"(...) La segunda razón es que hay que corregir
la versión fascista de nuestra historia que, por desgracia, no se ha
eliminado del todo. Estos maestros fueron presentados por la dictadura
como la “mala gente” (terminología sacada de los documentos oficiales
del régimen) que supuestamente habían dañado a España.
Aquel régimen
satanizó a los maestros republicanos. En realidad, la peor parte de la
represión fue precisamente la psicológica. Nuestros padres nunca
hablaron de todo lo que sufrieron, ni tampoco de lo que habían hecho.
Callaron sobre sus vidas, y lo hicieron para protegernos a nosotros, sus
hijos.
Por ejemplo, nosotros no supimos, hasta muy tarde, que nuestros
tíos, hermanos y cuñados de mis padres, también maestros algunos de
ellos, habían sido del PSUC, habían huido a Francia y, como miles de
catalanes y españoles, empezaron la resistencia antinazi en Francia.
Tampoco supimos que una tía nuestra había sido detenida por los nazis y
había estado en un campo de concentración nazi. Tampoco supimos que
nuestra tía había vuelto y vivido en clandestinidad en Catalunya. Y
tampoco supimos que después se juntaron con la diáspora republicana, y
que emigraron a América Latina, creando nuestras tías una escuela de
arte en Venezuela.
La tergiversación de la historia
¿Cómo es que estos hechos, que
ennoblecen a una persona, a una familia y a un país, se ocultaban? La
respuesta a esta pregunta es también clara. Para el fascismo todos estos
hechos eran hechos criminales y denunciables.
Eran parte de la
demonización de la República y de sus maestros. De ahí que no supimos de
estos hechos hasta más tarde, porque nuestros padres querían
protegernos a nosotros, puesto que si, como niños, hubiéramos hablado de
ellos en público, hubiéramos puesto a toda la familia en peligro.
El
régimen terrorista quería constantemente presentar a los republicanos
como personas que habían hecho mucho daño, habían dañado el país –la
“patria española”, como decían ellos-, gente que había que marginar,
cuando no eliminar física o intelectualmente. Y nosotros, hijos de la
“mala gente”, teníamos que estar callados.
Pero Catalunya y España han callado
durante demasiado tiempo. ¿Por qué hemos esperado casi cuarenta años
para homenajear a estos maestros, y a miles como ellos? Y ahí, de nuevo,
la respuesta es también clara. La transición de la dictadura a la
democracia se hizo en términos muy favorables a las fuerzas que
controlaron el Estado fascista. Y aún hay miedo. (...)
No fue casualidad que el que dirigió el
infame y nefasto informe sobre los maestros republicanos represaliados
aquí en Gironella fuera un vecino de esta localidad, un tal Domingo Sanz
Canal, miembro de la Junta Provisional de las Escuelas de los Hermanos
de la Doctrina Cristiana, institución que, según consta en los
documentos, ofrecía las máximas garantías de zelo y adhesión al
“Glorioso Movimiento Nacional”.
Este documento pasó a ser el documento
central en la Comisión Depuradora del Magisterio de la Provincia de
Barcelona. Pero la Iglesia y la Falange no fueron los únicos que
participaron en este proceso depurador. Colaboraron otras fuerzas del
Estado fascista, como por ejemplo el Ejército, las grandes fortunas,
grupos empresariales y financieros, así como las fuerzas políticas o
movimientos sociales que constituyeron y continúan constituyendo las
derechas de este país, tanto en Catalunya como en España, que siguen
teniendo mucho poder tanto en las instituciones económicas y financieras
como en las instituciones representativas y mediáticas de Catalunya y
de España.
Y es debido a esta situación que persiste el temor.
La enorme urgencia de romper el silencio y abandonar el temor
Este acto es, por lo tanto, muy importante, pues rompe con el miedo. Porque muestra que ya nos hemos librado del miedo." (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 24 de mayo de 2016, en www.vnavarro.org, 24/05/16)
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