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12/1/23

Diputados británicos acusados de utilizar sus viajes al extranjero para hacer turismo sexual

 "Múltiples diputados y diplomáticos han advertido de comportamientos inapropiados y borracheras durante las visitas parlamentarias.

 Varios legisladores británicos han aprovechado sus viajes parlamentarios al extranjero para utilizar de forma encubierta a trabajadoras del sexo y para beber en exceso, según los diputados, parlamentarios y funcionarios diplomáticos y parlamentarios que han hablado con POLITICO. 

Un ex diputado conservador, ahora miembro de la Cámara de los Lores, pidió a sus anfitriones que le indicaran cómo llegar al burdel más cercano cuando viajó al Sudeste Asiático en una visita con un grupo parlamentario multipartidista (APPG), según otro parlamentario que estuvo presente.

Otro diputado conservador y ex ministro solía quedarse después de que la delegación de parlamentarios hubiera regresado a casa para seguir con su "interés por las mujeres [locales]", dijeron dos antiguos colegas.

"Mostraba interés por las chicas jóvenes y guapas", dijo uno de ellos. "Se quedaba habitualmente después de estas visitas y se relacionaba con las jóvenes del lugar en cuestión".

 Según un diplomático extranjero, un parlamentario laborista de alto rango mostró afición por las "chicas rusas" durante sus viajes al extranjero, y afirmó que los funcionarios locales se sentían impotentes para intervenir porque les preocupaba preservar su influencia en Westminster.

Han suscitado especial inquietud las actividades de los "country APPG", grupos interpartidistas formados por diputados y homólogos que se centran en un solo país o en un grupo de países. Estos grupos están sujetos a normas menos estrictas que los más conocidos comités selectos de la Cámara de los Comunes, pero pueden utilizar los locales parlamentarios para sus reuniones. El hecho de que estos grupos se centren en países extranjeros significa que suelen realizar viajes regulares al extranjero, financiados por gobiernos extranjeros o empresas privadas y, a menudo, en horario parlamentario.

Como parte de una investigación en curso, POLITICO habló con más de una docena de funcionarios del gobierno y legisladores en el Reino Unido y en el extranjero que verificaron las denuncias de comportamiento indebido ebrio, lascivo o sexual por parte de algunos diputados y compañeros en esos viajes.

Numerosos parlamentarios afirmaron que, mientras algunos colegas perseguían discretamente un interés genuino y válido en las relaciones con esos países, otros trataban los viajes como "una juerga" con fines esencialmente recreativos.

Las relaciones de los parlamentarios con los territorios británicos de ultramar se plantearon en repetidas ocasiones, y funcionarios locales dijeron a POLITICO que algunos parlamentarios habían participado en fiestas organizadas por representantes diplomáticos en las que se "suministraba" a hombres y mujeres jóvenes con el fin de que participaran en actividades sexuales.

Los mismos funcionarios locales señalaron que algunos parlamentarios solían ser proactivos a la hora de solicitar a los gobiernos extranjeros un viaje al extranjero con todos los gastos pagados, llegando en ocasiones a manifestar sus preferencias por el champán y las comidas copiosas.

Según uno de ellos, los representantes en el extranjero han empezado a desconfiar de tales planteamientos, y algunos han recurrido a llenar las agendas de los parlamentarios con el mayor número posible de visitas y reuniones, con el fin de reducir el "tiempo libre" para posibles comportamientos indebidos. "Ha habido un proceso de decepción", añadieron.

Un ex parlamentario británico dijo que el gobierno de uno de esos territorios sentía "profunda frustración" por el comportamiento de los diputados británicos visitantes "que se ven a sí mismos como celebridades en su propia hora de comer: beben y se comportan mal y con arrogancia. Son condescendientes con sus colegas políticos, no les importan las personas que les rodean, los ciudadanos [del país anfitrión] y, por desgracia, el personal de servicio. Es un comportamiento grosero".

Las APPG están autorizadas a utilizar las instalaciones del Parlamento británico para celebrar reuniones y llevan un logotipo especial, pero no son órganos parlamentarios oficiales y en gran medida no están reguladas.

A diferencia de los comités selectos, no existe un sistema formal para decidir su composición y no suelen contar con personal especializado, a menos que lo proporcione un organismo externo, como una empresa privada o una organización benéfica.

Los diputados no reciben ningún salario por asistir a las APPG, y los viajes que realicen en el marco de sus actividades en las APPG deben declararse en el registro de intereses. Sin embargo, los viajes no están sujetos a ningún proceso formal de información.

Una diputada de varios APPG de países dijo que los grupos estaban tradicionalmente dominados por "diputados laboristas y diputados conservadores que se coordinaban entre sí -los varones, por lo general- para controlar los grupos de todos los partidos que iban a lugares bonitos".

Aunque el equilibrio entre hombres y mujeres ha mejorado en los últimos diez años, muchos APPG siguen arrastrando el legado del "pacto" entre parlamentarios afines.

A principios de año, un informe de la Comisión de Normas de la Cámara de los Comunes advertía de que el potencial de influencia inapropiada de las APPG podría "representar el próximo gran escándalo parlamentario", pero no se pronunciaba en detalle sobre los viajes al extranjero.

La Comisión de Normas recomendó reducir el número de APPG e introducir un "guardián" que los supervise. El gobierno manifestó su amplio apoyo a estas propuestas justo antes de que Boris Johnson dejara el cargo, pero desde entonces ha habido poco movimiento.

Sin embargo, las acusaciones de conducta inapropiada no se limitan a las visitas a los APPG.

En una visita a China, un ex parlamentario conservador consiguió que una trabajadora del sexo le atendiera, lo que, según uno de los presentes, otros parlamentarios calificaron bromeando de "recibir un ramo de flores en la habitación" durante el resto del viaje.

En otra visita de comisión a un país europeo cercano, tres diputados no se presentaron a un desayuno de trabajo organizado por la embajada tras haber bebido mucho la noche anterior. En el mismo viaje, un diputado conservador le levantó la voz a un miembro del personal diplomático en una diatriba sostenida.

El ex diputado laborista Christian Matheson se vio obligado a dimitir el mes pasado tras confirmarse una denuncia contra él por conducta sexual inapropiada. Un antiguo miembro de su equipo afirmó que Matheson la había invitado a un viaje secreto a Gibraltar, que el grupo independiente sobre la conducta de los parlamentarios consideró que había tenido una motivación sexual. Matheson negó las acusaciones en su contra, y no hay indicios de que tuviera ningún comportamiento inapropiado aparte de la denuncia confirmada.

Gibraltar ya ha sido objeto de acusaciones de mala conducta en el pasado, después de que dos diputados de la oposición fueran acusados de intoxicarse en exceso durante una visita organizada por el Plan Parlamentario de las Fuerzas Armadas. Rechazaron las acusaciones como "difamaciones tories"."        
         ( Esther Webber and Cristina Gallardo  , POLITICO,  16/12/22)

15/1/22

El alcance de los crímenes de Jeffrey Epstein se revela poco a poco... El juicio de Ghislaine Maxwell fue decepcionante para los que esperaban que destapara la red sexual de Jeffrey Epstein. Pero el juicio y los nuevos informes han demostrado que la relación de Epstein con las élites políticas es aún más profunda de lo que ya sabíamos... con Trump, con Leslie Wexner, antiguo propietario de Victoria's Secret... con el socio de Epstein, Jean-Luc Brunel, que utilizaba una agencia de talentos para traficar con chicas menores de edad en Estados Unidos... uno de los rasgos que definen el caso Epstein es que el financiero pedófilo no estaba alineado con una sola facción política, sino que era amigo de las élites estadounidenses de todo el espectro político, incluido Clinton... En un mundo normal, esta historia de criminalidad en expansión y corrupción pública sería objeto de una investigación gubernamental intensa y de amplio alcance que expondría el alcance completo de la conspiración y las identidades de los involucrados. En cambio, la información sobre el caso continúa llegando a cuentagotas, gracias solo al trabajo de unos pocos reporteros obstinados

Donald y Melania Trump, y Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell posan juntos en el club Mar-a-Lago, Palm Beach, Florida, 2000. (Estudios Davidoff / Getty Images)

 "Los últimos años han sido decepcionantes para todos los que esperaban que el público conociera todo el alcance de la operación de tráfico sexual de niños de Jeffrey Epstein. El propio Epstein está muerto, habiéndose suicidado misteriosamente durante una estancia en una prisión de alta seguridad llena de irregularidades inexplicables, y los fiscales que persiguen a su co-conspiradora, Ghislaine Maxwell, optaron por un caso bastante conservador que ha ocultado detalles que podrían haber revelado más de la imagen de quién estaba involucrado.

