"(...) Tras el golpe de estado de julio de 1936, las élites de la Iglesia y
del Ejército dispuestas a dominar el país consideraron al magisterio
como una amenaza. Las cifras de historiadores e investigadores para todo
el territorio español sitúan en cerca de 20.000 los docentes
represaliados.
Las detenciones a maestros, maestras, profesores de
instituto y de universidad se fueron sucediendo de manera sistemática y
planificada desde la sublevación militar y hasta años después del final
de la Guerra Civil.
La Segunda República había universalizado la
educación, laica y gratuita, otorgándole un lugar preminente dentro de
sus políticas sociales, y el nuevo estado franquista no iba a tolerar
una sociedad formada y conectada con Europea, tal y como fomentaba el
proyecto educativo republicano.
Sólo en la provincia de
Valladolid, más de dos centenares de profesoras y profesores fueron
asesinados, encarcelados, inhabilitados y desterrados por el franquismo. (...)
Sobre una plantilla de mil docentes con la que contaba Valladolid al
final de la Segunda República, 216 fueron sometidos a procesos de
depuración que incluían sanciones administrativas, inhabilitaciones,
destierro a otras provincias, cárcel, consejos de guerra y fusilamientos
extrajudiciales.
"El 5 de septiembre del 36 ya empiezan a salir listas
de profesores sancionados", detalla Izquierdo. "En ciudades de
retaguardia como Valladolid, que cae desde el principio en el lado de
los militares sublevados, la represión física se produce a lo largo de
la guerra y unos años después", añade la investigadora. Las sanciones
administrativas se prolongaron hasta principios de los años 50. (...)
Las detenciones a maestras se basaban, además, en su conducta social.
"Aparte de su compromiso social y educativo, se les acusaba de estar
solteras o separadas, de ir a bailes o a teatros, de tener moral
relajada", explica Izquierdo.
Más de la mitad de la plantilla docente de
los pueblos, en el caso de la provincia de Valladolid, eran mujeres. El
30 por ciento sufrió procesos de depuración. "Sus historias revelan
mujeres valientes en ese momento que se atrevieron a defender la
educación republicana y a usar las aulas para enseñar", precisa la
investigadora.
Fue el caso de María Álvarez Carro, la maestra de
Carpio, afiliada a Acción Republicana y muy involucrada en la vida
social y política del momento. Le acusaron de actitud laicista, de
pertenecer al Frente Popular y de mantener una "conducta pésima". En
diciembre de 1939 se confirmó su separación definitiva del servicio,
pero María había sido asesinada en el verano de 1936, según testimonios
orales recogidos por Izquierdo. (...)" (Público, 18/03/2014)
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