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3/5/23

Estados Unidos y sus crímenes de guerra en la guerra contra el terrorismo

 "Durante las dos últimas décadas, la Corte Penal Internacional se ha centrado en los crímenes de guerra y los criminales que han actuado en África.  En el último mes, sin embargo, el tribunal ha emitido una orden de detención contra el Presidente ruso Vladimir Putin y su Comisionado para los Derechos del Niño.  Nuestro propio Departamento de Justicia está incluso considerando una acusación federal contra los dirigentes sirios responsables de la tortura y ejecución de una trabajadora estadounidense de derechos humanos, Layla Shweikani.  

Los crímenes de guerra del presidente sirio Basher al Assad son bien conocidos, pero esta sería la primera vez que Estados Unidos acusa penalmente a funcionarios sirios por abusos contra los derechos humanos. No hay indicios, sin embargo, de que la CPI o el Departamento de Justicia vayan a ocuparse de los crímenes de guerra cometidos por Estados Unidos durante su Guerra Global contra el Terrorismo tras los atentados del 11-S en Nueva York y Washington.

Los principales medios de comunicación han prestado cada vez más atención a la cuestión de los crímenes de guerra, así como al 20 aniversario del inicio de la guerra de Irak, pero no ha habido ningún intento de vincular las cuestiones.  La guerra en sí podría calificarse de crimen de guerra o "crimen contra la paz", que fue la acusación contra Alemania presentada en los Juicios de Núremberg de 1945 y 1946.  Los crímenes de guerra más destacados fueron el programa de detenciones y entregas de la Agencia Central de Inteligencia, así como el sádico programa de torturas y abusos, que han estado desprovistos de toda responsabilidad.  Una de las líderes del programa, Gina Haspel, incluso llegó a ser directora de la CIA de Donald Trump.

 Tampoco se ha prestado atención al papel del ejército estadounidense en las entregas y detenciones, incluida la detención de personas sospechosas de haber participado en el 11-S.  Hay muchas razones para cerrar la prisión de Guantánamo en tiempos de guerra, pero la más obvia tiene que ver con los prisioneros allí recluidos que nunca han sido acusados de un delito durante un periodo de 20 años y/o que fueron sometidos a numerosas formas de tortura y abusos.  Fue el vicepresidente Dick Cheney quien convenció al presidente George W. Bush para ubicar la prisión de Guantánamo en Cuba, en un esfuerzo por ponerla fuera del alcance del sistema judicial estadounidense.  Un tribunal federal de apelación sigue tratando la cuestión de si los presos de Guantánamo tienen derecho a un proceso con las debidas garantías según la Constitución, pero los dictámenes pertinentes no se han hecho públicos porque, al parecer, contienen información clasificada.  Una vez más, somos testigos de la aplicación de clasificaciones de seguridad para ocultar información embarazosa.

 La defensa más inusual y extraña del programa de la CIA vino del actual director jurídico nacional de la Unión Americana de Libertades Civiles, David Cole, que escribió un escrito exculpatorio para la CIA en el New York Times en 2015.  Cole, el primer galardonado con el premio de la ACLU por sus contribuciones a las libertades civiles, argumentó que la CIA recibió una "mala reputación" en el informe exhaustivo del Comité de Inteligencia del Senado sobre tortura y abusos, y concluyó que la CIA fue "tratada injustamente" en el informe.  Cole no mencionó en ninguna parte que la CIA comenzó sus diversas torturas antes de que el Departamento de Justicia emitiera sus denominados Memorandos sobre la Tortura, que "sancionaban" determinadas medidas, e incluso mintió a la Casa Blanca sobre detalles concretos del programa, en particular sobre el hecho de que muchas de las técnicas se utilizaban a la vez.

Cole nunca mencionó los aspectos más inconcebibles de la tortura y los abusos de la CIA, como la "alimentación rectal" y la "hidratación rectal", que consistían en una mezcla "en puré" de hummus y pasas que se "infundía rectalmente".  La CIA justificó estas técnicas como "necesarias desde el punto de vista médico", y nunca reconoció que dichas técnicas se aplicaron en algunos casos a personas que probablemente eran inocentes.  También hubo ejemplos de tapones rectales insertados a cautivos inocentes en el momento de su captura, lo que dio lugar a sus denuncias de haber sido violados.

Tres ex directores de la CIA (George Tenet, Porter Goss y Michael Hayden), así como ex directores adjuntos (John McLaughlin y Steve Kappes) testificaron que estas técnicas funcionaban; no fue así.  Cole no menciona al director de la CIA, John Brennan, quien explicó que "el presidente nos dijo que lo hiciéramos, e hicimos lo que nos dijeron".  Esto debería haber sonado a Nuremberg para un constitucionalista como Cole.

La CIA incluso publicó por la vía rápida un libro engañoso sobre el programa de torturas y abusos que permitía a cinco ex directores y subdirectores de la CIA, así como a otros altos cargos, defender las "técnicas de interrogatorio mejoradas", el eufemismo de la CIA para referirse a la tortura.  El libro, titulado "Rebuttal" (Refutación), fue diseñado para desafiar el estudio autorizado del Comité de Inteligencia del Senado sobre la tortura y el abuso que el director de la CIA, Brennan, hizo todo lo posible por matar.

"Rebuttal" formaba parte de una campaña en toda regla que la CIA adoptó para influir en la opinión pública, lo que constituía una violación de los estatutos de la CIA, que no permiten este tipo de campaña de propaganda en casa.  Tenet creó un sitio web llamado CIASAVEDLIVES.com, y el ex director adjunto Michael Morell escribió un libro titulado "La gran guerra de nuestro tiempo" para defender la tortura y los abusos.  Señaló que sólo la Asesora de Seguridad Nacional Condi Rice se opuso a una de las técnicas de la CIA que no podía utilizarse porque "cruzaba la línea moral de la Casa Blanca".  Me estremezco al pensar en lo que podría haber sido.

 Además de los cargos que se les podrían haber imputado, un castigo adecuado para estos ex funcionarios de la CIA habría sido ser obligados a ver las 92 cintas de tortura que grababan las sádicas técnicas utilizadas.  Afortunadamente para ellos, sin embargo, el director de interrogatorios, José Rodríguez, desafió las órdenes de la Casa Blanca de proteger las cintas.  Ordenó su destrucción, Haspel envió el cable con la orden de Rodriquez y varios funcionarios de la CIA en el extranjero llevaron a cabo el encargo."           

