Mostrando entradas con la etiqueta LA LOGICA DEL TERROR. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LA LOGICA DEL TERROR. Mostrar todas las entradas

28/6/18

"Mi madre vendía en la plaza del pueblo y tenía mucho contacto con la gente, les ayudaba y aconsejaba para que no se callaran, para que protestaran y reclamaran lo que era suyo". "La mataron en la puerta del cementerio por la mañana y la dejaron allí hasta por la noche". Era la pedagogía del terror usada por los franquistas

"Mi madre era una rebelde, pero no para matarla". Así arranca Dalia Romero Luna a hablar de Carmen Luna. Una mujer que además de ser su madre fue una de las muchas que representaban el naciente feminismo republicano con el que el golpe de Estado perpetrado por las tropas franquistas en 1936 quiso acabar.(...)

 "Mi madre quería la libertad para la mujer", cuenta Dalia, una "viejita" que ya ha cumplido un siglo de vida y atiende la llamada de eldiario.es desde su casa en Mallemort, un pueblo cercano a Marsella. Allí acabó exiliada. "A mí no me mataron porque me escapé a zona republicana", dice. Dalia tenía 18 años en 1936, el año en que empezó la guerra y en el que los rebeldes ejecutaron a su madre como castigo ejemplarizante.  (...)

El franquismo acabó imponiendo una doble venganza sobre la mujer. Era el escarmiento adoctrinador para aquellas que transgredieron los límites de lo que la dictadura había pensado para ellas. Una represión de género que dominó a través de ejecuciones, cárcel, torturas, violaciones, rapados y aceite de ricino o por medio del destierro interior que condenó a las mujeres señaladas como rojas

La Luna –así era conocida entonces Carmen– quería "que el pueblo tuviera la cultura y la educación como una herramienta, que supiera defenderse y no agachara la cabeza para todo". Era "rebelde", asume Dalia, con causa: "para denunciar las injusticias y defender los derechos". Quería que hubiera "escuelas, instrucción y trabajo" en vez de "tanta miseria terrible".

Por eso los franquistas mataron a la Luna, para atemorizar y dejar claro el camino del silencio y la obediencia. Porque la subordinación de la mujer no entraba en su diccionario. El relato de terror  ocurrió en Utrera (Sevilla), donde Dalia tiene todavía viva a una de sus hermanas, Rosario Peña Luna (84 años), hija del segundo matrimonio de Carmen Luna.

"Lo recuerdo todo", confiesa Dalia con un asimétrico acento francés y andaluz. "Mi madre vendía en la plaza del pueblo y tenía mucho contacto con la gente, les ayudaba y aconsejaba para que no se callaran, para que protestaran y reclamaran lo que era suyo", sostiene. "Los fascistas la vigilaban (sobre todo en los meses previos a la sublevación armada) y por estas razones la cogieron y la asesinaron", culmina.

"Lo recuerdo todo", repite. Fue hace 82 años. "Ella no hizo nada malo a nadie", asegura. Dalia tiene ahora "100 años y cinco meses", precisa. "La tengo presente, siempre, y todos los días me acuerdo de ella y de lo que le hicieron", dice recordando a su madre.  (...)

"Hacíamos teatro para que la gente aprendiera, para que leyeran y se preocuparan por sus cosas", narra Dalia. Animada por su madre, pertenecía a una compañía llamada Pan de piedra y estaba afiliada al sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT). "Los compañeros iban al campo de noche para dar lecciones y yo misma sabía leer y escribir porque había aprendido sola en mi casa", cerca del influjo feminista de su madre.

"En aquella época había una propaganda terrible y el pueblo estaba muy animado", dice, "pero no para matar, eso lo hicieron ellos (los fascistas), sino para salir adelante". Los golpistas acabaron acusando a Dalia. "Eso de que fui a matar es mentira, las juventudes de Utrera no matamos a nadie", asegura. En el pueblo, sin embargo, los golpistas acabaron ejecutando a 424 personas.

"Y a tantísimas mujeres y compañeras que asesinaron, hasta niñas de 15 años", continúa, "no solamente confederadas, republicanas o socialistas, de todas clases, y metieron a muchas en prisión". Todas las que osaron enfrentar los ideales tradicionales. 

De ahí el castigo ejemplar. "La mataron en la puerta del cementerio por la mañana y la dejaron allí hasta por la noche". Era la pedagogía del terror usada por los franquistas como estrategia atemorizante. Un plan ejercido con especial saña sobre el cuerpo de la mujer.

"A mi madre la metieron presa, un mes, y la sacaban y le decían ‘vamos a darle el paseo’, a saber todo lo que le harían allí dentro", cuenta Dalia. "La quitaron de en medio bien pronto", lamenta. "Estaba todo el mundo aterrado". No como antes, apunta, cuando la República trajo "todas las libertades". 

Cuando los hijos de la Luna jugaban en su pueblo: "Un día nos cambiamos los nombres y cuando volvió del campo se lo dijimos y se echó a reír". Y se quedaron con los nuevos. Ella sigue llamándose Dalia. "Y a la más pequeñita le pusimos Libertad".            (Juan Miguel Baquero, eldiario.es, 13/04/18)

24/7/15

Tras los forzados vivas a Franco de rigor, son obligados, niños, mujeres, ancianos, hombres a desfilar ante los cadáveres

"(...) Muchas de estas formas de asesinato son encubiertas y subrepticias, pero otras...

Otras no, otras son públicas y en algunas localidades se celebran como en un festejo patronal.  Martos (Jaén) es uno de esos terribles casos paradigmáticos de asesinatos políticos convertidos en espectáculos de masas, con un evidente propósito aleccionador, terrorista, el de amedrentar a la población y someterla al miedo a los armados, aun más si cabe. 

Sabemos de ello por un suelto publicado en el "Diario Jaén" el 12 de marzo de 1942 y por el testimonio que han aportado algunos marteños que, siendo en aquel entonces niños traumatizados, asistieron a aquella inolvidable y macabra ceremonia de muerte. 

