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13/2/17

Trump, sobre se Putin é un asasino: "Nós temos moitos asasinos. Ou pensa que somos un país inocente?"

"Voume levar ben con el [con Vladimir Putin]? Non teño nin idea. E é moi posíbel que non", dixo Donald Trump nunha entrevista este domingo en Fox News cando foi inquirido a respeito das súas relacións co presidente ruso.

O xornalista saltou entón como un resorte e dixo: "Mais Putin é un asasino", unha declaración máis editorial [Fox News é un dos meios máis conservadores dos EUA] do que informativa.
Trump repentizou moi no seu estilo con esta resposta: "Nós temos unha chea de asasinos" e a seguir interpelou ao xornalista:  "Ou pensa que somos un país inocente?".

O Kremlin pediu formalmente desculpas a Fox News pola designación do líder ruso como asasino -"Putin is a killer", foi a frase literal.

Durante a entrevista, Trump defendeu o seu discurso de que Washington debe procurar a alianza con Moscova no combate contra o Daesh."             (Sermos Galiza, 06/02/17)

22/5/16

No bajaba de varios millares el número de ancianos, mujeres y niños que concentramos en el dique seco. Una vez allí, se dio la orden increíble de abrir las compuertas e irlo inundando poco a poco



Y es que también el fanatismo tiene límites. Vuelvo horrorizado de lo que he visto y turbado por el temor de lo que nos espera cuando de triunfadores pasemos a vencidos. No puedo desechar de la memoria la escena aquella del dique seco de Rostov, donde, con el corazón oprimido y sonrojo en el alma, fui testigo, ya que actor me repugnaba serlo, de un crimen sin precedentes.

Le pedí que me aclarase sus palabras.

— Llegué a Rostow el 27 de julio, poco después de entrar las tropas, y cooperé con el ejército y mis compañeros en la odiosa tarea de arrestar a todos los judíos de la ciudad; muchos habían huido y los suicidios aclaraban cada vez más las filas de los rezagados. 

Sin embargo, no bajaba de varios millares el número de ancianos, mujeres y niños, con contadísimos hombres, que cumpliendo órdenes superiores concentramos en el dique seco. Una vez allí, se dio la orden increíble de abrir las compuertas e irlo inundando poco a poco. 

El agua subía lentamente y cuando llegaba a la cabeza de los más altos ya yacían en el fondo numerosos cadáveres. Algunos, más esforzados, sostenían en vilo a los niños. Cuando el dique estaba a punto de llenarse, los supervivientes se aferraban con ansia desesperada al borde e intentaban escapar. ¡Infelices! 

Los soldados de las S. S. que con nosotros cercaban el dique les aplastaban con los tacones sus crispados dedos o les obligaban a soltarse a culatazos. Así fueron ahogándose casi todos y ya pocos se debatían en el centro, pidiendo a gritos compasión, cuando sonó la voz de ¡fuego! que puso fina la tragedia.

— Si hay dios —concluyó Mallwitz— nos hará expiar esta espantosa matanza. ¡Quiera el Cielo que el castigo recaiga sólo sobre los culpables!

— ¿Cómo reaccionaban los autores materiales del progrom

— Los miembros de las Schutzstaffein tienen la sensibilidad embotada, en el mejor de los casos, o se deleitan con el asesinato. ¡No en vano son los esbirros predilectos de Himmler! Mis compañeros callaban amordazados por la disciplina y porque nuestra alma de esclavos ahoga las voces que inspira la noción de la dignidad humana. 

Algunos hicimos llegar a van Bock un relato de lo ocurrido y sé que, indignado como hombre y avergonzado como militar, dio parte a Berlín y pidió autorización para sancionar a los culpables. Pero no se impusieron castigos ni se abrió una investigación."

(Luis  Abeytua: Lo que sé de los nazis. Ed. Un. Cantabria, 2011, p. 213/5)

28/3/14

Baño de sangre por cuotas

"El Politburó ni siquiera daba listas de nombres, simplemente asignada las cuo-tas de muertos por millares. El 2 de julio de 1937 ordenó a los secretarios lo-cales del Partido la detención y el fusilamiento de los «elementos antisoviéti-cos más hostiles», que debían ser condenados a la pena máxima por las troikas, unos tribunales formados por tres individuos que normalmente eran el secre-tario del Partido, el fiscal y el jefe del NKVD de la zona.

