"Pedro Patiño Toledo, albañil, padre de dos hijos pequeños,
militante del PCE y sindicalista de Comisiones Obreras, nació en 1937 en
La Puebla de Almoradiel (Toledo). Creció sin su padre, ejecutado por el
franquismo extrajudicialmente. Su madre fue condenada a la pena de
muerte que más adelante le sería conmutada.
Vivió, como tantos niños y
jóvenes de «este país de todos los demonios», marcado por el estigma de ser hijo de rojo. A los dieciséis años emigró de su pueblo con destino a Getafe para trabajar en la construcción.
En
1959 él mismo tuvo que sufrir las consecuencias de un Consejo de
Guerra. Acusado del delito de rebelión militar, fué condenado a un año
de prisión por imprimir propaganda clandestina en una multicopista.
Doscientos ejemplares que decían: «Por una vida más digna, por un salario mínimo vital de 100 pesetas con escala móvil».
Encarcelado varias veces por su militancia,
en 1962 fue procesado por pertenecer al Partido Comunista y declarado en
rebeldía. Se refugió en Francia, donde permaneció seis años. En el
exilio conoció a su esposa y ambos tomaron la decisión de regresar a
España.
El 13 de septiembre de 1971 se iniciaba
una huelga en la construcción convocada por Comisiones Obreras,
entonces sindicato ilegal. Pedro Patiño salió de la casa familiar
alrededor de las siete de la mañana. Ese día no tenía que ir al tajo.
Junto con otros compañeros se desplazó a las obras de Leganés para
distribuir octavillas animando a secundar la huelga.
«Compañeros se
acerca la hora de la lucha. Del 13 al 20 de septiembre huelga general de
la construcción, ¡todos a una, compañeros, para sacarle nuevamente de
la cárcel y conseguir nuestros derechos!». A quien había que sacar de la cárcel era a Francisco García Salve, el cura Paco.
Al
finalizar una de estas visitas, poco antes de las nueve de la mañana,
un coche-patrulla de la Guardia Civil se paró junto a ellos. Cuatro
agentes armados les rodearon y uno de nombre Jesús Benito Martínez
disparó su fusil hiriendo a Pedro Patiño.
Tras unos segundos de
confusión los compañeros intentaron socorrer a Pedro que yacía en el
suelo. Siguiendo instrucciones de la Guardia Civil, lo introdujeron en
el vehiculo de los agentes, donde pocos minutos después falleció.
Trasladado a la Clínica San Nicasio de Leganés, un médico certificó la
muerte.
Su esposa Dolores se enteró del
asesinato de su marido varias horas después por una nota de la Dirección
General de Seguridad que decía:
«Sobre las nueve horas del día de
hoy, cuando la dotación de un coche patrulla de la Guardia Civil,
compuesta por el conductor y tres números, se hallaba prestando servicio
en la zona comprendida entre Villaverde y Getafe, observaron a cuatro
individuos difundiendo propaganda ilegal en una obra que se realiza
cerca del kilómetro 3,3 de la carretera de Leganés a Villverde. La
dotación del citado coche-patrulla se bajó del vehículo para perseguir y
detener a los aludidos individuos, y al intentar la detención de uno de
ellos, Pedro Patiño Toledo, nacido en Puebla de Almuradiel, Toledo, de
33 años, con domicilio en El Escorial, éste se abalanzó sobre un guardia
civil, al que agredió e intentó desarmar, y en el forcejeo se disparó
el arma, alcanzando al referido Pedro Patiño, que resultó gravemente
herido, falleciendo durante el traslado al hospital.»
Esa misma noche las autoridades represivas se
personaron en el domicilio de la familia Patiño para efectuar un
registro. Fue entonces cuando Dolores pudo saber que el cadáver de su
marido se encontraba en el Hospital militar Gómez-Ulla de Carabanchel,
donde había ingresado a las once de la mañana.
«Me llevaron al
hospital Gómez Ulla para reconocer el cadáver. Entré en la morgue. El
cuerpo estaba cubierto por una sábana. Tenía la esperanza de que no
fuera él. Le destapé. Sólo llevaba puestos los pantalones. Todavía tenía
los ojos abiertos. En su pecho no había ningún rastro de sangre. Supe
que le habían disparado por la espalda». (...)
La prensa española apenas se hizo eco de la noticia. La prensa
extranjera, que si divulgó el suceso, informó que Pedro Patiño murió de
un balazo en la espalda. El cuerpo sólo presentaba un oríficio de
entrada en la espalda.
Muchos fueron los que
se resistían a creer que el trabajador se hubiese lanzado contra un
agente que se le acercaba con el arma en la mano. El abogado de la
familia, Jaime Miralles, solicitó la entrega del cadáver para realizar
una segunda autopsia, así como una investigación sobre las causas
exactas de la muerte. Treinta y cinco abogados madrileños se unieron a
esta petición, pero no pudo ser. Dos días después Dolores fue informada
de que el cuerpo de su marido se encontraba en el cementerio y había que
enterrarlo cuanto antes.
Bajo un fuerte
contingente de agentes de la Guardia civil y numerosos asistentes, que
secundaban la petición de una segunda autopsia exigida por la familia,
el cuerpo de Pedro Patiño fue depositado en un nicho mientras que un
capitán de la Guardia civil ordenaba el uso de la fuerza contra los
asistentes, causando casi una docena de heridos.
Los
tres compañeros que repartían propagando junto a Pedro Patiño aquel 13
de septiembre fueron condenados por el Tribunal de Orden Público por un
delito de «propagandas ilegales» a dos años de prisión y multa de diez mil pesetas.
El agente de la Guardia civil que disparó contra Pedro Patiño nunca fue juzgado.
El asesinato de Pedro Patiño continua impune." (Búscame en el ciclo de la vida, 12/09/17)
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