“Recuerdo muy nítidamente el día en el que se
inició la sublevación contra La República que fue en Melilla en la tarde
del 17 de julio de 1936. La ocupación de Melilla por los
rebeldes tardó algunos días, durante los cuales nos mantuvimos
encerrados en casa, alejados de los balcones. Finalmente las fuerzas
militares ocuparon Melilla.
Pero ya desde el primer momento se
produjeron asesinatos y encarcelamientos de decenas o centenares quizás,
de personas consideradas leales a La República, o que pertenecían a
algunos partidos de izquierdas. Entre los dos primeros meses, los esbirros de Falange española asesinaron a 14 jóvenes judíos.
Algunos
murieron en los enfrentamientos callejeros, pero, la mayoría fue
asesinada o fusilada. Entre estos jóvenes había dos empleados de la
empresa de mi padre que yo recuerdo perfectamente, Abraham Benarroch y
Mimón Levy. El primero era un joven de 19 años, que trabajaba como
ayudante de contabilidad y el segundo, era un contador de tejido en el
taller.
Durante un mes todas las mañanas oíamos desfilar los militares
que descendían de Rostrogordo después de haber procedido a
fusilamientos. Mi padre y jefe de la hermandad judía (jevrá kadishá)
encargada de los asuntos funerarios, recogían los cadáveres de los
jóvenes israelítas fusilados y los enterraban en el cementerio de
Melilla. (...)
El número de judíos en prisión fue también importante, aunque algunos
fueron liberados y otros consiguieron huir a través de la frontera con
Marruecos, con la complicidad de amigos árabes. Debo citar el caso del
moré Alberto Moreno, director de la enseñanza hebráica del colegio
comunitario de Melilla Talmud Torah.
Fue encarcelado varios años y
cuando lo liberaron había contraido una enfermedad reumática que le
anquilosó la espalda y las piernas. Murió en Venezuela. (...)
Se prodejeron durante varias semanas persecuciones y vejaciones a los
judíos pobres que circulaban por las calles. La aficción favorita de los
fascistas de la Falange era agarrar a esos judíos y los obligaban a
beber un enorme vaso lleno de aceite de ricino con migas de pan, hasta
que les hacía efecto y defecaban sobre ellos mismos.
Otras veces les
afeitaban la cabeza dejando cabello en forma de cruz. El edificio Talmud
Torah fue expropiado por las autoridades y solo fue devuelto muchos
años después." (El Alminar de Melilla, 06/03/2012)
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