"lena Bardavío Julve tenía 14 años el 3 de marzo de 1938, eran las 16
horas y 9 minutos, esperaba su turno en la cola de una tienda en la
calle Mayor: “..Fue gordo, gordo, nunca se había oído uno tan fuerte,
fue un buen rato, parecía que había parado y otra vez volvió a
repetir..”.
Se metió bajo un mostrador y salió mucho tiempo después de
que se hubieran ido los aviones, “..en la calle se veía como una niebla,
se habían caído casas, había gente muerte en la calle. Eran todo gritos
y gritos, todos como locos, por la calle Mayor bajaba como fuego, como
algo encendido..”.
No hubo información de primera mano, ni crónicas desde el lugar de
los hechos, ni testimonios gráficos, ni corresponsales extranjeros. A
pesar de que el bombardeo de Alcañiz fue de los más graves de la guerra,
los libros de historia han contado poco. El bombardeo de Gernika no se
pudo silenciar, había periodistas extranjeros en ese momento.
El de
Alcañiz ha estado silenciado durante 80 años, la población testigo tuvo
que huir rápidamente en condiciones deplorables, porque a los pocos días
entraron los nazionales que no querían que la gente supiese lo
sucedido, mintieron diciendo que habían sido los rojos los que lo habían
hecho.
Alcañiz tenía 9.000 habitantes y una población flotante de 3.000
militares. Hubo adultos que se libraron porque estaban en el campo, pero
en la ciudad quedaban los abuelos, los niños de recreo con sus maestros
en El Cuartelillo, en La Glorieta, jugando. El día era soleado,
agradable, azul, algo festivo, las mujeres lavaban ropa en el río,
durante la tarde de los jueves las parejas salían, los jóvenes iban al
cine.
La ciudad tenía refugios antiaéreos y normas de utilización pero
nadie esperaba las bombas porque no hubo avisos, no sonaron las sirenas,
la población no tuvo tiempo de alcanzar los refugios antiaéreos.
Tres escuadrillas, cada una con 5 bombarderos Savoia Marchettti S-79
escoltados por cazas, descargaron 10 toneladas de bombas sobre el casco
urbano. Los aparatos de la Aviación Legionaria Italiana al servicio de
los nazionales, procedían de la base de Logroño bajo el mando directo
del Jefe del Estado Mayor de Aviación del Ejército de Franco.
Las
descargas mortíferas se iniciaron en las carreteras de Zaragoza y de la
Estación, siguiendo por La Glorieta, Muro de Santiago y calles
adyacentes a la Calle Mayor, Cuartelillo, Escolapios y Plaza del
Mercado.
También cayeron bombas por el Corcho y la Carretera Nueva.
La masacre fue espeluznante, según José María Maldonado, autor de la novela sobre el bombardeo de Alcañiz “El dolor del silencio”, y el libro “Alcañiz, 1938. El bombardeo olvidado”:
“..nunca conoceremos el número exacto de víctimas porque carecemos de
un registro oficial, pero según los testigos serían más de 500 personas,
quizá hasta un millar..”.
Muchos eran niños y mujeres que estaban
lavando cerca del puente. Los atacantes no discriminaron: El hospital
fue blanco del ataque provocando numerosos heridos. Se destruyeron 188
casas, prácticamente todo el casco urbano de la ciudad se vio afectado.
En la Plaza del Mercado, una bomba alcanzó un camión cargado de
bidones de gasolina, provocando tal explosión e incendio que muchas
víctimas desaparecieron fundidos por la intensidad del fuego.
Varios
cazas ametrallaban a la gente en las calles. Los alcañizanos jamás
imaginaron como la muerte podía llover del cielo de aquella manera. Las
escenas de horror «fueron tremendas», llantos de niños buscando a sus
padres, padres desesperados buscando a sus hijos entre polvo y restos
descuartizados. Sobre Alcañiz cayeron más bombas que sobre Gernika, donde
murieron unas 300 personas, aunque en Alcañiz no lanzaron bombas
incendiarias. Fue un crimen contra la humanidad que durante muchos años
cayó en el olvido.
Alcañiz era la población más grande de la zona, un lugar de
retaguardia donde no se libraba ninguna batalla. No sufrió
enfrentamientos bélicos ni en julio de 1936 ni en 1938. Los bombardeos
masivos de la guerra de España sirvieron de ensayo para esos mismos
aviones durante la Guerra mundial. Por eso en los archivos italianos hay
fotos desde el aire del bombardeo de Alcañiz.
Fue un ensayo de la
guerra relámpago, utilizada poco tiempo después por el ejército nazi en
sus rápidas victorias iniciales: Un bombardeo aéreo devastador, pánico,
desmoralización, irrupción masiva y veloz después con fuerzas terrestres
móviles y aéreas por sorpresa mediante cuñas y bolsas para atrapar al
enemigo.
Tras el enorme desgaste sufrido por el ejército republicano en las
batallas de Belchite y Teruel, el bombardeo de Alcañiz fue el presagio
de la Batalla de Aragón. Alcañiz se bombardeó como decía la orden
general para la ofensiva, firmada por el General Kindelán: “Para
amedrentar a la población civil”.
A los 9 días del bombardeo, las tropas
franquistas tomaron el pueblo. Muchos alcañizanos escaparon, más de
2.000 se exiliaron, algunos no se libraron del horror, en la matanza de
Oradur sur Glane, el pueblo francés donde los nazis asesinaron a 642
personas, hubo 5 alcañizanos que perdieron la vida: Francisco Gil Egea,
Francisca Espinosa, sus 2 hijas de 14 años y Carmen Espinosa. Otros
acabaron en campos de concentración y otros pudieron huir.
El proyecto de ley memorialista
de Aragón en trámite parlamentario, señala el 3 de marzo como Día de la
Memoria Democrática de la comunidad. En Alcañiz se realizan este día
varios actos en recuerdo y homenaje a las víctimas del bombardeo." (Tulio Riomesta, Documentalismo memorialista y republicano, 10/04/18)
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