Pero es fácil pasar por alto el hecho de que, por mínimo que fuera, el juicio ha contribuido a nuestra comprensión del caso Epstein, principalmente a través de la revelación de más años de registros de vuelo del financiero y algunos detalles en el testimonio de los testigos, junto con años de información sobre el caso.
Adolescentes de EE.UU.

Hace tiempo que sabíamos de la larga amistad de Epstein y Maxwell con Donald Trump, pero el juicio ha dejado claro lo extensas que eran estas conexiones.

El gran titular de la publicación de los registros de vuelo de Epstein el pasado mes de diciembre fue que Trump voló en el avión privado de Epstein -el apodado "The Lolita Express", un guiño cómplice a la predilección de Epstein por las menores de edad, a las que transportaba en el avión- mucho más de lo que se sabía. Trump voló en el avión al menos siete veces, y en dos ocasiones llevó a sus hijos, Eric y Tiffany, así como a su ex esposa Marla Maples y a una niñera.

Otro registro muestra que Trump voló en abril de 1993 con Epstein y Erin Nance, que se identifica explícitamente como "Miss Georgia, subcampeona de Miss USA". Nance, que efectivamente fue coronada como Miss Georgia en 1993 pero se quedó sin el máximo galardón ese mismo año, tenía trece números de teléfono que figuraban en la segunda agenda de Epstein, cuya existencia se desconocía hasta que Business Insider la obtuvo el año pasado, incluyendo varios números de sus padres (tanto de casa como del trabajo).

Tres años después de esa huida, Trump compraría la Organización Miss Universo, que incluía el certamen de Miss USA en el que compitió Nance (ahora Erin Hill), así como el de Miss Teen USA, siendo su propietario hasta 2005. Además de elegir a las finalistas y a las ganadoras, Trump ha sido acusado por numerosas ex concursantes de mirarlas con disimulo, besarlas e irrumpir en un camerino mientras se cambiaban, una acusación que hicieron varias concursantes de Miss Teen USA y que Trump admitió libremente en una entrevista de 2005 con Howard Stern.

En el transcurso del juicio, una de las acusadoras de Maxwell, conocida sólo con el sinónimo de "Jane", testificó que no sólo había participado en uno de los concursos de Miss Teen USA propiedad de Trump, sino que Epstein la llevó cuando sólo tenía catorce años a Mar-A-Lago, donde le presentó al futuro presidente. (No está claro en qué orden se produjeron estos hechos discretos).

Este no es el único vínculo de Epstein con el mundo de la belleza. Ahora sabemos que el delincuente sexual utilizó su estrecha y aún misteriosa relación con Leslie Wexner, el multimillonario de Ohio y antiguo propietario de Victoria's Secret, con sede en Columbus, para atraer a sus víctimas, haciéndose pasar por cazatalentos de la empresa. Durante años, Victoria's Secret trabajó con modelos representadas por una agencia de talentos propiedad del socio de Epstein, Jean-Luc Brunel, que un superviviente de Epstein alegó ante el tribunal que utilizaba para traficar con chicas menores de edad en Estados Unidos desde el extranjero (Brunel ha sido ahora detenido y acusado de violación de una menor como parte de una investigación sobre Epstein). En su libro de 2015 TrafficKing, la reportera de investigación Conchita Sarnoff escribió que Epstein utilizaba el "negocio del modelaje para conseguir chicas menores de edad para tener sexo."

Otra conexión de Trump en los registros es Celina Midelfart, una heredera y socialité noruega, que tanto el ex piloto de Epstein como la ex asistente de Maxwell testificaron que había salido con Epstein a mediados de los años 90 mientras él tenía una relación con Maxwell, y que más tarde habría salido con Trump hasta que conoció a su actual esposa, Melania. Midelfart ha negado con vehemencia haber salido con ninguno de los dos hombres, aunque aparece en numerosas ocasiones en vuelos sin la presencia de Maxwell -algo relativamente infrecuente en los registros- y tiene numerosos números de teléfono que aparecen en la agenda negra de Epstein, incluido el de su casa de verano y el de su madre.

 Todo ello apunta a una relación mucho más profunda y potencialmente aún más sórdida entre los dos hombres. En 2002, Trump declaró a la revista New York que conocía a Epstein, un "tipo estupendo", desde hacía quince años, y que "le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí", muchas de ellas "del lado más joven". Como sugieren las fotos y el vídeo, durante años los dos salieron de fiesta juntos, incluyendo un caso en 1992 en el que Trump hizo volar a docenas de mujeres a Mar-a-Lago para una competición de "chicas de calendario" en la que sólo él y Epstein eran el público.

Cuando Trump se presentaba a las elecciones presidenciales de 2016, recibió una demanda de una mujer que alegaba que tanto Trump como Epstein la habían violado en 1994, cuando ella tenía trece años, en fiestas celebradas por este último, una acusación respaldada por una declaración jurada de una mujer que la "reclutó" para Epstein. Más tarde retiró la demanda, según su abogado, debido a una oleada de amenazas de muerte e intentos de pirateo. Al parecer, Epstein también afirmó haber presentado a Trump a Melania, por aquel entonces una modelo eslovena, una afirmación que niega rotundamente uno de los amigos de Trump que se atribuye el mérito del emparejamiento. El año pasado, Business Insider informó de la presencia de Suzanne Ircha (ahora Johnson), la mejor amiga de Melania Trump, en la agenda de Epstein de los años 90.

A pesar de todo esto, Trump y el movimiento respaldado por la oligarquía que le respalda se las han arreglado para redirigir la indignación en torno al caso Epstein hacia el absurdo mito de QAnon, al que Trump y sus aliados políticos se han dedicado a hacer guiños en público. QAnon, cuya base entera es una serie de mensajes anónimos en un tablero, pone a Trump, perversamente, a la cabeza de una batalla secreta contra una élite pedófila que, convenientemente, está formada exclusivamente por demócratas, prominentes liberales y otros opositores políticos del ex presidente.
Dinero en efectivo de Clinton

Por supuesto, uno de los rasgos que definen el caso Epstein es que el financiero pedófilo no estaba alineado con una sola facción política, sino que era amigo de las élites estadounidenses de todo el espectro político, un hecho reforzado por las recientes revelaciones.

Lo más destacado fue la amistad de Epstein con el ex presidente demócrata Bill Clinton, cuya presencia en los registros de vuelo de Epstein causó sensación cuando se revelaron por primera vez hace años. La publicación ampliada provocada por el juicio muestra que el ayudante de Clinton, Mark Middleton -cuyos numerosos números de teléfono aparecen en las dos agendas de direcciones de Epstein desenterradas- voló cuatro veces en el avión de Epstein sólo en mayo de 1994, y una vez con Trump, su entonces esposa Marla, y su hija.

Clinton había afirmado previamente que solo se había reunido con Epstein un puñado de veces, incluso cuando rápidamente surgieron pruebas de que había estado recaudando dinero y reuniéndose con él desde el comienzo de su presidencia. Aproximadamente en el mismo momento de 2019, los registros desenterrados de la estancia de Epstein en prisión en 2008 mostraron que fue visitado al menos veinte veces por Arnold Paul Prosperi, un viejo asociado de Clinton y recaudador de fondos que se encontraba entre la ráfaga de polémicos indultos que el ex presidente hizo en sus últimos días en el cargo, conmutando su sentencia de prisión por fraude a arresto domiciliario.
"Uno de los rasgos definitorios del caso Epstein es que el financiero pedófilo no estaba alineado con una sola facción política, sino que era íntimo de las élites estadounidenses de todo el espectro político".

