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22/7/21

Los espeluznantes experimentos sobre desnutrición que Canadá hizo con los niños de las escuelas indígenas... entre 1942 y 1952 los científicos en nutrición más prominentes de Canadá llevaron a cabo investigaciones en 1.300 indígenas, incluidos 1.000 niños

 "El descubrimiento de cientos de restos de niños en Kamloops, Brandon y Cowessess, en Canadá, ha puesto de manifiesto la devastación absoluta que los colonos infligieron en los niños, las familias y las comunidades originarias a través del sistema de Escuelas Residenciales Indígenas.

Como investigadora especializada en nutrición y colona-canadiense, hago un llamado a mis colegas para que reconozcan y comprendan los daños que han causado los experimentos de desnutrición y nutrición en los pueblos indígenas y el legado que han dejado.

Más fácil de asimilar

Ian Mosby, historiador de la alimentación, salud indígena y política del colonialismo de los colonos canadienses, descubrió que entre 1942 y 1952los científicos en nutrición más prominentes de Canadá llevaron a cabo investigaciones muy poco éticas en 1.300 indígenas, incluidos 1.000 niños, en comunidades cree en el norte de Manitoba y en seis escuelas residenciales en Canadá.

Muchos ya sufrían desnutrición debido a las políticas gubernamentales destructivas y las terribles condiciones de las escuelas residenciales.

A los ojos de los investigadores, esto los convertía en sujetos de prueba ideales.

 Frederick Tisdall, famoso por ser cocreador de la comida infantil Pablum en el Hospital para Niños Enfermos de Toronto, junto con Percy Moore y Lionel Bradley Pett fueron los principales arquitectos de los experimentos de nutrición.

Ellos aseguraron que la educación y las intervenciones en la dieta harían que los pueblos indígenas fueran activos más rentables para Canadá, que si los pueblos indígenas fueran más sanos, la transmisión de enfermedades como la tuberculosis a los blancos disminuiría y la asimilación sería más fácil.

Presentaron con éxito su plan para experimentos de nutrición al gobierno federal.

Pocas calorías, nutrientes y vitaminas

Tisdall, Moore y su equipo basaron su propuesta en los resultados que encontraron después de someter a 400 adultos y niños Cree en el norte de Manitoba a una serie de evaluaciones intrusivas, que incluyeron exámenes físicos, radiografías y extracciones de sangre.

El plan de Pett y su equipo se centró en determinar una base de referencia. 

Querían darles a los niños de la Escuela Residencial Indígena Alberni durante dos años una cantidad de leche tan pequeña que se les privara de las calorías y nutrientes necesarios para su crecimiento

Otros experimentos consistieron en no darles vitaminas y minerales esenciales a los niños de los grupos de control, mientras evitaban que los Servicios de Salud para Indígenas les brindaran atención dental con el pretexto de que esto podría afectar los resultados del estudio.

E incluso antes de estos experimentos, los niños de las Escuelas Residenciales Indígenas pasaban hambre, que se confirmaba con informes de desnutrición grave y signos de deficiencias graves de vitaminas y minerales.

Motivos raciales

El interés en la investigación de la nutrición aumentó dramáticamente en la década de 1940, después de que el Consejo Canadiense de Nutrición declarara públicamente que más del 60% de las personas en Canadá tenían deficiencias nutricionales.

La mayoría de los experimentos hasta entonces se habían realizado en animales, pero investigadores como Pett, quien fue el autor principal de lo que luego se convertiría en la Guía de Alimentos de Canadá, aprovecharon la oportunidad de utilizar a los indígenas como ratas de laboratorio.

Si bien los perpetradores como Pett a menudo actuaban bajo la fachada de comprender y ayudar a los pueblos indígenas, estaba claro que estos experimentos de nutrición tenían una motivación racial.

Los investigadores intentaron desentrañar el «problema indígena». Moore, Tisdall y sus colaboradores atribuyeron estereotipos discriminatorios como «descuido, indolencia, imprevisión e inercia» a la desnutrición.

