"Cientos de homosexuales y transexuales fueron castigados en los años de la dictadura
por el simple hecho de serlo. Los más 'afortunados' terminaron en
terapias que intentaba 'curarles' a base de estigmatizar lo que sentían;
los menos, dieron con sus huesos en campos de concentración, sometidos a
trabajos forzados y torturas.
El artista Javi Larrauri ha contactado con algunos
de ellos para contar su historia en 'Testigos de un tiempo maldito', una
muestra con la que pretende denunciar lo que vivieron, recordar que no
sólo por política se sufría en el Franquismo.
Dramas como el de Octavio García, un canario que tiene hoy 82 años y fue encarcelado en los 50 por su condición sexual.
Pasó un año y medio en el campo de concentración de Tefía, en
Fuerteventura, picando piedra y transportándola de un punto a otro del
recinto, sometido a malos tratos, durmiendo en el suelo, sin apenas
comida y en unas condiciones de higiene deplorables. Y a misa diaria.
En el documental que ha elaborado Larrauri con sus testimonios cuenta
que algunos de sus compañeros intentaron huir, incapaces de soportar
más, en una misión suicida para una isla sitiada.
A
Octavio García lo detuvieron en Las Palmas y le sometieron al escarnio
público que las autoridades había ideado para los que eran como él: tras
raparles la cabeza, les subían a un camión y les 'paseaban' por los
pueblos para que les insultasen sus vecinos. "La humillación era
absoluta", cuenta Larrauri.
Él siempre había mantenido su homosexualidad
en secreto, pero una mujer lo adivinó y le delato a la policía. Hasta
ese punto llegaban el miedo al diferente.
La exposición, con cuadros, fotografías y vídeo, recoge el testimonio
de cuatro hombres y tres mujeres, dos de ellas transexuales, aún más
castigadas por la incomprensión de la época. [CONÓZCALOS] Por ejemplo, Lola, a la que detuvieron en una redada en un bar de ambiente sevillano y llevaron a la cárcel de Huelva
-junto a la de Badajoz, las dos únicas que había sólo para homosexuales
en España-.
O Candela, que había emigrado de Sevilla a Barcelona
pensando que el entorno allí sería no serían tan opresor y podría vivir
tranquila. Terminó en un furgón una noche que volvía a casa. El Régimen
tenía instrumentos como la Ley de Vagos y Maleantes o la Ley de Peligrosidad Social para castigarles. La llevaron a la cárcel modelo de Barcelona, con módulos expresos para homosexuales.
"Ocurría en algunas prisiones, también en la modelo de Carabanchel,
donde estaba 'el palomar', la tercera planta de la quinta galería en la
que se vivió más de un suicidio", cuenta Larrauri. Esmeralda 'La francesa'
fue uno de ellos: no puso soportar la obsesión que tenía con ella uno
de los guardias y acabó precipitándose por el hueco de la galería.
"El caso de las mujeres era peor, ya que eran débiles por partida
doble. No las encarcelaban, pero les sometían a una represión más social
y familiar. Las ignoraban, las repudiaban y no dejaban que su condición saliese del ámbito privado",
cuenta el pintor. La única lesbiana que ha accedido a contarle su
historia es Coral Cano, a la que internaron en un colegio del Opus y
sometieron a terapia psiquiátrica.
Al salir de prisión no terminaba su drama. Arrastraban antecedentes
penales y pesaba sobre ellos el estigma de los 'depravados'. Ni siquiera
su madre fue a ver a Octavio a la prisión de Fuerteventura. El miedo
pesaba en aquellos días grises." (El Mundo.es, 06/07/2012)
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