(Melvin A. Goodman es investigador principal del Centro de Política Internacional y profesor de Gobierno en la Universidad Johns Hopkins. Brave New Europe, 27/04/23; traducción DEEPL)

18/11/21

Masacre que no se filtra no existe... los observadores civiles que llegaron al área encontraron casi un centenar de cuerpos destrozados de niños y mujeres... las imágenes satelitales sólo mostraron que donde cuatro días atrás había un barrio modesto sobre el río Eufrates y en un área bajo el control de la “coalición democrática”, ahora no quedaba nada. La Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea de estados Unidos se negó a explicar el misterio

 "El 8 de marzo de 2019 los analistas de un comando militar estadounidense localizado en la millonaria península de Catar, se encontraban observando una calle de un pueblo pobre en Siria a través de imágenes de alta definición captadas por un dron inteligente. En la conversación que quedó grabada, los analistas reconocieron que la multitud estaba compuesta mayormente por niños y mujeres.

 A un costado, un hombre portaba un arma, pero todo parecía desarrollarse de forma tranquila. Hasta que una bomba de 220 kilogramos fue arrojada desde un poderoso F-15E, justo sobre la multitud. Doce minutos más tarde, cuando los sobrevivientes de la primera bomba comenzaban a correr o a arrastrarse, el mismo avión arrojó dos bombas más, esta vez de una tonelada de explosivos cada una y a un costo de un millón de dólares por explosión.

A 1870 kilómetros, en el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas del ejército estadounidense en la base de Al Udeid en Catar, los oficiales observaron la masacre en vivo. Alguien en la sala preguntó, sorprendido, de dónde había partido la orden. 

Al día siguiente, los observadores civiles que llegaron al área encontraron casi un centenar de cuerpos destrozados de niños y mujeres. La organización de derechos humanos Raqqa Is Being Slaughtered publicó algunas fotos de los cuerpos, pero las imágenes satelitales sólo mostraron que donde cuatro días atrás había un barrio modesto sobre el río Eufrates y en un área bajo el control de la “coalición democrática”, ahora no quedaba nada. La Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea de estados Unidos se negó a explicar el misterio.

Luego se supo que la orden del bombardeo había procedido de un grupo especial llamado “Task Force 9”, el cual solía operar en Siria sin esperar confirmaciones del comando. El abogado de la Fuerza Aérea, teniente coronel Dean W. Korsak, informó que muy probablemente se había tratado de un “crimen de guerra”. Al no encontrar eco entre sus colegas, el coronel Korsak filtró la información secreta y las medidas de encubrimiento de los hechos a un comité del Senado estadounidense, reconociendo que, al hacerlo, se estaba “poniendo en un serio riesgo de represalia militar”. Según Korsak, sus superiores se negaron a cualquier investigación. “La investigación sobre los bombardeos había muerto antes de iniciarse”, escribió. “Mi supervisor se negó a discutir el asunto conmigo”.

Cuando The New York Times realizó una investigación sobre los hechos y la envió al comando de la Fuerza Aérea, éste confirmó los hechos pero se justificó afirmando que habían sido ataques necesarios. El gobierno del presidente Trump se refirió a la guerra aérea contra el Estado Islámico en Siria como la campaña de bombardeo más precisa y humana de la historia.

El 13 de noviembre el The New York Times (NYT) publicó su extensa investigación sobre el bombardeo de Baghuz. De la misma forma que esta masacre no fue reportada ni alcanzó la indignación de la gran prensa mundial, así también será olvidada como fueron olvidadas otras masacres de las fuerzas de la libertad y la civilización en países lejanos.

El mismo diario recordó que el ejército admitió la matanza de diez civiles inocentes (siete de ellos niños) el 10 de agosto en Kabul, Afganistán, pero este tipo de reconocimiento público es algo inusual. Más a menudo, las muertes de civiles no se cuentan incluso en informes clasificados. Casi mil ataques alcanzaron objetivos en Siria e Irak solo en 2019, utilizando 4.729 bombas. Sin embargo, el recuento oficial de civiles muertos por parte del ejército durante todo el año es de solo 22. En cinco años, se reportaron 35.000 ataques pero, por ejemplo, los bombardeos del 18 de marzo que costaron la vida a casi un centenar de inocentes no aparecen por ninguna parte.

En estos ataques, varias ciudades sirias, incluida la capital regional, Raqqa, quedaron reducidas escombros. Las organizaciones de derechos humanos informaron que la coalición causó miles de muertes de civiles durante la guerra, pero en los informes oficiales y en la prensa influyente del mundo no se encuentran, salvo excepciones como el de este informe del NYT. Mucho menos en los informes militares que evalúan e investigan sus propias acciones.

Según el NYT del 13 de noviembre, la CIA informó que las acciones se realizaban con pleno conocimiento de que los bombardeos podrían matar personas, descubrimiento que podría hacerlos merecedores del próximo Premio Nobel de Física. 

En Baghuz se libró una de las últimas batallas contra el dominio territorial de ISIS, otro grupo surgido del caos promovido por Washington en Medio Oriente, en este caso, a partir de la invasión a Irak lanzada en 2003 por la santísima trinidad Bush-Blair-Aznar y en base a las ya célebres mentiras que luego vendieron como errores de inteligencia. Guerra que dejó más de un millón de muertos como si nada. 

Desde entonces, cada vez que se sabe de alguna matanza de las fuerzas civilizadoras, es por alguna filtración. Basta con recordar otra investigación, la del USA Today que hace dos años reveló los hechos acontecidos en Afganistán el 22 de agosto de 2008. Luego del bombardeo de Azizabad, los oficiales del ejército estadounidense (incluido Oliver North, convicto y perdonado por mentirle al Congreso en el escándalo Irán-Contras) informaron que todo había salido a la perfección, que la aldea los había recibido con aplausos, que se había matado a un líder talibán y que los daños colaterales habían sido mínimos. No se informó que habían los habían recibido a pedradas, que habían muerto decenas de personas, entre ellos 60 niños. Un detalle.

Mientras tanto, Julian Assange continúa secuestrado por cometer el delito de informar sobre crímenes de guerra semejantes. Mientras tanto los semidioses continúan decidiendo desde el cielo quiénes viven y quiénes mueren, ya sea desde drones inteligentes o por su policía ideológica, la CIA. Este mismo mes, la respetable cadena de radio estatal de Estados Unidos, NPR (no puedo decir lo mismo de la mafia de las grandes cadenas privadas), ha reportado que hace un año la CIA debatió entre matar o secuestrar a Julian Assange.

La conveniente, cobarde y recurrente justificación de que estos ataques se tratan de actos de “defensa propia” es una broma de muy mal gusto. No existe ningún acto de defensa propia cuando un país está ocupando otro país y bombardeando inocentes que luego son etiquetados como “efectos colaterales”.

Está de más decir que ninguna investigación culminará nunca con una condena efectiva a los responsables de semejantes atrocidades que nunca conmueve a las almas religiosas. Si así ocurriese, sólo sería cuestión de esperar un perdón presidencial, como cada mes de noviembre, para Acción de Gracias, el presidente estadounidense perdona a un pavo blanco, justo en medio de una masacre de millones de pavos negros.

