Se sabe que, hasta 1950, los obreros fueron presos políticos, pero no tanto que su patrón nunca fue el Estado, sino algunas constructoras privadas cuyos propietarios, entre ellos ciertos apellidos que hoy figuran en el Ibex 35, hicieron el negocio de su vida.
En aquel país, en aquellas condiciones, se levantó la Basílica, el gran regalo que Franco hizo a los españoles. Lo que podría haberse gastado en escuelas, en hospitales, en infraestructuras, lo invirtió en su mausoleo.
Por eso, las dificultades técnicas no pueden impedir que hasta el último republicano, identificado o sin identificar, salga de allí. Por eso, convertir Cuelgamuros en un símbolo de reconciliación es lo mismo que lavarle la cara al dictador, asumir que la sangría que acabó de consumir los últimos recursos de un país desangrado tuvo sentido.
Pero hay algo más. Si Franco sale del Valle de los Caídos, las generaciones futuras se verán privadas del derecho a juzgarle por su gran obra. Por favor, déjenlo ahí." (ALMUDENA GRANDES: Déjenlo ahí. El País, 20/06/2011, última)
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