Mientras se celebraba el juicio de Maxwell el pasado mes de diciembre, el Daily Mail reveló a través de una solicitud de la FOIA que Epstein había visitado la Casa Blanca de Clinton al menos diecisiete veces, su primera visita en febrero de 1993 se produjo a través de una invitación de "Rubin", muy probablemente Robert Rubin, el banquero de Wall Street que más tarde se convirtió en secretario del Tesoro y ayudó a diseñar la crisis financiera de 2008. Esos registros de visitas también muestran que Epstein visitó en numerosas ocasiones a Middleton, quien llegó a manchar a Clinton con un escándalo al utilizar sus conexiones presidenciales para cobrar después de dejar la Casa Blanca en 1995.

Al menos algunas de las actividades de Middleton eran para asuntos oficiales de Clinton. Middleton, que recaudó dinero y fue director de la Fundación Clinton Birthplace, también trabajó en la solicitud de fondos para la futura biblioteca presidencial de Clinton y se negó a cooperar en una investigación posterior del Congreso, dirigida por el Partido Republicano, sobre la recaudación de fondos de los demócratas. Según un libro sobre Epstein, el capital inicial de otro de estos proyectos postpresidenciales, la Iniciativa Global de la Fundación Clinton, puede haber procedido de Epstein.

Para ilustrar aún más lo estrechamente relacionados que están estos estratos de la sociedad estadounidense con Epstein, entre los archivos de la biblioteca presidencial había un ejemplar de The Art of the Deal regalado a Middleton e inscrito personalmente por -¿quién si no? - Trump. Para que no lo olvidemos, años más tarde, cuando sopesaba lanzarse a la carrera presidencial republicana, Trump fue animado personalmente por Clinton a hacerlo.

Clinton no es en absoluto el único demócrata. El ex líder de la mayoría del Senado, George Mitchell (demócrata), a quien la prominente superviviente de Epstein, Virginia Giuffre, ha acusado de acostarse con ella, aparece cinco veces en los registros de vuelo entre 1994 y 1995, tres de ellas con su esposa.

En otras palabras, Mitchell, que más tarde calificó a Epstein de "amigo y partidario" que "organizó una vez una recaudación de fondos para mí", se codeaba con el traficante sexual al menos en su último año en uno de los puestos de mayor poder político del país. Mitchell pasó a supervisar el pago de indemnizaciones por parte de la archidiócesis de Filadelfia a los supervivientes de abusos sexuales a manos de sacerdotes, lo que fue denunciado por los críticos en su momento como una estratagema para que las víctimas de abusos renunciaran a su derecho a demandar.

Otro ex congresista que aparece en los registros de vuelo es el ex representante Tom McMillen (D-MD), que aparece como volando en el jet de Epstein dos veces el 29 de enero de 1993, veintiséis días después de dejar el Congreso. McMillen tuvo una prolífica y controvertida carrera en el sector privado, y el Baltimore Sun lo comparó con un "pregonero de la feria" cuando intentó sacar provecho de la floreciente industria de la seguridad nacional tras el 11 de septiembre con una "empresa de cheques en blanco", es decir, empresas sin ningún plan de negocios que existen para recaudar dinero de los inversores para un futuro acuerdo no especificado.

Numerosos números de teléfono de McMillen, que parece haber tenido una casa en el feudo de Epstein en Palm Beach, aparecen en las dos libretas de direcciones de Epstein. En una de ellas figura como congresista, mientras que en la otra aparece su correo electrónico en Washington Capital Advisors, la empresa de capital privado de la que era propietario y director general desde 2004, según los archivos de la SEC, lo que sugiere que su relación se extendió mucho más allá de aquel día de enero de 1993.
Inteligencia de élite

Los registros también sugieren que la relación de Epstein con Leslie Wexner -que le dio a Epstein el control unilateral de sus finanzas y prácticamente le regaló su casa de Manhattan- atrajo a un mundo más amplio de élites. El registro del 5 de julio de 1992, por ejemplo, muestra a Steve Tuckerman, el ejecutivo de la construcción local que construyó las casas georgianas en el idílico y afluente barrio de Wexner, New Albany, volando con su esposa Judy desde Aspen (donde Wexner tenía una casa) hasta la cercana Columbus. La esposa de Wexner, Abigail, a la que Judy Tuckerman ha llamado amiga, voló en dos de las etapas de ese viaje.

También volaron con Epstein Yehuda y Zipora Koppel, que viajaron juntos con los Tuckerman a París en septiembre de 1997. Los Koppel son los padres de Abigail Wexner, por lo que son los suegros del hombre que se cree que es la principal fuente de la misteriosa riqueza de Epstein.

En 2007, mientras Epstein era acusado por los fiscales en lo que acabaría siendo su primera estancia en prisión, notablemente indulgente, Abigail Wexner creó y luego disolvió rápidamente el Fondo de Caridad YLK, llamado así por las iniciales de su padre. Pronto recibió una donación de 47 millones de dólares de Epstein al mismo tiempo que vendía su casa de New Albany a la pareja por 0 dólares, y justo un mes antes de ser sustituido como director financiero de Leslie Wexner. La participación de Epstein en la fundación benéfica se utilizó entonces para asegurar su inusualmente generosa libertad laboral, que utilizó para seguir abusando de las niñas mientras debía estar en prisión por ese mismo delito.

La conexión de Epstein con los Koppel ha sido poco conocida hasta ahora. Yehuda Koppel, fallecido en 2006, fue una destacada figura militar israelí durante la guerra de 1948 que condujo a la fundación del país (y a la expulsión de cientos de miles de palestinos). Después, supervisó el desarrollo de la aerolínea estatal israelí, El Al, en Estados Unidos, llegando a ser su director.

Al igual que muchas aerolíneas en la época de la Guerra Fría, El Al mantenía una estrecha relación con su agencia nacional de inteligencia, operando en ocasiones como fachada de las operaciones del Mossad, sobre todo en la detención del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann en 1960. Su conexión con el mundo de la inteligencia pareció continuar décadas después, cuando se filtraron cables de espionaje sudafricanos que mostraban que los servicios de inteligencia del país respaldaban las afirmaciones de un denunciante de que la aerolínea era una tapadera para el trabajo de espionaje.

La relación de Epstein con Koppel es sólo una de sus posibles y turbias conexiones con el sistema de seguridad nacional israelí. La más notable es la del difunto Robert Maxwell, el magnate de la prensa y padre de Ghislaine, que según múltiples informes fue quien presentó a Epstein a su hija y, según la declaración del contable de Brunel, "inició" la riqueza de Epstein.
"La relación de Epstein con Koppel es sólo una de las varias de sus posibles conexiones turbias con el establishment de la seguridad nacional israelí".

La señal para Q La saga de Jeffrey Epstein es la historia del traficante sexual de niños más prolífico del mundo que operó de forma más o menos oculta durante décadas, pero pudo escapar constantemente del escrutinio de los medios, el castigo legal y, finalmente, la justicia al morir antes de ir a juicio. En un mundo normal, esta historia de criminalidad en expansión y corrupción pública sería objeto de una investigación gubernamental intensa y de amplio alcance que expondría el alcance completo de la conspiración y las identidades de los involucrados.

 En cambio, la información sobre el caso continúa llegando a cuentagotas, gracias solo al trabajo de unos pocos reporteros obstinados y la divulgación legal fortuita ocasional, limitada en este juicio más reciente por la orden del juez para evitar nombres "innecesarios". y la decisión de los fiscales de dejar sin publicar decenas de miles de fotos incautadas de la casa de Epstein por el FBI. El público puede terminar teniendo que esperar la demanda civil contra el Príncipe Andrew o que la propia Maxwell llegue a algún tipo de acuerdo para obtener más información. 

