"¿Qué eran los linchamientos?
Los
historiadores están ampliamente de acuerdo en que los linchamientos
constituyeron un método de control social y racial destinado a
aterrorizar a los negros norteamericanos hasta la sumisión, colocándolos
en una situación de casta racial inferior. Se convirtió en una práctica
ampliamente extendida en el Sur de los EE.UU. desde aproximadamente
1877, al final de la reconstrucción posterior a la Guerra Civil, hasta
1950.
Un linchamiento típico entrañaba acusaciones penales, a
menudo dudosas, contra un norteamericano negro, su detención y la
reunión de un “populacho linchador” con la intención de subvertir el
normal proceso judicial constitucional.
Las víctimas eran
sujetadas y sometidas a toda clase de tormento físico imaginable, y la
tortura terminaba generalmente colgándole de un árbol y prendiéndole
fuego. La mayoría de las veces las víctimas eran desmembradas y la gente
del populacho se llevaba de recuerdo pedazos de carne y huesos.
En
muchísimos casos las multitudes se veían ayudadas e inducidas por los
cuerpos policiales (en realidad, a menudo se trataba de la misma gente).
Los agentes dejaban sin vigilancia la celda de un recluso negro después
de que empezaran a circular rumores de linchamiento para permitir que
una muchedumbre lo matara antes de que pudiera procederse a un juicio o a
su defensa legal.
¿Qué podía desencadenar un linchamiento?
Destacadamente,
entre las transgresiones (ocasionalmente ciertas, pero por lo general
imaginarias) se podía encontrar cualquier afirmación de contacto sexual
hombres negros y mujeres blancas. El motivo del varón hipersexual y
lascivo, sobre todo frente a la inviolable castidad de las mujeres
blancas, fue y sigue siendo una de los figuras más perdurables de la
supremacía blanca.
De acuerdo con la Equal Justice Initiative (EJI
– Iniciativa de Justicia en Igualdad), casi el 25% de las víctimas de
linchamientos fue acusado de agresión sexual. Casi el 30% fue acusado de
asesinato.
“El populacho quería que el linchamiento tuviera un
significado que transcendiera el hecho concreto del castigo”, escribió
el historiador Howard Smead en Blood Justice: The Lynching of Mack Charles Parker.
La multitud “convertía el suceso en un rito simbólico en el que la
víctima negra se convertía en representante de su raza y a la que, como
tal, se disciplinaba por más de un delito… El suceso mortal constituía
un aviso a la población negra para que no pusiera en tela de juicio la
supremacía de la raza blanca”.
¿Cuántos linchamientos llegaron a producirse en Norteamérica?
Dada
la naturaleza de los linchamientos – ejecuciones sumarias que tenían
lugar fuera de los controles de documentación de los tribunales, no
existía modo formal y centralizada de rastrear el fenómeno. La mayoría
de los historiadores cree que esto ha dejado sin registrar de modo
drástico la verdadera cifra de linchamientos.
Durante décadas, el
total más completo se encontraba en los archivos del Instituto
Tuskegee, que tabuló 4.743 personas muertas a manos de turbas
linchadoras en los EE.UU. entre 1881 y 1968. De acuerdo con las cifras
del Tuskegee, 3.446 (casi tres cuartos) de las personas linchadas era
norteamericanos negros.
La EJI,
que se atuvo a las cifras del Tuskegee para realizar su propio
recuento, integraba otras fuentes, tales como archivos periodísticos y
otros registros históricos, para llegar a un total de 4.084
linchamientos de terror racial en doce estados del Sur entre el final de
la Reconstrucción, en 1877, y 1950, y otros 300 en otros estados.
A
diferencia de los datos del Tuskegee, las cifras del EJI tratan de
excluir incidentes que consideraba actos de “violencia de las turbas”
que se sucedieron tras un proceso penal legítimo y que “se cometieron
contra no-minorías sin amenaza del terror”.
¿Dónde se producía la mayoría de los linchamientos?
Como
no ha de sorprender, la mayoría de los linchamientos se concentraba en
los antiguos estados confederados, y especialmente en aquellos de gran
población negra.
De acuerdo con los datos del EJI, Misisipi,
Florida, Arkansas y Luisiana tuvieron como estados las tasas más
elevadas de linchamiento en los EE.UU. Misisipi, Georgia y Luisiana
tenían el mayor número de linchamientos. .
¿Quién asistía a los linchamientos?
Entre
las realidades más inquietantes de los linchamientos está la medida en
que los norteamericanos blancos los acogieron no como una incómoda
necesidad o como forma de mantener el orden, sino como gozoso momento de
sana celebración.
“Acudían familias enteras, madres y padres,
que traían incluso a sus hijos más pequeños. Era el espectáculo del
campo, un espectáculo muy popular”, se leía en 1930 en un editorial del Raleigh News and Observer.
“Los hombres gastaban ruidosas bromas a la visto del cuerpo sangrante
(…) Las muchachas reían nerviosamente mientras las moscas se alimentaban
de la sangre que corría de la nariz del negro”.