El objetivo era «acabar de una vez por todas» con todos los enemigos del régimen y con cualquier persona a la que fuera imposible educar como socialista, para acelerar así la eliminación de las barreras sociales y dar paso a la llegada del paraíso para las masas. 

Esta solución final consistía en una matanza que resultaba lógica desde el punto de vista de la fe y el idealismo del bolchevismo, religión basada en la destrucción sistemática de las clases sociales. El principio de ordenar asesinatos como si fueran cuotas industriales del plan quinquenal entraba, por lo tanto, dentro de lo natural.

Los detalles no importaban: si la aniquilación de los judíos por parte de Hitler fue un genocidio, estaríamos aquí ante un «democidio», ante una lucha de clases que derivaba en puro canibalismo.

 El 30 de julio Yezhov y su ayudante, Mijail Frinovski, propusieron al Politburó la aprobación de la orden n.° 00447, en virtud de la cual, entre el 5 y el 15 de agosto, debían asignarse a las provincias cuotas para dos categorías: la categoría uno (los que tenían que ser fusilados) y la categoría dos (los que debían ser deportados).

 Se especificaba que 72.950 individuos debían ser fusilados y 259.450 detenidos, aunque se pasaron por alto algunas regiones. Estas podían también solicitar la aprobación de más listas. Las familias de todos esos individuos tenían que ser asimismo deportadas. Al día siguiente el Politburó confirmó la orden.

Muy pronto, a medida que la caza de brujas, alimentada por las envidias y la ambición de los cabecillas locales, llegaba a su punto culminante, aquella «máquina de picar carne» se tragaría cada vez a más individuos. "         

  (Simon Sebag Montefiore: La corte del zar rojo, ed. Crítica, 2003, pág. 225)

20/12/13

Lo que ven los españoles no es sino una pequeña muestra de lo que está sucediendo en la ciudad



“Decenas de cadáveres de civiles judíos se amontonan en las calles de Vilnius, donde los alemanes dicen que se acaba la civilización. Es el precio que a los soldados alemanes les parece que tienen que pagar los judíos por el asesinato de un oficial de la Wehrmacht. Dicen que ha sido por eso.

Esta vez no los matan en un bosque, ni los entierran, todavía, en fosas comunes que ellos mismos tendrían que haber cavado antes. Los cadáveres se dejan en la calle, tirados, para que los pueda ver todo el mundo, para que sirvan de escarmiento.

En la montonera de cuerpos se puede distinguir que hay niños, que hay mujeres, y ancianos. Hay una cierta razón democrática en las decisiones indiscriminadas de los hombres del general Franz von Roques. ¿Por qué se iba a poder matar sólo a hombres jóvenes? De lo que se trata es de exterminar una raza.

Por la civilizada Vilnius, apenas tocada por la guerra, se mueven muchos hombres de la División 250. Porque hay un hospital de retaguardia en la ciudad. Hay médicos y heridos. Y hay mujeres, porque en ese hospital trabajan enfermeras españolas.

Todos ellos pueden ver el espectáculo de los cuerpos amontonados.

Aunque casi ninguno lo querrá recordar. La excepción será Benigno Cabo García, el voluntario de Linares que ha cumplido veinte años y ya, desde hoy, es testigo directo del horror nazi, que le descompone, que no comprende. Benigno y sus compañeros se han escapado de Riga, donde estaban de permiso, para conocer la capital de Lituania. Han ido al hospital español para que les den de comer. Van a lamentar la escapada."

El hospital está habilitado en el barrio judío de la ciudad, donde vivían hasta julio de 1941 las víctimas que ahora se amontonan en las calles, a la vista de Benigno, de sus compañeros, del personal médico de la división y de los heridos que convalecen allí.

Lo que ven los españoles no es sino una pequeña muestra de lo que está sucediendo en la ciudad. La comunidad judía estaba esperanzada hasta hoy, porque desde hacía un año no se habían producido matanzas, ni en los guetos ni en el bosque de Ponar. Jacob Gens, el jefe de la policía judía del gueto, lo había celebrado hace unas semanas.

 Gens estaba satisfecho tanto por el aparente cese de las matanzas como Por el funcionamiento  del teatro que distrae a sus compañeros y por los conciertos que se celebran en el cementerio, porque no hay otro sitio donde hacerlo. Pero las esperanzas se han frustrado.'

