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4/10/12

Vió como su padre era 'paseado' por toda la ciudad a golpes por los militares, con todo el pueblo mirando para que cundiera el ejemplo, y como después era atado a un balcón para mayor humillación de la familia.

"Nadie puede asegurar con certeza cuántos represaliados habitaron el campo de concentración de Albatera. La Hoja Oficial de Alicante (28/IV/1939) cifraba en 6.800 los presos, sin embargo, los reclusos que consiguieron salvar la vida hablan de un mínimo de 15.000 personas. 

 José Eduardo Almudéver, que tenía 19 años por aquel entonces, habla de 17.000 personas. El menú de los presos sí que está más claro. “Una lata de sardinas para cada tres personas y un trozo de pan para cada cinco. Eso sí, no todos los días. Sólo cuando se acordaban”, relata José Eduardo. 

El campo estuvo abierto durante ocho meses. Hasta noviembre del 39. Entonces, los presos que quedaban fueron traslados a los centros penitenciarios de sus lugares de origen. 

La visita de Ernesto Giménez Caballero no fue la única que recibieron los presos. El segundo domingo de abril visitó el campo, según recuerda Almudéver, el párroco de Albatera, quien acompañado de cuatro militares “limpió los bolsillos” de todos los presos. (...)

El cura vino a robarnos ese mismo día”, ironiza Almudéver, quien señala que lo más sangrante no fue ya el robo sino que al día siguiente el cura publicó en el boletín parroquial que los presos republicanos habían donado por su propia voluntad dinero y joyas por valor de tres millones de pesetas. 
 
Julián Ramos recuerda como su padre, Juan Ramos, le contaba una y otra vez lo que vivió en el campo de Albatera. Juan sólo tenía 14 años y su único delito era ser el hijo del alcalde socialista de San Bartolomé de las Abiertas (Toledo).

 “Mi padre nos ha contado mil veces la historia de la zanja. Los militares ordenaron a los presos cavar una zanja para hacer sus necesidades junto a la verja de salida. Entonces, cuando los presos se acercaron la primera noche a hacer sus necesidades fueron ametrallados en aplicación de la ley de fugas”, recuerda Ramos para Público

Aunque la experiencia más traumática para el padre de Julián no fue tener que hacer sus necesidades encima durante la noche para no morir ametrallado. Juan recordaba a su hijo que estuvieron ocho días sin recibir ni una gota de agua. 

“Al octavo día, según me contó, llegó un camión cisterna que comenzó a regar todo el campo. Los presos tuvieron que beber el agua de los charcos mientras eran filmados por los militares”, relata Julián, que señala que entre esos militares, según los recuerdos de su padre, había soldados alemanes.(...)

 Con el paso de los días, los militares fueron identificando a la población reclusa y enviando cartas a sus ayuntamientos de origen informando de que el preso estaba en el campo de Albatera. José Eduardo recuerda que casi todos los días llegaba gente de Falange para llevarse a algún preso. Muchos no llegaban a su ayuntamiento de destino. Otros sí. Entre los presos este hecho era conocido como las 'sacas': “sácame a este de aquí”. 
 
Este es el caso de Gerardo Muñoz, maestro de profesión y simpatizante de Izquierda Republicana. El ayuntamiento de Móstoles lo reclamó y los militares del campo de concentración lo enviaron a la ciudad donde trabajaba... en un ataúd.

 Su historia la recuerda Celia Muñoz, su hija, quien tenía 15 años cuando vio como su padre era 'paseado' por toda la ciudad a golpes por los militares, con todo el pueblo mirando para que cundiera el ejemplo y como después era atado a un balcón para mayor humillación de la familia. 

“Tras pasearlo lo encerraron en la cárcel de Yeserías. Allí fui a visitarlo el 23 de junio. Con la cantidad de presos que había, los gritos y los lamentos fue imposible hablar con él. Casualmente  reconocí a uno de los guardias de la prisión. Había sido director de una colonia de verano donde me enviaron durante la guerra. 

 El director me prometió que al día siguiente nos concedería a los hermanos una visita a solas con él. A las 7.00 horas del 24 de junio fuimos a verle. Ya lo habían fusilado”, recuerda a Público Celia Muñoz. 
 
Cuando en noviembre de 1939 el régimen de Franco decidió cerrar el campo de concentración, los encargados del mismo destruyeron toda la documentación existente sobre el mismo. No queda ni un rastro oficial del mismo.

 La coordinadora de asociaciones de memoria histórica de Alicante, Juanjo Martínez, está tratando de elaborar un listado con los presos. De momento, sólo ha podido localizar a cerca de 700. La única bala que les queda en la recámara es el Tribunal de Cuentas, quien debió autorizar partidas de gasto para el mantenimiento del campo de concentración. 

