"El pasado 6 de noviembre, el diario 'Gara' informó de que la
banda terrorista ETA
llegó a publicar un último boletín interno (zutabe) antes de
desaparecer del que no se había hablado hasta ahora. En este folleto,
explicó el diario, la organización
admitió que estaba detrás de dos atentados
que no había reivindicado hasta el momento, el asesinato de tres
personas en Tolosa (Guipúzcoa) en 1981 y la bomba que estalló en la
cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid el 13 de septiembre
de 1974 que se llevó por delante la vida de 13 ciudadanos.
Este último
fue, por lo tanto, la primera gran masacre perpetrada por ETA y, durante
décadas, la mayor hasta que los terroristas hicieron explotar un
potente artefacto en el Hipercor de Barcelona en 1987 que mató a 21
personas e hirió a otras 45.
Durante más de 40 años, por lo tanto, la
banda ha mantenido una mentira en relación al ataque a la cafetería
Rolando. Sus dos etarras que perpetraron la masacre,
Bernat Oyarzábal Bidegorri y
María Lourdes Cristóbal Elhorga, no fueron nunca detenidos y, según
publicó 'El Mundo' el pasado mayo ambos viven en Bayona (Francia) como matrimonio.
Sus víctimas, por lo tanto, nunca fueron resarcidas jurídicamente y aún
en estos momentos los familiares contemplan la impunidad en la que viven
los verdugos. El pasado viernes, la asociación Dignidad y Justicia
promovió en la Asamblea de Madrid una
proposición no de ley
(PNL) en la que reclamaba el reconocimiento de las víctimas de la
cafetería Rolando. El grupo popular de la cámara regional hizo suya la
propuesta y la elevó formalmente al pleno.
La PNL pide que las
autoridades impulsen la investigación de los
379 crímenes de ETA
que aún siguen impunes, de los que 35 fueron cometidos en Madrid (13 de
ellos en la mencionada calle del Correo). La banda no asumió
inicialmente la autoría del atentado de Rolando porque hubo una división
interna a consecuencia del ataque y se enfrentaron dos sectores.
Según
cuenta el libro 'Vidas rotas', durante los días previos al asesinato del
entonces presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco,
los terroristas que prepararon su atentado se fijaron en la cafetería
por su posición estratégica, muy proxima a la Dirección General de
Seguridad. Fue Genoveva Forest, su enlace en Madrid, quien sugirió el
bar Rolando, al estar normalmente atestado de policías.
En concreto, el 13 de septiembre de 1974, los terroristas colocaron un
unos 30 kilos de dinamita rodeados de tuercas para ejercer de metralla
en los aseos del local que acabó con la vida de 13 personas e hirió a
otras 60. Efectivamente, 11 de los heridos eran policías. El techo de la
cafetería se derrumbó sobre los clientes y la onda expansiva derribó
los muros.
La confusión protagonizó los minutos siguientes. Antonio Alonso Palacín -empleado de la fábrica de motores Abril- y María Jesús Arcos Tirado
-telefonista en Alhama de Aragón- contrajeron matrimonio seis días
antes. Ambos perdieron la vida tras la explosión. No fue, sin embargo,
el único matrimonio que falleció aquel día. Baldomero Barral (de 24 años) y María Josefina Pérez Martínez también murieron.
Félix Ayuso Pinel fue
uno de los inspectores de Policía que ingresó herido de gravedad en el
hospital de la Cruz Roja. Sobrevivió durante dos años y medio, hasta que
el 16 de enero de 1977 murió por las heridas que le había provocado el
atentado, el mismo día en el que ETA acribillaba a un ciudadano en Las
Arenas (Vizcaya), Gonzalo Santos Turrientes, que salvó
la vida a pesar de los cinco disparos que se incrustaron en su cuerpo.
La profesora de Enseñanza General Básica (EGB) de Valdepeñas (Ciudad
Real) Francisca Baeza Alarcón -que había ido a Madrid a
hacer unas compras- también perdió la vida cuando tomaba café en
Rolando con su prima Maribel González, que fue quien identificó
Pero no solo fallecieron clientes. Gerardo García Pérez,
camarero, casado y con tres hijos, fue uno de los tres empleados de la
cafetería que perdió la vida. "Yo estaba en la barra, me disponía a
cobrar a un cliente cuando, de pronto, sentí una gran avalancha de
escombros sobre nosotros e intenté salir para afuera corriendo", recordó
un compañero suyo, Emilio Candil, de 23 años, ante los
medios, tal y como recoge la mencionada obra 'Vidas rotas'. "Oí gritos
de socorro y me pareció como si perdiera el conocimiento; al despertar,
vi a muchos que sangraban, igual que yo, en medio de los escombros, fue
terrible", añadió.
El también camarero
Manuel Llanos Gancedo, de 26 años, ingresó todavía con vida en el hospital de la
Cruz Roja, pero no llegó ni siquiera a ser intervenido quirúrgicamente.
Francisco Gómez Vaquero,
cocinero de la cafetería, fue rescatado aún con vida bajo los escombros
por los miembros de la Cruz Roja, que calificaron el hecho como
"milagroso". Sin embargo, el hombre de 31 años falleció posteriormente
en el hospital Clínico de Madrid.
