"España no llegó a incurrir en aquellos sombríos años cuarenta en un
comportamiento criminal que pueda asemejarse a la redada del Vel d’Hiv
de París. Pero hizo preparativos que hubieran podido conducir a
resultados parecidos a los de Bélgica.
El régimen de Franco elaboró
también un archivo encaminado a colaborar en el Holocausto. El 13 de
mayo de 1941, todos los gobernadores civiles españoles recibieron una
circular remitida por la Dirección General de Seguridad, en la que les
ordenaban que enviaran a la central informes individuales de “los
israelitas nacionales y extranjeros afincados en esa provincia”.
La
circular estaba firmada por José Finat Escrivá de Romaní, conde de
Mayalde, quien poco después sería enviado a Berlín como embajador de
España (y posteriormente llegaría a ser nombrado por Franco alcalde de
Madrid). Allí entregó a Himmler su lista de 6.000 judíos españoles
fichados.
El objetivo de aquella pesquisa policial no era controlar a los
judíos que pasaban por España hacia Portugal para allí embarcarse hacia
América huyendo de la persecución nazi, sino a los judíos españoles de
origen sefardí.
“Las personas objeto de la medida que le recomiendo”,
decía la circular, “han de ser principalmente aquellas de origen español
designadas con el nombre de sefardíes, puesto que por su adaptación al
ambiente y similitud con nuestro temperamento poseen mayores garantías
de ocultar su origen y hasta pasar desapercibidos sin posibilidad alguna
de coartar el alcance de fáciles manejos perturbadores”.
En la reunión secreta que tuvo lugar en el palacio de Wansee, a las
afueras de Berlín, en enero de 1942, que he citado más arriba, se hizo
referencia a los 6.000 judíos españoles censados por el Gobierno
español, archivo entregado a las autoridades alemanas.
Elaborado ese censo de judíos españoles en fechas en que se debatía
la inminente participación oficial de España en la Guerra Mundial junto a
la Alemania nazi, esta opción, impulsada por los falangistas, se vio
truncada por las complejas circunstancias conocidas, y la iniciada
colaboración española con lo que llegaría a conocerse como Holocausto
resultó fallida.
Pasado el tiempo, ese censo de los judíos españoles, como toda la
documentación comprometedora para el régimen franquista sobre la
persecución antisemita de los años cuarenta, fue ocultada y
sistemáticamente destruida. Al terminar la II Guerra Mundial, la
propaganda franquista intentó, con cierto éxito, hacer creer que la
España de Franco había contribuido a la salvación de miles de judíos
perseguidos por los nazis.
Ha sido la paciente labor investigadora del
periodista Jacobo Israel Garzón, la que ha conseguido aflorar el único
rastro documental conocido sobre el asunto, casualmente conservado en el
Archivo Histórico Nacional, y proveniente del Gobierno Civil de
Zaragoza. Lo publicó en la revista Raíces.
El periodista Jorge Martínez
Reverte prosiguió la indagación y describió la frustrada colaboración
del Gobierno de Franco con el Holocausto en un reportaje publicado en EL
PAÍS el 20 de junio de 2010, bajo el título La lista de Franco para el
Holocausto.
A esta diligente colaboración del régimen de Franco encaminada a
propósitos criminales, hay que añadir la pasividad, los silencios y las
ocultaciones a la opinión pública española, por parte de las autoridades
franquistas, del desarrollo del Holocausto a lo largo de 1942, 1943,
1944 y 1945.
Franco tuvo noticia del Holocausto, desde luego a partir de
la declaración oficial de los Gobiernos de los Estados Unidos, Gran
Bretaña y otros 10 países aliados, del 17 de diciembre de 1942,
condenando públicamente la política nazi de exterminio. La prensa
española, sometida a estricta censura, no dijo ni media palabra sobre el
asunto.
Y en agosto de 1944 el diplomático español Ángel Sanz Briz,
destinado como embajador en Budapest, envió un informe a las autoridades
españolas dando cuenta del exterminio de judíos en Auschwitz. No consta
que recibiera respuesta.
Con razón se ha dicho que los crímenes masivos de los nazis no
hubieran sido posibles sin la complicidad y los clamorosos silencios y
ocultamientos de ciertas autoridades militares, civiles y eclesiásticas
de los demás países europeos." (
Félix Santos , El País, 17 NOV 2012)
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