La ubicación exacta del campo también es difícil de precisar. Hasta el momento y gracias a los supervivientes han conseguido ubicar donde estaba la cocina. “Cuando abandonaron el campo lo mandaron repoblar con palmeras para que no dejar ni rastro. Pretendían que el campo de concentración fuera olvidado, como si nunca hubiese existido”, señala a Público Juanjo Martínez, presidente de la coordinadora."            (Público, 23/09/2012)

9/2/11

"Se llevaron a muchas jóvenes al ayuntamiento para raparles el pelo. Luego, las pasearon por las calles"


María Gómez, alcaldesa de A Cañiza durante la II República

"Chiña González es una de ellas. Su padre fue concejal socialista de Ponteareas durante la República. Tras el golpe de estado intentó huir a Portugal pero alguien lo delató. Lo fusilaron en octubre del 36.

Chiña todavía recuerda que se llevaron a muchas jóvenes al ayuntamiento para raparles el pelo. Luego, las pasearon por las calles. "Ellas intentaban taparse la cabeza con pañuelos pero los falangistas se los quitaban", explica.

El hijo de González, Rafael Bargiela, no conoció esta historia hasta mucho después. "Había elecciones y pasó un coche con un altavoz por delante de casa. Era propaganda electoral y de fondo sonaba La Internacional, entonces me di cuenta de que mi madre estaba llorando", explica Bargiela. Fue aquel día cuando Chiña comenzó a hablar de lo difícil que fue soportar el acoso falangista.

Sacrificio y silencio. Eso era lo que les esperaba a quienes sufrieron de forma directa la represión. Porque también hubo presas en las cárceles de Franco. Saturrarán, en Guipúzcoa, es el mejor ejemplo. A esta prisión femenina llegaron muchas gallegas, entre ellas la última alcaldesa republicana de A Cañiza, María Gómez.

"La vida de todos los presos era horrible, pero las mujeres soportaban otras cargas, como la violencia sexual. Los hombres disponían del apoyo de sus esposas, pero las presas tenían que ganarse la vida en cautividad y en muchos casos ayudar a su familia desde allí", explica la investigadora María José Bernete.

Al igual que la alcaldesa de A Cañiza, la mayoría de las supervivientes de las cárceles franquistas no volvían a sus poblaciones de origen. Algunas por un exilio forzoso, otras porque allí les esperaban las caras de quienes las habían delatado. María Gómez pasó el resto de su vida en Lugo." (El País, Galicia, 08/02/2011, p. 8)

14/12/10

'De vez en cuando, un colono insultaba, escupía o daba un bofetón a un palestino, y la patrulla se llevaba al palestino para "evitar fricciones"


Un soldado israelí detiene a un niño palestino en noviembre, en una colonia cerca de Hebrón

"En el libro se recogen historias como la de un soldado destinado en Hebrón en 2008. Según el militar, a los colonos les gustaba pasear cada shabat por el mercado palestino.

Los soldados tenían que "esterilizar" las calles (evacuarlas); de vez en cuando, un colono insultaba, escupía o daba un bofetón a un palestino, y la patrulla se llevaba al palestino para "evitar fricciones". "Era lo más degradante", comenta el soldado." (El País, 14/12/2010, p. 10)

"Un destacamento de soldados patrulla por el pueblo palestino de Yatta, justo al sur de Hebrón, en la Cisjordania ocupada. Su misión consiste en hacer, sin razón alguna que lo justifique, una "demostración de presencia", que en este caso consiste en disparar contra las viviendas palestinas, las ventanas, los depósitos de agua que hay en los tejados, los paneles de energía solar y los contenedores de basura.

En otra ocasión, todo un batallón ocupa un pueblo a las 2 de la madrugada, sin ningún motivo aparente, simplemente como "demostración de presencia". Entran en todas las casas. En el colegio del pueblo habilitan un aula para los interrogatorios del Shin Bet, los servicios secretos. "La gente se moría de miedo. La niñas se hacían pis encima. Había una atmósfera fanática entre los soldados, como si dijeran: Vamos a acabar con ellos", recuerda un militar israelí.

El objetivo de una tercera misión era confiscar armas, pero en el pueblo no encontraron ninguna, así que los soldados se llevaron los cuchillos de cocina. Un soldado sustrajo además 20 shekels (4 euros). "Los soldados entraban en las casas buscando qué podían robar, pero la gente del pueblo era muy pobre. Aun así, los soldados robaban cualquier cosa que encontraban a su paso", recuerda otro soldado.

Estos son tres de los cientos de testimonios que la ONG israelí Rompiendo el Silencio recoge en su último libro, Ocupación de los territorios: testimonios de los soldados israelíes 2000-2010, donde un centenar de soldados narran sus experiencias en Cisjordania y Gaza desde el inicio de la segunda intifada.

