5/4/11

El terror en Siria

"Unos duermen en coches por si la policía va a su casa a buscarlos en medio de la noche. Otros se refugian en viviendas de familias nada sospechosas de participar en protestas en contra del régimen y los hay también que andan forajidos de pueblo en pueblo, en un optimista intento de burlar a las fuerzas de seguridad y al omnipresente espionaje sirio.

Todos se afanan en borrar las fotos y vídeos de las manifestaciones que puedan delatar a algún vecino. Es lo que cuentan algunos de los manifestantes y vecinos de Deraa (Siria) cuando llegan a Ramza, una ciudad jordana que se encuentra pegada a la frontera entre ambos países. (...)

Los habitantes de Deraa, la ciudad en la que estallaron las primeras revueltas contra el presidente Bachar el Asad y en la que la represión se ha cobrado el mayor numero de víctimas, viven presos del miedo.

La campaña de detenciones masivas y torturas a los cautivos de los dos últimos días ha sembrado el pánico y ha logrado debilitar de momento la revuelta, cuentan los llegados desde la ciudad. (...)

Aun así, a los que vienen de Deraa les persigue la sombra del miedo. Temen detallar los atropellos que el régimen sirio comete en nombre de la estabilidad y con la ley de emergencia en la mano.

En la calle nadie habla de lo que sucede al otro lado de la frontera. En privado, lejos de las miradas y sin nombres de por medio, algunos se atreven.

"Hay muchos jóvenes heridos, pero se quedan en casa porque piensan que, en el hospital, las fuerzas de seguridad les detendrán o les matarán", cuenta en la trastienda de un ultramarinos un comerciante que hace media hora ha llegado de Deraa.

Vive junto a la mezquita Al Omari, la que se había convertido en hospital improvisado y fue atacada por la policía. Durante el ataque murieron al menos seis personas. Amnistía Internacional cifra en 55 el número de muertos en Deraa a manos de las fuerzas de seguridad.

Los vecinos hablan además de un número indeterminado de desaparecidos, de detenidos de los que no se vuelve a saber nada. Fuentes próximas a los manifestantes explican que a los encarcelados los apalean y les aplican descargas eléctricas. Estas acusaciones resultan imposibles de confirmar al estar cerrado el país a cal y canto a los periodistas extranjeros. (...)

Cuentan los residentes que el viernes por la noche fueron casa por casa pidiendo teléfonos móviles y obligando a sus dueños a identificar a los manifestantes que aparecían en las imágenes guardadas. Así han ido cayendo uno tras otro los manifestantes, delatados por los móviles de sus vecinos. (El País, 04/04/2011, p. 8)

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