Nadie sabe y seguramente nadie sabrá nunca los nombres de los responsables de esta masacre. Lo que sí sabemos es que en unos años volverán a su país y lucirán orgullosas medallas en el pecho que sólo ellos saben qué significa. Sabemos, también, que al verlas muchos patriotas les agradecerán “por luchar por nuestra libertad” y les darán las gracias “por su sacrificio protegiendo este país”. Muchos de estos agradecidos patriotas son los mismos que flamean la bandera de la Confederación en sus 4×4, el único grupo que estuvo a punto de destruir la existencia de este país en el siglo XIX para mantener “la sagrada institución de la esclavitud”. 

Tradición que nunca murió. Sólo cambió de forma."                     (Jorge Majfud  , Rebelión 17/11/2021)

14/6/18

El quién es quién del terror en Siria

20, 21, 24, 28, 34, 36, 40, 41, 83, 90, 92, 124 y 126. Yazan Awad repite como un mantra los días en que torturaron su cuerpo. Cuando los guardias de la prisión militar le destrozaron la pierna con un garrote durante seis horas. Cuando le colgaron del techo y le sacudieron con un bate. Cuando le violaron con un Kaláshnikov. El peor de todos fue el día 36.

La cita con Awad y con otros testigos, abogados y demandantes del proceso contra el régimen sirio tiene lugar en Alemania, convertida en la vanguardia de la batalla legal contra el Gobierno de Bachar el Asad. Aquí han recalado cientos de miles de refugiados sirios en los últimos dos años, convertidos a su pesar en las pruebas vivientes de las atrocidades cometidas en las cárceles del régimen. 

Su presencia, junto a miles de fotografías sacadas de Siria y sobre todo gracias a unas leyes que abren la puerta a la justicia universal y a fiscales y policías interesados en investigar han permitido que casos como el suyo avancen y que se haya dictado la primera orden de detención internacional contra un alto cargo del régimen.

A más de mil kilómetros de Berlín, en una habitación fría, cientos de cajas de cartón guardan la otra gran pieza del puzle judicial contra el régimen sirio. Son las pruebas necesarias para sentar a los responsables de las atrocidades en el banquillo. El quién es quién del terror. 

Cientos de miles de documentos que han sido sacados discretamente de Siria en los últimos años y que demuestran quién dio las órdenes de detener y torturar a los que salieron a protestar contra el régimen. Quién diseñó el macabro entramado de torturas, quién ejecutó las órdenes y quién miró para otro lado.

Veteranos de la justicia internacional clasifican y custodian estos kilos de papeles. En una docena de países los documentos alimentan investigaciones contra cargos medios del Gobierno sirio que viven en Europa, pero sobre todo van construyendo el esqueleto de la gran causa judicial contra el régimen sirio, para que la historia de Yugoslavia o de Ruanda no se repita y para que el día en que se constituya un tribunal internacional que juzgue los crímenes sirios, las pruebas no se hayan evaporado ni haya que esperar décadas para empezar a trabajar.

La primera prueba contra el régimen sirio es el relato de las víctimas, personas con cuerpos rotos y ánimo de hierro. Sus testimonios dibujan un retrato preciso y espeluznante del aparato represivo del régimen sirio. Los elementos se repiten de un relato a otro, hasta emerger un patrón de abusos sistemático. La tubería con los cables colgando para dar palizas. 

Los gritos de los torturados de día y de noche. El hacinamiento en celdas atestadas de infecciones. La incertidumbre de no saber si vas a morir o a vivir al día siguiente. Los desaparecidos. Las confesiones bajo violencia. Las víctimas también comparten una desesperada fe en la justicia como arma de supervivencia psicológica.

Awad es un joven corpulento de 30 años, que lleva dos en Alemania. Aquí llegó como los demás refugiados, jugándose de nuevo la vida. En Siria pasó 137 días detenido en el aeropuerto de Al Mezzeh, bajo control de la Fuerza Aérea del Ejército sirio. “Nada más llegar, me pegaron durante seis horas. Nos tumbaban en el suelo y nos pegaban con tuberías. Nos golpeaban en la planta de los pies. Después me llevaron a una celda con 180 personas. El dolor era terrible. No podía ir al baño. Dos personas me tenían que arrastrar”.

Awad continúa como si fuera incapaz de poner freno a sus recuerdos. “Pegaban como locos. Con las botas en la cabeza, con la culata del Kaláshnikov. Me metieron el AK-47 por el culo y estuve casi dos meses sin comer. Decir que querías ir al médico era peligroso; de cada diez que iban, solo uno volvía con vida. Nos daban 10 segundos para ir al baño. En ese tiempo, tenías que beber, curarte las heridas, ir al retrete y hacer las abluciones”.

El día 36 fue el más largo. Awad cuenta el calvario al que fue sometido:

“Me dijeron que me iban a matar. Todavía colgando del techo, me metieron una pistola en la boca y me pidieron que recitara la shahada [la declaración de fe islámica]. No podía dejar de tartamudear y tardé más de 15 minutos. Alguien disparó. Habían cortado la cuerda y estaba en el suelo. Creí que me habían matado. Me quitaron la venda de los ojos y salí corriendo tras ellos. Necesitaba ver sus caras para poder explicarle a Dios quiénes eran el día del juicio final”.

Hasta entonces Awad había sido un tipo normal. El 29 de abril de 2011 participó en su primera manifestación contra el régimen. La revolución tunecina se había cobrado la cabeza del dictador Ben Ali y en Egipto, Hosni Mubarak también había caído. Lo imposible de repente empezó a parecer posible, también en Siria. 

Las fotos de los niños de Deraa, a los que les arrancaron las uñas por hacer unas pintadas críticas contra el régimen hicieron saltar la chispa. También en la cabeza de Awad: “Cuando vi las fotos de aquellos niños decidí oponerme al régimen”. Tras la primera manifestación vinieron más, y después, la ayuda a los manifestantes que huían de otras ciudades. Más tarde se sumó a los médicos clandestinos para trasladar heridos a hospitales secretos.

Todo aquello forma parte de un pasado repleto de ilusión y esperanza del que no queda ni rastro. La guerra en Siria va por su octavo año, ha acabado con la vida de unas 400.000 personas y ha obligado al desplazamiento de once millones, cerca de la mitad de su población. Y tal vez lo peor, no hay en el horizonte una solución política capaz de poner fin a un conflicto que no deja de enquistarse. Awad también es otra persona, pero aún sueña.

 “Mis amigos están todavía en la cárcel y les prometí que les sacaría. Mi sueño es hablar ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En 2012 pararon las torturas durante dos semanas, pudimos dormir porque no oíamos gritos y nos dieron comida solo porque existía la posibilidad de que fueran a venir inspectores de la ONU a la cárcel. Fueron dos semanas increíbles: el paraíso en el infierno".