Al igual que con el asesinato de John F. Kennedy, ocultar toda la verdad del crimen solo ha alimentado el crecimiento de tonterías de mala reputación como QAnon, que sirve para lavar y distraer la participación íntima de élites como Trump en los crímenes de Epstein, convirtiéndolos en todavía otro espectáculo secundario de la guerra cultural. Esta es la doble tragedia de la muerte de Epstein: les niega la justicia plena a muchos de sus sobrevivientes y convierte la terrible verdad de sus crímenes en un escudo para sus compañeros perpetradores."              (Branko Marcetic , JACOBIN América Latina, 14/01/22)

12/1/22

Jeffrey Epstein pagó 500.000 dólares a la demandante del príncipe Andrés tras un acuerdo de confidencialidad

 "Este lunes se ha hecho público el acuerdo de confidencialidad al que llegó Jeffrey Epstein con Virginia Giuffre en 2009, por el que le pagó 500.000 dólares para que esta no demandara ni al millonario ni a nadie vinculado con él.

A pesar del acuerdo, Giuffre sigue adelante con su demanda contra el príncipe Andrés de Inglaterra, con quien Epstein y su novia Ghislaine Maxwell la obligaron a tener sexo a los 17 años, tal y como ella asegura y el miembro de la familia real británica niega.

Epstein se suicidó en 2019 en una celda en Nueva York cuando esperaba su juicio, mientras que Maxwell fue condenada la semana pasada por reclutar y traficar niñas para que fueran abusadas por el difunto financiero.

El financiero dirigió durante más de una década una trama pedófila con la que reclutó a docenas de niñas para explotarlas sexualmente. Entre sus amistades estaban los expresidentes Bill Clinton y Donald Trump, el poderoso abogado Alan Dershowitz y el duque de York, entre otros.

Indemnización de daños y perjuicios por abuso sexual

La demandante, que ahora tiene 38 años, pide una indemnización de daños y perjuicios por abuso sexual y presentó acusaciones contra el duque de York el 9 de agosto en un tribunal de Nueva York. “Exijo al príncipe Andrés que responda por lo que me hizo”, dijo. Y añadió: “Los poderosos y los ricos no están exentos de que se les considere responsables de sus acciones”.

 Este 4 de enero se celebra la primera vista donde el juzgado decidirá si el juicio procede o no, sin embargo, los abogados del tercer hijo de Isabel II dicen que Giuffre no puede demandarlo ya que acordó con Jeffrey Epstein poner fin a todas las acciones legales contra él y cualquier persona relacionada con él que pudiera ser calificado como un «potencial acusado».

Pero el equipo legal de Giuffre dice que los términos del acuerdo del estado de Florida son irrelevantes en su caso contra el príncipe, en el que se alega abuso sexual por parte del duque en Nueva York, Londres y las Islas Vírgenes de EE.UU.

«Además de ser continuamente explotada para satisfacer todos los caprichos sexuales del acusado (Epstein), (Giuffre) también debía ser explotada sexualmente por los varones adultos amigos del acusado, incluidos miembros de la realeza, políticos, académicos, empresarios y/o otros profesionales y conocidos», señala la demanda.

Sin embargo, en el documento firmado por Giuffre esta acuerda «liberar, absolver y descartar para siempre» a Epstein y a «cualquier otra persona o entidad que pudiera haber sido incluida como potencial acusado». Además determina que libera de toda culpa a “potenciales sospechosos” de tomar acciones legas en EE UU, incluyendo las reclamaciones por daños y perjuicios que datan «desde el principio del mundo».

«Se acuerda además que este acuerdo de conciliación representa una resolución final de una reclamación en disputa y tiene como objetivo evitar litigios. Este acuerdo de conciliación no se interpretará como una admisión de responsabilidad o culpa por parte de ninguna de las partes”, dice el texto. «Las partes confirman y reconocen además que este acuerdo de conciliación se firma sin ningún tipo de coacción o influencia indebida, y que ambas partes han tenido oportunidad plena y completa de discutir los términos del acuerdo de conciliación con sus propios abogados».

Quizás el texto evite el juicio del duque, aunque no lo exonera de la culpa. De todos modos, se debe esperar a la audiencia de este 4 de enero cuando las partes legales expondrán sus versiones y un juzgado decidirá si la demanda por daños y perjuicios continúa su curso o no.

El duque de York intentó limpiar su nombre

En una entrevista con la BBC a finales de 2019, el duque intentó limpiar su nombre tras el suicidio en prisión de su amigo asegurando que estaba dispuesto a colaborar con la investigación, algo que no ha hecho hasta la fecha."                      (Luna Izquierdo, Contrainformación, 04/01/22)



"La defensa del príncipe Andrés alega que un pacto entre Epstein y su supuesta víctima le blinda contra un juicio.
 
 La Justicia de Estados Unidos ha hecho público este lunes un acuerdo confidencial firmado en 2009 según el cual el fallecido magnate Jeffrey Epstein pagó 500.000 dólares a Virginia Giuffre para que abandonara sus acusaciones por supuestos abusos sexuales cuando ella era menor.

Los abogados defensores del príncipe Andrés de Inglaterra esperan que este documento sirva para desestimar el caso contra él. El pacto extrajudicial, que hasta ahora permanecía bajo secreto, establece que se desestimará cualquier acción legal por parte de Giuffre contra Epstein y contra otros "potenciales acusados" en la presunta trama de tráfico sexual de menores por la que el multimillonario fue investigado y que investiga un juzgado de Nueva York. 

 Esa cláusula, aunque no menciona a Andrés, podría blindar al príncipe, acusado por Giuffre en un tribunal de Nueva York de haber mantenido relaciones sexuales con ella cuando aún era menor en una de las mansiones de Epstein. Eso es lo que espera la defensa del hijo de Isabel II de Inglaterra, que ha insistido en la publicación del acuerdo y que defiende que este libera al príncipe "de cualquier responsabilidad en potencia", según dijo el pasado septiembre durante una vista el abogado Andrew Brettler.

El príncipe Andrés, quien ha negado incluso conocer a Virginia Giuffre —pese a que una fotografía profusamente difundida en los medios lo muestra agarrándola por la cintura— ha tratado de anular el juicio en su contra en varias ocasiones, recientemente por defectos de forma.

Este martes está prevista una audiencia oral para escuchar una solicitud de la defensa para que el caso sea desestimado.

Giuffre sostiene que fue víctima de tráfico sexual

Giuffre, de 38 años, sostiene que fue víctima de tráfico sexual cometido por el financiero Jeffrey Epstein y su mano derecha, Ghislaine Maxwell, y que a raíz de ello sufrió abusos por parte del príncipe Andrés cuando tenía 17 años en Londres, Nueva York y en una isla privada de Epstein en el Caribe.

La mujer —actualmente residente en Australia— interpuso una demanda por la vía civil contra el príncipe británico en agosto pasado en Nueva York, acogiéndose a la Ley de Víctimas Infantiles.

La vista prevista para el martes será la primera desde que Maxwell fuera declarada culpable de tráfico sexual la semana pasada en un juicio estrechamente relacionado al de Giuffre, aunque por la vía penal."            (eldiario.es, 03/01/22)

El acuerdo rubricado por Giuffre y Epstein establece también que sus términos "no constituirán admisión de responsabilidad o culpabilidad por ninguna parte" y que sus términos "no serán usados o desvelados en ningún tribunal o arbitrio u otro procedimiento legal salvo para imponer lo estipulado en este acuerdo", aunque está por ver la validez que el juez de Nueva York concede a ese texto.

 

 

 

 

3/1/22

Ghislaine Maxwell fue declarada culpable de tráfico sexual

 "Ghislaine Maxwell, hija de un magnate de los medios de comunicación británico y expareja del empresario financiero Jeffrey Epstein, fue condenada el miércoles por conspirar durante más de una década con él para reclutar, preparar y abusar sexualmente de niñas menores de edad.

