"La gran tristeza y el sufrimiento inundaron las carreteras: uno
tras otro los convoyes de refugiados estaban en camino [hacia la
frontera libanesa]. Dejan las aldeas de su patria y la patria de sus
antepasados, y van a una nueva tierra extraña, desconocida, llena de
problemas. Mujeres, niños, bebés, burros: todos están en movimiento,
callada y tristemente, hacia el norte, sin mirar a izquierda ni a
derecha.
Una mujer no encuentra a su marido, un niño no
pencuentra a su padre... Todo lo que pueda caminar se mueve, huir sin
saber qué hacer, sin saber a dónde ir. Muchas de sus pertenencias se
extienden por los lados del camino; cuanto más caminan, más cansados
están, ya casi no pueden seguir caminando, se desprenden de todo lo que
habían intentado salvar camino al exilio...
Conocí a un niño de 8
años que iba al norte y llevaba dos burros. Su padre y su hermano
murieron en la lucha y perdió a su madre [...]
Pasé por el camino entre
Sasa y Tarbiha y vi a un hombre alto inclinado escarbando con las manos
el duro terreno rocoso. Me detuve. Noté un pequeño hoyo en la tierra
excavado por manos desnudas, con uñas, debajo del olivo. El hombre puso
en él el cuerpo de un bebé que murió en los brazos de su madre y lo
enterró con la tierra y [lo cubrió con] piedras pequeñas. Luego volvió a
la carretera y siguió avanzando hacia el norte, su doblada esposa
caminaba unos pasos detrás de él, sin mirar atrás.
Me encontré con un
anciano que se desmayó en una roca a la orilla del camino y ninguno de
los refugiados se atrevió a ayudarlo… Cuando entramos en Birim, todos
huyeron asustados en dirección al wadi que mira al norte llevando
a sus niños pequeños y toda la ropa que pudieron. Al día siguiente
volvieron porque los libaneses no les habían permitido entrar. Siete
bebés murieron de hipotermia”.
Esta conmovedora descripción no
la escribió un activista de derechos humanos, un observador de la ONU o
un periodista humanitario. La escribió Moshe Carmel y aparece en su
libro Northern Campaigns, publicado por primera vez en 1949.
Carmel recorrió Galilea a fines de octubre de 1948 después de dirigir
la Operación Hiram en la que las fuerzas israelíes cometieron algunas de
las peores atrocidades en la Nakba, la limpieza étnica de Palestina.
Los crímenes fueron tan graves que algunos de los principales sionistas
los calificaron de acciones nazis.
El libro de Carmel y docenas
de libros semejantes (libros de las brigadas, memorias e historias
militares) se podían encontrar en las estanterías de los hogares judíos
israelíes desde 1948 en adelante. Volver a leerlos 70 años después
revela una verdad elemental: se hubiera podido escribir la “n ueva historia
” de 1948 sin un solo documento nuevo desclasificado, solo con que
estas fuentes abiertas, como las llamo, se hubieran leído con lentes no
sionistas.
La famosa -y ahora usada en exceso- expresión de que
la historia la escriben los vencedores se puede contrarrestar de muchas
maneras. Una forma es desempacar las publicaciones de los vencedores
para denunciar tanto las mentiras, manipulaciones y tergiversaciones
como sus acciones menos conscientes.
Una revisión de estas
fuentes abiertas sobre la Nakba, en su mayoría escritas por los propios
israelíes, abre nuevas perspectivas historiográficas acerca del panorama
general de ese período, mientras que los documentos desclasificados nos
permiten ver ese panorama con una resolución mejor.
Esta
recuperación se podría haber hecho en cualquier momento entre 1948 y
hoy, siempre y cuando los historiadores hubieran estado dispuestos a
emplear las lentes críticas que se requerían para hacer ese examen.
La revisión de estas fuentes abiertas, especialmente en conjunto con
las numerosas historias orales de la Nakba, revela la barbarie y la
deshumanización que acompañaron a la catástrofe. La barbarie es común a
las comunidades de colonos en los años de formación de sus proyectos de
colonización y, en ocasiones, puede quedar oscurecida por el lenguaje
seco y evasivo de los documentos militares y políticos.