A.E. Caldwell, director de la Escuela Residencial Indígena Alberni, afirmó que la desnutrición fue causada por dietas y formas de vida tradicionales, que también llamó «hábitos indolentes». 

Los experimentos de nutrición, junto con los alimentos profundamente inadecuados y de baja calidad que se les daba a los niños en estas escuelas, se alinearon perfectamente con el mandato de asimilación de Caldwell.

Prohibir a prácticamente todos los niños alimentos tradicionales adecuados es otro medio más de colonización y genocidio cultural.

 Según los hallazgos de Mosby, Pett afirmó que su objetivo era comprender mejor la transición «inevitable» al estar lejos de los alimentos tradicionales, sin embargo, las Escuelas Residenciales Indígenas fueron diseñadas a propósito para provocar esto.

Su investigación no es ética según los estándares contemporáneos, y es difícil creer que alguna vez haya sido aceptable experimentar con cualquier persona, y mucho menos con niños, sin su consentimiento.

Las secuelas del Holocausto y los experimentos biomédicos en los campos de concentración llevaron al desarrollo del Código de Nuremberg en 1947, que establece que el consentimiento voluntario para la investigación es absolutamente esencial y que los experimentos deben evitar todo sufrimiento físico y mental innecesario.

El código se creó el mismo año en que Pett se embarcó en sus experimentos de nutrición en seis escuelas residenciales.

Consecuencias de la malnutrición y experimentación

La desnutrición infantil puede ser mortal, especialmente cuando se combina con el riesgo de enfermedad, que era con frecuencia el caso en los internados.

El Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación indica que las principales causas de muerte de los niños en las escuelas residenciales fueron los daños físicos, la desnutrición, las enfermedades y el abandono.

Para los sobrevivientes de escuelas residenciales, los efectos de la desnutrición aún duran. 

El hambre durante la niñez aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, e investigaciones indican que la desnutrición severa puede incluso causar cambios epigenéticos que pueden transmitirse de generación en generación.

Experimentar con niños que ya estaban sufriendo fue inmoral. 

Efectos a día de hoy

Los problemas de inseguridad alimentaria y nutrición en las comunidades indígenas son problemas importantes en Canadá, como resultado de las escuelas residenciales y las políticas coloniales que continúan hasta el día de hoy.

Los experimentos en estos internados y en las comunidades han hecho que los sitios de atención médica sean lugares precarios y traumáticos para muchas naciones indígenas y han llevado a que muchos tengan dudas en torno las vacunas durante la pandemia de covid-19.

 Al mismo tiempo, persiste el estigma, la violencia y el racismo hacia los pueblos indígenas en estos contextos.

Esta historia particular de experimentos de desnutrición y nutrición en niños y adultos indígenas se ha contado antes. Atrajo la atención de los principales medios de comunicación en 2013 después de la investigación de Mosby.

Y no sorprende a los pueblos indígenas, cuyas verdades debemos finalmente escuchar con atención."

(A Allison Daniel , Rebelión, 13/07/2021; Fuentes: The Conversation)

21/7/21

A las niñas indígenas, tras quedar embarazadas como consecuencia de los abusos de los responsables de las escuelas, se les arrebataba a sus bebés, que eran posteriormente arrojados a hornos para deshacerse de las pruebas... estas escuelas canadienses cerraron en 1996

 "En el viejo internado de Kamloops, en la provincia canadiense de la Columbia Británica, se descubrieron a finales del pasado mes de mayo los restos sin identificar de 215 menores indígenas. Desde entonces han aparecido más cuerpos en otros dos internados, elevando así la cifra a 1.112. Todo apunta a que el horror y la conmoción que sacuden al país no han hecho más que comenzar, ya que quedan 136 escuelas más por investigar.

