"Ayer fue un día importante para los gitanos europeos y para los sinti
y romaníes de Alemania
y Europa central-oriental en particular. Veinte años después de la
decisión, se inauguraba en Berlín el primer monumento oficial del
genocidio gitano, el "Porrajmos" como se dice en lengua romaní,
literalmente la "devoración". El lugar está muy cerca del memorial de la
Shoa y del Reichstag, en el corazón de la capital alemana.
Hasta medio millón de gitanos, el número exacto se desconoce, se
estima que fueron exterminados por los nazis, pero el hecho tardó casi
cuarenta años en ser reconocido oficialmente. (...)
Antes, en pascua de 1980, un grupo de
gitanos supervivientes del holocausto había tenido que
iniciar una huelga de hambre en el campo de concentración de Dachau
pidiendo el reconocimiento del genocidio gitano y el fin de la
discriminación. Mucho antes, en los juicios de Nüremberg contra los más
altos jerarcas nazis el holocausto gitano no fue tratado más que de
pasada, recordó ayer Zoni Weisz, representante de los supervivientes de
aquella matanza.
El de Weisz fue el discurso más impactante de la jornada, provocó
lágrimas entre muchos de los presentes. Cruda y directa sonó la
afirmación del representante gitano: “la sociedad no ha aprendido nada,
de lo contrario su actitud hacia nosotros sería otra”, dijo.
La inauguración del memorial, con discurso de la canciller Angela Merkel
y en presencia del presidente federal, Joachim Gauck, ha tenido lugar
veinte años después de que se tomara la decisión de erigir el monumento. (...)
El proceso de realización de este monumento,
rodeado de polémica y malentendidos, no hace sino ilustrar el carácter
de “cenicienta del holocausto” que tiene la memoria de la matanza
gitana.
A diferencia de la aniquilación en cautividad de 3 millones de
prisioneros soviéticos, sobre los 5 millones que capturó el Tercer
Reich, de los homosexuales, de los comunistas e izquierdistas en
general, y aún más de los seis millones de judíos, los gitanos están en
el furgón de cola de la memoria.
Después de la guerra la memoria del genocidio gitano fue omitida,
tanto en el Oeste como en el Este de Europa, aunque en Polonia sí hubo
actos conmemorativos ya en los años sesenta. En Alemania no hubo
reconocimiento político ni legal, y, “la propaganda nazi sobrevivió como
prejuicio social a la guerra”, se dice en medios gitanos. En 1990 se
abrió en Heildelberg el primer centro de documentación sobre los sinti y
romaníes alemanes, pionero en Europa, con el apoyo del gobierno
federal.
Más preocupante por su actualidad es que en Europa los gitanos
continúan sufriendo hoy extraordinarios niveles de pobreza y una
discriminación rampante con pogroms y violencia racial, especialmente en
países de Europa central y oriental.
La Oficina para Derechos Humanos de la OSCE calificó el año pasado de
“intolerable” la “violencia y discriminación” que la minoría gitana
sufre en países como Hungría, donde ya en los años ochenta se prohibía
el acceso a determinadas discotecas a ciudadanos de etnia gitana.
“El antigitanismo de la extrema derecha está siendo adoptado por
políticos demócratas que desean hacerse con los votos de la derecha”,
explica Romani Rose, presidente del consejo central de los sintis y
romaníes de Alemania, también presente en el acto de ayer. Rose menciona
la evidencia sociológica que muestra claramente cómo en los últimos
años aumenta la violencia racista en Alemania y en Europa.
“Ese racismo ya no es de extrema derecha sino que encuentra cada vez
más apoyo en el centro de nuestra sociedad“, dice el presidente de la
asociación alemana de sintis y romaníes.
En febrero de 1995 una bomba en un campamento de romaníes de
Oberwart, Austria, mató a cuatro personas y fue considerado como el más
grave atentado racista cometido en el país desde la guerra. El 13 de
octubre de 1999 las autoridades de Usti nad Labem (Chequia) erigieron un
muro de dos metros de alto para separar un barrio de gitanos.
En
octubre de 2001 cinco miembros de una familia gitana, tres de ellos
niños, murieron en un ataque incendiario realizado por agentes de la
policía en la localidad ucraniana de Málaya Kachóvka.
En el Kosovo ocupado por la OTAN decenas de miles de romaníes de la
región fueron expulsados por los nacionalistas albaneses. Alemania tiene
actualmente el mayor contingente militar en Kósovo, que hace funciones
de policía.
“Sería importante que el gobierno alemán detuviera las expulsiones de
gitanos kosovares”, dice Marian Luca, experto de la asociación gitana
alemana. “Alemania reconoció la independencia de Kósovo y podría
establecer allí programas para mejorar la situación de los romaníes
allí”, dice.
Los desmantelamientos de campamentos y expulsiones expeditivas
decididas por el presidente Sarkozy en Francia recordaron hace dos años
que el fenómeno afecta también de pleno a la Europa económicamente más
próspera, estable y liberal.
“El preocupante incremento de violencia racial contra sintis y
romaníes no está recibiendo la necesaria atención política”, dice Rose.
En Alemania hay 70.000 sintis y romaníes de nacionalidad alemana, sin
contar emigrantes y refugiados. Prácticamente todos ellos perdieron
familiares en el holocausto. " (Rafael Poch, La Vanguardia, Rebelión, 25/10/2012)
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