No
pretendo menospreciar la importancia de los documentos de archivo. Son
importantes para decirnos lo que sucedió. Sin embargo, las fuentes
abiertas y las historias orales son fundamentales para entender el
significado de los acontecimientos.
Esta revisión saca a la luz
el ADN propio del colonialismo de asentamiento del proyecto sionista y
el lugar que la limpieza étnica de 1948 desempeña dentro de este.
Deshumanización a escala masiva
Tomemos, por ejemplo, la cita de Carmel. ¿Cómo alguien que supervisaba
semejantes atrocidades pudo escribir de forma tan compasiva?
La
clave está en otra oración de la misma cita que casi parece una
digresión: "Y entonces vi a un chico de 16 años totalmente desnudo que
nos sonreía cuando pasamos junto a él (es gracioso, cuando pasé junto a
él no me di cuenta, debido a su desnudez, a qué pueblo pertenecía y solo
lo vi como un ser humano)".
Por un breve momento muy
excepcional se humanizó (entre paréntesis en el texto) a ese niño
palestino. Pero la deshumanización se produjo a una escala que solo
presenciamos en crímenes masivos como la limpieza étnica y el genocidio.
La regla era que se consideraba que los niños eran parte del
enemigo, el cual tenía que ser limpiado por el bien de un Estado judío
o, como lo expresó Carmel un día después de que terminara su gira po
Galilea, por el bien de la liberación.
Publicó este mensaje para
sus tropas: "Toda Galilea, la antigua Galilea israelí, fue liberada por
la poderosa y devastadora fuerza de las FDI [el ejército de Israel]
[...] Eliminamos al enemigo, lo destruimos y le hicimos huir [...]
Nosotros [conquistamos] Meiron [Mayrun], Gush Halav [Jish], Sasa y
Malkiya... Destruimos los nidos de los enemigos de Tarshiha, Eilabun,
Mghar y Rami... Los castillos del enemigo cayeron uno tras otro”.
Setenta años después de la Nakba el idioma hebreo es una herramienta
tan importante como el acceso a los archivos israelíes cerrados. El
texto hebreo claramente te dice quién era el enemigo: el enemigo que huí
fue eliminado y expulsado de sus "castillos".
Ellos son las personas que conoció Carmel. Y por un momento su sufrimiento le conmovió.
¿Redención?
Los principales elementos discursivos en este tipo de informes son los conceptos de liberación y eliminación (shijrur ve jisul ). Lo que en realidad significaba era un intento de indigenizar a los ocupantes de Palestina a través de la desindigenización de los palestinos.
Eso es la esencia de un proyecto colonial de asentamiento y el libro de
Carmel -y los de otros- lo revelan en su totalidad. Carmel vio la
ocupación de 1948 como una redención de la Galilea romana.
Estos actos violentos contra los palestinos tenían muy poco que ver con encontrar un refugio contra el antisemitismo.
El proyecto sionista era, y sigue siendo, un proyecto de desindigenización
de la población palestina para reemplazarla por otra compuesta por
colonos judíos. En muchos sentidos fue la implementación de una
ideología nacionalista romántica, similar a lo que alimentó el fanático
nacionalismo italiano y alemán a finales del siglo XIX y después.
Esta relación está clara en los libros sobre las brigadas en el ejército israelí. Uno de esos libros, The Alexandroni Brigade y The War of Independence, es un buen ejemplo.
A la Brigada Alexandroni se le encomendó la ocupación de gran parte de
la costa palestina, al norte de Jaffa, alrededor de 60 pueblos en total.
Antes de la ocupación de los pueblos se instruyó a las tropas acerca
del contexto histórico de sus operaciones. El relato que ofrecieron los
comandantes se repite en el libro en dos capítulos. El primero se titula
"El pasado militar del espacio Alexandroni" y comienza diciendo que "el
frente en el que la Brigada Alexandroni se enfrentó en la guerra de la
Independencia es único en la historia militar de la región y en
particular de Eretz Israel [Gran Israel]".
