“UN FOTÓGRAFO empezó a tomar fotografías de personas antes
de que las matasen. Era mayo de 1940, en un castillo medieval de Austria.
Las
personas del castillo de Hartheim a las que estaban matando eran enfermos mentales o padecían algún impedimento físico; sus cadáveres se incineraban en
un horno.
«Hitler opinaba que el exterminio de estos llamados "inútiles
que comen"—testificó más adelante uno de los encargados del programa
eutanásico T-4— haría posible poner más médicos, enfermeros y enfermeras, y
otro personal, así como más camas de hospital y otras instalaciones, al
servicio de las Fuerzas Armadas.»
El olor a carne quemada molestaba al fotógrafo. El
supervisor de Hartheim, un ex agente de policía, dijo: «Bebe, te sentirás
mejor». Así que el fotógrafo bebía y tomaba las fotografías. La matanza en cadena
embruteció al personal, escribe un historiador:
«Abundaban los informes de
orgías de alcohol, numerosos enredos sexuales, peleas y maltratos». Un testigo
presencial dijo que en el castillo «casi todos los empleados tenían relaciones
íntimas entre ellos». Más de nueve mil personas murieron en Hartheim en 1940.”
(Nicholson Baker:
Humo humano. Los orígenes de la Segunda Guerra Mundial. Ed. Debate, 2009, págs.
162)
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