La publicación ha seleccionado 180 testimonios de 101 soldados, de entre las 730 entrevistas que se han realizado con soldados y veteranos que voluntariamente se han prestado a esta iniciativa con la que la organización pretende trasladar a la sociedad israelí el sentimiento de una parte del ejército crítica con la ocupación. (...)

El texto está acompañado por una serie de mapas y fotografías. Llama la atención una foto de un soldado armado con un fusil de asalto de cuya espalda cuelga una gran cacerola de aluminio que los militares usan para sembrar el miedo golpeándola rítmicamente por la noche y la madrugada en las aldeas palestinas, como si de una cacerolada argentina se tratara. Los militares también denominan a esta actividad "demostración de presencia". (...)

De las declaraciones de los soldados se deduce que el día a día de la ocupación es a menudo "irracional". Pero es una irracionalidad deliberada que tiene el propósito de "desconcertar permanentemente a los palestinos" y establecer un "control absoluto" sobre sus vidas, comenta el ex sargento Yehuda Shaul, director de Rompiendo el Silencio. "Los soldados en ningún momento actúan como si la ocupación fuera temporal, sino como si fuera algo que va a durar toda la vida". (Público, 14/12/2010)

28/10/10

Las '17 rosas andaluzas'

"Las catas arqueológicas en el cementerio de Gerena (Sevilla) han sacado a la luz las primeras pruebas de lo que familiares y vecinos ya intuían: que hay una fosa y que en ella fueron enterradas17 mujeres de la localidad cercana de Guillena. Fueron fusiladas tras ser paseadas por el pueblo con las cabezas rapadas y llevadas a misa. Son las 17 rosas andaluzas.(...)

Al inicio de la guerra, los falangistas detuvieron a 19 mujeres de Guillena al estar supuestamente sus maridos o familiares vinculados a partidos y sindicatos de izquierda. "Fueron sacadas del depósito carcelario y paseadas públicamente con las cabezas rapadas, llevándolas a misa. Poco después, sin que haya podido precisarse el día con exactitud, 17 de ellas fueron trasladadas a Gerena y asesinadas en su cementerio", cuenta el historiador José María García Márquez en un informe que recoge, con cautela, los testimonios orales de familiares y vecinos.

"Solamente dos de las detenidas consiguieron salvar la vida gracias, según los mismos testimonios, a la intervención del médico falangista Juan Palma Chaguaceda", añade. La mayoría tenían niños pequeños y había incluso alguna embarazada.

Los falangistas, no obstante, se cuidaron mucho de no dejar huellas. No existe soporte documental salvo en dos casos: "El de Rosario León Hidalgo, recogido en un expediente administrativo y una inscripción de su muerte en el registro civil, y el de Granada Garzón de la Hera, en expediente instruido por su hija Manuela Aguilera. La mayoría de las víctimas, a su vez, permanecen inscritas en los registros civiles como personas vivas", concluye el informe, entregado a la Junta de Andalucía." (Público, 28/10/2010)

21/9/10

La sevillana Ana Macías, rapada por los franquistas, desvela con su testimonio la represión que sufrieron las mujeres

"-Ma, cuenta qué te pasó.

-A mí me pelaron bien pelá en la Guerra Civil.

-Qué te hacían pregonar, ma.

-¡Alcaparrones curaos!, ¡alcaparrones curaos!

Ana Macías suelta una carcajada. Eso era lo que gritaban, hace 70 años, las vendedoras ambulantes para ofrecer alcaparras. Se ríe de que fue rapada por los sublevados franquistas cuando tenía 18 años; de que la obligaron a beber aceite de ricino para purgar su alma de izquierdas, y de que la pasearon por el centro de su pueblo para mofa de sus vecinos. Se ríe porque sus agresores están muertos.

Ana no pertenecía a ningún partido, pero nunca comulgó con el ideario falangista. En 1936, era la sirvienta del alcalde, un republicano, ese fue su delito. Con 91 años, recita coplillas sin miedo y camina vivaracha por las calles de Los Corrales (Sevilla). "Tuve mala suerte".

Durante el alzamiento, las tropas franquistas maquinaron un tipo de represión para denigrar a las mujeres republicanas que reprodujeron durante la dictadura: rapado de cabeza, purga con aceite de ricino y, en los casos más salvajes, violación y muerte. Este escarmiento, copiado de los fascistas italianos, tenía a las "individuas de dudosa moral" como víctimas. Así llamaban los falangistas a las militantes de izquierdas y a las esposas y familiares de los rojos. Por vergüenza, los centenares de andaluzas que sobrevivieron, no quisieron volver a hablar de ello. Muchas no se lo contaron a nadie. Ni a sus parientes. El testimonio de Ana Macías es crucial porque la mayoría de personas que pasaron por este trance ya ha fallecido. Ella es la única superviviente de la opresión femenina en Los Corrales.