A la macabra
naturaleza de la escena se sumaba el que las víctimas de linchamientos
eran por lo común desmembradas en pedazos como trofeo para quienes
formaban las turbas.
En su autobiografía, W.E.B. Du Bois [líder
negro de los derechos civiles de principios del siglo XX] escribe acerca
del linchamiento en 1899 de Sam Hose en Georgia. Cuenta que los
nudillos de la víctima se exhibieron en una tienda del lugar de la calle
Mitchell Street, en Atlanta, y que le regalaron un trozo del corazón y
el hígado de este hombre al gobernador del estado.
En el
linchamiento en 1931 de Raymond Gunn en Maryville, Misuri, de una
multitud estimada entre 2.000 y 4.000 personas, al menos una cuarta
parte eran mujeres, y en ella se contaban cientos de niños. Una mujer
“sujetaba a una niña pequeña para que pudiera disfrutar de mejores
vistas del negro desnudo que se abrasaba en el tejado”, escribía Arthur
Raper en The Tragedy of Lynching.
Después de que se
apagara el fuego, cientos de personas revolvieron entre las cenizas
buscando recuerdos. “Los restos carbonizados de la víctima se dividían
en pedazos”, escribía Raper.
Los linchamientos no eran más que la
forma más novedosa de terrorismo racial contra los negros
norteamericanos cuando pasaron a primer plano en el siglo XIX. Los
plantadores blancos habían recurrido a una violencia malévola y
enormemente visible contra los esclavizados para intentar suprimir hasta
los más vagos rumores de insurrección.
En 1811, por ejemplo,
después de una fallida insurrección en las afueras de Nueva Orleans, los
blancos decoraron el camino hasta la plantación en la que fracasó la
conspiración con las cabezas decapitadas de los negros, muchos de los
cuales, según reconocieron después los plantadores, nada habían tenido
que ver con la revuelta.
Tampoco se trataba de un fenómeno específico del Sur. Un año después,
las autoridades coloniales de la ciudad de Nueva York esposaron,
quemaron y fracturaron en la rueda a dieciocho negros esclavizados
acusados de conspirar para lograr su libertad.
Las comunidades de
negros libres se enfrentaban asimismo a la constante amenaza de
disturbios y progromos raciales a manos de turbas blancas a lo largo del
siglo XIX y en todo lo que duró la era de los linchamientos.
Entre
los más conocidos estuvo la matanza del barrio de Greenwood, en la
ciudad de Tulsa, estado de Oklahoma, en 1921, después de que un hombre
negro fuera falsamente acusado de violar a una mujer blanca en un
ascensor. Al barrio de Greenwood se le denominaba a veces “el Wall
Street negro” por su vitalidad económica antes de la matanza. De acuerdo
con la Sociedad Histórica de Tulsa, se cree que de 100 a 300 negros
fueron asesinados por una muchedumbre blanca en cuestión de pocas horas
Sucesos
semejantes, desde los disturbios en Nueva York a causa del
reclutamiento durante la Guerra Civil a otros en Nueva Orleans,
Knoxville, Charleston, Chicago, y San Luis, fueron testigos del
asesinato de cientos de negros.
El inicio de la era de los
linchamientos se fija por lo común en 1877, año del compromiso
Tilden-Hayes, que la mayoría de los historiadores consideran el fin
oficial de la Reconstrucción del Sur norteamericano. Con el fin de
resolver una elección presidencial disputada y por un margen mínimo
entre el republicano Rutherford B Hayes y el demócrata Samuel Tilden,
los republicanos del norte se avinieron a retirar las tropas federales
del último de los estados anteriormente renegados.
La medida
afectó sólo, técnicamente hablando, a Carolina del Sur y Luisiana, pero
fue un gesto hacia el Sur de que el Norte ya no se atendría en la
antigua Confederación a la promesa de plena ciudadanía para los esclavos
liberados, y el Sur se lanzó sobre la oportunidad de incumplir el
compromiso. El final de la Reconstrucción se acompañó de una extendida
campaña de terror y opresión raciales contra los norteamericanos negros
recientemente liberados, de la cual los linchamientos constituían una
piedra angular.
¿Se castigó alguna vez a alguien por llevar a cabo un linchamiento?
La
enorme mayoría de los participantes en los linchamientos nunca fueron
castigados, tanto por la tácita aprobación de los cuerpos policiales
como por el hecho de que docenas, si no centenares de personas, habían
tenido parte en las muertes. Con todo, el castigo no era algo insólito,
aunque la mayoría de las veces, si se juzgaba o condenaba a linchadores
blancos, era por incendios provocados, por disturbios o por alguna otra
falta mucho más leve.
De acuerdo con la EJI, de todos los
linchamientos cometidos después de 1900, sólo el 1% tuvo como
consecuencia que se condenase a un linchador por alguna clase de delito
penal.
¿Cuándo y cómo terminaron los linchamientos?
Los linchamientos se fueron espaciando a mediados de los años 20 con la aparición del movimiento de derechos civiles.
