una vida digna para todos los ciudadanos.
La doctora Firzu fue puesta bajo arresto domiciliario en 1994 hasta
su muerte en 2008. La censura impide que millones de jóvenes iraníes
conozcan a esta imprescindible luchadora. Es un atentado contra la
memoria histórica: no hay ninguna biblioteca, ni calle, ni un monumento,
que lleve su nombre, aunque ella sigue viva en el “Movimiento de cada
una de las chicas de la calle de la Revolución”. (Nazaním Armaniam, Público, 09/03/18)
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