A las rapadas, en Andalucía, los franquistas las llamaban pelonas. Era la forma más suave de someterlas a la vergüenza pública. A Ana la quisieron matar, pero un hermano suyo convenció a los soldados. La excusa para asesinarla fue que trabajaba para un republicano, pero revela que un militar falangista de su localidad, al que elude mentar, se encaprichó de ella. "Yo no le quería porque era un criminal".

Cuenta que la rapó un viejo gitano con una maquinilla de pelar burros en una cafetería de la plaza mayor de Los Corrales. "El pobre lloraba porque no quería". Después, con otras vecinas, tuvo que pasear gritando arengas franquistas. "Nos decían: ¡venga las pelonas!, porqué no cantan esas coplas, que ustedes saben muchas coplas de soldados".

Ana no sabe leer ni escribir, y su memoria flaquea, pero aprendió un montón de romances que hoy recuerda con precisión: "García se va a su casa/ y le dice a su mujer/ sácame el traje de gala/ que me lo voy a poner/ Estando sacando el traje/ le pregunto su mujer/ ¿Qué hacen tantos soldaditos/ en la puerta del cuartel/ No te lo quiero decir, pero te voy a abrazar/ Saca a la hija que la bese/ que me van a fusilar".

La sierra sur fue la última zona de Sevilla ocupada por los sublevados. Allí está enclavado Los Corrales, conquistado el 7 de septiembre de 1936. Entre ese mes y febrero del 37, cuando se tomó Málaga, esa franja territorial concentró el mayor número de víctimas. Según los cálculos del investigador Rafael Velasco, un centenar de mujeres fueron peladas en este municipio de 4.000 habitantes. Tantas, apunta, como falangistas había en el pueblo.

Antes de que la rapasen, Ana, con sus parientes y la familia del alcalde republicano Antonio Rueda, huyó durante cinco meses. Se ocultaron hasta que les apresaron en Málaga. Una vez en Los Corrales, durante 90 días, cada vez que las tropas tomaban una gran capital, el jefe de las pelonas, apodo por el que se conocía al falangista del pueblo que las reclutaba, sacaba a Ana y a otras mujeres a pasear. Él, sobre un caballo y con la fusta. Ellas, con el brazo en alto.

Sentadita en el comedor de su casa, Ana, que apenas mide 1,40 metros, crece con cada copla que canta. Pero la sonrisa de esta anciana que recita más que habla, desaparece cuando su familia le pide que nombre a sus agresores.

Quinientas mujeres, según el historiador José María García Márquez, fueron asesinadas en aquellos años en la provincia de Sevilla. Una cifra provisional que, advierte, irá en aumento. "En toda Andalucía es imposible calcular el número".

Para resarcir a personas que, como Ana, fueron vejadas entre 1936 y 1950, la Junta de Andalucía planea indemnizarlas con 1.800 euros si prueban con medios admitidos a Derecho que sufrieron tal represión. Según el borrador del decreto, servirán las declaraciones de los testigos. Se asume que, en estos casos, no hay documentos.

Las principales asociaciones de memoria histórica andaluzas reprochan que el reconocimiento llega tarde porque la mayoría ha muerto. La familia de Ana Macías baraja solicitar la ayuda. Testigo hay uno seguro: su hermano José Antonio, de 86 años." (El País, 17/05/2010)

17/3/10

"...ese cura declararía que los presos republicanos habían donado sus pertenencias a la Iglesia"

"Tras convertirse en prisioneros del franquismo fueron trasladados al campo provisional de los Almendros y de allí al campo de trabajo que la República había construido en Albatera. Ya no sería un campo de trabajo. José Eduardo no sabe como describir su estancia allí. "Horror no es una buena palabra, era peor que eso". Tampoco sabe como explicar lo que se siente al oír a alguien morir de estreñimiento.

Se pasaba tanta hambre que los franquistas que vigilaban el campo lanzaban almendras a los presos para golpear a quienes, movidos por el hambre, se lanzaban para recogerlas. (...)

Solloza al recordar que solo tenía 20 años cuando fue testigo de varios fusilamientos de presos. Personas fieles a los ideales que les habían llevado allí hasta su último aliento. Recuerda como oía vivas a la República, al Socialismo y al Comunismo, incluso algún insulto a los verdugos, antes de que se escucharan los tiros de gracia.