Es 5 de abril y el estudiante Itzhok Rudashevski escribe en su diario que han sacado de la ciudad a unas cinco mil personas en ochenta y cinco vagones de ferrocarril con el pretexto de llevarlas a Kovno a trabajar Pero su destino real ha sido Ponar. Allí, todos han sido fusilados por lo alema nes y sus aliados lituanos.

Y resulta aún más pequeña la muestra que supone la matanza pública, ya infrecuente en estos tiempos de sistematización del trabajo exterminador, si se piensa que apenas quedan unos días para que Himmler dé la orden definitiva de liquidar todos los guetos del este, de Ostland. 

Desde el 5 de junio de 1943, los sufridos y estresados asesinos de las SS y sus auxiliares de cada país situado al este de Alemania tendrán que acabar con las concentraciones de judíos en las ciudades.

 Los que sean necesarios para trabajar serán recluidos en campos de concentración, «los habitantes innecesarios» serán evacuados. O sea, liquidados.”

(Jorge M. Reverte: La División Azul. Rusia, 1941-1944. RBA, 2011. Págs. 497/499)

14/7/11

"En Bielorrusia los presos de guerra soviéticos fueron el mayor grupo de víctimas: se los fusilaba en público, ante los ojos de la población civil

"Rafael M. Bromberg, de quien proceden estas observaciones, residió hasta comienzos de septiembre de 1942 en Minsk y estuvo internado en el campo de Drozdy. Se unió más tarde a la brigada de partisanos Nikitin, donde informó de la brutalidad sin precedentes con la que los ocupantes alemanes trataron no solamente a los 700.000 prisioneros de guerra bielorrusos, sino también, y particularmente, a la población civil.

Bromberg describe cómo soldados alemanes lanzaban una hogaza de pan a los hambrientos internos de un campo para fotografiarlos peleándose por él como entretenimiento, cómo los hombres saltaban al río para poder calmar su sed y eran fusilados desde las orillas por los soldados o cómo los convictos comunes de las prisiones eran transferidos a los campos de concentración y empleados para hostigar a los judíos.

Las consecuencias de la agresión alemana han quedado marcadas a fuego en la memoria colectiva bielorrusa. De los nueve millones de habitantes que tenía el país en 1941, 2'2 millones no sobrevivieron a la guerra; la mayoría de las ciudades fueron destruidas prácticamente hasta los cimientos; ardieron junto con sus habitantes más de 9.000 pueblos y aldeas de los que no ha quedado ningún rastro.

No hay ninguna familia en el país que escapase de la guerra, afirma el embajador de la República de Bielorrusia en Alemania, Andrei Giro, en un acto conmemorativo en Berlín.

Giro recuerda la enorme tarea que supone superar el comprensible e indiscriminado odio hacia los alemanes. Precisamente porque no se puede juzgar a los alemanes en abstracto, porque los millones de habitantes de Bielorrusia hubieron de enfrentarse en las zonas ocupadas durante mucho tiempo al comportamiento y las costumbres de los soldados alemanes, ha sido tan difícil no identificar aquellos sucesos con el conjunto del pueblo alemán.

En Bielorrusia, aunque muchos judíos vivían en el país, los presos de guerra soviéticos fueron el mayor grupo de víctimas: se los fusilaba, en público, ante los ojos de la población civil." (' 70 años de la operación Barbarossa en Minsk', de Ulrike Baureithel , Sin Permiso, 03/07/2011)

22/5/08

Venganza

“Otoño de 1942. El coche del piloto de Himmler, el comandante de las SS Schnäbele, cayó en una emboscada tendida por la resistencia. En el coche viajaban Schnäbele, otro oficial de las SS y dos mujeres rusas, a las que querían llevar a su cuartel. El piloto de Himmler y el oficial de las SS murieron a manos de los partisanos (...).

Himmler informó a Hitler y éste ordenó masacrar a los habitantes de las aldeas vecinas al lugar de los hechos, todos inocentes. Una unidad de Himmler se encargó de llevar a cabo las ejecuciones de los civiles rusos.

En el curso de éstas se desarrollaron escenas dramáticas. A las mujeres que pedían clemencia las golpeaban con las culatas de los rifles y luego las mataban de un balazo. A los niños que se aferraban a sus madres los separaron por la fuerza y los asesinaron delante de ellas. Los cadáveres de aquellos hombres, mujeres y niños fueron arrojados a fosas previamente excavadas. Los soldados de las SS de la guardia personal de Hitler se desplazaron expresamente desde Vinnitsa para presenciar esta orgía de venganza.” (El País, Domingo, 18/05/2008)