"En un mes Inés verá la cara de quién presuntamente la robó de su madre biológica. El doctor Eduardo Vela,
de 85 años, se sentará en el banquillo, seguramente frente a ella, para
evadir su culpa. Para no decir apenas nada, como ella misma espera. Inés Madrigal, que lleva "luchando para encontrarse" a sí misma desde hace casi una década, asegura a Público que tiene pocas esperanzas en que este juicio cierre el circulo de su búsqueda incansable.
Sin embargo, con un entusiasmo
envidiable, se imagina esa posibilidad remota en la que Vela le pudiera
relatar delante de los jueces y letrados como la sustrajo de los brazos
de su madre biológica: "Ojalá tirase de los archivos y dijera donde
están los padres biológicos de los bebés robados", expone.
"Pienso que una persona que es tan
católica, si pensara un poco, antes de irse podría hacer la buena acción
de su vida, que es desvelar a los adoptados donde están sus madres".
El juicio del próximo 26 de junio es
un paso más en el camino de Inés y en el de todas las víctimas de este
sistema de robo de menores perpetuado durante el franquismo, que duró
cerca de seis décadas en el tiempo. La propia Inés, que hoy preside la
asociación SOS Bebés Robados de Murcia, es consciente de la importancia
que tiene ser la primera persona en acudir a los juzgados por un caso de
robo de niños.
Tanto es así, que más allá de cómo pueda afectarle
personalmente la resolución del litigio, sabe que
podría sentar jurisprudencia y, por ende, servir de ayuda a miles de
personas que como ella quieren saber quienes son sus padres biológicos.
"Hay más de dos mil denuncias archivadas en un cajón"
No
obstante, para ella ser la primera es "vergonzoso". Lo es -lamenta-
porque "esto quiere decir que hay más de dos mil denuncias archivadas en
un cajón. Dos mil denuncias que han prescrito, de dos mil familias que
tienen un drama en su casa, que tienen un hijo no sé sabe donde".
Desde el otro lado del auricular, con
una voz enérgica, deja claro que ni ella ni el resto de adoptados
buscan venganza. No desea el mal a nadie, porque Inés lo que hace es
luchar. Un verbo que destapa su personalidad, pero también la falta de
apoyo de las instituciones. "Lucho por encontrar la pieza del puzle que
me falta", manifiesta. "Y te digo una cosa -añade- lo mejor que saco de
esto es haber conocido a tantísima gente luchadora. Porque somos un ejército de hombres y mujeres luchadoras".
Promesas incumplidas
No hace falta preguntar a Inés por el
apoyo institucional. Ella sola llega hasta ese punto de la entrevista,
desahogándose como puede. Recuerda con pinceladas muy descriptivas como
fue su visita a la Comisión de Derechos de la Infancia y Adolescencia en el Congreso,
y como toda la clase política la intentó arropar delante de los medios.
"Recuerdo las promesas de una diputada del Partido Popular, diciendo
que iban a impulsar medidas, pero a la hora de la verdad, cuando se
plantearon las votaciones, su partido se abstuvo", replica.
Inés, que también fue la primera
víctima de la trama de bebés robados en comparecer en el Congreso de los
Diputados, denuncia la pasividad de los dirigentes españoles a la hora
de poner soluciones al calvario que viven miles de padres y madres que
durante décadas han estado llevando flores a tumbas vacías, pensando que
allí yacían sus hijos.
No le falta tiempo para agradecer el apoyo incondicional que le brindó el diputado de Unidos-Podemos David Carracedo.
"Por favor, que eso quede claro", súplica.
Sin embargo, reconoce que
aquella Comisión "no sirvió para nada". "Se prometieron muchas cosas tan
básicas como la creación de un banco de ADN para facilitar el cotejo de
datos que no se han cumplido porque no ha habido voluntad", exclama. Es
lo que más le enerva. La falta de voluntad que el conjunto de los
diputados han tenido.
"Estamos esperando por parte del Gobierno de la Nación una disculpa pública a todas esas familias que no van a poder encontrarse", añade.
"Seguramente que algunos ministros, políticos u otras personas que vemos a diario por la televisión sean bebés robados"
A
Inés no le tiembla la voz cuando explica por qué realmente no se quiere
hablar del caso de los bebés robados en España. Las casi seis décadas
de robos impunes en un sistema de compra venta de menores le hace pensar
que puede haber cargos públicos implicados. "Seguramente que algunos
ministros, políticos u otras personas que vemos a diario por la
televisión sean bebés robados".
"Esto no va a salir nunca por la cantidad de implicados que puede haber", revela con una voz serena.
Se encuentra en su tono de voz una
mezcla de rabia con desengaño. Como si supiera que hay un porcentaje
alto de que su activismo quede finalmente en vano: "En el momento en que
el Estado sabe que hay un tema de bebés robados y ves que ni siquiera
se ha hecho una investigación decente, te das cuenta de muchas cosas". A
poco, se va encendiendo, y revela la cantidad de propuestas "simples"
que han quedado en el limbo por un adjetivo que define muy bien el ánimo
de la clase política española: la desidia.
Entre esas medidas, Inés habla del
ya mencionado banco de ADN, pero añade otros como la creación de un área
policial y un cargo dentro de la fiscalía que trate de atender todas
las demandas por casos de bebés robados. O que "haya un delito específico de niños robados" porque -dice- se les trata judicialmente como un caso de secuestro, sin más.
"Nadie sabe lo que es ir de cotejo en cotejo"
"Le debo todo a mi madre". Lo repite
un par de veces. Sin insistencia, pero dejando claro que si no fuera
por ella no habría iniciado todo este proceso. En los peores momentos,
cuando la moral de Inés se venía abajo al darse de bruces con la losa
del silencio, su madre le animaba a continuar. Ella misma le dijo una
vez a su madre adoptiva que si le incomodaba que tuviera interés en
encontrar la verdad sobre su nacimiento, sólo tendría que decirlo una
vez y dejaría de buscar. "Sabía que podrían imputarla por estar
implicada en la trama de niños robados, sin embargo, decidió apoyarme",
comenta.
"Nadie sabe lo que
es ir de cotejo en cotejo y que, después de toda la esperanza, los
resultados salgan negativos. Esa familia que podría haber sido la tuya,
se queda unida y tú continúas sola"
Reconoce
que cuando murió se le pasó por la cabeza abandonar. Volver al
anonimato. Darse por vencida. Ser la que siempre había sido. Pero hacer
eso sería egoísta, pues detrás de ella hay cientos de personas que
también tratan de esclarecer su orígenes. Es inevitable que no se
acuerde de ella. Porque al fin y al cabo es su madre. La mujer que la
crió. La que la vió crecer y convertirse en la persona que es hoy. Pero
ahora, toca pensar en lo que viene y seguir luchando.
Seguir luchando y buscando, porque
no todas sus esperanzas se centran en el juicio del mes que viene. Inés
lleva tiempo en contacto con un grupo de hermanos que podrían ser
miembros de su familia biológica y ahora mismo está en espera de que los
resultados de ADN confirmen, por fin, su identidad sanguínea. Esa espera es "extenuante",
espeta. "Nadie sabe lo que es ir de cotejo en cotejo y que, después de
toda la esperanza, los resultados salgan negativos. Esa familia que
podría haber sido la tuya, se queda unida y tú continúas sola". (Alejandro Tena, Público, 22/06/18)
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