La risa ilumina su cara cuando rememora el acto de caridad al que se vieron obligados los reclusos en el campo de concentración de Albatera. El cura de la localidad se desplazó hasta allí. Junto con cuatro guardias, que llevaban una manta cogida cada uno por una esquina, obligaron a los presos a vaciar sus bolsillos sobre ella. Días más tarde ese cura declararía que los presos republicanos habían donado sus pertenencias a la Iglesia." (Bottup, Escrito por Tania Judith Baeza Martínez Lunes, 15 de Marzo de 2010 12:03)

15/3/10

La arrastraron por el centro de Utrera atada a un caballo. Carmen Luna acabó en una fosa

"Carmen Luna era anarquista y salió a la calle enarbolando una bandera republicana. Los esbirros de Queipo de Llano la detuvieron. Ingresó en prisión, le raparon la mitad de la cabeza y le trenzaron lazos morados, rojos y amarillos en los mechones que le quedaban. La arrastraron por el centro de Utrera atada a un caballo. Carmen Luna acabó en una fosa.

Como ella, más de 600 mujeres fueron represaliadas sólo en la provincia de Sevilla durante el franquismo, según los cálculos del historiador José María García Márquez, que tiene contabilizados ya 477 expedientes. El mayor número de violaciones, mujeres rapadas y asesinatos se concentra en la provincia sevillana, según consta en los archivos municipales, "pero no hay una cifra de toda Andalucía". (...)

Hasta 1950, el 4% de los juicios de los tribunales militares fueron a mujeres, según la investigadora Pura Sánchez. Apenas hay datos. Algunas fotografías de mujeres rapadas y encarceladas. De las violaciones, silencio. Las que sobrevivieron no se atrevieron a contarlo. (...)

"La mayoría no estuvo en prisión pero sí sufrió vejaciones y escarnio público igual o mayor que los que sí estuvieron encarcelados", sostuvo ayer Begoña Álvarez." (El País, 09/03/2010)

La represión de las mujeres

"Represaliadas por Franco. Algunas esquivaron la cárcel y otras lograron sobrevivir, pero todas fueron denigradas

Bastarían los testimonios que se conservan para escribir este reportaje. "A La Trunfa le dieron una paliza y, sin dejar de maltratarla, la introdujeron en un cuarto del cortijo, donde la intimidaron" tendiéndola en el suelo, "obligándola a remangarse" y exhibir "sus partes genitales; hecho esto, el sargento, esgrimiendo unas tijeras, las ofreció al falangista Joaquín Barragán Díaz para que pelara con ellas el vello de las partes genitales de la detenida, a lo que este se negó; entonces el sargento, malhumorado, ordenó lo antes dicho al guardia civil Cristóbal del Río, del puesto de El Real de la Jara. Este obedeció y, efectuándolo con repugnancia, no pudo terminar, y entregó la tijera al jefe de Falange de Brenes, que terminó la operación. Y entre este y el sargento terminaron pelándole la cabeza".(...)

"Sufrieron una experiencia más dramática que la cárcel", dice la Junta
La mayoría ya ha muerto, pero aún vive y con muchas ganas de hablar quien fue rapada y paseada por el pueblo como un trofeo, quien tuvo que tragar aceite de ricino para purgar el "alma comunista" y fue humillada sólo por ser mujer. "Bastante tiempo estuve callada, cuando no se podía hablar. Que se entere todo el mundo de lo que pasamos", afirma con orgullo, a punto de cumplir 90 años, Ana Zamudio, de Torre Alháquime (Cádiz). Entonces tenía 15 años. (...)

Los falangistas las usaron como trofeo para mofarse de los vencidos
El clima de terror era tal que muchas pusieron en riesgo sus vidas. Antonia Moreno se arrojó a un pozo de 12 metros en la casa donde servía cuando fueron a detenerla, relata el historiador García Márquez. A su marido lo habían matado y ella ya había estado en prisión. Ese día sobrevivió y fue arrestada otra vez.

Según Pura Sánchez, se trata de una violencia cualitativa, un castigo femenino que se repite en todas las guerras. "Desde Troya hasta Darfur, las mujeres son el medio y el mensaje que usan los vencedores, y que ofende a los vencidos; las despersonalizan, son individuas y sujetas", sostiene.

Y así era. Aparte de raparlas, o subirlas en un borrico mientras evacuaban o vomitaban por el efecto del aceite de ricino, se las obligaba a pasearse cantando el "Cara al Sol" y saludando brazo en alto, al estilo fascista, como las mujeres de Montilla (Córdoba), cuya fotografía ilustra la portada del libro Los puños y las pistolas, de Arcángel Bedmar, uno de los pocos documentos gráficos que dan fe de estas atrocidades. (...)

la represión en El Gastor, un pueblo de Cádiz.