Esta red de internados, llamados escuelas residenciales, fue creada en 1883 por el primer ministro John A. Macdonald con el objetivo de “civilizar” a la población indígena erradicando su cultura. Todos los niños y niñas de las tres comunidades aborígenes canadienses (First Nations, Inuit y Métis) eran arrancados a la fuerza y separados de sus familias para ser trasladados a estos internados financiados por el Gobierno y gestionados por diversas iglesias cristianas, siendo la Iglesia católica responsable de aproximadamente un 60% de estos centros. Todo esto podría parecer una historia lejana en el tiempo, como tantos otros atropellos colonialistas del siglo XIX, si no fuera porque el último de estos internados cerró sus puertas en 1996. Es decir, hace tan solo 25 años.

 Las condiciones de vida de los menores en estas escuelas eran vejatorias, inhumanas y en muchos casos constitutivas de delito: el maltrato psicológico y físico y los abusos sexuales eran frecuentes, así como los suicidios de los alumnos. Se han llegado a documentar casos de niñas a quienes, tras quedar embarazadas como consecuencia de los abusos de los responsables de las escuelas, se les arrebataba a sus bebés, que eran posteriormente arrojados a hornos para deshacerse de las pruebas.

El Gobierno de Canadá creó en 2008 la Comisión por la Verdad y la Reconciliación con el objetivo de investigar lo sucedido en estos centros, crear un espacio seguro para las víctimas y promover la reconciliación entre las comunidades indígenas y no indígenas. Tras siete años de indagar en archivos y reunirse con supervivientes, la Comisión, a cargo del senador y juez indígena Murray Sinclair, emitió un informe en el que calificaba los hechos como genocidio cultural acometido por el Gobierno canadiense. 

El actual Centro Nacional por la Verdad y la Reconciliación, que se define como “un entorno de diálogo y aprendizaje para honrar y mantener viva la historia de los supervivientes de las escuelas residenciales, así como de sus familias y comunidades”, está colaborando en varias de las excavaciones que se están llevando a cabo.

En las últimas semanas, a raíz de los descubrimientos de los cuerpos, varias iglesias canadienses han sido vandalizadas y, en algunos casos, incendiadas. Algunas estatuas de personajes históricos, desde el propio Macdonald a la reina Isabel II (actual monarca de Canadá), han sido derribadas. De modo similar a lo que sucedió el año pasado tras el asesinato de George Floyd en Minnesota, la furia por la injusticia racial ha saltado a las calles.

 Aunque parece aún pronto para augurar una catarsis colectiva con una repercusión global similar, todo parece apuntar que sí sucederá. Tras la aparición de los primeros cuerpos en Kamloops, el senador Sinclair ha avisado de que Canadá debe prepararse porque lo más duro está por llegar. En 2015, la Comisión pensaba, en base a los archivos a los que había podido acceder, que el número de cuerpos sin identificar sería cercano a 4.000 en las 139 escuelas. Por el momento han aparecido 1.112 cadáveres en tan solo tres centros.

Tanto el primer ministro, Justin Trudeau, como su antecesor Stephen Harper han pedido disculpas a la comunidad indígena por el trato sufrido en estos internados. Lo mismo han hecho responsables de algunas iglesias anglicanas, y el Papa Francisco recibirá en el Vaticano a líderes indígenas canadienses en diciembre. Por supuesto, las disculpas son imprescindibles, pero deben ir acompañadas de acciones concretas para paliar el dolor de las víctimas, compensarlas por el daño causado y asegurar que desaparezca la violencia sistémica que continúa sufriendo la población indígena.

¿Es posible que Canadá, aun con los impedimentos legales por parte del Gobierno y las diferentes administraciones, esté mostrando el camino de lo que debería hacerse en otros países? En junio de 1936, Federico García Lorca afirmaba en una entrevista al diario El Sol: “Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas”.

