"Dos cráneos mondos presidían la ceremonia en sendas urnas transparentes.
Banderas de Namibia cubrían los otros 18, dispuestos en cajas de cartón
gris. Son los restos de 20 hereros y namas (grupos étnicos del sur de
África) muertos en las guerras coloniales que, enviados hace 100 años a
Berlín como piezas de museo para su estudio antropológico y "racial",
regresan ahora a Namibia.
Recibirán sepultura tras un siglo conservados
en cajones a miles de kilómetros del lugar donde murieron. El viernes,
la ceremonia pública de entrega en la clínica berlinesa Charité se
convirtió en un acto de protesta contra el olvido alemán del primer genocidio del siglo XX. (...)
Ante los africanos y muy cerca de la fila de cráneos que la Charité
devolvió a Namibia, el discurso de Pieper evitó delicadamente dos
palabras clave: "genocidio" y "perdón". Porque tanto el reconocimiento
público del genocidio como la petición oficial de perdón podrían
acarrear el pago de reparaciones a los herero que sobrevivieron.
Unas
20 personas del abarrotado auditorio levantaban folios impresos
pidiendo que Alemania se disculpe y que compense a los descendientes de
las víctimas. Según avanzaba el monótono discurso de Pieper, los ánimos
de los críticos se caldeaban.
Empezaron a abuchearla coreando protestas,
hasta que ella les recordó "la libertad de expresión que rige en
Alemania" y les sugirió que esperaran al final antes de juzgar el
discurso. Acabó sin mayores interrupciones y sin palabras de disculpa
oficial. Su propuesta de "reconciliación" levantó una nueva tanda de
abucheos.
Cuando los delegados africanos se bajaban al estrado,
Pieper dio media vuelta y se fue por la puerta trasera. Dejaba así
plantados al Ministro de Cultura namibio y a decenas de representantes
herero y nama venidos de África con sus uniformes y sus trajes
tradicionales. Tras la ceremonia, la funcionaria namibia Esther
Moombalah-Goagoses explicó a este periódico que "la entrega de los
restos es lo mínimo que podía hacer Alemania". (...)
De los entre 80.000 y 100.000 hereros que en 1904 se rebelaron contra
la invasión y el expolio alemanes, solo 15.000 seguían vivos en 1911.
Murieron también 10.000 namas. Los más afortunados cayeron bajo las
balas de las ametralladoras alemanas. Otros miles murieron por el
envenenamiento del agua potable perpetrado por las Tropas de Protección
imperiales.
Otros perecieron de hambre en los campos de concentración o
achicharrados en el desierto que los alemanes les impedían abandonar. El
teniente general Lothar von Trotha, encargado de aniquilar a los herero
en la despectivamente llamada "guerra de los hotentotes", explicó una
vez su método: "aniquilo las tribus rebeldes en torrentes de sangre".
Para
mayor escarnio de las víctimas, los científicos de la época importaban
cabezas para su estudio "racial". Las que devolvió la Charité el viernes
llegaron con piel y músculos en tarros de formol. Cuentan los namibios
que muchas otras venían ya limpias, porque los soldados obligaban a las
mujeres a hervir cabezas para descarnar el hueso con esquirlas de
cristal. Algunos cráneos proceden directamente de la profanación de
tumbas. (...)
Alemania ha reconocido la casi aniquilación de los herero, pero no ha
pedido disculpas oficiales. Durante esta visita, el Gobierno ha
reiterado su "reconocimiento de la responsabilidad histórica y moral" de
Alemania. Son las mismas palabras usadas en 2004 por la entonces
ministra de Cooperación Heidemarie Wieczorek-Zeul.
Se cree que
hasta 3.000 cráneos herero siguen dispersos en museos y universidades
alemanas. Claudia Peter, de la Charité, reconocía el viernes la
"vergüenza" de aquella ciencia que importaba cráneos de personas
masacradas como si fueran trofeos.
Una vez en Alemania, los restos
servían para "ilustrar tesis racistas". Este componente científico del
genocidio herero, así como su vocación de exterminio absoluto y el modo
sistemático en que se llevó a cabo, permiten interpretarlo como un
preludio africano del Holocausto." (El País, 03/10/2011)
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