Al llegar a Alemania, Awad se topó en Internet con Anwar al Bunni, un conocido abogado sirio que ahora también vive aquí. A Awad se le ensanchó de repente el horizonte de su vida: “Había llegado mi momento”.

Al Bunni es un tipo menudo cuya eterna sonrisa esconde un pasado y un presente terrorífico. Es un abogado sirio y el alma de este caso, junto a su colega Mazen Darwish y apoyados por el Centro europeo para los derechos humanos y constitucionales (ECCHR, por su siglas en inglés), una ONG alemana que se dedica a lo que ellos llaman “el litigio estratégico”.

 Juntos se han propuesto ver entre rejas a los torturadores del régimen sirio. En total, cuatro denuncias penales se encuentran ya en la Fiscalía General, junto a decenas miles de imágenes de torturas sacadas de Siria.

Hay países como Suecia, Noruega o Austria que también permiten la aplicación de la justicia universal, pero el caso alemán, permite, la ley permite una amplia interpretación para llevar a cabo los llamados “procesos estructurales”, en los que se trata de recabar evidencias más allá de casos concretos. Hay además un departamento de fiscales y de la policía criminal que tienen interés en estos casos. Hace dos años por ejemplo, la fiscalía ya emitió una orden de detención internacional contra un miembro del ISIS por crímenes de guerra cometidos contra los yazidíes.

La Fiscalía ha escuchado a los testigos y esta semana ha trascendido que ha dictado una orden de detención internacional contra Jamil Hassan, director de la temida Inteligencia militar aérea y estrecho colaborador de Bachar el Asad.

En Damasco, Al Bunni era un conocido defensor de presos políticos y cuando llegó a Europa, en seguida se corrió la voz entre la comunidad de la diáspora. Sus redes sociales, el Whatsapp y el Skype, se empezaron a llenar de compatriotas que como Awad le querían contar lo que les había pasado. En poco tiempo logró tejer una tupida red de testimonios que se extiende por toda Europa. 

En un despacho vacío al norte de Berlín, con una banderita siria como único ornamento, Al Bunni detalla los pormenores del caso: “Estamos preparando testigos en Noruega y también en Estocolmo. En Francia hay un caso abierto por dos víctimas con nacionalidad francesa…”. En total, trabajan juntos cinco abogados sirios en Berlín y otros 30 repartidos por toda Europa. Explica que uno de sus 27 demandados es Bachar el Assad.

La familia Al Bunni tiene pedigrí opositor. Entre él, sus tres hermanos y su hermana han pasado 75 años en la cárcel. En Damasco, el abogado dirigía un conocido centro de derechos humanos, convertido en una referencia para diplomáticos occidentales. Acusado de querer debilitar a la nación y de complicidad con organismos internacionales, estuvo en la cárcel entre 2006 y 2011, donde asegura que intentaron matarle dos veces.

Estando preso, estalló la revolución. Al salir, Alemania –cuya asociación de jueces había premiado con anterioridad su trabajo– se ofreció a sacarle de Siria. Pero en Siria había mucho trabajo por hacer. Había que defender a los manifestantes que acababan detenidos sin garantías judiciales. 

Al Bunni aguantó hasta 2014, cuando el Gobierno emitió dos órdenes de detención en su contra. Ya no se trataba de estar fuera o dentro de la cárcel, si no de vida o muerte. Había llegado el momento de comprobar si la oferta alemana seguía vigente. Huyó con su mujer e hijos cruzando las montañas.
Prometo que les llevaré a la cárcel, muerto o vivo: esa gente no puede ser parte de la transición política
ANWAR AL BUNNI
Al Bunni es otra de esas personas que te puedes cruzar en el supermercado en Alemania sin sospechar que vive una vida que poco tiene que ver con la de la mayoría. “Sabemos que hay más de 60 personas del régimen en Europa, pero no les tengo miedo”. Él lo tiene todo pensado:

 “Ellos deberían temerme a mí. Me conocen de la cárcel. Todos los días me interrogaban y saben que solo si me matan podrán callarme. Si me matan en Alemania, será fácil incriminarles, irán a la cárcel y habré cumplido mi objetivo”.

 Ríe. “Prometo que les llevaré a la cárcel, muerto o vivo: esa gente no puede ser parte de la transición política siria”.

El abogado está convencido de que Europa también se juega mucho en esta batalla. “Si dejamos al régimen de El Asad impune, equivaldría a dar vía libre a todos los dictadores del mundo. Si la ley internacional colapsa, ¿qué va a ser de nuestras sociedades?”, se pregunta.

Al Bunni también utiliza su red de contactos en la diáspora para detectar a criminales que vienen a Europa como refugiados. Puede ser gente del régimen, pero también gente del Estado Islámico, de Al Nusra... “Sabemos que más de 1.060 personas que llegaron como refugiados han cometido crímenes. Tenemos mucho material para probarlo”.

La unidad de crímenes de guerra de la policía criminal alemana (ZBKV) también participa en este proceso. Una portavoz explica que revisan de forma sistemática las entradas de personas procedentes de Siria e Iraq desde 2015, cuando se produjo el gran pico de llegadas de demandantes de asilo. 

Han recibido más de 4.300 informaciones relacionadas con posibles violaciones del código contra de derecho internacional (genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra). Los casos concretos de potenciales sospechosos, los enviamos a la Fiscalía General alemana”.

Entre la documentación que se encuentra ya en la Fiscalía alemana hay un informe crucial para la causa. Se trata de un paquete de 26.948 fotografías. Cerca de la mitad de ellas muestran los cuerpos sin vida de detenidos por el régimen sirio. Se conocen por el seudónimo del informante que las sacó de Siria: César.

César era fotógrafo en la policía militar. Entre 2011 y 2013 su trabajo fue retratar a los cadáveres que llegaban de los distintos centros de detención a dos hospitales: el Hospital Militar 601 y el Hospital Militar de Tishreen. Las fotos del Informe César (Caesar Files) son imágenes minuciosas, profesionales, de alta calidad, a todo color. Documentan el terror. En ellas aparecen miles de cadáveres famélicos, desnudos y torturados. Las publicamos tratadas dada la crudeza de su contenido.

Estas imágenes han servido para que muchas familias identifiquen en ellas a sus seres queridos, detenidos o desaparecidos, de los que hacía años que no tenían noticias. Sirven como prueba. En España, la Audiencia Nacional inició en marzo de 2017 el primer procedimiento contra las torturas y ejecuciones del régimen de El Asad cuando la española de origen sirio Amal Hag-Hamdo Anfalis reconoció a su hermano muerto entre las fotografías de César. Sin embargo, el propio tribunal revocó la admisión de la querella unos meses después al creer que España no tiene jurisdicción para investigar estos crímenes.