 Al cumplirse este verano 85 años de su muerte, y a pesar de las excavaciones realizadas hasta el momento, aún se desconoce el paradero del cuerpo del poeta, como el de miles de niños indígenas en Canadá, solo que en el caso de estos menores ni siquiera constaba que habían muerto. El horror que se está desenterrando en Canadá es indescriptible, pero dolorosamente necesario. Como dijo el primer ministro Trudeau hace unos días, con motivo del día nacional de Canadá “debemos ser honestos con nosotros mismos y nuestra historia, porque para poder trazar un nuevo y mejor camino hacia adelante tenemos que admitir los terribles errores de nuestro pasado”.               (Ernesto Filardi, El País, 10/07/21)

8/6/21

Canadá y el genocidio indígena

 "En este artículo la autora reflexiona sobre el reciente hallazgo de una fosa común con los cuerpos de 215 niños indígenas en una escuela residencial de la Columbia canadiense y sus consecuencias morales.

La semana pasada se han descubierto, en la tristemente recordada Escuela residencial indígena Kamloops, situada en la provincia canadiense de la Columbia Británica, los cuerpos de 215 niños enterrados en una fosa común. La escuela, inaugurada en 1890 por el gobierno canadiense, era dirigida y gestionada por miembros de la Iglesia católica, que tenían la misión de “reeducar” a los niños indígenas y hacer de ellos verdaderos “canadienses”. Ese proceso de secuestro de los niños de sus familias, de educación forzada, de pérdida de su cultura original, de tortura y muerte, se prolongó a lo largo de casi un siglo, ya que la escuela no fue clausurada hasta el año 1970. Otras escuelas, dirigidas por anglicanos, metodistas y presbiterianos, permanecieron abiertas hasta el año 1990.

 Según los informes de la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación, desde la invasión de Canadá se sabe que las Iglesias realizaban una sistemática acción de destrucción de las culturas indígenas a través de la evangelización, aunque a partir del año de 1840 el Estado -británico en ese momento-, asume oficialmente ese proceso de aculturación al crear las primeras escuelas para indígenas en la ciudad de Ontario. Según este esquema, el gobierno proporcionaba los recursos y las Iglesias se encargaban de la “educación”. No obstante, lo que tenía que ser un proceso de inclusión de los pueblos originarios en la vida del país terminó siendo un circo de horrores.

En 1898 ya existían 54 escuelas en el programa de “Escuelas Residenciales”, lo que en Brasil se asemejaría a los ‘internados de indígenas’. A este tipo de escuelas es adonde eran enviados los niños indígenas, lo que supuso un atentado sin límites contra sus creencias y sus costumbres. En 1946 se contabilizó el mayor número de escuelas: 74. Y, según la ley, los padres que se negaran a mandar los hijos eran castigados criminalmente. No había escapatoria. Los indígenas eran obligados a enviar a sus hijos al infierno.

Por si no fuera suficiente, muchos de esos niños eran sometidos a violencias de todo tipo, incluidas las sexuales. La comisión que hoy trabaja para sacar a la luz todos esos crímenes, cometidos con el apoyo del Estado canadiense, ya documentó 3.200 muertes de niños en esas escuelas a consecuencia de malos tratos, abandono y suicidio. “El gobierno canadiense mantuvo esa política de genocidio cultural porque quería desentenderse de sus obligaciones legales y financieras con los pueblos indígenas, y así poder controlar sus tierras y sus recursos”, denuncian.

Según la Sociedad para la Atención a la Infancia y a las Familias de las Primeras Naciones, más de 150 mil niños indígenas pasaron por esas escuelas residenciales, donde sufrieron una política deliberada de genocidio cultural. Las familias eran obligadas, bajo amenazas de prisión, a ceder a sus hijos para que aprendieran la lengua del colonizador y abandonasen su cultura ancestral.

Ahora, con ese descubrimiento de más de 215 cuerpos, crece el clamor por parte de la sociedad para que el gobierno declare un Día Nacional de Dolor en memoria de todos los niños indígenas a los que se obligó a vivir ese terror. Existen informaciones de que pueden haber muchos más cuerpos, no solo en esa escuela, sino también en otras, lo que lleva a pensar que además del etnicidio y memoricidio, el gobierno y la Iglesia también permitieron que los niños muriesen sin que sus familias llegasen a tener conocimiento de ello. Un verdadero horror.