 Un jurado federal en Manhattan determinó que Maxwell, de 60 años, es culpable de tráfico sexual y otros cuatro cargos que fueron formulados en su contra, pero fue absuelta del cargo de tentar a un menor a viajar a través de las fronteras estatales para participar en un acto sexual ilegal.

El juicio ha sido considerado como el ajuste de cuentas de los tribunales contra Epstein, quien nunca llegó a juicio porque fue encontrado muerto en una cárcel de Manhattan en agosto de 2019.

El veredicto fue emitido a última hora de la tarde del quinto día de deliberaciones del jurado. Después de que el jurado envió una nota diciendo que había tomado una decisión, Maxwell, vestida con un atuendo de color oscuro y una mascarilla del mismo tono, fue conducida a la sala del tribunal y se sentó en la mesa de la defensa. La mujer vertió agua de una botella de plástico en un vaso desechable y tomó un sorbo.

Los miembros del jurado entraron en la sala a las 5:04 p. m. “Presidenta del jurado, ¿han llegado a un veredicto?”, preguntó la jueza Alison J. Nathan. “Lo hemos hecho”, dijo la representante del jurado.

Luego, el jueza leyó el veredicto en voz alta: culpable de cinco de los seis cargos. Durante el veredicto, Maxwell se mantuvo quieta, después se tocó la cara, volvió a echar agua en el vaso y tomó otro sorbo. Se inclinó para hablar con uno de sus abogados, quien le dio una palmada en la espalda.

Después de que los miembros del jurado salieron de la sala del tribunal, Maxwell se levantó, miró brevemente a sus hermanos —quienes estaban sentados en la primera fila de la sala del tribunal— y abandonó la sala con rapidez, sin hablar con sus abogados.

Aunque se esperaba que el proceso judicial durara unas seis semanas, el juicio de Maxwell avanzó rápidamente cuando el gobierno redujo su lista de testigos y presentó un caso durante 10 días que se centró en cuatro mujeres que testificaron que habían sido abusadas por Epstein cuando eran adolescentes.

Dos de las mujeres testificaron que Epstein comenzó a participar en actos sexuales con ellas cuando solo tenían 14 años: una de ellas dijo que Maxwell a veces estaba presente en los encuentros y la otra dijo que la acusada abusó sexualmente de ella al tocarle los senos.

Las mujeres describieron a Maxwell, una exsocialité, como una especie de mentora y hermana mayor —una personalidad elegante y sofisticada, según uno de los testimonios— que las llevaba de compras y al cine en lo que los fiscales dijeron que era una táctica para generar confianza. Luego jugó un papel clave en la normalización de los masajes sexualizados con Epstein que, en algunos casos, culminaron en años de abuso sexual.

“La señora Maxwell era una depredadora sofisticada que sabía lo que estaba haciendo”, le dijo la fiscala Alison Moe al jurado durante los alegatos finales la semana pasada. “Ella manipuló a sus víctimas y las preparó para el abuso sexual”.

En gran parte, el veredicto fue un rechazo a la defensa de Maxwell que se centró en un argumento de que el caso del gobierno se basaba en pruebas endebles, la animadversión de los fiscales hacia Epstein y los relatos inconsistentes de mujeres que estaban motivadas por el dinero para acusar a Maxwell.

 A lo largo del juicio, los abogados de Maxwell buscaron plantear dudas sobre el testimonio de las víctimas, enfatizar el distanciamiento entre ella y Epstein y criticar cómo se llevó a cabo la investigación.

“El gobierno quieren que especulen, una y otra vez”, le dijo Laura Menninger, una abogada de Maxwell, al jurado durante los alegatos finales. Dijo que su clienta estaba siendo juzgada por su relación con Epstein. “Quizás ese fue el mayor error de su vida, pero no fue un crimen”, dijo.

Epstein, de 66 años, fue encontrado ahorcado en una celda en agosto de 2019, mientras esperaba ser enjuiciado por cargos de tráfico sexual, y el médico forense de la ciudad de Nueva York dictaminó que se había suicidado.

A pesar de su fallecimiento, su figura tuvo un gran protagonismo en el juicio de Maxwell. Su nombre apareció repetidamente en testimonios y exposiciones, y sus abogados pasaron gran parte del juicio tratando de distanciar a su clienta de Epstein, quien también fue su novio y ahora es visto como uno de los peores delincuentes sexuales en la historia moderna de Estados Unidos.

 Los cargos incluían tráfico sexual de menores, incitar a una persona menor de edad a viajar para participar en actos sexuales ilegales y transportar a una persona menor de edad por las fronteras estatales con el mismo propósito. También fue acusada de conspiración para cometer esos delitos. El cargo principal de tráfico sexual de menores conlleva una sentencia máxima de 40 años, según dicen los fiscales.

Las víctimas de Maxwell incluyen a dos mujeres que testificaron usando pseudónimos: “Jane”, una actriz de telenovelas y “Kate”, una modelo, actriz y cantante británica de una familia adinerada. Una tercera acusadora, Carolyn, solo usó su primer nombre y se describió a sí misma como alguien que abandonó la secundaria, se había vuelto adicta a las drogas y fue abusada sexualmente por su abuelo a la edad de cuarto años. La cuarta acusadora, Annie Farmer, quien tiene un doctorado en psicología educativa y trabaja como terapeuta educativa, testificó con su nombre real.

Aunque las víctimas tenían antecedentes contrastantes, sus relatos sobre cómo fueron atraídas al mundo espeluznante de Epstein compartían un hilo conductor: Maxwell.

 Jane testificó cómo Maxwell, “una mujer alta y delgada” con un “lindo y pequeño yorkie”, se le acercó junto con Epstein. En ese momento, Jane solo tenía 14 años y estaba comiendo helado con unos amigos en un campamento artístico de verano en Michigan. Después de ese encuentro casual fue invitada a la casa de Epstein en Palm Beach, lo que, según los fiscales, fue el inicio de varios años de abusos sexuales.

Carolyn testificó que, cuando también tenía 14 años, un amigo de su novio le preguntó si quería ganar dinero dándole masajes a un hombre que resultó ser Epstein. Maxwell se reunió con ella y su amigo en la puerta de la casa de Epstein en Palm Beach. Carolyn le dijo al jurado que, durante varios años, visitó la casa dos o tres veces por semana para realizar masajes sexualizados en citas coordinadas por Maxwell, a quien dijo que siempre veía cuando entraba a la casa por la puerta de la cocina.

Otros dos testigos, Larry Visoski y David Rodgers, expilotos que habían volado los aviones de Epstein, testificaron que Maxwell tenía una autoridad única entre sus empleados. Ella era su “número 2”, le dijeron los hombres al jurado.

 “Este caso trata sobre Ghislaine Maxwell, sobre los delitos que cometió”, dijo la fiscala Maurene Comey durante su alegato. “Se trata de las niñas que contactó, las acciones que cometió para colaborar con el abuso de esas niñas. Se trata de su propia participación en esos abusos”, señaló Comey."                           

(Benjamin WeiserRebecca Davis O’Brien y

12/6/20

La odisea de Sarah Ransome, la mujer que intentó huir a nado de la «isla de las orgías» de Epstein... que para sus vecinos era, simplemente, «la isla del pedófilo»

"«Me encanta vivir en España porque está muy lejos. Jeffrey Epstein jamás me podría encontrar aquí. Me llamó Sarah Ransome y en 2006 Jeffrey Epstein traficó sexualmente conmigo»

Estamos en el tercer capítulo de Jeffrey Epstein: asquerosamente rico, la mini serie documental que se ha convertido estos días en lo más visto en Netflix España. Dirigida por Lisa Bryant  y basada en el libro homónimo que publicó en 2017 James Patterson, escritor y vecino de Epstein en Palm Beach, el documental ahonda, a través del relato de sus víctimas, en la pirámide de abusos, pedofilia y tráfico de menores que tejió el multimillonario durante décadas hasta que se suicidó, según la versión oficial, en su celda en Manhattan el 10 de agosto de 2019 a la espera de ser juzgado por tráfico sexual. 

