"Vincent Bevins es un periodista y escritor estadounidense que trabajó como corresponsal para Los Angeles Times en Brasil de 2011 a 2016. En 2017 se fue a cubrir el sudeste asiático para el Washington Post desde
Yakarta, y entonces comenzó a investigar y escribir sobre la violencia
experimentada en Indonesia y América Latina durante la Guerra Fría. Fue
así como surgió su libro El método Yakarta. La cruzada anticomunista de Washington y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo, que ahora publica la editorial Capitán Swing con traducción de Enrique Maldonado Roldán.
El trabajo, que combina la rigurosa investigación histórica con el
testimonio vivo de algunos supervivientes, se centra en la intervención y
complicidad de Estados Unidos en las matanzas de alrededor de un millón
de personas acusadas de ser comunistas en Indonesia entre 1965 y 1966,
bajo la dirección del general Haji Mohammad Suharto, cuando el Partido
Comunista de Indonesia (PKI) era el tercer partido comunista más grande
del mundo.
La Guerra Fría es la historia de cómo Estados Unidos aprendió a
utilizar sus nuevas herramientas y poderes para dar forma a los
acontecimientos en el Sur Global, a menudo con consecuencias
devastadoras
Aquella masacre sirvió de modelo a seguir en años sucesivos para la
relación que Estados Unidos establecería con el Tercer Mundo, con
especial énfasis en América Latina. No en vano, durante los años previos
al golpe de Augusto Pinochet en Chile, los grupos de la derecha
escribían “Yakarta ya viene” o simplemente “Yakarta” en las paredes de
Santiago de Chile. Como describe de manera brillante Bevins en su libro,
el éxito para la eliminación del comunismo de aquellos asesinatos
masivos en Indonesia respaldados por Estados Unidos, se convertiría en
un referente para planes de exterminio similares desarrollados por otros
regímenes autoritarios capitalistas, también monitorizados o asistidos
por Estados Unidos. Así, la historia de El método Yakarta es también la historia del mundo globalizado que hoy tenemos.
La premisa de tu libro, como indica su subtítulo, es que la
cruzada anticomunista de Estados Unidos, iniciada tras la Segunda Guerra
Mundial, dio forma al mundo en el que vivimos hoy. ¿Cómo era ese mundo y
qué forma ha tomado?
En 1945, se podía dividir de manera
razonable el mundo en tres partes. Algunas de ellas nos resultan
familiares, como la terminología Primer Mundo y Tercer Mundo. El Segundo
Mundo, por supuesto, estaba liderado desde Moscú. Pero lo que a menudo
se olvida hoy en día, sobre todo en el Atlántico Norte, es que el Tercer
Mundo no era un lugar, sino una idea y un proyecto político: un
movimiento de futuro, muy optimista, que pretendía cambiar las reglas
del sistema mundial tras el fin de la descolonización formal. La gran
mayoría del planeta vivía en el Tercer Mundo, y muchos de sus líderes
creían que, puesto que la era del control directo europeo estaba
terminando, era natural que los países de Asia, África y América Latina
ocuparan el lugar que les correspondía como iguales junto al Primer
Mundo, es decir, los países que habían llevado a cabo el imperialismo en
todo el globo.
En gran medida, creo que es justo decir que la Guerra Fría tuvo que
ver más con las interacciones entre el Primer y el Tercer Mundo, que
entre el Primer y el Segundo Mundo. Esto es ciertamente un hecho si se
valoran todas las vidas humanas del planeta por igual, en lugar de
dejarse llevar por las intrigas cortesanas en las capitales de las dos
superpotencias. Y en este periodo de tiempo, de 1945 a 1990, un número
realmente enorme de países del Sur Global se pusieron en el camino en el
que todavía están hoy, y ese camino fue forjado por las circunstancias
de la Guerra Fría.
Tú expones, como parte de esta cruzada estadounidense, la
conexión que se dio en el tiempo entre el surgimiento del proyecto del
Tercer Mundo y la creación de la CIA. ¿Cuál fue esta interrelación? ¿Qué
métodos utilizó la CIA en relación con el Tercer Mundo?
Justo
después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como el
Estado más poderoso que jamás había existido, con diferencia. La Unión
Soviética, destruida por la guerra, no estaba ni siquiera cerca. Los
dirigentes estadounidenses contemplaban ahora todo el planeta. Pero
Estados Unidos, un país joven y teóricamente comprometido con los
ideales democráticos y anticoloniales, no tenía la experiencia que
tenían los británicos en la gestión de un imperio mundial. No contaban
con la capacidad de espionaje del MI6 y, además, los funcionarios
estadounidenses eran bastante provincianos. No sabían mucho sobre el
resto del mundo, salvo algunas ideas románticas sobre Europa Occidental.