Todos ellos recuerdan de manera indeleble aquel día, en la que entonces se llamaba Plaza José Antonio, la conocida como Plaza Nueva.

 Ante millares de personas, cientos de ellas niñ@s, se cumple la sentencia recaída sobre el anterior alcalde del pueblo, Alfonso Ruiz Aguilar, y sobre el teniente coronel del Ejército Popular de la República Antonio Vílchez Fernández, acusados --como siempre-- de todo tipo de crímenes. 

Un piquete de la Guardia Civil, al mando del teniente Juan del Castillo, ejecuta la sentencia, ante las atentas miradas del gobernador militar de la provincia Juan Pancorbo y del teniente coronel de Estado Mayor Manuel Chamorro.

 Los niñ@s y los adultos presencian el espantoso ritual: los reos son fusilados de espaldas, atados y apoyados sobre unos sacos de cisco que habrán de evitar el rebote de las esquirlas. 

Antes de morir, justo en el instante anterior a la descarga, simultáneamente a la voz de "¡fuego!", uno de ellos, el alcalde Alfonso Ruiz gira su torso y lanza hacia sus vecinos y amigos tuccitanos el grito postrero de "¡¡Viva la República!!".

Desde la cárcel de la ciudad y presos en ella, la esposa de Alfonso, Gloria Luque, que recientemente ha dado a luz a su hijo Germinal, y el padre de Alfonso, José Ruiz, escuchan espantados el tronar de los fusiles, que anuncian el asesinato de su marido e hijo. Con el paso de los días, pocos, Germinal y José morirán en prisión.

 Pero el espanto de los presentes, y de los que somos capaces de situarnos emotivamente de alguna manera en aquella época pretérita, se agudiza cuando los asistentes al asesinato presencian los tiros de gracia en el craneo de los fusilados y cuando tras los forzados vivas a Franco de rigor, son obligados, niñ@s, mujeres, ancianos, hombres a desfilar ante los cadáveres.  

(...) nadie que lo haya vivido olvidará nunca en Martos aquel ominoso día de muerte de marzo de 1942. (...)"                (Todos los rostros, 21/07/2015)

21/7/15

Era habitual que tras las ejecuciones llamaran a concejo al pueblo y eligieran entre los vecinos a aquellos que tenían que afrontar la dura tarea de ocultar los restos

"(...) Los cuatro segundos cadáveres permanecían boca arriba, sepultados de manera más ordenada. "Quizá", explica el arqueólogo de la ARMH, René Pacheco, "porque era habitual que tras las ejecuciones llamaran a concejo al pueblo y eligieran entre los vecinos a aquellos que tenían que afrontar la dura tarea de ocultar los restos". 

Por este motivo, porque hubo testigos que el régimen quería que hubiera para extender el miedo, es sabido en la zona que podría haber una tercera fosa "en la que algunos vecinos hablan de 30 muertos más" (...)

Casasola es sólo un punto negro más. Uno más de la 'ruta del horror' en torno a la carretera LE-213 donde "hubo gran cantidad de asesinatos", recuerda Pacheco. Y una ruta más de las que cosen toda la geografía provincial.  (...)

 Pero en decenas de pueblos como Casasola, los más viejos del lugar saben de más cementerios improvisados en noches de odio y violencia. La memoria colectiva recuerda, a pesar de 40 años de terror y silencio, lugares como La Cenia o el campo de Fresno del Camino, donde siempre destacó la historia simbólica de la muerte de la jovencísima socialista Teresa Monge, a quien se dice que le cortaron los pechos antes de prenderla fuego, como a otras 33 víctimas. (...)

Porque, ¿cuántos muertos por la represión hubo en la provincia? ¿Cuántos son aún los mausoleos desconocidos? "Menuda pregunta, la pregunta del millón", se queja Marcos González, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

Las cifras bailan, difieren. En los primeros estudios serios, en la década de los años 80, expertos como el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de León Javier Rodríguez, Secundino Serrano o Wenceslao Álvarez Oblanca, hablan de cuantías que alcanzan las 3.000 almas. Siempre, ojo, sin contar víctimas del conflicto militar.

Más recientemente, la Asociación de Estudios sobre la Represión en León (Aerle) realizó un recuento detalladísimo para ubicar nombres, apellidos y procedencia en la llamada Capilla Laica del cementerio de León que aún, un aniversario del golpe de Estado más, permanece tan incompleto como la memoria real de la tragedia fratricida leonesa. La cifra: 1.517. (...)

Seguir el rastro oficial de las sentencias de muerte, de los ingresos en los campos de concentración de San Marcos o Santa Ana en León, se ha podido hacer a duras penas en los últimos años. Pero de los 'paseos' leoneses es materialmente imposible porque nadie firmaba un papel, un ingreso, una 'saca' de las prisiones, ningún médico certificaba la muerte de los desgraciados reos.

De modo que las 38 fosas excavadas de momento por la ARMH, la primera de ellas de los 13 de Priaranza del Bierzo, donde nació el actual movimiento nacional e internacional de la asociación, parecen ser sólo la punta de iceberg. (...)"              (Carlos J. Domínguez, ILeon.com, 18/07/2015)

11/5/15

Antes de ser fusilado fue torturado y paseado por el pueblo. Los dirigentes franquistas ordenaron a los vecinos que salieran de su casa, para que vieran cómo era ajusticiado frente a los muros de la iglesia.

"(...) El más cruento de todos, el protagonizado por Franco García Sánchez, farmacéutico de profesión y alcalde democrático durante la II República. Antes de ser fusilado fue torturado y paseado por el pueblo. 

Los dirigentes franquistas ordenaron a los vecinos que salieran de su casa, para que vieran cómo era ajusticiado frente a los muros de la iglesia.

Se trata de uno de los protagonistas del libro ‘Arroyo de San Serván en el contexto de la II República y la represión Franquista’. El libro surgió con la búsqueda de una fosa común presente en un olivar cercano a la localidad, dentro de una explotación agrícola.  (...)




16/12/12

El atentado mató a dos gemelas de tres años, Esther y Miriam; a una niña de seis, Silvia; a otra de siete, Silvia; a otra de 12, Rocío; y a un menor de 17, Ángel. A otros los dejó huérfanos.



