"El 20 y 21 de julio de 2001 hubo una cumbre del G-8 en Génova. El
lector quizá recuerde vagamente que en ella se registraron “incidentes”.
Lo que seguramente no sabe es que en aquellos días se produjo, “la
mayor violación de derechos humanos de la historia de Italia desde la
segunda guerra mundial” – según la contundente fórmula de Amnistía
Internacional- resultado de una brutalidad policial planificada. En una
Europa en la que crecen las protestas civiles, el tema es de una enorme
actualidad.
Diez años después, dos periodistas
italianos, Franco Fracassi y Mássimo Lauria, han reconstruido los hechos
en un minucioso y detallado documental titulado “La Cumbre” (The
Summit), que se ha presentado en Berlín.
Más de un centenar de
entrevistas y un millar de documentos, policías, activistas torturados,
detenidos, atropellados y testimonios de expertos y de varios de los
miles de participantes que resultaron heridos, muchos de seriedad,
arrojan un testimonio sobrecogedor. (...)
De ellos se desprende que las manifestaciones, inicialmente
pacíficas, fueron violentadas por grupos provocadores vinculados a la
policía, bloqueadas policialmente sin opción de escapar y atacadas con
intención de escarmentar, de acuerdo a un guión preestablecido que días
antes de los hechos contemplaba en uno de sus documentos el escenario de
“una muerte”, cosa que sucedió en la persona del activista Carlo
Giuliani, en lo que parece haber sido una encerrona planificada.
“Algunos miembros de sindicatos policiales nos confirmaron que no
fueron errores tácticos casuales, sino una estrategia deliberada y
planificada para golpear al movimiento por los derechos globales”, dice
Lauria.
“Cuantos más testimonios entrevistamos, más claro se nos hizo
que en Génova hubo una clara intención de masacrar literalmente a un
movimiento civil”, dice Fracassi, un ex corresponsal de guerra, que fue
golpeado en Génova pese a su condición de periodista y se confiesa
“impresionado” por la experiencia. (...)
“Lo que vimos se pareció mucho a los métodos de las dictaduras
sudamericanas de los setenta”, recuerda el diputado alemán
Hans-Christian Ströbele, que acudió a Génova en una comisión de
investigación. Allí vio en un hospital al periodista británico Mark
Covell.
El joven pernoctaba junto con muchos otros en la escuela Díaz,
que el Foro Social de Génova habilitó como centro de prensa. La policía
tomó la escuela por asalto, destruyó todos los ordenadores que encontró y
atacó a la gente que estaba durmiendo en sus sacos. Covell y Ströbele
asistieron a la presentación del documental en Berlín.
Covell fue apalizado hasta caer en coma. “Me hice el muerto, pero
seguían golpeando”, dice. Al final casi se muere de verdad: conmoción
cerebral, perforación pulmonar y pérdida de diez dientes. Otras 63
personas de la escuela fueron heridas, algunas salieron en camilla con
pronóstico reservado.
El objetivo del ataque a la escuela era destruir
las pruebas, fotos y filmaciones, de la violencia de la víspera. De paso
la policía introdujo en el edificio los cócteles Molotov que luego se
mostraron como pruebas del delito. (...)
La víspera, en la Piazza Alimonda, un jeep policial se había parado
al alcance de una multitud previamente maltratada y calentada, con la
aparente intención de crear una situación en la que el uso del arma de
fuego en defensa pudiera presentarse como apropiada, lo que concluyó con
la muerte de Giuliani por un disparo policial en la cabeza.
El asalto a
la escuela pudo tener como objetivo hacerse con las imágenes de aquella
encerrona. Las 250.000 personas que al día siguiente se manifestaron al
grito de “¡asesinos!” fueron rodeadas y reprimidas.
“Lo que pasó me marcó para toda la vida”, dice una mujer que fue
torturada en un centro de detención, junto con decenas de otros
manifestantes detenidos aquel día, entre insultos y golpes de unos
policías que parecían drogados por su brutalidad. (...)
Pieza central de toda la situación registrada en Génova fueron los
manifestantes del llamado “Black Bloc” (bloque negro). Ese sujeto hizo
su aparición en las protestas contra la central nuclear alemana de
Brokdorf ya en los años setenta. Son grupos de manifestantes violentos,
instrumentalizados, infiltrados o directamente organizados por la
policía, difíciles de distinguir de los simples neonazis.
Muchos de
ellos acudieron a Génova desde Alemania tras haber participado en
manifestaciones neonazis, como se pudo comprobar al examinar algunos de
los teléfonos móviles que se les incautaron, explica Sergio Finardi,
experto en “tácticas de guerra informales”.
El objetivo del “Black Bloc” es reventar las manifestaciones, evitar
una amplia y pacifica participación de la ciudadanía, y dar motivos a la
policía con su vandalismo para reprimir y desprestigiar los motivos de
la protesta, dice.
La secuencia consiste en dejar al “Black Bloc” hacer
impunemente su trabajo sin que la policía intervenga, a continuación se
carga con violencia, pero no contra los violentos sino contra los
normales.
En Génova no hubo ni una sola detención de esos sujetos. El
guión se repite en múltiples protestas del movimiento antiglobalización,
dice Finardi." ('El atropello de Génova', de , La Vanguardia, o4/03/2012)
, Diario de Berlín,
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