Este fue el contexto en el que se creó la CIA, al principio de la
Guerra Fría. Suministraría información al presidente, pero también se le
encomendó rápidamente la tarea de cambiar los acontecimientos en todo
el mundo. Llevar a cabo operaciones encubiertas para favorecer los
intereses de Estados Unidos. Incluso los historiadores más generosos de
la CIA admiten de buen grado que estos hombres no tenían ni idea del
Tercer Mundo.
Ahora bien, los líderes de los países del Tercer Mundo, e incluso los
movimientos explícitamente comunistas del Sur Global, no sabían cómo
los trataría el nuevo hegemón. Incluso hombres como Ho Chi Minh y Mao
Zedong esperaban poder mantener términos amistosos con Estados Unidos.
Por supuesto, esto no ocurrió. En gran medida, la Guerra Fría es la
historia de cómo Estados Unidos aprendió a utilizar sus nuevas
herramientas y sus nuevos poderes para dar forma a los acontecimientos
en el Sur Global, a menudo con consecuencias devastadoras.
La caja de herramientas es muy grande y variada, desde una ligera
presión económica hasta la financiación encubierta de ciertos partidos
políticos, pasando por el estrangulamiento financiero, la invasión
directa, e incluye el uso frecuente del golpe militar para establecer
dictaduras y mantener los países abiertos al capital internacional. La
única herramienta, el único método, sobre el que escribo principalmente
en este libro es el asesinato en masa intencionado de izquierdistas o de
personas acusadas de serlo. Esto no se hizo por venganza u odio ciego,
sino que se llevó a cabo al servicio de la construcción de regímenes
capitalistas autoritarios.
¿Qué hace que el caso de Indonesia sea especialmente relevante a este respecto?
El
presidente Sukarno fue uno de los líderes que realmente encabezó el
Movimiento del Tercer Mundo, si no su más elocuente defensor. Era un
presidente anticolonialista de izquierdas, pero no comunista, y una
fuerza unificadora no sólo en Indonesia, sino en toda África y Asia. La
Conferencia de Bandung (1955) fue el momento en que el Tercer Mundo se
unió realmente.
Para hacer posible la dictadura que le sucedió [en Indonesia], tienes
una de las peores atrocidades de la Guerra Fría: el asesinato en masa,
respaldado por Estados Unidos, de aproximadamente un millón de civiles
inocentes
Así pues, tenemos un país que ahora es el cuarto más grande del mundo
por población, y que estuvo a la vanguardia de un intento de rehacer
las reglas de la economía global. Y para poner fin a su visión, para
hacer posible la dictadura que le sucedió, tienes una de las peores
atrocidades de la Guerra Fría: el asesinato en masa, respaldado por
Estados Unidos, de aproximadamente un millón de civiles inocentes.
¿Cómo se implementó y desarrolló la política estadounidense hacia Indonesia?
La
política estadounidense hacia Indonesia cambió en varias ocasiones. Al
principio, el liderazgo de Sukarno se consideraba aceptable. Esto cambió
en 1955, cuando ocurrieron dos cosas: el presidente Sukarno acogió la
Conferencia Afroasiática de Bandung, que fue el acontecimiento que
realmente dio un impulso histórico concreto al Movimiento del Tercer
Mundo, y el pacífico Partido Comunista de Indonesia (PKI) comenzó a
obtener resultados cada vez mejores en las elecciones democráticas. La
CIA y el MI6 admitieron que se estaban ganando la lealtad de la
población mediante una hábil labor de divulgación. Entonces se
intentaron un par de cosas para detenerlos: la canalización de fondos a
una parte musulmana conservadora, lo cual fracasó; y luego la CIA
fomentó y participó en una guerra civil, tratando de romper el país, y
fueron descubiertos. Así que entonces la estrategia de Washington pasó a
ser la de construir una hegemonía dentro de las Fuerzas Armadas,
trayendo a miles de oficiales a Estados Unidos para su entrenamiento.
¿Qué es entonces lo que llamas el ‘método Yakarta’? ¿Qué diferentes formas adoptó alrededor del mundo?
En
1965, Estados Unidos y Gran Bretaña empezaron a trabajar entre
bastidores con el objetivo de fomentar un enfrentamiento entre el
desarmado PKI y los muy bien armados militares indonesios. Bajo
circunstancias misteriosas, este enfrentamiento se produjo, y entonces
los militares, con el apoyo activo de Estados Unidos, mataron a
aproximadamente un millón de civiles inocentes. O más, tal vez menos: no
lo sabemos con precisión, porque nunca se llevó a cabo ningún tipo de
comisión de la verdad. Y otro millón permaneció en campos de
concentración, simplemente por sus creencias políticas, mientras
Indonesia se convertía en uno de los más importantes aliados de
Occidente en la Guerra Fría.