 Unos bomberos, ante el cuartel de la Guardia Civil destruido por la explosión del artefacto

"Pascual acababa de hacer el relevo de las seis de la mañana junto a otro compañero cuando ocurrió. En ese momento estaban los dos solos vigilando la entrada de la casa cuartel. De repente, vio un coche que se detuvo en mitad de la calle, un poco antes de llegar a la puerta.

 “¡Eh! ¡Que ahí no se puede parar!”, le gritó desde dentro. Pero el conductor se bajó y empezó a correr. Y el coche comenzó a echar humo. “Abrí la verja, salí y vi que lo estaban esperando en otro coche. Oí cómo él les decía ‘Ya está, ya está’. Mi compañero se fue corriendo a avisar al equipo de desactivación de explosivos.

 Pero fue todo muy rápido. Otro vehículo entró por la calle y se puso detrás del que echaba humo. Les dije que se fueran. Dieron marcha atrás y en ese momento saltó todo por los aires. Yo perdí el conocimiento, lo recobré, lo perdí otra vez. Sentía mucho dolor, no podía levantarme. No recuerdo más. Me desperté ya en el hospital”.

Antonio estaba durmiendo junto a su mujer, Carmina. Esa madrugada estaban solos en casa. “Recuerdo un estallido sonoro infernal. Y una luz. Después, el edificio se movió como de un lado a otro… y se desplomó. Carmina y yo nos quedamos atrapados en el colchón, que hizo como un sándwich.

 Mi mujer empezó a gritar: ‘¡Que nos matan!, ¡Que nos matan!’. Yo estaba un poco aturdido porque el marco de la ventana me había golpeado en la cabeza. Poco a poco empecé a darme cuenta de lo que estaba pasando, de que era un atentado. Pero no sabíamos qué pasaba fuera… si había terroristas… 

Yo, por si acaso, le dije a Carmina: ‘Cállate, cállate, no abras la boca’. Y traté de ir a por mi arma, que estaba en otra habitación. Pero no podía pasar. Todo se había derrumbado a nuestro alrededor. Todo eran escombros”.
 
Pascual Grasa y Antonio Frutos tienen grabados a fuego los minutos que siguieron al atentado de ETA contra la casa cuartel de Zaragoza perpetrado el 11 de diciembre de 1987, uno de los más sanguinarios de la banda terrorista. Pascual tenía entonces 32 años. Antonio, 27. Ambos eran guardias civiles. (...)

Hace 25 años, a las seis y diez de ese 11 de diciembre, Henri Parot —miembro del comando Argala—, dejó un coche bomba en la puerta de la casa cuartel con 250 kilos de amonal y abundante metralla. Murieron 11 personas, y casi 90 resultaron heridas. Ocurrió seis meses después de la matanza de Hipercor en Barcelona, que había provocado 21 muertos, todos civiles. 

ETA estaba cometiendo atentados especialmente virulentos en ese momento para tratar de mejorar su posición ante el Gobierno en los contactos previos a las conversaciones de Argel. Para ellos era una estrategia. Pero Pascual y Antonio vieron morir ese día a sus compañeros, a las mujeres de sus compañeros, a los hijos pequeños de sus compañeros… 

En la casa cuartel vivían unas 40 familias (180 personas) y algunas decenas de estudiantes de la residencia que alojaba el edificio.

“Cuando logramos salir al patio, me encontré con un cabo y con su hija. Estaban muertos”, recuerda Antonio, que tiene ahora 52 años. “Había muchos cuerpos sepultados bajo los escombros. Los bomberos estaban ya aquí. La gente lloraba, gritaba, les metían oxígeno para que respiraran.

 Las viviendas que estaban más cerca de la bomba quedaron destrozadas. Ni siquiera se podía salir a la calle desde el patio. No había salida. Al final sacaron a la gente desde la ventana rota de nuestra habitación, que se convirtió en uno de los accesos al exterior”.

 Las niñas de Antonio y Carmina, dos gemelas de un año, se salvaron de milagro. Los padres, ambos murcianos, las habían llevado con su familia a pasar el puente de la Constitución y aún seguían allí. “Si no, probablemente habrían muerto”, piensa Antonio. “La onda expansiva fue muy fuerte en su cuarto. Tenían un acuario que estalló en mil pedazos. El tabique de su habitación reventó”.

Las pequeñas de este matrimonio se salvaron. Pero el atentado mató a dos gemelas de tres años, Esther y Miriam; a una niña de seis, Silvia; a otra de siete, Silvia; a otra de 12, Rocío; y a un menor de 17, Ángel. A otros los dejó huérfanos. Sin familia alguna en la que anclar su corta vida. Emilio José Capilla Franco se quedó ese día sin su padre, sin su madre y sin su única hermana. 

“Lo vimos perfectamente”, recuerda Carmina. “Estaba muy quieto sobre una baldosa, lo único que quedaba en pie y que podía caerse en cualquier momento. Al final lograron bajarlo de ahí al pobrecico”. Sus padres, Emilio y María Dolores, y su hermana, Rocío, habían quedado enterrados bajo el edificio.

 La ejecución del atentado la llevó a cabo Henri Parot junto a su hermano Jean, Jacques Esnal y Frederic Haramboure. Lo ordenaron Francisco Múgica Garmendia, Pakito; Joseba Arregi Erostarbe, Fiti; y Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, la dirección de ETA en ese momento.

Todos han sido condenados en Francia o España a miles de años de prisión o cadena perpetua. Y todos, salvo Josu Ternera, huido, están en la cárcel.


Pascual ha pasado por múltiples intervenciones quirúrgicas; tiene secuelas en la mano, los tendones, una pierna más corta que otra... Antonio estuvo tres días ingresado con una conmoción cerebral. “Pero lo peor es lo que queda dentro de la cabeza”, dice Carmina. “Es tanto dolor, tanto lo que viste, que jamás lo olvidas. Han pasado 25 años y aún sigues pensando en ello. Aún te sobresaltas”.