En este momento de la serie, centrado en explicar las dinámicas de violaciones y abusos en la conocida como «isla de las orgías» que el financiero poseía en las islas Vírgenes, conocemos por primera vez a Ransome, una británica nacida en Sudáfrica que, por lo que se desprende del documental, ahora reside cerca de la costa del Garraf. Así es presentada, con unos planos aéreos de Sitges (Barcelona), con la joven caminando por el paseo marítimo de la ciudad.


La suya es una de las historias destacadas del documental: ella fue quien intentó escapar a nado de la isla privada del magnate en 2006, pero no pudo hacerlo y fue capturada de nuevo por Epstein. También ha sido una de las mujeres que más activamente ha luchado por vocear y denunciar en los juzgados la consentida red de trata sexual del financiero.

¿Quién es?


Sarah Ransome nació en Johannesburgo en 1984. Hija de padres británicos, su abuelo materno es lord Gordon Macpherson, el segundo barón de Drumochter, un título asociado al condado de Essex, en Reino Unido. La suya, no obstante, no fue una infancia fácil. Según explicó la propia Ransonme en una entrevista  en septiembre de 2019 a The Telegraph, ocho años antes de que Epstein traficase sexualmente con ella, fue violada por un adinerado compañero de clase de su hermano cuando apenas tenía 14 años. La policía sudafricana desestimó el caso cuando presentó la denuncia a las autoridades y ahí llegó la primera vez que intentó suicidarse.


La adolescente cambió Sudáfrica por las Highlands escocesas, mudándose con sus tíos, se matriculó en la Universidad de Edimburgo, pero la abandonó, según explicó, por motivos económicos y por una relación abusiva que la dejó «sin dinero». En septiembre de 2006, a sus 22 años, decidió mudarse a Nueva York, «donde se cumplen los sueños», para estudiar moda. A las dos semanas de aterrizar en Manhattan conoció a una de las intermediarias de la red de tráfico sexual de Epstein, Natalya Malyshev, en una discoteca de la ciudad, el club Quo. «Al momento se hizo amiga mía, parecía mi mejor amiga. Me contó que conocía a un tío increíble, una especie de filántropo. Me dijo que era buen tío y que él podía hacer mis sueños realidad», cuenta Ransome en el documental. Ese «buen tío» era Jeffrey Epstein.

¿Cómo entró en contacto con Epstein?


Ransome conoció al financiero a través de Malyshev, una de las mujeres que conducía su, como dicen en un momento de la serie, «esquema piramidal de abusos». Ella fue quien organizó su primera cita, que consistió en ir al cine juntos en Nueva York. «Fue encantador, carismático, amable, atento. La verdad es que me escuchaba», cuenta la británica en la cinta. A los dos días, Malyshev la llamó por teléfono: «Le has caído genial», le dijo. 

El siguiente paso era una invitación a su isla privada en las islas Vírgenes, Little Saint James, esa a la que los vecinos llamaban «la isla del pedófilo»; Epstein la apodaba «Little Saint Jeff’s» y su séquito y la prensa, «la isla de las orgías». Por aquel terreno supuestamente paradísiaco pasaron desde invitados y amigos personales a, según extrabajadores de Epstein,  figuras tan conocidas y poderosas como el expresidente Bill Clinton (él lo ha negado) o el príncipe Andrés de Inglaterra.


En el vuelo de ida, en su avión privado, Ransome ya tuvo un mal presagio. «Pasó una cosa curiosa: Jeffrey mantenía relaciones sexuales con una chica delante de todos. Todo el mundo fingía estar dormido. Fue muy traumático«. Ransome fue violada la primera tarde que pasó en el supuesto paraíso del financiero. «Natalya dijo que Epstein quería verme en su habitación. Cuando llegué, había una camilla de masajes. Me pidió que me tumbase y allí me violó. Era como estar en una mesa de operaciones y no poder hacer nada mientras te hacen de todo por tu cuerpo. Cuanto más daño te hacía, más disfrutaba con tu dolor», rememora la británica en el documental.

Por qué intentó escapar a nado de la isla


«Fue un día que me había violado tres veces», cuenta la británica en la cinta. «Él hacía cosas que ningún hombre debería hacer a una mujer. Y las hacía sin parar, me cansé». Sarah creyó ver la luz: vio un quad sin conductor, saltó sobre él y, según explicó a The Telegraph, buscó el rincón más remoto de la isla para saltar al mar y tratar de huir a nado hasta Saint Thomas.

 «En ese punto en el que estaba, hasta un tiburón hubiese sido mi mejor amigo. Nunca pensé en nada más, solo quería salir de allí». No pudo ir muy lejos. La isla estaba llena de videocámaras y en pocos minutos apareció todo un equipo para persuadirla de que volviese a la casa. Volvió pero abandonaría toda conexión con Epstein al poco tiempo, cuando éste le pidió que reclutase a «otra asistente» y que viajase hasta Sudáfrica para buscar a una joven de 18 años y modelo a la que añadir a su red de tráfico sexual. Ella se negó en rotundo y dejó Nueva York.


En 2017, contrató a los abogados David Boies y Sigrid McCawley y lo demandó, también a Ghislaine Maxwell, su confidente, y a tres asistentes más por tráfico sexual durante siete meses. Según explicó Ransome en esa entrevista en profundidad, «en seis meses nunca le vi trabajar. Ni un día. Nunca trabajaba, se pasaba el día abusando de nosotras».

Si bien ella ha querido dejar claro que en ningún momento se considera una víctima («soy una superviviente») y que fue consciente de lo que hacía en todo momento, sí que ha destacado por activa y por pasiva que el carácter depredador de Epstein le hacía reclutar a jóvenes y niñas desvalidas o dañadas por el sistema. Pese a su conexión familiar con la nobleza, Ransome ha asegurado que en aquella época estaba sin blanca tras una relación tóxica en Edimburgo. «Jeffrey era un depredador de niñas que no tenían nada. Chavalas que estaban casi en la calle. Yo prácticamente era una sintecho. Salía de una relación de abusos en Edimburgo. No tenía dinero», explicó al rotativo. «Epstein me prometió un visado, una plaza en el Fashion Institute de Nueva York. Él tenía todo ese poder sobre mí».


Cuando no estaba en la isla, Ransome vivió en un edificio que poseía Epstein en el Upper East Side de Nueva York. No tenía ni idea de qué pasaba con el resto de chicas, porque el financiero se aseguraba de que no se hicieran amigas. Epstein controlaba su vida: qué comía, qué vestía, sus médicos (le pagó un psiquiatra para saber cómo andaba su depresión) y su apariencia física. En la misma entrevista al diario británico, Ransome cuenta cómo le obligaron a perder peso durante la etapa en la que traficaron sexualmente con ella. «Me ponían platos de comida delante mío, y los tiraban. 

Entonces le decían al chef que solo me diera un par de rodajas de pepino y un tomate. Me tenía que sentar en la mesa, muerta de hambre y ver cómo el resto comía». En la isla llegó a comprobar cómo se quedaban con su pasaporte, algo que, al parecer, era una constante en la red de Epstein. En una denuncia de 2015 contra Maxwell, una de las amas de llaves declaró que una niña de 15 años sueca le dijo que Ghislaine se había quedado con su pasaporte en la isla y la obligó a mantener relaciones sexuales con Epstein.


Qué ha sido de ella


Ransome vive en España, presumiblemente en la costa de Garraf, por lo que desprende el documental y, según explicó a The Telegraph, estudia programación informática y reside junto a su pareja. Su familia, pese a las reticencias en un principio de hacer público su caso, la ha apoyado en el proceso judicial.


Qué sabemos de la «isla de las orgías»


Según recogía en un artículo The Cut, Epstein compró Little St. James en 1998 por 7,95 millones de dólares (unos siete millones de euros). Emplazada entre las islas más grandes de St. Thomas y St. John, después de comprar el terreno de unas 30 hectáreas, Epstein, según Bloomberg, equipó la isla con enormes palmeras, múltiples edificios y una plataforma para helicópteros.


