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13/5/21

Las tropas australianas cometieron en Afganistán «un gran número de asesinatos ilegales»... la aldea se acordonaba, y los hombres y chicos eran llevados a una casa. «Allí serían atados y torturados por las Fuerzas Especiales. Cuando se iban, los hombres y los niños eran encontrados muertos: con disparos en la cabeza o con los ojos vendados y degollados«

 "Lo que destapó el informe de crímenes de tropas australianas en Afganistán.

Además de los 39 asesinatos documentados, hay descripciones de muchas otras atrocidades, detalladas por militares bajo condición de anonimato.

El pasado jueves, el jefe de la Fuerza de Defensa de Australia (FDA), Angus Campbell, presentó un informe del inspector General de las FDA, Paul Brereton, sobre asesinatos de no combatientes, perpetrados por las Fuerzas Especiales del país en Afganistán entre los años 2005 y 2016.

En total, la investigación verificó 39 casos de ejecuciones delictivas e identificó a 25 militares vinculados a estos actos, calificados por Campbell como «posiblemente el episodio más vergonzoso en la historia militar de Australia». No obstante, la versión difundida al público incluye indicios de que tal práctica podría haber sido empleada más ampliamente.

El informe de Brereton cita dos reportes de la socióloga australiana Samantha Crompvoets, basados en entrevistas que «muchos miembros del Comando de Operaciones Especiales y partes interesadas externas» le concedieron bajo condición de anonimato.

«Psicópatas absolutos. Y los criamos»

Tras examinar los relatos de los soldados, la socióloga indicó que, según sus observaciones, las tropas australianas cometieron en Afganistán «un gran número de asesinatos ilegales».

Un escenario de asesinato de civiles descrito por la investigadora tiene que ver con el allanamiento de aldeas. Según sus informantes, cuando los campesinos corrían del helicóptero en el momento de las incursiones aéreas, los soldados disparaban contra ellos, matando no solo a hombres, sino también a mujeres y niños. Posteriormente las agresiones, calificadas por uno de los interlocutores de Crompvoets como «masacres sancionadas», se justificaban con excusas plausibles. Por ejemplo, se decía que en el momento de ser abatidas las víctimas «estaban corriendo […] a sus escondites de armas».

Luego del asalto inicial, la aldea se acordonaba, y los hombres y chicos eran llevados a una casa. «Allí serían atados y torturados por las Fuerzas Especiales, a veces durante días. Cuando las Fuerzas Especiales se iban, los hombres y los niños eran encontrados muertos: con disparos en la cabeza o con los ojos vendados y degollados«, señala el informe de la Defensa australiana.

Una parte de las atrocidades contra la población civil podría explicarse por la existencia de una competencia sobre el número de enemigos abatidos y por la manipulación de la lista de individuos designados para ser capturados o liquidados por la Coalición internacional (JPEL, del inglés ‘Joint Priority Effects List’). Algunas víctimas podían ser añadidas al índice ya después de la muerte mediante una «retroingeniería» de esta «lista de asesinatos sancionados», indicó Crompvoets.

En otras situaciones, los militares trataban de deshacerse de las evidencias de sus crímenes. El informe cita el asesinato de dos adolescentes afganos:

El asesinato de los chicos desarmados, que, según la investigadora, no fue un hecho aislado, sirvió para que sus perpetradores «obtuvieran un nombre» y aumentaran su autoridad entre sus compañeros.

«Los muchachos simplemente tenían esta sed de sangre. Psicópatas. Psicópatas absolutos. Y los criamos», cita el informe de Brereton a un informante. Lo que quiso decir realmente sigue desconocido: casi todo el párrafo que concluye con estas palabras está censurado.

«Comúnmente conocido«

Aunque el informe no cuestiona la credibilidad del reporte de Crompvoets, realizado por encargo de los propios militares, es poco probable que las entrevistas se utilicen para castigar a los delincuentes uniformados.

A diferencia de los investigadores propiamente dichos, la socióloga tenía como objetivo no buscar a los responsables, sino evaluar la magnitud y determinar las formas de crímenes de guerra realizados por las tropas australianas en el país asiático. El informe indica: «La doctora Crompvoets […] no identifica a ningún perpetrador o unidad involucrada. Más bien, describió la información que recibió como ‘una gran cantidad de escenarios vagos y sin nombre’ en conversaciones que caracterizó como ‘fuera de registro’«.

Además, casi todos los informantes negaron haber participado en las atrocidades que describieron, calificándolas de «algo comúnmente conocido» entre los soldados. Solo un interlocutor confesó ser testigo de un crimen.

Cuestión de responsabilidad

En cuanto a los delitos concretos revelados por la investigación, sus perpetradores enfrentarán los cargos correspondientes. Además, será disuelto el segundo escuadrón del Regimiento de Servicio Aéreo Especial, anunció el jefe de la Fuerza de Defensa de Australia, Angus Campbell.

El informe, sin embargo, exonera a la jefatura del Ejército de la responsabilidad de los asesinatos. Brereton no encontró «pruebas» de que militares de alto rango tuvieran conocimiento de los homicidios ilegítimos, dado que los soldados ocultaron las ejecuciones para evitar el escrutinio.