Ese frete era Sharon
(la costa de Palestina en el relato sionista), que es un término
inventado sin arraigo en la historia. El libro sobre la Brigada
Alexandroni nos dice que Sharon era "una tierra rica y bastante fértil"
que "atrajo" a ejércitos durante sus "viajes de ocupación" en la tierra
de Israel. Este capítulo histórico está lleno de historias de heroísmo y
afirma, por ejemplo, que "ahí es donde [el pueblo de] Israel bajo [el
profeta] Shmuel se enfrentó a los filisteos".
Los hebreos
siempre estuvieron en desventaja en la batalla contra sus enemigos, pero
"tanto entonces como hoy fue el espíritu superior el que inclinó la
balanza a favor de Israel".
Bajo Baibars, el sultán mameluco,
Sharon fue destruido como tierra agrícola y "a partir de entonces Sharon
recuperaría su vitalidad económica hasta su reasentamiento con la
inmigración sionista [aliá]", dice el libro. Baibars, por cierto,
había estado allí en 1260. Así que el libro sobre la Brigada
Alexandroni dice a sus lectores que Sharon había estado sin población
durante más de 600 años lo cual es, en el mejor de los casos, una
invención sionista de la historia.
Durante el período otomano Sharon "estaba totalmente devastado, saturado de pantanos y malaria", agrega el libro. "Solo con la aliá y el asentamiento judío a fines del siglo XIX comenzó un nuevo período de prosperidad [en la historia de Sharon]".
Los sionistas "devolvieron" a Sharon su antiguo esplendor y se
convirtió en una de las zonas más judías del "Eretz Israel del Mandato",
como el libro llama a Palestina cuando estaba administrado por el
Mandato británico.
"Las aldeas deben ser destruidas"
La limpieza étnica de la costa hebrea comenzó mientras Palestina estaba
bajo control británico. En muchos aspectos Gran Bretaña fue un aliado
vital del movimiento sionista. Sin embargo, no facilitó la colonización
de Palestina tan rápido como deseaban algunos sionistas. El libro sobre
la Brigada Alexandroni incluso describe a Gran Bretaña como un obstáculo
a veces inhumano para la "redención" judía.
Así que estaba
claro que todavía había árabes en Sharon. El libro describe la región
como la cuerda de salvamento para la comunidad judía, aunque sugiere que
las muchos pueblos árabes circundantes interrumpían la vida judía.
Era sobre todo la parte oriental de Sharon la que era "puramente árabe y
constituía la principal amenaza para las colonias judías; una amenaza
que debía tenerse en cuenta en cualquier planificación militar”.
La "amenaza" se "tuvo en cuenta" primero por medio de ataques aislados a
los pueblos. El libro dice que hasta el 29 de noviembre de 1947 la
relación entre judíos y palestinos era buena y continuó siéndolo después
de esa fecha. Y, sin embargo, una frase posterior de los libros nos
dice que "a principios de 1948 comenzó el proceso de abandonar los
pueblos árabes aislados. Se puede ver las primeras señales de ello en el
abandono por parte de sus 220 habitantes árabes de Sidan Ali (al-Haram)
y de Qaisriya por parte de sus 1.100 habitantes árabes a mediados de
febrero de 1948”.
Hubo dos expulsiones masivas que tuvieron lugar
mientras las fuerzas británicas, que eran responsables de la ley y el
orden, observaban y no interferían. Luego, "en marzo, se intensificó el
proceso de abandonar los pueblos con la intensificación de los combates”
La "intensificación" llegó con la implementación del Plan
Dalet, un plan para destruir pueblos palestinos. El libro sobre la
Brigada Alexandroni incluye un resumen de las órdenes que emanan del
plan. Las órdenes incluyen la tarea de "determinar los pueblos árabes
que se deben confiscar o destruir".
Según el libro, había 55
pueblos en la zona ocupada conforme al Plan Dalet. El Sharon hebreo se
"liberó" casi por completo en marzo de 1948 cuando la costa "se limpió"
de pueblos árabes, excepto cuatro. En el lenguaje del libro, "la mayoría
de las zonas cercanas a la costa se limpiaron de pueblos árabes,
excepto [...] un 'pequeño triángulo' y dentro de él los pueblos árabes
de Jaba, Ein Ghazal e Ijzim, que sobresalían como un pulgar doloroso
sobre la carretera Tel Aviv-Haifa; también había árabes en Tantura, en
la playa".