Las imágenes prueban el patrón de abusos sistemáticos, la cruel cotidianidad y las condiciones infrahumanas de las prisiones sirias. La mayoría de los cadáveres aparecen demacrados y esqueléticos. Piel y huesos. Las costillas, clavículas y caderas marcadas. También se identifican infecciones en la piel, llagas y claros signos de haber sido torturados: marcas de estrangulamiento, ataduras, quemaduras, golpes, laceraciones, traumatismos, dientes destrozados, ojos reventados, sangre seca…

Anmistía Internacional eleva al menos a 17.723 las víctimas mortales de los centros de detención. La organización de derechos humanos describe un amplio catálogo de torturas que además considera que son la norma. “Desde que estallaron las protestas pacíficas en 2011, el Gobierno sirio ha lanzado una campaña para detenciones y desapariciones forzosas. Miles de personas han sido torturadas y maltratadas, muchas de las cuales han muerto durante la detención y decenas de miles han desaparecido.

 Los principales objetivos del régimen han sido activistas, defensores de derechos humanos, periodistas, médicos y trabajadores humanitarios”, escribe Amnistía en su último informe.

Las fotos del Informe César contienen más información de la que podría parecer a primera vista. Junto a cada cadáver, hay un papel con tres cifras: identifican el centro de detención del que llegó la víctima, el número de detenido que allí le asignaron y el que le asignó el forense al cadáver.

Estos libros son la contabilidad de los muertos. Los informes de los forenses, que también filtró César, indican dónde estaban detenidas las víctimas –en este ejemplo en la unidad 215 apodada “la prisión de la muerte” – y a qué morgue fueron trasladadas: el hospital militar 601 de Damasco.

En el hospital 601 llegó a haber tantos cadáveres que no cabían en las cámaras refrigeradas de la morgue. Entonces empezaron a almacenarlos en los garajes que servían para reparar los vehículos militares averiados.

Si el GPS de la cámara estaba activado, los metadatos de las fotografías del Informe César permiten comprobar dónde y cuándo fueron tomadas y las instituciones implicadas en el horror. La organización Human Rights Watch publicó en 2015 un exhaustivo dossier titulado Si los muertos hablasen, en el que expertos forenses analizaban las imágenes y geolocalizaban varias de ellas.  Desde cada una de estas fotos, la tecnología permite hacer un viaje siniestro al lugar y a la fecha de los hechos. Es este:

En septiembre de 2017, el Caesar Files Group, junto con ECCHR, presentó una querella criminal ante la Fiscalía General en Karlsruhe contra algunos responsables de los servicios de inteligencia y la policía militar, utilizando las imágenes como prueba.

Preguntada por este diario, la Fiscalía General alemana explica que no pueden dar detalles de la marcha de las investigaciones, pero en un correo electrónico confirman que “en relación con la guerra civil y los crímenes de guerra en Siria, en particular los cometidos también por el régimen sirio, estamos llevando a cabo un proceso estructural. Estamos analizando los llamados archivos César, que muestran la crueldad del régimen de El Asad. Muestran numerosos cadáveres con signos de distintos tipos de tortura. […] 

Tenemos estas imágenes desde 2016 y un instituto forense las está analizando. En este contexto se trata de identificar a los cadáveres y de establecer la causa de su muerte. Las investigaciones siguen su marcha”. Respecto a la orden de detención internacional contra Jamil Hassan, que desveló Der Spiegel y que confirman los abogados, la Fiscalía no la desmiente, pero tampoco lo confirma oficialmente, como suele hacer en estos casos.

Ibrahim Alkasem, un abogado sirio que representa al Caesar Files Group accede a encontrarse con este diario bajo condición de que no se desvele en qué país vive, ni dónde transcurre la entrevista. “Desde 2011 recogemos papeles, testimonios de víctimas, documentos de las transferencias de una cárcel a otra, vídeos”, explica.

 “Las imágenes muestran claramente que ha habido torturas con métodos sistemáticos y que los perpetradores siguen un patrón e instrucciones concretas. Los archivos del Informe César son solo una parte de esas evidencias”, apunta el abogado que también recopila documentos oficiales que muestran cómo opera la cadena de mando del régimen sirio.

De momento, la batalla legal se centra en Alemania, aunque también se han abierto casos de menor envergadura en España, Austria, Suecia y Francia. Pero más allá de juicios más o menos simbólicos in absentia, la batalla se juega a corto, medio y también largo plazo. 

“La justicia alemana ha comprendido que es importante guardar pruebas para luego poder abrir casos específicos, que es un trabajo que no pueden hacer solo las ONG y esa es una novedad muy importante”, explica Julia Geneuss, experta en justicia universal de la Universidad de Hamburgo. “Al principio Alemania era muy cautelosa con los casos de justicia universal, pero se ha dado cuenta de que lo importante no es tanto un juicio concreto que se celebre aquí como que las pruebas se puedan utilizar más adelante en tribunales internacionales”. 

Geneuss sostiene que Alemania es el país europeo con una interpretación de la justicia universal más amplia, donde se puede iniciar un proceso sin que por ejemplo haya víctimas alemanas como sucede en otros países de la UE.

Muy lejos de allí, en otra ciudad europea, que de momento también debe permanecer en secreto, la Comisión para la Justicia Internacional y la Responsabilidad (CIJA) clasifica con mimo las pruebas documentales de los abusos. Repartidos por Europa y Oriente Próximo, 145 expertos legales han recopilado ya 800.000 páginas.

Su experiencia en Yugoslavia, Camboya o Ruanda les ha hecho darse cuenta de que para montar un proceso contra un régimen no basta con el relato de las víctimas. Resulta imprescindible disponer de pruebas del organigrama jerárquico del terror. 

Pruebas que documenten quién es quién y qué puesto ocupaba en qué momento y qué conocimiento y responsabilidad tenía en lo que estaba pasando.
Esos fardos de papeles han ido saliendo de Siria en los últimos años gracias a una compleja operación logística:

Personas contadas tienen acceso a este depósito del terror controlado por una cámara de seguridad. Antes de entrar, hay que firmar un documento con la hora de entrada y la de salida. Dentro, 265 cajas marrones, todas idénticas guardan carpetas etiquetadas con códigos de barras y con papeles que son la llave de la justicia en Siria.

 En uno de ellos por ejemplo, rubricado en la oficina de Seguridad Nacional, aparece una lista de categorías de personas a las que se ordena detener: manifestantes, organizadores de protestas, personas que tengan contacto con periodistas extranjeros… “Límpiense todos los sectores de estas personas”, reza el documento

En otro, se pide que los resultados que los nuevos nombres que emanen de interrogatorios se envíen de vuelta a la oficina de Seguridad Nacional. Hay también notas tomadas durante los interrogatorios.

Nerma Jelacic, subdirectora de CIJA con una dilatada experiencia en el tribunal de Yugoslavia, explica que “no basta con un papel con la firma de alguien, hay que tener todo el conjunto de documentos al que pertenece ese papel para demostrar su autenticidad, porque si no, son pruebas muy fáciles de derribar en un proceso judicial”.

