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1/5/08

Sectas criminales

“Les prometió el paraíso. Paul Schäfer, ex miembro de las juventudes nazis, fundador en Chile de la Colonia Dignidad, ha sido condenado por torturas y abusos sexuales a miembros de su secta. (…)

Al ex miembro de las falanges hitlerianas, residente en Alemania hasta el año de su aventura americana, le satisfizo crear una Alemania nazi a escala, un régimen interno ajeno a la legalidad chilena. Con esa herramienta sometió a su voluntad a los cerca de 300 colonos alojados en la llamada Villa Baviera, peones agrícolas de sol a sol que fertilizaron las yermas tierras del Parral hasta transformarlas en un vergel.

El organigrama era criminal: los padres eran separados de sus hijos, éstos no sabían que tenían hermanos, nadie podía vivir en pareja, apenas se tenía contacto con el exterior y las relaciones sentimentales o conyugales fueron restringidas. La escuela y el hospital del enclave alemán en territorio chileno aceptaron la entrada gratuita de familias de la zona para ganarse su complicidad. La carta abierta de un colono, publicada hace dos años, admitía la aberrante situación: "Unos se convirtieron en los esclavos de Schäfer, verdaderos autómatas atentos sólo a obedecer sus órdenes, a trabajar sin descanso ni horario, y a no disgustarlo (...) Y aún hoy muchos padres no comprenden cómo pudieron aceptar la renuncia de su responsabilidad para con sus hijos (...) Hoy día, después de reconstruir las familias, muchos cargan con sentimientos de culpa".

La desobediencia o la pura venalidad encolerizaba a Schäfer hasta deshumanizarle. (…)

-¿Cómo fue tu juventud en la colonia?

-Ruth: ¿mi juventud? No tenía juventud. Siempre trabajando. Pero lo más duro fueron los golpes por los errores. Tenía que esconderme en el hospital para que no me viera la gente que estaba tan hinchada la cara.

Ruth se casó en 2002 con Andreas, con quien nunca había hablado: un matrimonio a ciegas. No sabía que su marido llevaba más de 30 años dopado con tranquilizantes. Con sólo doce años había recibido pastillas para dormir, Valium 10, tres veces al día. Todo para eliminar cualquier tipo de rebeldía. Al cumplir los 13 años, él y otros 14 niños de su edad fueron encerrados por seis meses en una de las salas del hospital de Villa Baviera.

-¿Te pegaron?

-En la noche sí, bastante.

-¿Con un palo?

-También, pero tenían otras cosas, tenían una... ¿cómo se dice? ...para manejar vacas con corriente... una picana eléctrica.

-¡¿A los niños?!

-Sí, a los niños.

-¿Schäfer estaba ahí?

-De vez en cuando vino también. Mirando.

-Nos picaban en las piernas, en el cuerpo, todo.

-¿En tus genitales?

-Sí.

-¿Dolía?

-¡Claro! ¡Gritábamos!... Sólo sentí corriente, electricidad (...) Tenían que desnudarse y todos saben que cuando están desnudos, sin tapado, se empieza... me da vergüenza pero...

-¿Hay una erección?

-Sí, se podía...

Una de las hipótesis es que Schäfer les aplicaba descargas para inhibir el deseo sexual de los niños.” (El País, ed. Galicia, Domingo, 30/03/2008, p. 10)

21/2/08

Las buenas intenciones y el tráfico de marihuana

“Si las reglas cambiaran, cambiaría el juego. Entonces alguien podría empezar a aportar soluciones. "Si se legalizara la marihuana, por ejemplo, no tendríamos que acudir al traficante que acapara el tablero". Un tablero donde manda la hipocresía. "Claro, porque muchos de los chicos universitarios que van a hacer trabajo social en las favelas compran la marihuana al traficante". La diferencia además se acentúa con otras contradicciones: "Si los guardias encuentran a un niño de las favelas vendiendo, lo acribillan y punto. Si descubren a un niño rico, que también trapichean con ella, se la quitan y le dicen: 'Vete y no vuelvas a hacerlo".

Hay que empezar por cambiar la policía. Eso es de cajón. Lo tiene claro Padilha, que anduvo por Berlín cada día con gorro de lana, tan simpático y sonriente. Pero no con soluciones como la BOPE. "Hay policías que no aceptan dinero, bien, pero que tienen las entrañas y el alma corrompida por la tensión, el estrés y el sufrimiento". La artimaña es hacerles creer que pertenecen a otra estirpe: "Les implantan una simbología, como esa calavera cruzada con armas tan siniestra que sale en la película, y una ideología. Les lavan el cerebro y los envían a la guerra". De eso no puedes esperar nada bueno: "Tan sólo una espiral sin salida en la que todos quedamos atrapados". (JOSÉ PADILHA (ganador del Oso de Berlín): "Ni derecha ni izquierda pueden arreglar tanta corrupción en Brasil". El País, ed. Galicia, Cultura, 18/02/2008, p. 48)