ETA anunció el cese de la violencia hace más de un año. “Ojalá que nadie vuelva a sufrir un atentado nunca más”, pide Pascual. “Yo les pido que entreguen las armas y que se pongan a disposición de la justicia. Que se ponga de verdad un punto final”.   (El País, 11/12/2012)

4/9/12

En Santagurda fusilaron a tantos hombres que le llamaban “el pueblo de las viudas”, y a ellas las apresaron y raparon

"Enrique González Duro, “Las rapadas. El franquismo contra la mujer” (...)

En este último título, recientemente editado por “Siglo XXI”, vemos cómo la clase dominante y sus colaboradores, en el camino de la guerra contra el pueblo trabajador tomaban como punto de partida la barbarie más absoluta, y lo ejemplifica mostrando las escenas que se vivían en las ciudades y pueblos que asaltaban: fusilaban en las plazas públicas con hora señalada y puestos de bebida, comida y banda de música para celebrar los asesinatos, e impedían a los familiares que se acercasen a los cadáveres que cargaban en camiones para echar en fosas comunes. González Duro hace relación de los lugares de tales ejecuciones.

A partir de diversas escenas nos muestra todo el sistema franquista para la destrucción de toda mujer que hubiese tenido algo que ver con el mundo de la República; los franquistas pusieron en marcha la máquina de destruir su condición humana desde la esencia. 

Comienza por la figura de la miliciana como objeto principal de los fascistas porque era exponente máximo de la mujer rebelde, de aquella que aspiraba a cambiar la situación de las de su género.

 Los franquistas tomaban represalias sobre las mujeres por ser familiares de republicanos o conocidas republicanas, sospechosas o combatientes, y generalizaron la violación y la tortura, les rapaban la cabeza y las cejas, a algunas las dejaban un mechón del que colgaban banderines monárquicos y las obligaban a beber aceite de ricino, produciéndolas vómitos y diarreas, y las exponían en público en las peores condiciones posibles, y las sacaban por los pueblos y las ciudades mientras una banda de música tocaba para llamar la atención conforme eran obligadas a cantar el himno falangista “Cara al sol” con el brazo en alto, a saludar la bandera borbona, la de la falange y el retrato de Franco; así hacían de estas mujeres una imagen inasumible por el resto.

Con esos espectáculos callejeros, además de buscar el escarnio entre los vecinos, pretendían implicar a la población en su conjunto. Para producir el rechazo general y el miedo a las republicanas y negar su condición de mujeres, el lenguaje común que implantaron lo formaban términos que mezclaban el desprecio y la acusación, que las rebajaban, las humillaban, las deshumanizaban, como putas, rojas, rapadas, peladas, pelonas, sucias, feas, etc.

En Santagurda fusilaron a tantos hombres que le llamaban “el pueblo de las viudas”, y a ellas las apresaron y raparon: “Dos barberos se encargaron de la tarea, y uno de ellos les cobraba por raparlas. Las bromas y las burlas completaban el escarnio, que aumentó a obligarlas a desfilar, conminándolas a que gritaran “¡Abajo las putas! ¡Viva la Guardia Civil!”. Y a las viudas les saquearon sus casas, las insultaron y les incautaron tierra y alimentos”. 

Vallejo Nájera, el psiquiatra de Franco declaraba que ellos tenían sangre inquisitorial y que iban a hacer que se instaurase otra vez la Inquisición. Llevaron la represión hasta los rincones más ocultos de la sociedad. 

Pero en el caso de la mujer tomaban venganza aunque nadie la señalase, como vemos en el ejemplo que González Duro transcribe: “castigo por derecho de representación” a cinco mujeres que eran las esposas de los cinco responsables políticos de Miranda de Ebro; varias de ellas fueron sentenciadas a muerte, condenas conmutadas por las penas inmediatamente inferiores. Fueron encarceladas en la prisión de Burgos, donde permanecieron largos años”.

 Terminada la guerra y pasados los primeros años “la violencia no era ya un arma de la soldadesca de las tropas mercenarias, sino algo más sistematizado y programado con la ayuda de los asesores de la Gestapo, como se ha visto en algunos casos. Pero se seguía violando en la Dirección General de Seguridad, en las comisarías de policía, en los centros de detención falangistas, en los cuarteles de la Guardia Civil, e incluso en las cárceles, con tanta o mayor impunidad que antes. 

Los nuevos dueños del poder sabían que toda estructura jurídica del orden público estaba en sus manos y a su servicio: las rojas, a menudo rapadas, podían seguir siendo violadas sin ningún problema, aunque a veces la violación formaba parte de la tortura científicamente aplicada”. 

La sumisión y el miedo estaba sembrada en el conjunto social por todos los represores, entre los que destacaba la Iglesia católica: el objetivo era reconducir a las gentes en lo que el fascio llamaba “reeducación”.                (Crónica Popular, 30/07/2012)

14/7/11

"En Bielorrusia los presos de guerra soviéticos fueron el mayor grupo de víctimas: se los fusilaba en público, ante los ojos de la población civil

"Rafael M. Bromberg, de quien proceden estas observaciones, residió hasta comienzos de septiembre de 1942 en Minsk y estuvo internado en el campo de Drozdy. Se unió más tarde a la brigada de partisanos Nikitin, donde informó de la brutalidad sin precedentes con la que los ocupantes alemanes trataron no solamente a los 700.000 prisioneros de guerra bielorrusos, sino también, y particularmente, a la población civil.

Bromberg describe cómo soldados alemanes lanzaban una hogaza de pan a los hambrientos internos de un campo para fotografiarlos peleándose por él como entretenimiento, cómo los hombres saltaban al río para poder calmar su sed y eran fusilados desde las orillas por los soldados o cómo los convictos comunes de las prisiones eran transferidos a los campos de concentración y empleados para hostigar a los judíos.

Las consecuencias de la agresión alemana han quedado marcadas a fuego en la memoria colectiva bielorrusa. De los nueve millones de habitantes que tenía el país en 1941, 2'2 millones no sobrevivieron a la guerra; la mayoría de las ciudades fueron destruidas prácticamente hasta los cimientos; ardieron junto con sus habitantes más de 9.000 pueblos y aldeas de los que no ha quedado ningún rastro.