Un análisis más profundo de estos textos y otras
fuentes abiertas arrojaría luz sobre la naturaleza estructural del
proyecto de asentamiento colonial que se está produciendo actualmente en
Palestina, la actual Nakba.
Por consiguiente, la historia de la
Nakba no es solo una crónica del pasado, sino un examen de un momento
histórico que continúa en el tiempo del historiador. Los científicos
sociales están mucho más preparador para lidiar con "objetivos en
movimiento", es decir, analizar fenómenos contemporáneos pero, según nos
dicen,l os historiadores necesitan distancia para reflexionar y tener
una visión de conjunto.
En principio, 70 años deberían
proporcionar distancia suficiente pero, por otro lado, esto es como
tratar de que los contemporáneos, y no los historiadores, entiendan la
Unión Soviética, o para el caso, las Cruzadas.
La desclasificación en sí sino no desencadenó los lugares de memoria, por usar el concepto de Pierre Nora, ni los saltos académicos de los últimos años, sino su relevancia para las luchas contemporáneas.
Tanto los proyectos de historia oral como los libros sobre las brigadas
son fuentes fundamentales y accesibles que captan los genuinos y
cínicos escudos engaño sionistas y más tarde israelíes. Ayudan a
entender por qué es un oxímoron el concepto de un Estado de colonos
democrático o ilustrado.
La historia aprobada de Israel
Una deconstrucción de la historia aprobada de Israel es la mejor manera
de desafiar a un “lavado de palabras” que convierte la limpieza étnica
en defensa propia, el robo de tierras en prácticas de redención y las
prácticas apartheid en preocupación por la "seguridad".
Existe
la sensación, por un lado, de que después de años de negación la imagen
historiográfica se ha revelado en todo el mundo con unos contornos y
colores claros. El relato israelí ha sido puesto en duda con éxito tanto
en el mundo académico como en el dominio público.
Y, sin
embargo, hay una sensación de frustración dado el acceso limitado a
documentos desclasificados en Israel que tienen los académicos, incluso
los israelíes, mientras que en el actual clima político los académicos
palestinos apenas tienen acceso alguno.
Por lo tanto, ir más
allá de los documentos de archivo sobre la Nakba no solo es necesario
para comprender mejor los acontecimientos sino que también puede ser una
solución para los investigadores en el futuro, dada la nueva política
israelí de desclasificación.
Israel ha cerrado la mayoría de los documentos de 1948.
Las fuentes alternativas y los enfoques sugeridos en este artículo
destacan varios puntos. Es útil el conocimiento del hebreo y es esencial
la necesidad de continuar con los proyectos de historia oral.
El paradigma de asentamiento colonial también sigue siendo relevante
para analizar de nuevo tanto el proyecto sionista como la resistencia a
este. Sin embargo, todavía hay problemas con la adaptabilidad del
paradigma (tales como si se puede aplicar a los judíos de los países
árabes que se trasladaron a Palestina) y se deberían explorar más a
fondo.
Pero más que nada deberíamos insistir en que el
compromiso con Palestina no es un obstáculo para una buena erudición,
sino que la potencia. Como escribió Edward Said: "Pero, ¿dónde están los
hechos si no integrados en la historia y luego reconstituidos y
recuperados por agentes humanos movidos por alguna narración histórica
percibida, deseada o esperada cuyo objetivo futuro es devolver la
justicia a los desposeídos?".
La justicia y los hechos, las
posiciones morales, la perspicacia profesional y la precisión académica
no deben yuxtaponerse unos contra otros, sino que se debe considerar que
contribuyen a una empresa historiográfica honesta. Muy pocos proyectos
historiográficos necesitan tanto este enfoque integrador como la
investigación sobre la Nakba actual."
(Ilan Pappe, profesor de historia y director del Centro Europeo
de Estudios Palestinos en la Universidad de Exeter. Rebelión, 11/06/18. Fuente: electronicintifada)
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