Aunque no se sabe mucho sobre el interior de la residencia principal –todas las imágenes del documental son tomadas por drones–, un exempleado dijo que Epstein tenía dos oficinas, a las que no se le permitía entrar a nadie más que a la encargada de la manutención y limpieza, donde guardaba cajas de seguridad. Un excontratista de comunicaciones que trabajó para Epstein desde 1999 hasta 2005 también arrojó luz sobre lo que se encontraba dentro de la residencia de Epstein.

 Al igual que en el interior de su mansión en Palm Beach (Florida) y tal como pudo comprobar la policía en el registro de su residencia en Nueva York, en esta casa, Epstein también contaba con innumerables fotos de mujeres desnudas. «Había fotos de mujeres en topless en todas partes», dijo el contratista Steve Scully, el experto en comunicaciones que también aparece en Epstein: asquerosamente rico, a ABC News. «Estaban en su escritorio, en su oficina, en su habitación».

Mientras Epstein se enfrentó al caso judicial de 2007 por las acusaciones de acceder a servicios de prostitución en Florida, según los informes legales a los que tuvo acceso la NBC, durante ese periodo de tiempo, el magnate tuvo tiempo para ordenar la construcción en su isla privada de un spa, una sala de estar que se conectaría a un teatro, una nueva cocina y dos nuevas habitaciones. En total, buscó expandir su residencia en casi seis mil metros cuadrados, una transformación que convirtió su casa principal en una mansión.


Los seguidores de la última temporada de The Good Fight (que ha dedicado un episodio a las teorías de la conspiración que rodean al suicidio del magnate) habrán comprobado que en Asquerosamente rico también aparece el enigmático edificio de rayas azules con una bóveda dorada (la bóveda ya no existe, voló en 2017 con el huracán Irma). Según investigó Insider, no se sabe qué llevó a Epstein a construir ese templo, pero una de las teorías es que sirvió para que pudiese practicar piano: los trabajadores, según desveló AP, lo describían como una habitación de música con paredes acústicas y un gran piano en su interior. Otras teorías desprenden que era un simple gimnasio presidido por una foto en topless de una mujer gigante.


Según recogía The Cut, una investigación de Fox News reveló que la isla servía como base de operaciones para su trama de tráfico sexual y que Epstein contaba con un equipo de personas para que traficase con niñas de 12 años en adelante. Las menores y las jóvenes llegarían en su avión y serían llevadas a la isla desde St Thomas en un barco de su propiedad que se llamaba Lady Ghislaine. 

Una vez allí, las jóvenes serían cautivas e incluso se les retiraba el pasaporte, así lo denunció Ransome. Para ella, la explotación sexual de menores era vox populi. «Las autoridades que nos recibían en el aeropuerto, y lo veían con cinco niñas, lo saludaban como si fuera una celebrity. Nadie decía nada, pero todos lo sabían. Lo sabían los que recogían el equipaje, los pilotos, el personal del aeropuerto. Todos lo sabían». Sus vecinos, sin ir más lejos, también: para ellos, simplemente, era «la isla del pedófilo»."                     (SModa, El País, 10/06/20)

1/6/20

¿Qué dijo la supermodelo Karen Mulder en aquel plató de televisión para que se destruyesen las grabaciones? Afirma que tanto ella como otras modelos han sufrido explotación sexual sistemática por parte de su agencia –la prestigiosa Elite–, y extiende sus acusaciones a todo tipo de personalidades de la sociedad francesa, políticos, policías, empresarios...

"31 de octubre de 2001. La famosa modelo Karen Mulder acude como invitada a un programa de la cadena de televisión France 2 llamado Tout le Monde en Parle (Todo el mundo está hablando de esto). 

Durante la entrevista, relata que ha sido violada de forma continuada desde que tenía dos años hasta el anterior mes de abril. Afirma que tanto ella como otras modelos han sufrido explotación sexual sistemática por parte de su agencia –la prestigiosa Elite–, y extiende sus acusaciones a todo tipo de personalidades de la sociedad francesa, políticos, policías, empresarios, incluido el príncipe Alberto de Mónaco, con el que se la había relacionado en el pasado, y al que acusa de haberla violado.

Asegura que la han obligado a consumir drogas, que ejecutivos la hipnotizaron para abusar de ella y que la coaccionaron para mantener relaciones sexuales a cambio de conseguir mejores contratos. “Después de cinco minutos me di cuenta de que estaba enferma”, declararía el presentador, Thierry Ardisson, al diario Libération. “Detuve la entrevista y decidimos no emitirla, incluso si eso significa ser acusados de censura. Hubiera sido una superexclusiva. Quizás había algunas cosas verdaderas en su testimonio, pero era obvio que no estaba en su estado normal. Cuando se fue, me dijo: “Tú también eres parte del complot”.

Karen no se encontraba allí por casualidad ni el tema de los abusos surgió por sorpresa. El objetivo del programa era debatir un polémico documental de la BBC rodado dos años atrás en el que se denunciaba la explotación sexual que sufrían modelos muy jóvenes, muchas adolescentes, por parte de figuras prominentes de la agencia Elite. Mulder era un testimonio de peso que conocía de primera mano el mundo de la moda en general y el funcionamiento de Elite en particular por una condición de la que muy pocas personas en la tierra podían presumir: haber sido una supermodelo.

Nacida en Holanda el 1 de junio de 1970, siendo apenas una adolescente Karen fue finalista del prestigioso concurso de belleza Elite Model Look. Fichó por la agencia y comenzó a trabajar para ellos con gran éxito: antes de cumplir los 18 ya estaba desfilando para las grandes marcas de la industria, de Versace a Yves Saint Laurent. Apodada “la rubia con clase”, protagonizó portadas de diferentes cabeceras internacionales de Vogue o Elle y logró dos hitos que marcaban la diferencia entre las modelos de primera clase y las del montón: salir en el número de bañadores de Sports Illustrated y desfilar como uno de los ángeles de Victoria’s secret.

El auge de su carrera había coincidido un momento muy concreto que supuso la aparición del fenómeno de las supermodelos. A principios de los noventa, la industria de la moda se puso de moda, nunca mejor dicho; las anteriores casi anónimas maniquíes se habían aupado hasta convertirse en celebridades globales, famosas al nivel de actores o cantantes, y con ellas, su estilo de vida, identificado como lujoso, glamouroso y divertido, había pasado a ser un objeto de deseo para miles de personas por todo el planeta. Karen había formado parte del exclusivísimo grupo de las más buscadas, solicitadas y mejor pagadas junto a Naomi Campbell, Cindy Crawford, Christy Turlington, Linda Evangelista, Stephanie Seymour o Claudia Schiffer. Decidió dejar de forma voluntaria dejar de desfilar en pasarelas en el 1997 y de forma sorpresiva, abandonó del todo la profesión en año 2000.

Durante esa época, las sombras de una profesión en la que se juntaban grandes cantidades de dinero con mujeres muy jóvenes, a menudo menores de edad, que se ganaban la vida con su aspecto físico habían ido encendiendo algunas alarmas, y el documental de la BBC que se debatía aquella noche en la televisión francesa era muestra de ello. Grabado en 1999, el documental afirmaba, sin ambages, que modelos adolescentes eran explotadas sexualmente por ejecutivos de Elite. Dos trabajadores de la empresa fueron despedidos, pero tras varias demandas de la agencia por difamación, la cadena tuvo que admitir que podía haber tergiversado las declaraciones de algunos de los empresarios grabados y que habían presionado a alguno de ellos para obtener el tipo de material que buscaban.

Entre desmentidos, acusaciones cruzadas y discusiones sobre periodismo de investigación sospechoso en un tema morboso de por sí, había sin duda mucho que debatir con Karen Mulder en Tout le Monde en Parle, pero el resultado excedió las expectativas. Además de no emitir jamás el fragmento en el que la antigua modelo lanzaba sus potentes acusaciones, la cinta fue destruida. Sin embargo, el programa se grababa con público en directo, y aunque se les conminó a guardar silencio sobre lo que habían presenciado, pronto comenzaron a circular rumores por Internet y llegaron correos electrónicos a las redacciones donde se explicaba lo ocurrido.