Sólo allí, según los testimonios, unas 40 mujeres fueron vejadas. Entre ellas, María Torreño, la mujer de un concejal socialista, y su hija Fraternidad Hidalgo. A Fraternidad, de 21 años, la maltrataron con tanta saña que perdió el hijo que esperaba, la dejaron ciega y murió al poco tiempo como consecuencia de las torturas. A Frasquita Avilés, una mujer que rechazó a un falangista que se había enamorado de ella, la violaron en el cementerio después de muerta. "Y se repite el esquema en todos los pueblos", afirma Carlos Perales, historiador y director de la Delegación de Ciudadanía de la Diputación de Cádiz, que recopilará todas las investigaciones en la provincia."

A veces, los abusos eran tan extremos y descarados que llegaban a los tribunales militares. Cuenta García Márquez que Ana Lineros, conocida como la niña de Pavón, fue asesinada cuando estaba dando a luz. Su ex marido, Andrés Díaz, un falangista sevillano del que se separó porque este era homosexual, la sacó de la cárcel, ya rapada, y la asesinó. Pese a ello, el falangista fue absuelto y la víctima, en la sentencia, fue "considerada peligrosa" por roja. "Se quiso ocultar algo tan tremendamente duro que incluso en los documentos oficiales se usan eufemismos, como en avanzado estado de gestación", afirma el historiador. (...)

Antonia Moncayo fue una de esas mujeres a las que humillaron simplemente por ser mujer. Hoy tiene 90 años y vive para contarlo, pero aún le duele, y mucho, recordar aquellos días amargos. Cada vez que detenían a su marido, Antonio Aranda Arjona, afiliado a la CNT, la obligaban a seguirle hasta el cuartel de Álora (Málaga), donde vivían, para que viesen el espectáculo todos los vecinos. "Encima estuve en la cárcel durante cuatro meses, embarazada de mis mellizas, y de verdad que yo no hice nada malo", afirma. "Claro que no, abuela", la tranquiliza su nieta Paqui Pascual, con quien pasa ahora unos días.

Allí, en prisión, tuvo que dormir en el suelo hacinada con otras mujeres y tenía que despertarlas cuando quería darse la vuelta porque no tenía hueco con la barriga. "Su padre [que pertenecía al bando nacional] le ayudó a salir de la cárcel antes de dar a luz y cuando la vio en ese avanzado estado de gestación empezó a llorar", explica su nieta." (Coordinadora de Colectivos de Víctimas del Franquismo, 14/03/2010)

20/10/09

Los castillos de los colonos israelíes... Los nuevos señores feudales, por la gracia de Dios



"Los colonos viven en atalayas. En pequeñas y pulcras comunidades en las colinas, en casas de teja roja bien alineadas y mejor fortificadas en la pedregosa Cisjordania, ocupada desde hace 42 años. O en auténticas ciudades, como Ariel o Maale Adumim. O en barrios populosos de la ocupada Jerusalén Oriental. O en grupos de chozas de madera o latón, aislados en la ladera de una montaña. Armados, vigilados y protegidos por guardias privados y por soldados israelíes en 120 colonias y otro centenar de asentamientos que son ioridades israelíes, aunque hayan permitido su expansión durante una década, en muchos casos sobre tierras robadas a campesinos palestinos. Forman una variopinta amalgama de medio millón de personas -procedentes de cualquier rincón del mundo-, de los 7,3 millones que habitan Israel.(...)

David Wilder es, como Froman, un devoto judío. Pero de otra estirpe. Nunca hará migas con un palestino. "Lo dijo el primer ministro Isaac Shamir: 'Los árabes son los mismos árabes, como el mar es el mismo mar". Piensa que no pueden cambiar, que todos son iguales (...)

"El discurso de Obama es un beso en el culo a los árabes, que observan su política como señal de debilidad", sentencia. "No veo modo de alcanzar la paz. No hay más que ver la incitación contra nosotros que promueve la Autoridad Palestina", añade, antes de proponer su estrafalaria vía de escape. "Si todo el mundo desea la paz, ¿por qué Egipto no les cede el Sinaí para crear el Estado palestino? La solución es fácil. Cuando los judíos del mundo emigren en masa a Israel, los árabes se marcharán. Será entonces cuando aprenderán que no nos iremos". (...)

