"Como se dice más arriba, este lamentable y vergonzoso hecho no fue
exclusivo de Cigales: valga como ejemplo de la saña católica y su
persecución contra otras creencias lo ocurrido en el valle del Tiétar,
donde fueron fusilados todos los hombres mayores de 17 años que
profesaban el credo evangelista.
En Cigales había un presbítero, el señor Cipriano San José, cuyos dos
hijos mayores fueron asesinados en Valladolid. El obispo residía en
Valladolid y realizaba visitas semanales a Cigales, donde todavía hoy se
le recuerda.
Su nombre era Manuel Borobia, y fue detenido precisamente
por su condición, aunque la acusación, hipócrita y cobardemente oculte
la verdadera causa de la condena que se le impone, adjudicándole gritos
de ¡Viva Rusia!; sin embargo, en el mismo documento se dice que “es totalmente responsable de los hechos ocurridos en Cigales”.
Así podemos leer entre líneas que el delito del señor obispo, hombre
venerable de más de 60 años, no fue el de alborotar por las calles, sino
el de ser la cabeza de una iglesia tan legal, por lo menos, como la
católica.
Entre estos casos, uno de los más significativos fue el asesinato del
guarda de campo Ángel de la Fuente, quien no había sido detenido a
pesar de haber mantenido disputas y desacuerdos con alguno de los
falangistas del pueblo.
Este hombre desapareció cuando ocurrieron los
sucesos del 20 de julio y estuvo escondido en los viñedos de la
carretera de Ampudia, muy cerca del pueblo. Pero no tenía apoyo de
nadie, y se vio obligado a salir a la carretera y pedir comida a uno
que pasaba con un carro. Este hombre le ayudó, pero de inmediato lo
denunció. Un grupo de falangistas se acercó a la zona, lo localizó y le
disparó.
Sus familiares y vecinos pensaban que podía haber escapado, pero
pasados varios meses, el sepulturero del pueblo confesó que dos
falangistas le fueron a buscar para que enterrara a Ángel, pero que él
se negó, porque estaba vivo, aunque herido. Estos dos jóvenes
falangistas le encañonaron con sus pistolas y le obligaron a enterrarlo
en esas condiciones. El sepulturero quedó muy afectado por aquel hecho.
La vida de las personas relacionadas con los detenidos o asesinados
se volvió muy precaria en lo material y verdaderamente inestable en lo
psicológico.
Los hijos pequeños dejaron en su mayoría la escuela para trabajar y
poder ayudar al mantenimiento familiar.
Así, muchas niñas, despojadas de
sus padres se vieron obligadas a trabajar como sirvientas, mientras los
niños acarreaban agua o piedras, y en los momentos más duros llegaban a
pedir limosna. Sus madres lavaban ropas y luchaban por conseguir
trabajo que les proporcionaron, sobre todo los italianos acuartelados en
la localidad.
La colonia evangelista de Cigales fue uno de los objetivos centrales
de la represión, en este caso encabezada por el cura católico y las
beatas de la localidad. La capilla y la escuela fueron clausuradas e
incautadas, y muchos creyentes fueron detenidos sin otra causa que
profesar otra fe distinta de la católica. (...)
Se refiere a Don Manuel Borobia, Obispo evangélico residente en
Valladolid, que fue detenido y encarcelado junto con varios de sus
hijos, condenados a diversas penas y expulsados del Magisterio.
El presbítero de Cigales se llamaba Cipriano San José, y vivía en la
calle del Agua. Uno de sus hijos, Eliseo San José Vigo fue fusilado en
Valladolid; otro, muy joven, también fue detenido en Valladolid durante
la sublevación, sin que se sepa qué fue de él.
Tanto los evangelistas como los republicanos sufrieron un duro
proceso de adoctrinamiento; obligados a bautizarse en la iglesia
católica, aun a sabiendas de que no eran creyentes, o que tenían otra
religión.
La mayoría de ellos se vieron obligados a acudir al comedor
que organizó el Auxilio Social, donde se les obligaba a cantar el Cara
al Sol y se les humillaba de muchas maneras. El desprecio, los insultos,
las humillaciones y la violencia sufrida por estos vecinos se muestran
en los testimonios recogidos, todos ellos concordantes y verosímiles. (...)
Además se produjeron extorsiones y chantajes sobre muchos vecinos de
Cigales, hasta que un grupo de vecinos, hartos ya de ser amenazados y
robados en nombre de la patria, se acercaron a Valladolid para denunciar
a varios falangistas ante el comisario Panero, que era natural de
Cigales.
Se comprobó que varios de estos falangistas habían exigido en
diferentes ocasiones y mediante amenazas, el pago de cantidades
importantes a algunos vecinos de la localidad. El escándalo envió a las
Cocheras a dos falangistas conocidos, coincidiendo allí con los
republicanos de su pueblo.
El comisario amenazó personalmente a estos
dos criminales con “pegarles un tiro” si hacían algo contra sus
convecinos, tanto dentro como fuera de Cocheras. Estuvieron detenidos
tres o cuatro meses. Tiempo después, uno de ellos se suicidó ingiriendo
una caja de cerillas." (represionfranquistavalladolid.org, 'Cigales', 05/09/2011)
"¿Puede haber poesía después de Auschwitz?"(Adorno).............. "¡Es un deber vivir después de Auschwitz!"(Imre Kertéz).............
23/9/11
La represión de los protestantes. "dos falangistas le fueron a buscar para que enterrara a Ángel, pero que él se negó, porque estaba vivo, aunque herido... le encañonaron con sus pistolas y le obligaron a enterrarlo en esas condiciones"
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