‘El método Yakarta’, el asesinato en masa intencionado de
izquierdistas o acusados de serlo, se empleó en al menos 23 países
durante la Guerra Fría. Esto se hizo generalmente para crear regímenes
capitalistas autoritarios aliados con EE UU
Este fue un éxito tan evidente para Estados Unidos y sus aliados, que
otros grupos de derecha, anticomunistas, aliados de Estados Unidos y
potenciales aliados de Estados Unidos, tomaron nota. Algunos de estos
grupos se inspiraron en la masacre de Indonesia, utilizándola como
modelo o como amenaza en sus propios países.
¿Logró Estados Unidos extender la aplicación de este método? ¿Cuáles fueron sus resultados?
No
es tanto que Estados Unidos lo “aplicara”, sino que lo que yo llamo el
‘método Yakarta’, el asesinato en masa intencionado de izquierdistas o
acusados de serlo, se empleó en al menos 23 países durante la Guerra
Fría, antes y después de 1965. Esto se hizo generalmente para crear
regímenes capitalistas autoritarios aliados con las potencias del
Atlántico Norte, a menudo con gran éxito.
En muchos, muchos países hoy en día, especialmente en el Sur Global,
el sistema político-económico que todavía está en vigor, es uno que fue
profundamente moldeado por este momento de la historia. Se pueden ver
efectos profundos en varios continentes. Creo que se puede afirmar con
absoluta seguridad que no habríamos recibido el tipo específico de
globalización que hemos recibido en los últimos 30 años sin el ‘método
Yakarta’.
¿Hasta qué punto ese método se aplicó también dentro de los
Estados Unidos? ¿Nos dice aún algo sobre las políticas actuales contra
las comunidades pobres, marginadas y racializadas?
Me gusta
trazar siempre una línea entre lo que ocurrió en el Primer Mundo y lo
que ocurrió en el Tercer Mundo, porque esa división es real. Los
izquierdistas, incluso cuando fueron perseguidos o marginados de la vida
pública, fueron tratados de forma muy diferente en el Norte Global y en
el Sur Global. A una de las protagonistas de mi libro, Francisca, le
impactó llegar a Europa a finales de los años 60 y darse cuenta de que a
los partidos de izquierda, socialistas y comunistas, simplemente se les
permitía participar en la política, haciendo posible la interacción
natural entre las diversas fuerzas sociales que dan forma a los
acontecimientos en una democracia capitalista.
En muchos, muchos países hoy en día, especialmente en el Sur Global,
el sistema político-económico que todavía está en vigor, es uno que fue
profundamente moldeado por este momento de la historia. Se pueden ver
efectos profundos en varios continentes del ‘método Yakarta’
Ahora bien, en Estados Unidos, por supuesto, no había partidos
socialistas significativamente activos en la Guerra Fría, y aún hoy no
los hay. Pero incluso durante el macartismo, si eras un socialista
blanco, a menudo perdías tu trabajo o te hacían socialmente invisible,
pero no te acorralaban y asesinaban. Ahora bien, los grupos que más
cerca están de recibir el mismo trato que recibieron los izquierdistas
del Tercer Mundo son los movimientos revolucionarios negros organizados,
como por ejemplo fue el caso con las Panteras Negras. Por supuesto,
siempre ha habido grupos dentro de Estados Unidos que han sido
racializados y marginados, especialmente los descendientes de pueblos
indígenas o africanos, y por tanto han sido tratados como si estuvieran
por debajo de la nación, como si estuvieran realmente en el Tercer
Mundo. Esto resulta natural para una colonia de colonos blancos
constituida a través de la dominación imperialista de América del
Norte.
¿Qué continuidades y diferencias podemos encontrar en la
actual política exterior estadounidense y en sus intervenciones? Si las
hay, ¿cuándo empezaron a producirse estas diferencias?
Aquí
suelo decir dos cosas. En primer lugar, cuando terminó la Guerra Fría,
todas las entidades comunistas oficiales, las entidades secretas o
públicas que giraban en torno a Moscú en el Segundo Mundo,
desaparecieron; la CIA y el MI6 no. Así que tienes agencias públicas muy
activas, muy reales, en Estados Unidos y Europa Occidental que operan
con la misma estructura, y creo que en gran medida con los mismos
objetivos, que tenían en el siglo XX. ¿Cuándo fue el año en el que se
supone que la CIA cambió su misión o rompió con la práctica de llevar a
cabo insanas operaciones encubiertas para dar forma a la historia del
mundo? Si eso ocurrió, no he oído hablar de ello, ni he visto ninguna
prueba. Incluso si creyéramos que, de alguna manera, la KGB se
reconstituyó dentro del actual estado ruso, no hay comparación con la
continuidad y el poder continuo ejercido por las agencias de las que
escribí en mi libro.