No hay ninguna familia en el país que escapase de la guerra, afirma el embajador de la República de Bielorrusia en Alemania, Andrei Giro, en un acto conmemorativo en Berlín.

Giro recuerda la enorme tarea que supone superar el comprensible e indiscriminado odio hacia los alemanes. Precisamente porque no se puede juzgar a los alemanes en abstracto, porque los millones de habitantes de Bielorrusia hubieron de enfrentarse en las zonas ocupadas durante mucho tiempo al comportamiento y las costumbres de los soldados alemanes, ha sido tan difícil no identificar aquellos sucesos con el conjunto del pueblo alemán.

En Bielorrusia, aunque muchos judíos vivían en el país, los presos de guerra soviéticos fueron el mayor grupo de víctimas: se los fusilaba, en público, ante los ojos de la población civil." (' 70 años de la operación Barbarossa en Minsk', de Ulrike Baureithel , Sin Permiso, 03/07/2011)

10/4/11

"Miembros de las fuerzas de seguridad se apostaron en algunas azoteas y balcones y dispararon desde allí a los manifestantes"


Protesta en el centro de Deraa; derecha, un enmascarado dispara un arma en la misma ciudad

"Los relatos de los residentes de Deraa dibujan un escenario casi bélico en esta ciudad de 75.000 habitantes. Cuentan a sus familiares y a Human Rights Watch que miembros de las fuerzas de seguridad se apostaron en algunas azoteas y balcones y dispararon desde allí a los manifestantes que caminaban desde la ciudad vieja al centro de la ciudad.

"A mi primo le han disparado cuando estaba en la puerta de su casa. Dos amigos suyos han recibido disparos en la cabeza", asegura Omar, un sirio residente en España, media hora después de hablar con su familia en Deraa.

"Mi madre me acaba de decir que tiran a matar a los jóvenes como si fueran pájaros", añade. Dicen también que muchos vecinos no se atreven a llevar a los heridos al hospital por miedo a que allí los detengan o incluso los maten por haber participado en las manifestaciones. (...)

Deraa es el epicentro de la sublevación en Siria y el lugar en el que los sirios salieron por primera vez a la calle para pedir "libertad". Sus habitantes se atrevieron el mes pasado a desafiar la ley de emergencia vigente desde la llegada al poder del partido Baaz en 1963 tras la detención de 15 chicos que habían pintado grafitis a favor de la democracia en la ciudad.

Cuando los familiares y vecinos de los chicos se concentraron para pedir su liberación, la policía abrió fuego y murieron tres personas. Al poco tiempo los grafiteros fueron liberados después de ser maltratados, según contaron hace unos días varios residentes de Deraa a este diario. Aseguran que algunos de los niños salieron del centro de detención con las uñas arrancadas.

Desde entonces, los habitantes de Deraa salen a la calle casi cada día. Los viernes, después de la oración en la mezquita, tienen lugar las grandes protestas semanales, en las que han muerto decenas de sirios.

El peligro no se acaba sin embargo con las protestas. Los sábados empieza la caza de brujas. Es cuando se busca uno por uno a los que acudieron a la protesta, a los que se identifica en las grabaciones de los móviles y en las imágenes que manejan los servicios secretos." (El País, 09/04/2011, p. 2)

5/4/11

El terror en Siria

"Unos duermen en coches por si la policía va a su casa a buscarlos en medio de la noche. Otros se refugian en viviendas de familias nada sospechosas de participar en protestas en contra del régimen y los hay también que andan forajidos de pueblo en pueblo, en un optimista intento de burlar a las fuerzas de seguridad y al omnipresente espionaje sirio.

Todos se afanan en borrar las fotos y vídeos de las manifestaciones que puedan delatar a algún vecino. Es lo que cuentan algunos de los manifestantes y vecinos de Deraa (Siria) cuando llegan a Ramza, una ciudad jordana que se encuentra pegada a la frontera entre ambos países. (...)

Los habitantes de Deraa, la ciudad en la que estallaron las primeras revueltas contra el presidente Bachar el Asad y en la que la represión se ha cobrado el mayor numero de víctimas, viven presos del miedo.

La campaña de detenciones masivas y torturas a los cautivos de los dos últimos días ha sembrado el pánico y ha logrado debilitar de momento la revuelta, cuentan los llegados desde la ciudad. (...)

Aun así, a los que vienen de Deraa les persigue la sombra del miedo. Temen detallar los atropellos que el régimen sirio comete en nombre de la estabilidad y con la ley de emergencia en la mano.

En la calle nadie habla de lo que sucede al otro lado de la frontera. En privado, lejos de las miradas y sin nombres de por medio, algunos se atreven.

"Hay muchos jóvenes heridos, pero se quedan en casa porque piensan que, en el hospital, las fuerzas de seguridad les detendrán o les matarán", cuenta en la trastienda de un ultramarinos un comerciante que hace media hora ha llegado de Deraa.

Vive junto a la mezquita Al Omari, la que se había convertido en hospital improvisado y fue atacada por la policía. Durante el ataque murieron al menos seis personas. Amnistía Internacional cifra en 55 el número de muertos en Deraa a manos de las fuerzas de seguridad.

Los vecinos hablan además de un número indeterminado de desaparecidos, de detenidos de los que no se vuelve a saber nada. Fuentes próximas a los manifestantes explican que a los encarcelados los apalean y les aplican descargas eléctricas. Estas acusaciones resultan imposibles de confirmar al estar cerrado el país a cal y canto a los periodistas extranjeros. (...)