Los
esfuerzos desarrollados contra el linchamiento, sobre todo por parte de
organizaciones de mujeres, produjeron un efecto mensurable,
contribuyendo a generar un abrumador apoyo blanco al proyecto de ley
contra los linchamientos de 1937 (aunque dicha legislación nunca
consiguió rebasar a los filibusteros de los poderosos de Dixie [nombre
popular del Sur norteamericano] en el Senado).
También desempeñó
un papel de primera importancia la gran migración de gente negra del Sur
a las zonas urbanas del Norte y el Oeste. El éxodo de cerca de seis
millones de norteamericanos negros entre 1910 y 1970 se vio impulsado
por el terror racial y una menguante economía agrícola, así como por el
tirón de la abundancia de oportunidades de empleo en el sector
industrial.
El año 1952 fue el primero en el que no se
registraron linchamientos desde que se había empezado a llevar memoria
de ellos. Cuando sucedió otro tanto en 1953, Tuskegee suspendió su
recogida de datos, sugiriendo que en su forma tradicionalmente definida,
los linchamientos habían dejado de ser de utilidad como “barómetro para
medir el estatus de las relaciones raciales en los Estados Unidos”.
Pero
al poner en primer plano las nuevas e intensas oleadas que recibirían
al naciente movimiento de los derechos civiles, Tuskegee continuaba
afirmando en su informe final sobre linchamientos que el terror estaba
cambiando de modelo gracias al “desarrollo de otros medios extralegales
de control como bombas, incendios, amenazas e intimidación”.
En The End of American Lynching,
Ashraf HA Rusdy sostiene que: “La violencia destinada a actuar como
forma de control social y terrorismo se había vuelto menos ritualista y
menos colectiva. Individuos aislados y grupos reducidos podían arrojar
bombas, llevar a cabo tiroteos desde automóviles y pegarle fuego a una
casa”, como demostró el resurgimiento del KKK y grupos violentos
similares de odio blanco.
El final de los linchamientos no puede
decirse que fuera algo puramente académico, sin embargo. Si bien la
violencia que tomaba como objetivo a la gente negra no terminó con la
era de los linchamientos, el elemento de espectáculo público y abierto,
hasta la participación festiva, constituían un fenómeno social único que
no volvería a resurgir del mismo modo a medida que la violencia racial
evolucionaba.
A pesar de los cambios, el espectro de la muerte
ritual de los negros como asunto público – en el que la gente podría
participar con confianza sin necesidad de anonimato y que podía
contemplarse como una diversión – no concluyó con la era de los
linchamientos.
¿Quién se manifestaba en contra en aquellos tiempos?
Hablando
en general, y sobre todo al principio, la prensa blanca escribía de
forma comprensiva acerca de los linchamientos y de su necesidad con el
fin de preservar el orden en el Sur. El diario The Memphis Evening Scimitar publicaba lo siguiente en 1892:
“Aparte
de la violación de mujeres blancas a manos de los negros, que hace
aflorar una bestial perversión del instinto, la causa principal de los
problemas entre razas en el Sur estriba en la falta de modales del
negro. En estado de esclavitud, su buena educación la aprendía por
asociación con la gente blanca que se esforzaba en enseñarle. Desde que
se produjo la emancipación y se rompió el lazo de mutuo interés entre
amo y servidor, el negro ha derivado a un estado que no es ni de
libertad ni de sumisión…
Por consiguiente…hay muchos negros que
recurren a cualquier oportunidad para mostrarse ofensivos, sobre todo
cuando piensan que puede hacerse impunemente…
Hemos tenido
demasiados ejemplos aquí en Memphis como para dudar de ello, y nuestra
experiencia no es excepcional. La gente blanca no soportará esta clase
de cosas y…la respuesta será rápida y efectiva”.
Por otro lado, la prensa negra fue, se podría decir, la fuerza primordial a la hora de combatir el fenómeno.
Ida
B. Wells, periodista de Memphis, fue la activista más vociferante y
entregada en contra de los linchamientos de la historia norteamericana, y
dedicó una carrera de cuarenta años a escribir, investigar y hablar
acerca de los horrores de esta práctica. De joven, viajó por el Sur
durante meses, haciendo la crónica de los linchamientos y recogiendo
datos empíricos.
Wells se convirtió finalmente en propietaria de la publicación The Memphis Free Speech and Headlight, antes de que la expulsaran de la ciudad las turbas blancas y de instalarse en Nueva York y luego en Chicago.
Finalmente,
muchas publicaciones blancas comenzaron a apartarse de las
actitudes generales de los blancos sobre los linchamientos. “Vergüenza
en Misuri” fue el titular del primer editorial del Kansas City Starsobre el linchamiento de Raymond Gunn en Maryville en 1931.
Decía, entre otras cosas:
“El
linchamiento de Maryville fue todo lo horrible que puede ser algo así.
Los linchamientos son en sí mismos un temible reproche a la civilización
norteamericana. Los linchamientos con fuego son la venganza de un
pasado salvaje… Esta nauseabunda salvajada es aún más deplorable porque
podría haberse evitado fácilmente”." (Jamiles Lartey , Sam Morris
, Sin Permiso, 05/05/2018)
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