Jelacic cuenta que en el caso de la guerra de Bosnia, el tribunal se formó en 1993, dos años antes de la matanza de Srebrenica, pero no fue hasta siete años después cuando se pudo llevar a los responsables ante la justicia. Para Jelacic, uno de los problemas fue la falta de evidencias que pudieran probar que personas como Mladic estaban al corriente de lo que sucedía

La idea es hacer acopio de las pruebas en pleno conflicto. No se puede esperar a que acabe la guerra, porque entonces será demasiado tarde. “Parte de los lugares en los que rescatamos esos documentos han sido reconquistados por el régimen y ahora ya no sería posible recuperarlos”, explica Chris Engels, director de investigaciones y operaciones de CIJA, quien asegura que nunca se han guardado tantos documentos mientras hay una guerra activa.

 “La evidencia de torturas es enorme. Hay miles de relatos que son muy similares, las mismas preguntas, los mismos métodos de tortura…”. En CIJA trabajan también con evidencias de crímenes cometidos por los grupos opositores.

“Lo que estamos haciendo es muy revolucionario. Hemos completado ya 10 casos, siete de ellos de altos cargos del régimen, ahora lo que nos falta es un tribunal que pueda juzgarlos. Hace falta voluntad política y de momento no la hay. Pero la habrá y para entonces, tendremos todas las pruebas preparadas”, explica Jelacic.

Los papeles servirán para un macro caso de justicia internacional el día que China y Rusia dejen de boicotear una investigación de crímenes de guerra en Siria. Pero a la vez, esas pruebas sirven para armar casos judiciales en tiempo real. Cada vez hay más perpetradores que viven en Europa y que han ido llegando camuflados como refugiados. CIJA proporciona pruebas a una docena de países que trabajan para llevar a juicio a sospechosos, muchos cargos intermedios, que sí están en Europa

A finales de 2016, la asamblea general de Naciones Unidas creó un Mecanismo para la Investigación Independiente en Siria dedicado a preservar y analizar evidencias de crímenes y violaciones del derecho internacional y a preparar dosieres judiciales de apoyo a los casos que se abran en los tribunales nacionales.

De momento, la batalla legal contra Al Asad se centra en Alemania, aunque también se han abierto casos de menor envergadura en España, Austria, Suecia y Francia.

Wolfgang Kaleck es el fundador del ECCHR, que ha logrado que se emita la orden de detención internacional contra Hassan. Kaleck cree que hay una “ola de jurisdicción universal” en Alemania y en el norte de Europa, y aunque no piensa que los responsables vayan a caer de un día para otro, considera muy necesario que se dicten órdenes de detención internacional. 

 “Si una corte superior de justicia alemana está investigando crímenes en Siria y señala como máximos responsables al régimen de El Asad, eso tiene mucha fuerza”, afirma Kaleck.

“Los responsables no van a poder ser juzgados in absentia, pero las órdenes de detención internacionales envían el mensaje a los perpetradores que los crímenes no quedan impunes”, corrobora María Elena Vignoli, experta en justicia internacional de Human Rights Watch.

Por eso, para muchos refugiados sirios, la justicia alemana es ahora su única esperanza. Maryam Alhallak es una de ellos, en 2012 se llevaron a su hijo...

 Maryam Alhallak testificó ante la Fiscalía el pasado julio. Contó cómo consiguió confirmar que su hijo había muerto cuando le vio en una imagen del Informe César. Antes, en Damasco, había pasado tres años buscando su cuerpo sin éxito, llamando a todas las puertas posibles de la burocracia siria.

 “El Gobierno me buscaba y me quería detener. Iba a preguntar a todos los oficiales y por eso me perseguían y me echaron de mi casa”, cuenta. Una madre coraje a la que nadie quería escuchar. La Fiscalía alemana sí ha querido oír su historia, que es la de su hijo, supervisor en la facultad de Odontología.

 “No había ninguna acusación contra él”, continúa la madre. Se le corta la voz. Respira, coge fuerzas y sigue. “Tengo mucha esperanza”, dice sobre la causa abierta en Alemania. “Lo único que nos queda es la justicia”."              (Ana Carbajosa, El País, 09/06/18)

3/11/17

El silenciado exterminio de Raqqa, el My Lai sirio

"El mundo se estremeció en noviembre de 1969 cuando el periodista Seymour Hersh reveló la masacre de My Lai (Vietnam): todos los seres vivos de la aldea habían sido aniquilados después de sufrir varios días de tortura y terror.

Y ahora ocultan al mundo las dimensiones de la tragedia que han causado a las gentes de Raqqa, mucho mayor que My Lai: 25.000 personas han sido atacadas por espadas, fusiles, bombas y misiles por dos grupos terroristas (Daesh y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS)), dirigidas por EEUU y sus aliados. 

Raqqa no ha sido liberada, sólo ha pasado de la mano de un grupo terrorista a otro.

Mientras la prensa occidental acusaba de “crímenes de guerra” a Rusia por su intervención militar en Alepo, se ha quedad muda ante lo que Amnistía Internacional ha llamado “un laberinto mortal” y la ONU señala a la coalición liderada por Washington por “una asombrosa pérdida de vidas” de miles de bebés, ancianos, mujeres y hombres cuyos cadáveres putrefactos cubren las calles de la ciudad norteña de Siria.

La semana pasada, durante la supuesta liberación de la ciudad asediada de Raqqa -ocupada por los yihadistas en 2014-, el Pentágono (que no tiene ningún mandato legal para llevar a cabo ataques aéreos en Siria), ha utilizado dos armas especialmente terroríficas.

 Por un lado, el fósforo blanco, cuyo uso es ilegal, abrasa el cuerpo hasta el hueso y mientras se respira quema los pulmones. Por otro, los cohetes MGM-140B, que disparan alrededor de 274 granadas antipersonas, capaces de exterminar a cualquier ser vivo en un radio de 15 metros. ¡Así es como Trump hace “América Más Grande”!

EEUU, Israel y Arabia Saudí han acogido con gran satisfacción la expansión del Daesh en Siria, por debilitar al gobierno bassista de Asad en Damasco, ya que les ofrece lo que llaman algunas oportunidades estratégicas, sobre todo contra Irán.

El secretario de Defensa estadounidense James Mattis, apodado “perro rabioso”, ya anunció que el Pentágono estaba adoptando “tácticas de exterminio” en su campaña en Siria: “Las bajas civiles son una realidad en este tipo de situaciones”, dijo. Miles de civiles sirios no son más que “daños colaterales” de sus infames intereses, al igual que lo han sido en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Yemen, Sudán y Somalia.

