Mostrando entradas con la etiqueta CATASTROFE. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CATASTROFE. Mostrar todas las entradas

23/12/10

Más de 40 personas mueren linchadas en Haití desde que estalló la epidemia de cólera

"Los agresores les acusan de expandir la enfermedad valiéndose del vudú. (...)

"Hemos contado 40 muertos en el departamento de Grand Anse, donde la gente ha atacado a los curanderos acusándolos de brujería relacionada con el cólera " (...)

"Las víctimas, la mayoría sacerdotes del vudú, la religión popular de Haití, son golpeadas con machetes y piedras antes de ser quemadas en la calle ", ha relatado Evens, que presentó un estudio realizado entre el 4 y el 7 de diciembre en Grand Anse.

Ahora toca hacer frente al rumor. Por esa razón, el ministro de Comunicación, Marie-Laurence Lassegue, ha recordado que las personas que practican vudú "no tienen nada que ver con la epidemia de cólera ", y ha destacado la necesidad de "aumentar la sensibilización para con la enfermedad". (El País, 23/12/2010)

3/9/10

Los terratenientes abrieron los diques para salvar sus fincas

"La oligarquía inundó las aldeas paquistaníes.

La catástrofe causada por el desbordamiento de los ríos en Pakistán se agravó a causa de las acciones de la oligarquía terrateniente del país que, ante la perspectiva de que sus propiedades fueran devastadas por las riadas, forzaron la apertura de brechas en los diques y canales para alejar el agua de sus tierras, aunque esta fuera a parar a poblaciones densamente habitadas.

Ayer, el propio embajador paquistaní ante las Naciones Unidas, Abdullah Hussain Haroon, reiteró estas acusaciones contra los terratenientes en un programa de la BBC, aunque en cierta forma escondió la mano. No dio nombres pero dijo que, si esas prácticas se han producido, "el Gobierno debe investigarlas". (Público, 02/09/2010)

29/1/10

La catástrofe de Haití

"Decenas de miles de familias, o lo que queda de ellas, se disputan un lugar bajo el sol, un trozo de tierra entre la basura y los orines, las migajas de la ayuda internacional. Detrás del palacio presidencial, apenas tres días después de la tragedia, cuando aún son visibles muchos cadáveres pudriéndose al sol, se empieza a desatar una guerra. Las ruinas de las principales calles comerciales de la ciudad no sólo encierran muerte. También encierran los zapatos y los cosméticos que muchos hubieran querido comprar y nunca se lo pudieron permitir en un país en el que, ya antes de esta tragedia, el 80% de la población se las arreglaba para subsistir con menos de dos dólares al día. Ahora es el momento de arañarle una recompensa a la desgracia.

Algo con lo que trapichear, un par de zapatos que cambiar por dos litros de leche para los críos, aunque sea caducada. Primero tímidamente y luego de forma descarada, cientos de personas, algunas por libre y otras organizadas en grupos que se enfrentan entre sí, se lanzan sobre los edificios como alimañas. En las cámaras de los fotógrafos quedan registrados los forcejeos entre quienes aspiran a llevarse una lavadora, un saco de arroz o de harina, una botella de aceite o, simplemente, un paquete de patatas fritas. (...)

Mientras tanto, los bandidos han intentado liberar a sus compinches en la prisión de Carrefour. Ese centro se ha reforzado con policías y, de momento, resiste. Pero los bandidos van armados con machetes y pistolas. Roban en los comercios del centro y, después de tantos años en la cárcel, están violando a muchas mujeres. Me consta que se está matando a algunos de ellos después de atarlos con las manos a las espaldas. Mis hombres no lo han hecho, pero sé que se hace. Si las asociaciones de derechos humanos tienen algo que decir, que se lo intenten decir a los propios bandidos". (...)

Aprovechando el desgobierno, han penetrado en Puerto Príncipe siniestros tratantes de niños que se acercan a los hospitales de campaña para olfatear sus presas. Unicef denuncia el tráfico de niños. La Unión Europea se moviliza para atajarlo. El calor, la basura, los escombros, el tufo a muerte que se escapa de los edificios hundidos, los ladrones de niños... A Puerto Príncipe no le falta ningún ingrediente para ser el infierno. Se ha convertido en una ratonera de la que, en autobús o en barcos oxidados, tratan de escapar miles de personas rumbo a los pueblos de los que sus padres partieron." (El País, ed. Galicia, internacional, 24/01/2010, p. 2/3)