1/3/13

'El submarino', 'la bañera'... la tortura con agua

"A veces, el mundo puede ser visualizado como algo muy simple, en blanco y negro. Permítanme darles un ejemplo. Imaginen que los iraníes secuestran a un ciudadano estadounidense en un tercer país.
(Si prefieren, pueden reemplazar a los iraníes por militantes de Al Qaeda o por norcoreanos o chinos.) 

Lo acusan de ser un terrorista. Lo encierran en una cárcel sin presentar cargos en su contra, sin juicio ni sentencia diciendo que creen que posee información crucial (quizás incluso del tipo "bomba de tiempo" -y los iraníes tienen alguna experiencia genuina con bombas de tiempo).

 En las semanas posteriores, lo torturan con el "submarino" (le sumergen la cabeza en el agua) una y otra vez. Lo desnudan, le colocan un collar y una correa de perro. Le ponen una capucha, le tiran perros encima. Le echan agua helada y lo dejan desnudo en las noches frías. Lo cuelgan por los brazos del techo en la postura "strappado". 

Estoy seguro de que no tengo que continuar con más detalles. ¿Hay alguna duda sobre lo que nosotros (o nuestros líderes) diríamos o pensaríamos de los responsables de esto? 

Los llamaríamos bárbaros. Diríamos que han pasado los límites de la civilización. Torturadores. Monstruos. La personificación del Mal. Nadie en el gobierno de EE.UU., al leer el reporte de inteligencia de la CIA sobre el trato dispensado a ese estadounidense se preguntaría:

 "¿Esto es tortura?" Nadie en Washington tendría la urgencia de calificar como "técnicas perfeccionadas de interrogación" a lo que le hicieron al detenido. Si en una audiencia de confirmación en el Senado, le preguntaran a un candidato a director de la CIA si los actos de los iraníes fueron, de hecho, un método de "tortura", y este respondiera que no es un experto en el tema, ni un abogado ni un experto legal y por lo tanto no podría catalogarla como tal, no sería confirmado en el cargo. 

Y probablemente no tendría ningún cargo en Washington por el resto de su vida. Si le preguntaran si cree que los iraníes que cometieron esos actos y sus superiores que les dieron las órdenes deben ser enjuiciados en EE.UU. o en una Corte Internacional, el presidente jamás diría que en este momento es mejor "mirar hacia delante, no hacia atrás", ni tampoco el departamento de justicia les daría luz verde. 

¿Entiendes lo que quiero decir? Cuando el mal es el mal, todo queda muy claro. Solo es cuando, como dice Nick Turse, autor del libro Kill Anything that Moves: The Real American War in Vietnam, los brutales actos en cuestión son cometidos por estadounidenses, siguiendo órdenes de sus superiores, que las cosas se vuelven complejas, con matices, abiertas a interpretaciones, comprensibles en términos humanos y explicables en el contexto de que existe una "bomba de tiempo" (aunque esta sea imaginaria).  (Introducción de Tom Engelhardt)

Trata de mantener la calma -aunque empieces a sentir una opresión en el pecho y que el corazón te late alocadamente. Trata de no caer en pánico cuando sientas que el agua te entra por la nariz y la boca, mientras tratas de contraer la garganta y calmar la respiración y mantener algo de aire en los pulmones y luchar contra la creciente sensación de ahogo. 

Trata de no pensar en la muerte, porque no hay nada que puedas hacer, porque estás atado, porque alguien te echa agua en la cara y te ahoga lenta y deliberadamente. Estás en sus manos. Te sientes en agonía. 

En resumen, eres la víctima de "tortura con agua". O del "submarino". O del "tratamiento de ahogo". O de la "asfixia húmeda". O de cualquier otro sobrenombre dado a esta forma de brutalidad que hoy se la llama con el eufemismo de "waterboarding" (sumergimiento en agua). 

Esta práctica se volvió ampliamente conocida en EE.UU. tras saberse que la CIA la había estado usando contra presuntos terroristas después del 11 de septiembre. Recientemente, resurgió el debate con las representaciones cinematográficas de la técnica en el premiado film Zero Dark Thirty (La noche más oscura) y las menciones en las audiencias de confirmación en el Senado del nuevo director de la CIA John Brennan. 

La tortura con agua, sin embargo, tiene una historia sorprendentemente larga, que se remonta al siglo XIV. Ha sido usada de manera constante por las fuerzas armadas de EE.UU. desde principios del siglo XX, cuando fue empleada por contra los luchadores filipinos que luchaban por la independencia de su país. Los militares estadounidenses continuarían usando este método brutal en las décadas siguientes, y durante las guerras en Asia también habría víctimas.(...)
 