Cuentan los residentes que el viernes por la noche fueron casa por casa pidiendo teléfonos móviles y obligando a sus dueños a identificar a los manifestantes que aparecían en las imágenes guardadas. Así han ido cayendo uno tras otro los manifestantes, delatados por los móviles de sus vecinos. (El País, 04/04/2011, p. 8)

16/3/11

"'¡Hemos matado al capitán Leret!'. Mi padre fue fusilado por sus propios soldados. Los rebeldes les habían obligado a hacerlo"

"Carlota Leret, hija del aviador Virgilio Leret (Pamplona, 1902), inventor del motor de reacción, acude a la entrevista. Acaba de llegar de Caracas, donde vive desde que se exilió con su madre en 1941, para asistir hoy al estreno del documental Virgilio Leret, El caballero azul, dirigido por Mikel Donazar y patrocinado por AENA.

"Yo era una niña, pero lo recuerdo perfectamente. Era el 17 de julio de 1936, el día que empezó la Guerra Civil, el día que se oyeron los primeros tiros del fascismo que iban a incendiar Europa, el día que vi a mi padre por última vez".

Virgilio Leret era entonces jefe de la zona oriental de las Fuerzas Aéreas en África y estaba destinado en la base de Hidros de El Atalayon (Melilla). "Mi madre, mi hermana y yo estábamos en la base porque habíamos ido a veranear a Melilla con un barco que teníamos. Empezaron a sonar las sirenas y mi padre nos llevó al barco.

No hubo besos, ni despedidas. Recuerdo a mi madre asomada en la cubierta viendo cómo él se alejaba y a mi padre gritándole que se metiera dentro mientras se oían tiros". Virgilio Leret regresó a su puesto para defender la base hasta que se acabó la munición, relata Carlota. No le volvieron a ver.

"Mi padre es el primer fusilado de la Guerra Civil", asegura Carlota. "El primer militar asesinado por cumplir con su deber", le presentaba el cineasta Pedro Almodóvar en un documental estrenado en junio del año pasado para denunciar la muerte impune de 15 víctimas del franquismo.

Carlota ha encontrado documentación que prueba que su padre fue pasado por las armas al amanecer del 18 de julio. "Hace seis meses me llamó la poetisa Angelina Gatell, que había estado casada con un soldado de la base de Hydros.

Me contó que al llegar a la base el 18 de julio, su marido se encontró, temblando, a uno de sus compañeros que le dijo llorando: '¡Hemos matado al capitán Leret!'. Mi padre fue fusilado por sus propios soldados. Los rebeldes les habían obligado a hacerlo como una forma de sembrar el terror". (...)

"¡Apenas hemos hablado del motor de reacción y es lo más importante!", recuerda de repente, desembarazándose de nuevo del tenedor. "Es una historia casi mágica".

"En 1935, un año antes de que estallara la guerra, mi padre había inventado el motor turbocompresor a reacción. Mi madre [la escritora de origen mexicano Carlota O'Neill], a la que metieron en la cárcel después de matar a mi padre por 'influir grandemente en la conducta de su esposo', según el consejo de guerra, logró sacar del penal los planos del invento envueltos en ropa sucia.

Los padres de una compañera de la cárcel los guardaron hasta que ella salió, en 1941. Cuando estuvo libre, mi madre cogió los planos, se los envolvió al cuerpo y se los ofreció a la Embajada británica porque creía que aquel motor podía ayudar a los aliados contra Hitler, pero no hicieron nada", lamenta." (CARLOTA LERET: "España aún no está curada de la Guerra Civil". El País, 15/03/2011, última)

22/12/10

"Nos avergonzaba matar"... pero pusimos en marcha la lógica del terror...

"La decisión de matar a Melitón Manzanas se tomó en nuestro entorno. Pero nunca supimos ni quisimos saber quién había sido su autor. Nos daba vergüenza matar porque no lo teníamos asumido y porque todavía aquella organización repudiaba el asesinato".

Así se pronuncia Eduardo Uriarte a los 40 años del Proceso de Burgos, que juzgó en un tribunal militar constituido en la capital castellana a 16 militantes de ETA por el asesinato de Melitón Manzanas, jefe de la Brigada Político Social de San Sebastián, la policía política del dictador Franco, el 2 de agosto de 1968. (...)

Eduardo Uriarte recuerda que aquella ETA no tenía que ver con la de ahora. De hecho, la decisión de matar al jefe de la Brigada Político Social no fue el resultado de una estrategia, sino la venganza por la muerte del líder de ETA Txabi Etxebarrieta, de 25 años, el 7 de junio de 1968 por la Guardia Civil.

"Nos roían las ganas de venganza y, sobre todo, la necesidad de dar una respuesta que demostrara que ETA no estaba acabada". (...)

La otra cara de la moneda fue la puesta en marcha del mecanismo de la violencia. "Es verdad que allí se incubó el virus de los elementos perversos que posteriormente hemos conocido y sufrido. La ETA posterior al Proceso de Burgos se quedó con lo peor de nosotros al hacer de la violencia el centro de su política e ideología".

Uriarte sitúa el inicio del terrorismo de ETA en el atentado de la cafetería Rolando, en la calle del Correo, junto a la Puerta del Sol de Madrid, en septiembre de 1974. Costó la vida a 14 personas e hirió a decenas.

Los condenados a muerte en el Proceso de Burgos pasaron siete años en la cárcel. Fueron amnistiados en 1977, tras la reinstauración de la democracia. De los seis, dos de ellos ya han fallecido: Onaindia, en 2003, y Gorostidi, en 2006.

Solo uno de los 16 condenados, Jesús Abrisketa, volvió a ingresar en ETA." (El País, Domingo, 15/12/2010, p. 11)

14/12/10

'De vez en cuando, un colono insultaba, escupía o daba un bofetón a un palestino, y la patrulla se llevaba al palestino para "evitar fricciones"


Un soldado israelí detiene a un niño palestino en noviembre, en una colonia cerca de Hebrón

"En el libro se recogen historias como la de un soldado destinado en Hebrón en 2008. Según el militar, a los colonos les gustaba pasear cada shabat por el mercado palestino.