Javier Markovas, jefe de inspectores del IVA en el Ministerio de Hacienda, tiene 54 años y reside desde 1990 en esta ciudad, una mole de edificios con centros culturales, comerciales, parques... Casado con Silvia, de 53 años, directora de jardín de infancia, tienen dos hijos. "Llegamos a Israel porque buscaban médicos y contadores. Argentina estaba mal entonces, pero no fue el factor determinante". Silvia, cuyo hermano vive en Israel desde hace 40 años, asiente. Es incapaz de asimilar algunas circunstancias. "Nunca me acostumbraré a que no haya autobuses en sabath". Ariel, uno de sus hijos, de 27 años, lo lleva peor. "Ni hay autobuses, ni vida nocturna en Maale Adumim", apunta el licenciado en Comunicación. Ellos difieren de cabo a rabo de Wilder. "El nacido en Israel es diferente al emigrante. Yo no guardo rencor a los árabes, pero muchos de mis colegas caen rápido en el insulto", explica Javier. Su vástago es contundente: "Hay palestinos a los que les despojan de todo, los golpean... No me extraña que se vayan a Hamás. El odio crece y crece todo el tiempo. También cuando se explotaban ellos en autobuses aumentaba el odio entre los israelíes. No ha nacido el genio que solucione esto". Todo ha empeorado en los últimos años. Antes, los Markovas iban a Azzaría, el vecino pueblo palestino, a tomar pizzas. Ya no. (...)

Weiss y su esposo son pudientes empresarios vinícolas, también dueños de locales en Tel Aviv. Pañuelo en la cabeza y falda hasta los tobillos -como mandan los cánones del sionismo religioso, Weiss reconoce su filiación: "Estáis sentados con alguien que está a la derecha, derecha, derecha, del mapa ideológico". Ha fundado un movimiento: Juventud por el Gran Israel (Jóvenes de las Colinas). "Eretz Israel", continúa, "se extiende hoy entre el Jordán y el Mediterráneo. Pero las dos bandas azules de la bandera representan el Éufrates y el Nilo. A eso aspiramos". Que resulte inviable, poco importa a esta mujer, idealista hasta los tuétanos. (...)

la abuela Weiss concluye: "En estas montañas estuvo Abraham. De ahí surgen nuestros derechos. Israel es el rayo de luz para el mundo. Obama no quiere que la luz de nuestra nación difumine su mirada. Sería mejor que retirara a Israel los 3.000 millones de dólares anuales de ayuda. Caería nuestro nivel de vida, pero seríamos más libres". (...)

Elyakim Haetzni fue diputado de Tehiya -Renacimiento, en hebreo-, partido de efímera existencia. Radical entre los radicales, este abogado está implicado en la organización de los colonos extremistas... "Occidente no entiende que el mundo árabe quiere volver a su pasado glorioso". Siente el abogado que Israel está acorralado. "Uno de los atractivos de los árabes para los occidentales", explica, "es su aroma antisemita. Los islamistas trabajan con el modelo de los nazis. Las manifestaciones en Europa no son contra las decisiones de los Gobiernos israelíes, son contra los judíos. Pero tras Auschwitz no es políticamente correcto decirlo. Los judíos estamos en el frente del combate contra el islam. No debemos hacernos ilusiones con Obama, ni con los europeos, ni con los árabes, ni con los judíos del resto del mundo. Tendremos que luchar. Si entregamos tierras, los judíos seremos las víctimas". (...)

En los últimos meses, los más fanáticos se han entregado al vandalismo impune. Emplean una táctica que hace recaer su carga sobre el tercero de siempre. Si el Ejército desmantela un outpost -las colonias que son ilegales incluso para el propio Tribunal Supremo israelí-, se dedican a quemar olivos de los pueblos árabes colindantes. En la región de Nablus han sido calcinados centenares de hectáreas. En ocasiones han asaltado pueblos, han disparado a los pies de lugareños palestinos, han destrozado casas y depósitos de agua... Los soldados, a veces, los han acompañado. Sin mover un dedo. Decenas de esos asaltantes, siempre con su kipá de ganchillo, símbolo de los religiosos sionistas, y sus atuendos desaliñados, estilo hippy, parten de Yizhar. (...)

En el outpost de Salhevet Ya, a 200 metros de Yizhar, vive Ayalá, de 24 años... Su candor e ingenuidad conmueven. Cientos de metros ladera abajo se extienden los pueblos palestinos, a los que siempre miran desde arriba. "Nosotros no quemamos sus olivos. Los queman ellos para cobrar indemnizaciones", dice contra toda evidencia. "Bajo el huerto", relata Ayalá, "encontramos un mosaico. Mi padre dice que lo hicieron los samaritanos. Estoy contenta, demuestra que esta tierra es de los judíos". Poco más se puede profundizar en la conversación.(...)