Hay que recordar siempre, no olvidar nunca y no perdonar jamás. El Estado canadiense debe saldar cuentas por los crímenes que cometió con los pueblos originarios."                 ( Elaine Tavares  , Rebelión, 07/06/2021)

5/6/19

Un comité estatal constata que Canadá es cómplice del genocidio de las indígenas

"El Comité de investigación nacional sobre las más de mil mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas en Canadá en las últimas décadas concluyó este lunes que el Estado es cómplice de un genocidio planificado, basado en la raza, la identidad y el género, que se apoya en políticas colonialistas y la inacción estatal. Resultado de tres años de trabajo, el informe establece que, si bien el genocidio canadiense afecta a todos los miembros de los grupos indígenas, está especialmente dirigido a las mujeres, niñas y miembros de la comunidad LGTBQI.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, solicitó la puesta en marcha de este comité, una promesa electoral que obedecía a las reivindicaciones de líderes indígenas y organizaciones de derechos humanos. La población indígena de Canadá representa el 4,6% del total del país.

El informe del comité estima que, en concreto, las mujeres indígenas tienen hasta 12 veces más probabilidades de ser víctimas de asesinatos y desapariciones. Según un documento de la Real Policía Montada de Canadá publicado en 2014, entre 1980 y 2012, fueron asesinadas 1.017 mujeres indígenas y 164 desaparecieron, cifras que podrían ser más elevadas, según distintos organismos.
El comité comenzó sus trabajos en septiembre de 2016. 

El informe final está integrado por 1.192 páginas, y fue redactado después de escuchar más de 2.000 testimonios en distintas audiencias a lo largo del país. "Es necesario un verdadero cambio de paradigma para deshacerse de este colonialismo dentro de la sociedad canadiense", declaró Marion Buller, la jefa del comité, en la ceremonia oficial de entrega del informe, que tuvo lugar este lunes en el Museo de Historia Canadiense, ubicado en Gatineau (Quebec).

El documento contiene diversas recomendaciones para hacer frente a esta problemática. Por ejemplo, la designación de un ombudsman, una figura similar al Defensor del Pueblo dedicado a los derechos indígenas, un mayor número de agentes de policía indígenas y proyectos más ambiciosos en apoyo a las víctimas.

Justin Trudeau estuvo presente en la ceremonia de entrega del informe. "Durante décadas, las mujeres y niñas canadienses indígenas han sufrido desapariciones y asesinatos. Nuestro sistema de justicia ha fracasado", señaló. "Por desgracia, no es un tema únicamente del pasado. Es vergonzoso y absolutamente inaceptable. Esto debe parar", añadió Trudeau, quien se mostró muy conmovido en el evento.

El informe contiene 122 veces la palabra genocidio. Sin embargo, Trudeau no la pronunció una sola vez en su discurso. En junio de 2015, una comisión especial encargada de investigar los maltratos que sufrieron miles de niños indígenas en internados federales entre 1883 y 1996, catalogó como un genocidio cultural lo ocurrido en esos centros. Además de castigos físicos y agresiones sexuales, existió un esfuerzo sistemático para despojar a los menores de sus lenguas originarias y sus tradiciones culturales.

No obstante, la referencia en el informe a un genocidio planificado generó reacciones encontradas. Algunos líderes indígenas secundan esta acusación, mientras que los articulistas de los grandes diarios nacionales confirman la magnitud del problema, pero hacen un llamado a la cordura para evitar que la polémica se adueñe de la discusión. 

"En este contexto, debo decir que tengo problemas con el uso de este término", comentó por su parte Roméo Dallaire, el militar canadiense que comandó la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda entre 1993 y 1994. Sin embargo, Dallaire sí precisó, en un evento en la Universidad Concordia, que las políticas del Gobierno federal han sido sumamente perjudiciales para los pueblos indígenas durante décadas."                (Jaime Porras, El País, 03/06/19)