"Cuando Kaitlin Roig,
de 29 años, se despidió de sus padres como cada mañana para recorrer
los 20 kilómetros que separan su casa, en una tranquila zona rodeada de
robles en Danbury, Connecticut, de la escuela de primaria Sandy Hook,
donde desde hace cinco años imparte clases a alumnos de primer grado
(equivalente a primero de Primaria), no podía imaginar que en unas horas
su determinación iba a impedir que sus 14 alumnos se contaran entre las
víctimas de una de las mayores tragedias que se recuerdan en Estados Unidos. Además de la directora, murieron una psicóloga y cuatro maestras del centro.
Roig se percató inmediatamente de que los ruidos que escuchó
alrededor de las 9.30 de la mañana eran el sonido de disparos.
Inmediatamente, según relató el mismo día de la matanza a la cadena ABC
–la única a la que ha hecho declaraciones-, se encerró en el baño con
sus alumnos, colocó una estantería para bloquear la puerta y trató de
tranquilizar a los menores advirtiéndoles de que se quedaran callados y
recordándoles lo mucho que los quería.
“Pensé en lo que me gustaría que
me dijeran a mí si tuviera seis años y estuviera en una situación así”,
explicó. Roig creía que el tirador aparecería de un momento a otro en su
clase.
“Era el primer aula desde la puerta de entrada, era lo lógico”.
Cuando la policía llamó a la puerta, ella no se fió de que quienes
estaban allí “fueran los buenos”, como les aseguraba constantemente a
los niños para calmarlos. “Les pedí que me enseñaran las placas y que si
de verdad eran agentes, que abrieran ellos mismos la puerta. Es lo que
hicieron”, contó.
24 horas después de la tragedia, Roig se ve incapaz de rememorar de
nuevo cómo logró poner a salvo a sus alumnos. “No estoy segura de querer
recordarlo, es muy duro”, indicó a este periódico desde el umbral de su
casa, parapetada tras su madre. La comunidad de Newtown la considera
una heroína.(...)
Instinto, altruismo valentía, un punto de temeridad… Es difícil
determinar cuál es la aleación con la que se forjan los héroes. En la
espiral de disparos, caos y terror en la que se convirtieron los
pasillos de la escuela de Sandy Hook en la mañana del viernes, cualquier
reacción parece justificada.
Pero aquellas conductas, como la de Roig,
dominadas por la generosidad y el sacrificio desinteresado están
destinadas a convertirse en gestas, máxime cuando el corazón de la
comunidad de Newtown necesita más que nunca de ejemplos épicos para hacer frente a la sinrazón de una matanza indiscriminada de niños.
Como Roig, Victoria Soto,
de 27 años y origen portorriqueño, que este año comenzaba su tercer
curso en Sandy Hook, también se apresuró a ocultar a sus alumnos de
primaria en las taquillas y en un armario del gimnasio del colegio para
protegerlos de los disparos.
Cuando Adam Lanza
se asomó por allí armado con su fusil de repetición, Soto le aseguró
que los niños se encontraban haciendo ejercicios en la cancha. Acto
seguido, Lanza disparó a la maestra, pero pasó de largo en su vorágine
asesina. 11 menores sobrevivieron a la matanza, gracias al coraje de la
profesora. (...)
Anne Marie Murphy, una profesora de educación especial de 52 años,
también será recordada como una de las heroínas de Sandy Hook. Su
cadáver fue encontrado en un aula cubriendo el cuerpo de varios alumnos.
La policía contó a sus padres, Hugh y Alice McGowan, un matrimonio de
86 años que reside en la localidad neoyorquina de Katonah, que Murphy
falleció mientras protegía a los niños de las ráfagas asesinas de Lanza.
“Anne Marie era una gran persona”, reconoció a este periódico un
familiar en conversación telefónica." (El País, 16/12/2012)
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