Tres días después de la conversación abortada, un periodista consiguió entrevistar de nuevo a Mulder. A él le repitió todo lo que había dicho en el programa, empezando con que una persona de su entorno familiar había abusado sexualmente de ella cuando tenía dos años, y que en su familia había varios pedófilos que la emplearon como esclava sexual. Aseguraba que al poco de llegar a París dos fotógrafos la habían violado y tras su denuncia, fueron despedidos, y repetía sus argumentos contra Elite dando todo tipo de detalles escabrosos. Medios como Paris Match declinaron comprar la entrevista, pero la revista VSD aceptó y las palabras de la modelo vieron la luz la primera semana de enero de 2002. Así fue como el escándalo se hizo masivo.

Durante la charla con el periodista, Mulder daba nombres tanto de los familiares como de los ejecutivos a los que acusaba, pero la revista no los reproducía para evitar cualquier tipo de conflicto legal, aunque según algunos las fotografías que ilustraban el reportaje dejaban poco lugar a las especulaciones. Había frases estremecedoras, pero a la vez todo era tan extremo que algunos lectores entendieron que se trataba de obvios delirios de alguien con una enfermedad mental.

 “Todos los que me traicionaron eran gente a la que quería mucho. Luego me di cuenta de hasta dónde llegaba la conspiración. Estaba metida gente del gobierno y de la policía, que utilizaban a chicas de Elite”, aseguraba Karen Mulder, además de mencionar que habían usado “trucos hipnóticos” y “sistemas de rociadores” contra ella.

 “Han tratado de secuestrarme y envenenarme”, decía en un momento. “Todas las personas que mi familia frecuentaba eran pedófilas”, denunciaba en otro. “Ahora me doy cuenta de que hay toda una trama a mi alrededor, es enorme. Se trata de personas en el gobierno y en la policía que usan chicas de agencias de modelos, incluso las más conocidas... Yo era un juguete que todos querían tener”. 

Clamar que todo era una conspiración en su contra sonaba a argumento de persona paranoica, algo que parecía confirmarse porque horas después de entrevistarse con el periodista, Mulder fue ingresada en un hospital psiquiátrico a petición de su hermana Saskia, también modelo de Elite, con el permiso de sus padres.

Cuando el número de VSD vio la luz, todo esto se había hecho público y había estallado el “caso Karen Mulder”. Muchos criticaron a la revista, acusándola de aprovecharse del frágil estado mental de una persona para vender más ejemplares con declaraciones escandalosas sin sentido. El director de VSD aseguraba que Mulder estaba consciente y cuerda y sabía muy bien lo que decía. En torno a esta diatriba se desarrollaría toda la polémica posterior: ¿estaba Karen Mulder desequilibrada por todo lo que le había sucedido o estaba desequilibrada a secas y se lo había inventado todo?

No todo eran testimonios en televisión o revistas. La modelo también acudió a la brigada antiproxenetismo de la policía francesa, donde realizó una declaración formal repitiendo lo mismo que había contado ante los medios. Pero la investigación judicial no llegó a ninguna conclusión. El caso de Karen Mulder, con las posibles implicaciones de turbios tejemanejes en la industria de la moda que pudiese tener, quedó empañado para convertirse en otra caída libre de personaje que se derrumba por fases ante los ojos del público.

Para empezar, estuvo cinco meses ingresada y sedada en el hospital Montsouris. En un giro sorpresivo de los acontecimientos, las facturas del centro las pagó Gerald Marie, ex marido de Linda Evangelista y también el ex presidente de Elite que habían figurado en el reportaje de la BBC por ofrecer dinero a una modelo quinceañera a cambio de sexo. Algunos medios apuntaban a que era uno de los hombres a los que Karen había acusado de violación. El padre de Mulder manifestó que la culpa de todo se debía al consumo de cocaína de su hija y a la presión que había experimentado en su vida profesional.

Cuando salió del psiquiátrico, Karen se retractó de todo lo expuesto –excepto de los abusos sufridos de niña– y recuperó la carrera musical que había iniciado en el 97, al retirarse de las pasarelas, sacando el tema I am what I am. Su éxito como canción veraniega fue mediano, y la promoción incluyó de nuevo una visita al plató de Tout le Monde en Parle en la que solo se mencionó de pasada lo sucedido menos de un año atrás. 

En diciembre de 2002 la historia tomaba un cariz todavía más trágico: Mulder fue encontrada en coma en su apartamento de París tras ingerir una sobredosis de barbitúricos. Fue su expareja, Jean-Yves Le Fur, el que dio la voz de alarma. Éste había saltado a la fama a principios de los noventa como primer novio formal de la princesa Estefanía de Mónaco hasta que se publicó que era un “sinvergüenza y un cazadotes sin estudios” que había estado en prisión por estafa.

Los siguientes años de la modelo permanecieron casi en el anonimato. Tuvo una hija, Anna, de paternidad nunca revelada al público y volvió a subir a las pasarelas de forma ocasional, pero la siguiente ocasión en la que volvió a copar titulares fue por otro motivo triste: agredir a su cirujana plástica en 2009. Desde entonces, se la ha fotografiado en Saint Tropez o Saint Barth, en imágenes que se vendieron con el gancho “Karen Mulder irreconocible”, aunque teniendo en cuenta el tiempo que ha pasado desde sus años como supermodelo y su lozano aspecto general, sería discutible la aseveración de que ha cambiado tanto.

Apenas se recuerda lo que ocurrió hace casi veinte años, y si se menciona, es como un ejemplo de derrumbe emocional o de trastorno mental asociado al siempre exigente y conflictivo mundo de la moda. Pero lo cierto es que en su discurso tal vez inconexo y fácilmente ridiculizable había unas cuantas verdades incómodas. 

La explotación que algunos personajes de la industria ejercían de forma sistemática sobre mujeres jóvenes y muchas veces inexpertas siempre ua había sido denunciado décadas antes del movimiento #MeToo. En 1988, en el segmento American Girls in Paris del programa estadounidense 60 minutos, varias maniquíes, algunas menores, denunciaban haber sido drogadas y violadas por empresarios como Claude Haddad y Jean-Luc Brunel, al frente de prestigiosas agencias.

Aparecía también la sempiterna acusación de ser coaccionadas para mantener sexo con hombres ricos y mayores a cambio de trabajar con marcas más prestigiosas. Y, sin entrar en el proceloso asunto del abuso de modelos en general (véase lo que ocurrió con el documental de la BBC), los apartados más concretos de su discurso concordaban de lleno con los de otras mujeres que habían estado en su misma situación. 

La joven sueca Ebba Karlsson atestiguó que Gerald Marie había abusado de ella durante un casting en París, y la también famosa modelo Carré Otis aseguró en su biografía que cuando tenía 17 años había sido violada por el mismo Marie, entonces prometido de Linda Evangelista.

Puede esgrimirse que todo esto no son acusaciones investigadas y probadas por la justicia, sino testimonios de algo delictivo que sucedió años atrás, pero si algo ha ocurrido en los últimos años gracias a casos como el de Harvey Weinstein o Jeffrey Epstein es que las dinámicas de poder profundamente desiguales que se dan en ciertas ambientes provocan que las víctimas de abusos hayan estado del todo desprotegidas.

 El hecho mismo de denunciar era conflictivo porque tenían mucho más que perder si hablaban que si guardaban silencio. Resulta difícil discernir qué había de fidedigno en las declaraciones de Karen Mulder y qué era fruto de una grave crisis de ansiedad, pero la sospecha de que lo que se tildó como delirios de una desequilibrada escondía algo mucho más siniestro y perverso permanece hoy con más fuerza que nunca."                   (Raquel Piñeiro, El País, 01/06/20)