Pero en segundo lugar, la Guerra Fría terminó y Occidente
esencialmente ganó. Así que la hegemonía de Estados Unidos y la
aplicación de las reglas del orden capitalista global pueden ser, y a
menudo son, aplicadas de forma más sutil (y creo que efectiva) que el
tipo de intervenciones obvias de, digamos, 1953 en Irán o 1954 en
Guatemala. Es útil recordar que la violencia directa, como la invasión o
el asesinato en masa, no suelen ser lo primero. Suelen ser el último
recurso, tras la adopción de una serie de medidas coercitivas que pueden
fracasar o sentar las bases para intervenciones más abiertas. A menudo
se consideran formas aceptables, pero no óptimas, de resolver los
problemas percibidos. Las invasiones siguen produciéndose, pero si se
pueden aplicar las normas del orden mundial, por ejemplo, mediante
negociaciones a puerta cerrada, sanciones económicas, acciones
judiciales (“lawfare”) o golpes parlamentarios, suele ser preferible eso
a enviar tanques al palacio presidencial o escuadrones de la muerte al
campo. Estas opciones siguen estando sobre la mesa, sin duda, pero en el
momento unipolar que se vive desde la caída del Muro de Berlín, Estados
Unidos dispone de un mayor conjunto de trucos en su caja de
herramientas que los que tenía en la década de 1950.
Por supuesto, el momento unipolar parece que está llegando a su fin o
que debe hacerlo en algún momento en el futuro. Y creo que es útil
decir dos cosas a ese respecto. Estados Unidos sigue siendo, con
diferencia, el país más poderoso de la Tierra. Económicamente,
políticamente, militarmente, China no está ni siquiera cerca. Pero por
otro lado, en segundo lugar, Estados Unidos es relativamente menos
poderoso de lo que era en 2010, e incluso aún menos de lo que era en
2000.
Tu libro combina tanto la investigación historiográfica como
las técnicas testimoniales, pasando constantemente de lo macro a lo
micro y viceversa. ¿Cómo fue el proceso y la metodología de tu
investigación y escritura?
Para mí era muy importante
asegurarme de que los funcionarios estadounidenses no fueran los únicos
actores de esta historia. Era crucial que los indonesios, los
brasileños, los chilenos, los guatemaltecos, etc., estuvieran en el
centro de la narración, y que los lectores entendieran cómo vivieron
estos acontecimientos. Soy estadounidense, por supuesto, decidí
concentrarme en la formación de la hegemonía global de Estados Unidos y
presté especial atención a los funcionarios de la política exterior
estadounidense, pero hay demasiados libros en los que los únicos
personajes son norteamericanos, en los que los pueblos del Sur Global
son receptores pasivos de la historia, en los que son simplemente
víctimas sin nombre. Así que me aseguré de poder integrar testimonios en
primera persona y detalles biográficos de la gente que impulsó el
Movimiento del Tercer Mundo en las calles, así como de la gente que
sufrió la cruzada anticomunista. Hacerlo de esta manera supuso mucho
trabajo extra: añadió unos dos años más a la investigación, porque
realmente se necesita tiempo para conocer lentamente a todas las
personas adecuadas, explicar tu proyecto y esperar pacientemente a que
la gente confíe en ti y crea que le gustaría participar. Además, es
esencial realizar las entrevistas de forma que no se vuelva a
traumatizar a las víctimas y que se pueda reconstruir una historia que
tenga eco en las personas que lean el libro.
Después de recopilar muchas entrevistas en 12 países, elegí una
cantidad muy pequeña de ese material —tal vez un 5% o menos— y opté por
tejerlo dentro de una historia global de muy amplio alcance, que
construí utilizando investigaciones académicas, archivos desclasificados
y el trabajo de activistas y supervivientes realizado por otros en las
últimas décadas. Esperaba conseguir una historia que pudiera pasar del
supermacro al micro encuadre más íntimo y, para ser sincero, no tenía ni
idea de si iba a funcionar. Fue difícil y tenía poca experiencia en ese
tipo de escritura. Me ha resultado increíblemente gratificante escuchar
de los lectores que este enfoque ha tocado la fibra sensible de muchas
personas. Pero todo el trabajo real lo hicieron los propios
entrevistados y los verdaderos expertos que trabajaron en estos temas
durante muchos años antes de que yo llegara." (Alejandro Pedregal , El Salto, 22/12/21)