"Poco antes del 18 de julio se encaró con el cura de Santa Amalia en
Semana Santa y le recriminó su vestimenta porque incumplía una especie
de orden del Gobierno republicano. Eso bastó para marcarla porque fue el
mismo párroco el que la denunció".
Esa versión es la que Pedro Díaz, de 63 años, tiene de la muerte de su suegra, Luisa Muñoz, tiroteada hasta la muerte junto a su hijo de 17 años,
José Cerrato, en 1936.
El hijo de Muñoz fue herido por los falangistas
cuando trataba de requisar trigo de una finca por orden de la República.
Fue llevado a un hospital de Mérida y cuando se recuperó volvió junto a
su madre Luisa al pueblo, que ya había sido tomado por los golpistas.
Llegando
a pie por un camino a Santa Amalia, los falangistas les asaltaron,
mataron y enterraron junto a un camino.El mismo cura que denunció a
Luisa bautizó años después a sus hijos supervivientes e incluso llegó a
casar a Pedro. El yerno de Luisa lucha ahora para que la propietaria de
la finca donde está enterrada junto a su hijo permita la exhumación de
sus restos.
"Se niega en rotundo porque dice que a ella le
mataron los rojos a un familiar. La diferencia es que ella pudo
recuperar el cuerpo y ahora no permite que los demás hagamos exactamente
lo mismo. Y eso que han pasado 70 años", explica resignado Pedro." (Público, 30/05/2010)
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