La Torá es un título de propiedad. Lo es para Susan Levin, estadounidense de 49 años llegada en 2006, y para Lisa Lawrence, nacida hace 33 años en Jerusalén. Ambas vecinas de Neve Daniel, colonia de 380 familias en Gush Etzión. Las casas son espaciosas, casi lujosas. "La Torá dice que esta tierra nos fue otorgada, que somos un pueblo especial, que hay un lugar especial para nosotros. Vine aquí para aceptar ese regalo", comenta Levin. "Éste es el único lugar", añade acariciándose un brazo, "donde mi piel judía se adapta a la tierra. No es un regalo de la ONU". Habla de los palestinos con paternalismo, afirma que la Autoridad Palestina y Hamás no dejan a la gente tomar sus propias decisiones. Y no ve que los ciudadanos se quejen contra sus autoridades: "Como dijo Golda Meir, tienen más deseo de matarnos que de vivir". (...)

abogado Yossi Dermer y su esposa, Aviva, que rozan los 40. Viven en Talmón-Nerya en una casa con piscina en el tejado. Los alquileres son baratos, el Estado presta los servicios. Un lugar ideal para los críos... Dos palestinos trabajan en su casa. "Sin problema. Los vigilo, y además...". Se toca la cartuchera. "Si no estuviéramos en Talmón, los árabes llegarían hasta Tel Aviv. Nosotros los paramos". Todos los vecinos se conocen. "Creemos en lo mismo. Para que alguien viva aquí debe pasar el examen de la comunidad. Somos muy religiosos, no ultraortodoxos". Él está convencido de su misión.(...)

"It's our land, it's our land" (es nuestra tierra), repiten. ¿Y esos olivos? "Ya estaban aquí cuando llegamos", comenta una chica." (Juan Miguel Angel Muñoz: Colonos, del amor a Dios y a la tierra. El País Semanal, 13/09/2009, p. 48/57)

7/11/08

El Guantánamo israelí incluye a toda Palestina

"La televisión israelí difunde un vídeo en el que soldados israelíes humillan a un adulto maniatado y vendado.

Le produjo náusea al ex comandante de la Brigada Golani del Ejército israelí después de observar el vídeo emitido anoche por el canal 10 de la televisión. "Uau. Es duro ver esto. Primero, estoy avergonzado. No entiendo por qué los soldados necesitan esto", se arrancaba el ex oficial. La escena transcurre en un control militar de Cisjordania. Un grupo de soldados observa a un palestino adulto detenido, maniatado, con los ojos vendados. Ríen mucho. Como si se tratara de un niño de escuela, uno de los uniformados obliga a repetir al civil arrodillado.

Soldado: -"¿Quieres un caramelo?".

Detenido: -"Caramelo".

Intercambian unas palabras y se escucha la carcajada desenfrenada de un uniformado.

Soldado: -"Di: Papá fue a trabajar".

Detenido: -"Trabajar".

Soldado: -"No. Papá".

Detenido: -"Papá".

Soldado: -"Fue".

Detenido: -"Fue".

Soldado: -"A trabajar".

Detenido: "A trabajar".

Soldado: "Te traerá un regalo".

Detenido: "Regalo".

El joven militar pide un aplauso a sus colegas.

Soldado: "Y Golani".

Detenido: "Y Golani".

Soldado: "Te traerá un palo".

Detenido: "Palo".

Soldado: "Para tu culo".

Detenido: "Para tu culo".

El palestino apenas puede contener el llanto. Los soldados no paran de ríen.

Este abuso ha sido grabado. Como lo fue la orden del teniente coronel Omri Burberg para que uno de sus subordinados disparara una bala de caucho en la pierna a un palestino también maniatado y con ojos vendados. Sucedió en junio. Pero las humillaciones gratuitas son cotidianas en cualquiera de las docenas de puestos militares que salpican el territorio ocupado palestino, unos controles que no pueden eludir y en los que pasan horas cada día para entrar y salir de las ciudades y pueblos.

La media docena de soldados que se mofaban del palestino no mostraban tensión alguna. A juzgar por las carcajadas, se trató de un pasatiempo más. Un portavoz del Ejército aseguró que se estudiaría el caso y que se tomarían medidas. Es lo habitual. Lo que no es frecuente en que los militares reciban castigos acordes con la ofensa cometida. Si es que los reciben. Un uniformado que confesó haber disparado fuego real a un hombre en Hebrón -"me miró mal", aseguró? estudia libre en una yeshiva (escuela religiosa). Se han producido este año casos extremos. Como el del soldado que celebró su licenciamiento forzando a palestinos a montarse en un vehículo militar para luego arrojarlos en marcha a 80 kilómetros por hora. Uno de ellos falleció, otro resultó gravemente herido. El soldado fue condenado a seis años de prisión tras un acuerdo judicial, una opción de la que carecen los palestinos implicados en delitos graves. Casi 700 de ellos están encarcelados sin que se presenten cargos contra ellos. Algunos durante años. Es el Guantánamo israelí.

Acudir a los tribunales israelíes es casi una pérdida de tiempo. Las ONG de este país denunciaban recientemente que el 90% de las demandas presentadas son archivadas sin que se abra un procedimiento. La gran mayoría de los golpeados y vejados en los controles militares opta por tragarse el sapo." (El País, Internacional, 07/11/2008)