"Todo el mundo sabe cómo llegó Pinochet al poder, pero nadie sabe cómo salió". El cineasta chileno Pablo Larraín cuenta ahora esa historia en No,
primera película de su país que aspira a un Oscar, y en la que se
recuerda cómo se creó la campaña en contra del dictador en el referéndum
de 1988.
La presión internacional obligó al tirano a convocar un
plebiscito de apoyo a su presidencia. Los partidos de la oposición
convencieron a René Saavedra, un joven publicitario, para que vendiera la opción del No.
En un mundo de torturas, asesinato y desaparecidos, el miedo se venció
finalmente con una campaña que dejaba de lado la denuncia de tanta
atrocidad y se centraba en lo positivo, en la alegría que recuperaría Chile sin el dictador. El filme se estrena hoy en España. (...)
"La campaña serviría contra toda la realidad que vivimos ahora, no más impunidad, no más corrupción".
No
es un ejercicio estimulante desde el que se propone una reflexión
acerca de la publicidad y las perversiones de ésta en la política y en
la sociedad. Una película política que recupera la memoria reciente de
aquel país, "que es la que permite comprender el presente, porque sin
ella solo se piensa en la inmediatez y eso es muy peligroso". (...)
¿Si se hubiera terminado con la dictadura de otra manera, Pinochet también hubiera muerto libre?
Bueno, triunfó el No y llegó la gran alegría de sacar al dictador y de abrazar la democracia. Pero es verdad que también ganó algo del Sí.
Ganó su modelo económico, la Constitución de Pinochet que todavía está
rigiendo...
Tuvimos que negociar y la consecuencia es que no fuimos
capaces de juzgar a Pinochet, que murió libre y millonario. Y los que
entonces asesinaban y torturaban están libres hoy también. Cuando la
justicia no llega, las heridas siguen abiertas y no se encuentra el
equilibrio necesario.
Con Garzón, a la mayoría nos daba igual
dónde le juzgaran, mientras le juzgaran. Hoy Pinochet está considerado
como un bastardo en todo el mundo y eso es reconfortante.
Desde la realidad de hoy, ¿aquel plebiscito no fue más una entrada de cabeza al capitalismo que una llegada a la democracia?
¿Hay alguna democracia que no sea capitalista? Ese es el problema, que el modelo se ha fiatado,
ha causado estragos en todo el mundo. En EEUU 400 personas tienen más
dinero que 150 millones y eso acarrea otras dificultades.
Es lo que está
pasando hoy en España, la corrupción es producto del capitalismo mal
administrado y de sociedades organizadas en torno al dinero. En Chile,
los cuatro gobiernos de conglomerado que hubo al llegar la democracia
-dos socialistas y dos democratacristianos- apoyaron e incrementaron el
sistema capitalista.
La consecuencia es que en Chile las cifras
de desigualdad son enormes, tristísimo. La plata en Chile está metida en
ocho o diez bolsillos, uno de ellos el del hoy presidente del país. La
desigualdad es feroz." (Público, 08/02/2013)
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