Entre tanto, un veterano de la unidad, Michael von Berg, señaló a The Guardian que la responsabilidad de los crímenes debe ser extendida al mando militar y político del país.

«No hay forma, si eres un buen oficial, de que no sepas lo que está pasando con tu tropa, escuadrón o regimiento», dijo el exmilitar, que combatió en Vietnam.

«Mi opinión personal es que esto debería llegar a la cima, al primer ministro y al Gabinete», resaltó y acusó a los altos oficiales de encargar a las tropas de élite «tareas básicas de infantería», para las que no estaban preparadas."                 (Rebelión, 25/11/20; fuente RT)

26/5/11

"Su transporte (de los aborígenes australianos) hacia "centros económicamente viables" donde serán efectivamente retenidos, una forma de apartheid."

"La campaña más larga e insidiosa de Murdoch ha sido contra los aborígenes, los cuales fueron expoliados con la llegada de los ingleses a finales del siglo XVIII y a quienes nunca se les ha permitido recuperarse.

"La caza del Nigger" continuó hasta los años sesenta y aún más. Los robos de niños aborígenes promovidas desde la administración, justificadas a través de las teorías racistas del movimiento de la eugenesia, llevaron a la que se conoce como la Generación Robada que en 1997 fue calificada como genocidio.

Hoy en día los australianos autóctonos tienen la menor esperanza de vida de los noventa pueblos indígenas del mundo. Australia tiene una tasa de encarcelamiento de aborígenes cinco veces mayor que la de Suráfrica durante los años del apartheid. En el estado de Australia Occidental, la cifra llega a ocho veces la tasa del apartheid.

El poder político en Australia básicamente se centra en el control de la tierra rica en recursos. La mayor parte del uranio, mineral de hierro, oro, petróleo y gas natural se encuentra en Australia Occidental y el Territorio del Norte, en tierra aborigen.

De hecho, el "progreso" aborigen está definido fundamentalmente por la industria minera y sus guardianes políticos, tanto de gobiernos laboristas como de coalición (conservadores). Su voz estridente y fiel es la de la prensa de Murdoch. (...)

En 1984, el Partido Laborista se "comprometió solemnemente" a terminar el trabajo empezado por Whitlam y legislar los derechos aborígenes sobre la tierra. La idea recibió la oposición del entonces primer ministro laborista, Bob Hawke, un amiguete de Rupert Murdoch.

Hawke culpó al público de ser "poco compasivo"; pero un informe secreto para el partido de 64 páginas reveló que la mayoría de los australianos estaban a favor de los derechos sobre la tierra. Esta información fue filtrada a The Australian, cuya portada declaraba: "Poco apoyo a los derechos aborígenes sobre la tierra", lo contrario de la verdad, alimentando así un ambiente de desconfianza, "reacción" y rechazo de los derechos que habrían diferenciado Australia de Sudáfrica.
(...)

The Australian publica largos artículos que presentan a la población aborigen, no sin compasión, como víctimas eternas, pero víctimas de ellos mismos, "una cultura enteramente suicida", o como primitivos que requieren de una dirección firme: la visión eugenista.

Promueven a los "líderes" aborígenes que, culpando a su propio pueblo de su pobreza, cuentan a la élite blanca lo que quiere oír. El escritor Michael Brull parodiaba que "Oh, hombre blanco, sálvanos por favor. Sácanos nuestros derechos porque somos tan subdesarrollados".
Ésta es también la visión del gobierno. (...)

Andrew Bolt, un columnista del Melbourne Herald-Sun de Murdoch, es actualmente el defensor en un caso de vilipendio racista interpuesto por nueve aborígenes de renombre, incluyendo a Larissa Behrendt, profesora de derecho y estudios indígenas en Sydney.

Behrendt fue abiertamente opositora de la "intervención de emergencia" de Howard en 2007 en el Territorio del Norte, la cual se ha visto reforzada por el gobierno laborista de Julia Gillard. El argumento para "intervenir" era que el abuso de menores entre los aborígenes estaba en "cifras inimaginables".

Esto fue un engaño. Entre 7.433 niños aborígenes examinados por médicos, fueron identificados cuatro posibles casos, aproximadamente la tasa de abusos a menores de Australia. Lo qEnlaceue encubría esta acción era un intento a la vieja usanza colonial de arrebatar la tierra rica en minerales del Territorio del Norte, donde los derechos de los aborígenes sobre la tierra fueron garantizados en 1976.

La prensa de Murdoch ha sido la más sensacionalista y ruidosa en la promoción de la "intervención", que un ponente especial de Naciones Unidas condenó por su naturaleza de discriminación racial.

Una vez más, los políticos australianos están desposeyendo a los habitantes autóctonos, pidiendo el arrendamiento de la tierra en compensación por los derechos sanitarios y educativos que los blancos dan por sentados y su transporte hacia "centros económicamente viables" donde serán efectivamente retenidos, una forma de apartheid.
(Sin Permiso, 22/05/2011, citando a 'De como la prensa de Murdoch esconde el oscuro secreto de Australia', de John Pilger)