Los soldados tenían que "esterilizar" las calles (evacuarlas); de vez en cuando, un colono insultaba, escupía o daba un bofetón a un palestino, y la patrulla se llevaba al palestino para "evitar fricciones". "Era lo más degradante", comenta el soldado." (El País, 14/12/2010, p. 10)

"Un destacamento de soldados patrulla por el pueblo palestino de Yatta, justo al sur de Hebrón, en la Cisjordania ocupada. Su misión consiste en hacer, sin razón alguna que lo justifique, una "demostración de presencia", que en este caso consiste en disparar contra las viviendas palestinas, las ventanas, los depósitos de agua que hay en los tejados, los paneles de energía solar y los contenedores de basura.

En otra ocasión, todo un batallón ocupa un pueblo a las 2 de la madrugada, sin ningún motivo aparente, simplemente como "demostración de presencia". Entran en todas las casas. En el colegio del pueblo habilitan un aula para los interrogatorios del Shin Bet, los servicios secretos. "La gente se moría de miedo. La niñas se hacían pis encima. Había una atmósfera fanática entre los soldados, como si dijeran: Vamos a acabar con ellos", recuerda un militar israelí.

El objetivo de una tercera misión era confiscar armas, pero en el pueblo no encontraron ninguna, así que los soldados se llevaron los cuchillos de cocina. Un soldado sustrajo además 20 shekels (4 euros). "Los soldados entraban en las casas buscando qué podían robar, pero la gente del pueblo era muy pobre. Aun así, los soldados robaban cualquier cosa que encontraban a su paso", recuerda otro soldado.

Estos son tres de los cientos de testimonios que la ONG israelí Rompiendo el Silencio recoge en su último libro, Ocupación de los territorios: testimonios de los soldados israelíes 2000-2010, donde un centenar de soldados narran sus experiencias en Cisjordania y Gaza desde el inicio de la segunda intifada.

La publicación ha seleccionado 180 testimonios de 101 soldados, de entre las 730 entrevistas que se han realizado con soldados y veteranos que voluntariamente se han prestado a esta iniciativa con la que la organización pretende trasladar a la sociedad israelí el sentimiento de una parte del ejército crítica con la ocupación. (...)

El texto está acompañado por una serie de mapas y fotografías. Llama la atención una foto de un soldado armado con un fusil de asalto de cuya espalda cuelga una gran cacerola de aluminio que los militares usan para sembrar el miedo golpeándola rítmicamente por la noche y la madrugada en las aldeas palestinas, como si de una cacerolada argentina se tratara. Los militares también denominan a esta actividad "demostración de presencia". (...)

De las declaraciones de los soldados se deduce que el día a día de la ocupación es a menudo "irracional". Pero es una irracionalidad deliberada que tiene el propósito de "desconcertar permanentemente a los palestinos" y establecer un "control absoluto" sobre sus vidas, comenta el ex sargento Yehuda Shaul, director de Rompiendo el Silencio. "Los soldados en ningún momento actúan como si la ocupación fuera temporal, sino como si fuera algo que va a durar toda la vida". (Público, 14/12/2010)

25/10/10

"Mucha gente pensaba que la Guerra Civil podía repetirse"

"El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) presenta hoy un estudio sobre el impacto social y político de diez años de exhumaciones de fosas del franquismo en España.(...)

Algunos de ellos arrancaron su investigación en aquella primera fosa, la del abuelo de Emilio Silva, hoy presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Desde entonces han acudido a más de un centenar, donde han grabado en vídeo a forenses que explican, a pie de fosa, en qué circunstancias murieron las víctimas, y familiares que recuerdan los últimos momentos que los vieron con vida. Todo el material estará disponible en la web http://politicasdelamemoria.org, que incluye un apartado titulado Dona tu memoria on line, donde los represaliados podrán contar su historia.

El director del proyecto, Francisco Ferrándiz, opina que estos diez años de exhumaciones "han cambiado la forma de pensar de nuestro país. Son ya historia de España". El antropólogo recuerda que en las primeras había muchísimo miedo. "Mucha gente que vivió la Guerra Civil pensaba que podía repetirse. Las fosas de la derrota fueron el eje central de la estrategia franquista para sembrar el terror. Y el hecho de que hoy siga siendo tan polémico abrirlas quiere decir que de alguna manera aún son eficaces en ese sentido, siguen funcionando como una amenaza". El miedo ha sobrevivido al dictador que lo generó, pero se diluye poco a poco.

Los científicos también han comprobado a pie de fosa que "los discursos políticos y mediáticos que hablaban de revanchismo y reapertura de heridas eran falsos", asegura Ferrándiz. (...)

El antropólogo recuerda: "En otros países estos procesos se han judicializado. Aquí se ha procesado al juez que lo intentó. El caso Garzón ha traído a España a muchos investigadores extranjeros que quieren saber qué está ocurriendo, por qué la Transición española, que se veía como un broche de oro a la dictadura, de repente, no es suficiente. En España este tema no está resuelto. La lección que hemos aprendido de estos diez años de exhumaciones es que es imposible barrer los trapos sucios del pasado debajo de la alfombra". (El País, España, 21/10/2010, p. 27)

17/9/10

El terror franquista

"El profesor titular del departamento de Historia Contemporánea y de América de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), Emilio Grandío, llamó hoy la atención sobre las peculiaridades con las que se vivió el franquismo en la Comunidad gallega, donde aseguró que "no hubo Guerra Civil, solo hubo represión". (...)

Así, desde el verano de 1936 hasta la primavera de 1937 se vive la época más dura de la represión franquista. Con la caída del Frente del Norte "se rebajan un poco estas cotas", buena parte de los perseguidos son apresados en el monte, o son llevados directamente a campos de concentración. De esta manera, se produce una curva descendente en la represión debido "al descenso del propio número de personas que tienen que estar vigiladas", aclara Emilio Grandío. (...)

"EL TERROR" COMO ESTRATEGIA

En esas diversas fases que vivió la represión durante el franquismo, "tras la Guerra Civil las estrategias represivas siguen funcionando" y aparece así, uno de los elementos fundamentales para explicar la continuidad en el tiempo del Régimen: "el terror". Según señala Grandío, "no se entiende la política franquista y su permanencia temporal sin la aplicación de una política de terror constantemente".

