"Los pistoleros de Falange se ensañaron en el verano de 1936 con la
familia de Lucio García Tornero. “Asesinaron a mi abuela Florentina, a
dos de mis tías y a otro tío”, explica este extremeño de 67 años.
“Todos eran jornaleros del campo, todos analfabetos.
No sé qué
compromiso político tuvieron, pero seguro que mi abuela no pertenecía a
ningún partido”, reivindica.
Las mujeres de la familia Tornero
Quintana sufrieron la peor de las represiones. “Las detuvieron, las
sacaron a barrer las calles, les raparon la cabeza y les dieron aceite
de ricino”, explica Lucio. Todo el pueblo pudo ver la humillación de
sus tías y su abuela, que además fueron puestas a recolectar yerbajos
en los bordes de los caminos.
“En el caso de mi familia, fueron
los propios falangistas del pueblo los que se encargaron de fusilarlas.
Y encima no lo hicieron de madrugada como en otros asesinatos sino que
lo hicieron a plena luz del día. Mi familia vivió siempre en el pueblo
conviviendo con los verdugos que los enterraron como perros y ahora no
nos han dejado llorar”, lamenta.
Lucio
sólo ha podido sacar una conclusión de la reconstrucción histórica del
drama familiar: “Los falangistas buscaban lo que les pidió el general
Mola, sembrar el terror haya donde hubiera enemigos. Si no, no se
explica” (Público, 30/05/2010)
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