Durante los ataques, que han durado meses, los francotiradores de de ambos bandos han matado incluso a las personas que se rendían o las que intentaban huir por el Éufrates, hundiéndoles con sus barcos en el río. Mattis es el mismo general que organizó el asedio a la ciudad iraquí de Faluya, en 2004, matando a miles de civiles con balas, bombas, hambre y sed.

Mientras la coalición dirigida por EEUU rodeaba Raqqa desde el norte, este y oeste, dejó que los yihadistas del Daesh se escaparan desde el sureste para refugiarse en la provincia de Deir ez-Zour, y desde allí seguir luchando contra el Ejército sirio.

 Washington vuelve a hacer de bombero pirómano: deja que Daesh ocupe territorios sirios, para luego presentarse como fuerza liberadora, se apropia de los territorios que son su botín de guerra, utilizando a los kurdos y a los árabes como sus tropas terrestres. En 2016, John Kerry comentó que al avanzar Daesh, Asad se verá obligado a negociar, consiguiendo los objetivos político-militares que la OTAN no puede conseguir, en su Guerra-negocio sin fin.

¿Por qué Raqqa?

EEUU se apodera de otra ciudad de Siria, país donde por primera vez en su historia ha conseguido bases militares, gracias al colaboracionismo kurdo, que aun así afirman ser de izquierda.
Entre los motivos del Pentágono en ocupar esta ciudad:
  1. Adelantarse al Ejército sirio y a sus aliados ruso-iraníes para recuperar esta estratégica urbe.
  2. Anexionar Raqqa a sus territorios ocupados en Siria, y allí establecer una presencia militar permanente; ya ha empezado a instalar una nueva base militar en Tabqa. Por ello, los países de la OTAN se han apresurado en anunciar que a pesar de la derrota de Daesh, no abandonarán Siria.
  3. Raqqa será la capital de facto de las llamadas fuerzas moderadas sirias, convertida en el contrapeso del gobierno de Asad en Damasco. Situación que también han creado en países atacados como Libia e Irak, imponiendo dos gobiernos paralelos.
  4. Este ataque, que coincide con la invasión de Turquía a Idlib con decenas de tanques, garantiza la desintegración real de Siria.
Entre los objetivos de Trump en Irak y Siria no está luchar contra el terrorismo, sino consolidar la hegemonía de EEUU sobre una región con vastas reservas de petróleo en Oriente Próximo y neutralizar a dos principales obstáculos: Irán y Rusia, mientras el objetivo final es contener el avance de su verdadero rival, China.

La manipulación de la información sobre lo que está sucediendo en Oriente Próximo está impidiendo la formación de una oposición organizada en los países atacantes y un movimiento contra las crecientes guerras a nivel mundial."                (Nazanín Armanian, blogs, Público, 27/10/17)

3/5/17

Creo que solo una parte pequeña de los humanos tiene una inclinación natural hacia la violencia, pero son capaces de acabar con la gente de manera muy eficiente.

"(...)  Dijo que le interesaban más los verdugos que las víctimas. ¿Conoció en Chechenia a muchos verdugos?

Sí… Algunos eran interesantes personalmente, o intelectualmente. Los verdugos crean problemas, las víctimas solo sufren. Está el hecho de cómo sobrevivieron, cómo resistieron, pero eso es todo. Algo se les infligió. Los verdugos son activos, son agentes, es más interesante saber por qué hacen esas cosas.
¿Piensa que no tienen atributos humanos, o son demasiado humanos?

No, no, claro que son completamente humanos. Al contrario, representan una versión extrema o profunda de la humanidad. 

La humanidad siempre ha sido muy violenta, los intentos en los últimos dos siglos para construir una manera más civilizada de hacer las cosas, o los derechos humanos, bla bla bla, es algo muy fino en la superficie, mientras que la violencia es increíblemente profunda. 

Eso no quiere decir que todos los humanos sean naturalmente así, creo que solo una parte pequeña tiene una inclinación natural hacia la violencia, pero son capaces de acabar con la gente de manera muy eficiente.

¿En qué se diferenciaba la crueldad que vio en Chechenia de la de Bosnia?

Mmmmm, yo no razono en esos términos, es una pregunta sin sentido. No hay valores inherentes, pensar eso sería una tontería. Había grandes diferencias entre los conflictos, la mayor diferencia es que Bosnia era una especie de conflicto controlado, con la ONU en medio, había reglas sobre lo que cada bando podía o no hacer, no se usaba fuerza aérea… mientras Chechenia era un conflicto sin ningún límite.

 Así que el nivel de violencia era mucho más alto, porque el Gobierno ruso podía hacer lo que quisiera, igual que ahora en Siria.

La II Guerra Mundial, que nos sigue apasionando, batió todos los récords de crueldad conocida. ¿Cree que fue superada en aquellos conflictos? 

Todavía no se ha alcanzado ese nivel, pero los últimos eventos, especialmente el auge del populismo en Europa, Reino Unido y Estados Unidos, son muy alarmantes. La última vez que fuimos testigos de un proceso similar acabó en la II Guerra Mundial. 

Pensábamos que nunca volvería a ocurrir, que estábamos vacunados para siempre, pero cuando más del 50 por ciento de los estadounidenses votan por Trump, no es el caso. El riesgo es muy alto, son tiempos muy peligrosos.

Cuando estuvo en Homs a inicios de 2012, ¿pensó que hoy, en el año 2016, la situación llegaría al punto en que está?

Siempre supimos que si nadie hacía nada, todo iría muy a peor. Confiábamos en que alguien hiciera algo, pero no ocurrió y ahora estamos en esta situación. Yo lo intenté con mis artículos, presionando cuando regresé para ver si… y mucha otra gente presionó al Gobierno. La situación de hoy es en gran medida el resultado de la decisión de Occidente de no intervenir."                  (Entrevista a Jonathan Littell, M'Sur, Nov/2016)

25/5/16

Riñón, hígado y córnea: gangas en el mercado sirio de órganos

"(...) Si bien existía en Oriente Próximo unos pequeños mercadillos de tráfico de órganos (ante los ojos de los autoridades), las guerras imperialistas que azotan la región en las últimas décadas han hecho disparar el índice de pobreza entre sus desesperadas gentes, atrayendo a las mafias internacionales de órganos humanos, que antes tenían que secuestrar a sus víctimas para cubrir la demanda.

Ahora, cerca de 100 millones de afectados por dichas guerras hacen que los traficantes, que recorren la región y, sobre todo, los campos de refugiados afganos, iraquíes y sirios, reciban tanta oferta de órganos ‘no esenciales’ como riñones. La increíble oferta ha hecho, además, bajar los precios, animando aún más a la industria criminal.

Según el Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Damasco, entre 2011 y 2014 se habían realizado unas 20.000 operaciones de extracción de órganos en las zonas fronterizas del país. La Organización Mundial de la Salud debe actualizar su informe que afirmaba en 2014 que cada año se trafica con cerca de 7.000 riñones en el mundo.