A la hora de señalar ejemplos para ilustrar esta dinámica opresiva llevada a cabo, este profesor de la USC habla de una "sensación que no se refleja en frías cifras" y para ejemplificarlo expone pequeños detalles del día a día: "consiste en tener miedo a que te entre una persona por la noche en casa, que alguien venga a buscar a un familiar o tener la percepción de que están persiguiendo". (EuropaPress, 17/09/2010)

7/7/10

Narcos... policías...

"La búsqueda del don de Tivoli empezó el lunes y se prolongó hasta el miércoles. Las consecuencias de esos tres días son todavía muy visibles en el barrio. Es difícil encontrar una casa o un coche que no haya recibido un balazo; algunos edificios, como el mercado, están quemados y en las calles todavía quedan restos de trincheras improvisadas con sacos y neumáticos. Toda la zona está tomada por la policía y el Ejército de Jamaica, que deambula por el barrio con carros blindados. Aunque se permite la entrada de periodistas, es difícil recorrer sus calles sin que a cada paso un soldado o un agente pida la documentación o pregunte inútilmente por unos permisos que no proporciona ninguna oficina de Kingston. (...)

Uno de los militares asegura entender el cabreo de la población de Tivoli Gardens y explica que tuvieron que actuar con eficacia para repeler los ataques de la Shower Posse. "En realidad no fuimos muy agresivos. Dejamos que dispararan y sacamos a los que pudimos de las casas para evitar que fueran heridos. Podría haber sido peor".

Peor es un término demasiado inconsistente para describir la experiencia de Bryan. A unos 40 minutos en coche de Tivoli, en la parroquia de Portmore, el joven músico de 16 años cuenta que sobrevivió a los ataques gracias a una llamada telefónica. Prefiere ocultar tanto su nombre como su mote. Así que llamémosle Bryan. Lo que sigue es una reconstrucción de lo ocurrido en las primeras horas, según su relato:

"Poco después de las diez de la mañana del lunes sonaron los primeros disparos. Yo estaba con mis amigos en la calle. Vi un helicóptero que volaba muy bajo. Y luego recuerdo a un hombre que corría con la pierna sangrando. Nos tiramos al suelo, junto a una pared, y nos quedamos así un rato. Luego nos metimos en una casa donde había más gente.

Los soldados y la policía rodearon la ciudad y empezaron a buscar en los pisos. Entraron donde estábamos y encontraron armas y chalecos antibalas. Los policías nos preguntaban: ¿dónde está Dudus?, ¿dónde está Dudus? Después de eso nos llevaron a una calle donde había varios muertos y nos dijeron que cogiéramos los cuerpos y los apilásemos. Pillaron a un rasta y le dieron gasolina para quemar los cadáveres y eso es lo que hizo. A las doce de la noche llegó un policía al que llaman Bigger Ford -un Ford más grande-. Sacó la pistola y nos puso a los que estábamos allí en tres filas. Empezó a preguntar por El Presidente y nadie le decía nada. A mí me preguntó y yo le dije que no sabía, que yo era músico y no un gánster. Me puse a cantar para demostrárselo. Luego cogió un fusil y nos dijo que corriéramos. Eso hicieron algunos. Bigger Ford y otros policías empezaron a disparar contra ellos.

Yo me quedé quieto. La policía nos llevó a un campo y nos metió en una casa, a los cadáveres y a los que no salimos corriendo. Iban a quemarnos allí. Entonces sonó mi teléfono móvil. Era mi primo que me llamaba desde Londres. Bigger Ford lo cogió y le escuchó un rato. Luego colgó, me dio el teléfono y me dijo que me fuera. Creo que a los demás los quemaron porque me han dicho que la casa está incendiada". (El País, Domingo, 06 /06/2010, p. 6/7)

28/4/10

Los archivos de la Stasi



"Lo único bueno de los archivos de la Stasi es que existen. Cualquier alemán tiene derecho a consultar si hay información sobre él y quién la proporcionó. Y vaya si quieren. Más de 2,6 millones de personas han escrutado los fondos para averiguar si fueron espiados y por quiénes desde que se abrieron los archivos del régimen comunista, en 1992. Contra algunos temores apocalípticos, el ansia de saber no iba de la mano del afán de venganza. "No conocemos ni un solo acto violento de una víctima contra su acusador", dijo ayer Helge Heidemeyer, representante del Comisionado Federal de Documentos de la Stasi, en el II Encuentro Internacional de Centros de Memoria Histórica, que se celebra en Salamanca.

La Stasi fue puntillosa, obsesiva. Puestos en fila, sus archivos ocuparían 51 kilómetros. En aquel universo cerrado que todo lo oía, la desconfianza se convirtió en un arma de supervivencia. "Enfrentarse al pasado a veces es doloroso y emotivo, pero pone su vida en sus manos. Ahora ya saben quién espiaba y quién no, pueden probar si han sido víctimas de la Stasi y rehabilitar su nombre si no colaboraron", contó Heidemeyer.

Porque Alemania oriental pareció durante unos años un país de espías. Hasta 174.000 personas colaboraron con la policía comunista en 1989, justo antes de la caída del muro de Berlín. Ese mismo año, en Polonia, los "soplones" no llegaban a los 100.000, según datos aportados ayer por Krzysztof Persak, del Instituto Nacional de la Memoria de Polonia. (...)

El Instituto Nacional de la Memoria, además de custodiar 89 kilómetros de archivos de servicios represivos de la era comunista, promueve investigaciones penales y ha acusado a 400 personas por crímenes, torturas o detenciones. "El problema es llevar ante la justicia a los jueces militares que firmaron condenas de muerte, porque se tapan entre ellos", lamentó Persak." (El País, 28/04/2010)

22/1/10

Matar al dibujante tabernero...

"Curioso es el caso del marinero estonio Erich Taalberg, embarcado en el vapor danés Gerda Toft. Fue asesinado a las seis de la mañana del cuatro de septiembre de 1937 por un piquete de carabineros en la tapia del cementerio de La Soledad. Motivo: haber dibujado una hoz y un martillo con el culo de un vaso en una mesa húmeda de una taberna de la carretera de Gibraleón." (Por la III Republica)