Su mujer, de 20 años y con dos hijos,
quedó viuda y comenzó a trabajar como asistenta para sacar adelante la
familia, pues no recibió pensión de ningún tipo hasta muchos años
después, como cuenta José María Calleja en su libro
'Contra la barbarie', una obra que también indica que los etarras
querían inicialmente atentar en la Dirección General de Seguridad,
opción que desecharon por la peligrosidad que para ellos conllevaba.
El ferroviario sevillano Antonio Lobo Aguado llevaba
poco tiempo en Madrid, donde se había trasladado con su mujer y sus dos
hijos por motivos laborales, cuando se encontró con la muerte en la
calle del Correo. Luis Martínez Marín, Concepción Pérez Paino (administrativa de la Dirección General de Seguridad) y la estudiante María Ángeles Rey Martínez también perdieron la vida.
El padre de esta última relató a Iñaki Arteta y Alfonso Galletero,
autores del libro 'Olvidados', que su hija acudió a la cafetería con
unas amigas, que se acercaron a la barra a pedir mientras María Ángeles
fue a coger mesa. "Muchas veces me ha venido a la mente que, por apenas
unos metros, mi hija no se salvó", recordó.
La investigación del atentado
"Ocho personas han sido detenidas en relación con el reciente suceso de la calle del Correo. Todas estas son miembros activos del partido comunista ortodoxo de Carrillo.
La operación, llevada a cabo por la comisaría general de Investigación
Social y la Dirección General de Seguridad, en colaboración con la
Guardia Civil, ha permitido desarticular la compleja infraestructura de
comandos E.T.A. en Madrid, actuando en conexión con los mencionados
miembros del partido comunista".
Así rezaba un fragmento del periódico 'Informaciones' el 24 de septiembre de 1974. ¿Qué relación tenían estas personas con los dos terroristas? ¿Tuvo
algo que ver el PCE en el atentado, tal y como aseguraba la policía? ¿Y
qué había pasado con Oyarzábal y Cristóbal Elhorga?
Unos días
antes de estas detenciones, la policía, todavía sin pistas, filtró a la
prensa el nombre y la fotografía del vasco Justo Sansano, creyéndole
implicado. Sin embargo, él demostró a las autoridades que el día del
atentado se encontraba en Francia. Circularon todo tipo de rumores, como
el de que el atentado había sido perpetrado por la ultraderecha.
Eva Forest, enlace de ETA
Pero
todo fue más simple. En agosto, antes de la bomba, detuvieron tras un
tiroteo al etarra José María Arruabarrena ("Tanque"). Le incautaron una
agenda con el apunte "Rolando, 2.15-2:45". Tras el atentado de la calle del Correo, volvieron a interrogar a Arruabarrena y dio el nombre de Genoveva Forest. Comunista y casada con el dramaturgo Alfonso Sastre, fue quien sugirió a ETA atentar en la cafetería Rolando "para hacer algo más grande que lo de Carrero Blanco".
El jefe de la Brigada de Investigación Social de aquel caso, José Sainz, explicó en una rueda de prensa que Genoveva Forest "era la máxima responsable de ETA V Asamblea en Madrid".
Además, se encontraron en su casa ejemplares del libro 'Operación Ogro.
Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco'. Ella era la autora.
Capturada por la policía, Genoveva Forest no tardó en facilitar los
detalles de los dos etarras, aunque nunca fueron detenidos, porque
escaparon a Francia. Forest también incriminó a personas de la izquierda
antifranquista involucradas al haber alojado a miembros de ETA en sus
casas.
"Muchos como yo no teníamos nada que ver, pero nos metieron
en la cárcel igual", cuenta Lidia Falcón a El Confidencial 44 años
después del atentado. La policía encontró en el bolso de Forest unas
llaves, que pertenecían a Falcón. Poco después fue detenida. Falcón se
sigue arrepintiendo por dejarle las llaves de su casa a Forest (ella
vivía en Barcelona). "Si tuviera que volver a nacer haría otras cosas". Unos años más tarde escribiría 'Viernes y 13 en la calle del Correo' (Planeta, 1981).
La "heroína" ante el régimen
Lidia
Falcón, que señala a Forest como coautora del atentado y encubridora de
ETA, coincidió con ella en la cárcel. Recuerda la primera vez que la
vio en la prisión: "Entró al comedor con aspecto de profeta y nos dijo a
todas: "Esto ha sido lo más revolucionario que se ha hecho en España desde la Guerra Civil".
Ella se veía "como una heroína ante el régimen franquista", aunque en
público nunca llegó a reconocer que hubiera participado en el atentado
de la calle del Correo. (...)
Con la amnistía de 1977 todos salieron en libertad y ni Genoveva Forest fue juzgada ni los terroristas buscados. Pero, ¿por qué ETA ha tardado tanto en atribuirse la autoría del atentado?
"ETA no estaba contenta con la actuación de Genoveva Forest. Ella les
había dicho que Rolando estaría lleno de policías. Fue un fracaso porque
murieron muchos civiles", comenta Falcón.
El misterio del
atentado de la calle del Correo fue alimentado tanto por ETA, que sufrió
un cisma en la banda, como por los servicios secretos de la época, que
lo vieron como una oportunidad para atacar a los comunistas. Los dos
etarras han vivido en libertad hasta la fecha cerca de Bayona, en el sur
de Francia." (
Carlos Barragán ,
Roberto R. Ballesteros , E
l Confidencial, 11/11/18)