Los vendedores

Los pobres entre los pobres, que ya pusieron en alquiler su cuerpo en el turbio mercado del sexo, o vendieron incluso a sus hijas a algún “marido”, ofrecen lo único que les queda con la falsa ilusión de sobrevivir durante un poco más, a pesar de sus efímeros beneficios: con su dinero pueden comprar alimentos, ropa de invierno, o pagar un viaje lleno de incertidumbre y peligro hacia cualquier sitio que no sea el infierno de la guerra.

El negocio es muy simple: las partes cierran el trato en menos de una hora. Luego, y sin realizar ninguna prueba previa, se traslada al todavía propietario del órgano a un piso ubicado en un edificio residencial de Beirut, por ejemplo. 

Allí, será operado por los doctores de Frankenstein que no dan ninguna garantía de sobrevivir a la intervención, mientras sí que cuentan con equipamientos más avanzados para garantizar la vida del órgano extraído. Tampoco se les informa de los riesgos físicos y psicológicos por desprenderse de la parte de su ser, y además, de esta manera.

No existen cuidados tras la operación, ni analgésicos. Los ‘pacientes’ regresan a su ‘casa’ en taxis.
Una gran parte de los vendedores mueren durante o tras la operación. Los tribunales sirios recibieron, entre los años 2011 y 2014, unas 20 denuncias de los familiares de las personas fallecidas en el comercio de órganos.

 Incluso, en el suelo europeo se baraja que parte de los miles de menores refugiados que han desparecido -¡a pesar de que el continente está sembrado de cámaras de vigilancia y cientos de miles de policías!-, han sido víctimas de éste tráfico. Nunca se sabrá de la mayoría de ellos.

Los vendedores de órganos que sobrevivan serán marcados físico y emocionalmente para siempre. Tampoco podrán realizar duras labores físicas. El hecho de que en su mayoría habían sido trabajadores ‘no intelectuales’, significa que se enfrentarán a un futuro de dependencia y miseria. La guerra, en esta zona, ha acabado incluso cualquier debate sobre la bioética.

Los compradores

En este negocio están implicados delincuentes libaneses, turcos, sirios, iraníes, iraquíes o israelíes, entre otros. La Policía turca anunció el pasado diciembre la detención del veterano traficante israelí Boris Volfman, fichado años atrás en su paso por Kosovo, Azerbaiyán y Sri Lanka. Estaba convenciendo a los refugiados sirios para vernder sus órganos.

La organización criminal ha repartido el trabajo entre varios grupos, y cada uno está especializado en un órgano: En Beirut, un tal Abu Hussein, conocido como el ‘Gran Hombre’, dirige la compra de riñones, que antes eran extraídos de palestinos y ahora de sirios y afganos. Otros van a arrancarles la córnea o el hígado de sus víctimas.

Los principales beneficiarios de este crimen muy organizado son los intermediarios de los receptores millonarios que pagan por un riñón. Un promedio de 85.000 dólares, de los que 2.000 serán destinados al vendedor y el resto va directamente a las cuentas bancarias de los mercaderes.

En España, un libanés odrecía 50.000 euros a inmigrantes sin papeles para comprarles su hígado. Las complejas y costosas pruebas de compatibilidad de estas personas (unos 16.000 euros), realizadas en una clínica privada, fueron las que levantaron la sospecha de los médicos.

 Este es el caso típico de una demanda concreta y urgente. Se estima que hasta un 40% de los receptores ‘no vip’ de órganos mueren por falta de compatibilidad del órgano o por los informes falsos sobre el ‘donante’.

Lo habitual es que el órgano sea depositado en ‘bancos’ clandestinos para luego venderse al mejor postor de entre decenas de miles de pacientes que en todo el mundo esperan un nuevo órgano. Por cierto, entre los clientes se encuentran los millonarios ancianos que desean rejuvenecerse con una nueva córnea o un nuevo riñón.

De este negocio también se han forrado los diferentes grupos terroristas, como el llamado Estado Islámico, que operan en la zona. Este grupo ejecutó en 2015 a 12 médicos iraquíes por negarse a extraer los órganos de los cuerpos de las personas que habían sido previamente asesinadas.

Parar las guerras es un deber revolucionario, y paliar el sufrimiento y la desesperación de los afectados por la barbarie armada también. Se debe perseguir el rastro de la cuantiosa ayuda prometida por la Unión Europea a los refugiados sirios en Turquía además de controlar a las autoridades que la van a manejar."             (Nazanín Armanian, Público, 24/05/16)

5/2/15

Quemado vivo...


 




"EL HECHO es que el piloto jordano Moaz al Kasasbeh fue encerrado en una jaula y quemado vivo por sus secuestradores islamistas. Su asesinato fue filmado y semanas después la grabación se distribuyó a través de diversas páginas web.

 La inmensa mayoría de los medios de comunicación se ha negado a exhibir el vídeo. Dicen que por no colaborar con la propaganda de los asesinos. Es extraño que un periódico tenga en su poder la descripción de un hecho relevante y se niegue a publicarla. 

Me pregunto, en la ida y venida de un soliloquio difícil, hasta qué punto es moralmente lícito no compartir una micra simbólica del dolor de Moaz; y también me pregunto a quién deja de verdad solo y abandonado esta negativa: si a sus asesinos o a él.

Pero sobre todo me pregunto por qué los periódicos hablan, ¡alardean!, de negarse a colaborar con los terroristas cuando en realidad lo que pretenden es proteger la sensibilidad de sus buenos y pequeños burgueses, y yo el primero. 

El asesinato del piloto está en todos los medios del mundo. Y con todos los detalles. Si hubiera propaganda en el terror está cumplida. Pero es que no solo cumplida: muy vitaminada. Del material que los productores islámicos han puesto al alcance de todos los periódicos éstos han elegido los momentos más estéticos y cinematográficos. 

Especialmente virulenta y desmoralizadora es la fotografía que muestra a Moaz en la jaula, observando absorto el zigzag de fuego que va a consumirle en pocos minutos. Es esta opción por el tráiler pasteurizado y no por la película íntegra, por el encuadre y no por la deformación de la sangre, lo que facilita que cualquier desfile de moda sea capaz de utilizar mañana el atrezo IS.

Un periódico puede negarse a publicar el vídeo del asesinato. Puede reducir la información a una columna en páginas interiores, como lo haría con toda seguridad de no existir las pruebas gráficas. Hay razones, aunque discutibles, para hacerlo. 

¿Pero cómo justificar esa elección del ángulo limpio y bonito de un asesinato? ¿Cómo escamotear la evidencia de que el ingenioso reptil de fuego que avanza dejará en la jaula el bulto negro de lo que fue un hombre? ¿Un Auschwitz con trenecillos que llegan y las lomas de cadáveres fuera del encuadre?

Lo que hace la propaganda."