El acceso a documentos, que habían sido mantenidos secretos durante mucho tiempo, ayudó a llenar los huecos. "Mantuve al sospechoso en el suelo, le coloqué un trapo sobre la cara, y luego eché agua sobre el trapo, forzando el agua en su boca", explicó el sargento David Carmon en su testimonio ante investigadores por delitos cometidos por el ejército, en diciembre de 1970.

 Según la sinopsis de la investigación, el sargento admitió haber usado tanto tortura con electricidad como con agua al interrogar a detenidos, que murieron poco después. Según los resúmenes de los testimonios de testigos oculares entre los miembros de la unidad de Carmon, el prisionero identificado como Nguyen Cong fue "golpeado y pateado", perdió el conocimiento y sufrió convulsiones. 

Un doctor que examinó a Nguyen, sin embargo, declaró que el prisionero no presentaba ninguna anomalía. Carmon y otro miembro del equipo de inteligencia militar luego "golpearon a los vietnamitas y les echaron agua en la cara con un bidón de cinco galones de agua", según un resumen de su declaración. Un informe oficial de mayo de 1971 dice que Nguyen Cong se desmayó y "fue llevado hasta su jaula de reclusión, donde lo encontraron muerto más tarde". 

Años después, Carmon me dijo por e-mail que el abuso de prisioneros en Vietnam era generalizado y estimulado por los superiores. "Nada estaba prohibido, nada estaba más allá de los límites fuera de herir gravemente a un prisionero".(...)

 En la II Guerra Mundial, militares japoneses usaron la tortura con agua contra presos de EE.UU. "Me sometieron a lo que ellos llamaban la 'cura de agua'", declaró el teniente Chase Nielsen después de la guerra. Cuando le preguntaron sobre esa experiencia, respondió: "Sentía que me estaba ahogando, en el límite entre la vida y la muerte". 

La misma tortura fue sufrida por los pilotos estadounidenses capturados durante la Guerra de Corea. Uno de ellos hizo la siguiente descripción: "Me doblaban la cabeza hacia atrás, me ponían una toalla en la cara y echaban agua sobre la toalla. No podía respirar... Cuando me desmayaba, me sacudían y comenzaban de nuevo". 

Por los delitos cometidos contra los prisioneros, incluyendo la tortura con agua, algunos oficiales japoneses fueron condenados y sentenciados a cumplir largas condenas, mientras que otros les aplicaron la pena de muerte. 

La respuesta legal a los torturadores estadounidenses en Vietnam fue muy diferente. Mientras que investigaban los alegatos contra el sargento Carmon, por ejemplo, los agentes del ejército descubrieron que en la unidad del sargento existía un patrón de conducta "cruel y de maltrato" contra los prisioneros en el periodo de marzo de 1968 a octubre de 1969.

 Según un informe oficial, los agentes determinaron que la evidencia respaldaba cargos formales contra 22 interrogadores, muchos de ellos implicados en el uso de tortura con agua, tortura con electricidad, golpes y otras formas de maltrato. Pero no les presentaron cargos, ni les hicieron corte marcial ni les dieron ningún castigo ni a Carmon ni a nadie, según los registros.(...)

 En 1901, un oficial estadounidense fue sentenciado a 10 años de trabajo forzado por torturar con agua a un prisionero filipino. Hacia fines de la década de 1940, esta práctica de varios siglos era tan repudiada que a aquellos hallados culpables de usarla les daban una larga condena o, incluso, la pena de muerte.

 Hacia fines de la década de 1960, todavía era percibida como un castigo cruel e inusual, incluso cuando los torturadores estadounidenses de vietnamitas y de presos estadounidenses no fueron sometidos a juicio. En el siglo XXI, cuando la tortura con agua pasó de las duchas de las prisiones del sudeste asiático a la Casa Blanca, se transformó en una "técnica perfeccionada de interrogación". Hoy, el funcionario elegido por el presidente para dirigir la CIA, se niega a rotular al submarino como "tortura". 

¿Qué dice sobre una sociedad cuando los códigos morales y éticos del tratamiento de presos va en retroceso? ¿Qué se supone que debemos pensar de los líderes que autorizan, promueven o protegen prácticas brutales y de los ciudadanos que los respaldan y permiten que esto suceda? ¿Qué significa cuando la tortura que, por definición, es cruel, se vuelve usual?"         (Nick Turse, TomDispatch, Rebelión, 01/03/2013)

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