El sello "Hollerith" indica que los datos de este prisionero español han sido procesados por IBM
"Si hubo un grupo de cómplices del nazismo que se fue “de rositas” tras el final de la II Guerra Mundial, ese fue el de los empresarios. Hombres de negocios alemanes, austriacos, franceses y también estadounidenses que se enriquecieron bajo el capitalismo fascista que impuso el III Reich.
Nombres tan conocidos como Bayer, Ford, Standard Oil o Siemens
colaboraron activamente con Hitler y no dudaron en utilizar como
trabajadores esclavos a los prisioneros judíos, soviéticos o españoles de los campos de concentración. (...)
Hitler y el resto de su camarilla eran grandes "hombres
de negocios". En sus mentes pesaban más el dinero y las cuestiones
económicas que su deseo de exterminar a los judíos. Su modelo de
capitalismo fascista, pese a estar basado en una fuerte intervención
estatal, resultó muy atractivo para los empresarios alemanes y también
para importantes magnates extranjeros, principalmente estadounidenses.
Las SS crearon sus propias empresas para beneficiarse del trabajo
esclavo de los millones de prisioneros capturados por el ejército
alemán. La DEST y la DAW fueron las dos más destacadas. El objetivo de
Himmler era que, gracias a estas compañías, las SS pudieran jugar un
papel predominante en la economía alemana, incluso en el escenario de
paz que se abriría tras la guerra.
Las empresas de armamento, automoción, productos farmacéuticos y
tecnología no podían contar con los jóvenes alemanes para trabajar en
sus fábricas porque estos se encontraban en los frentes de batalla. Los
prisioneros de los campos y los trabajadores forzosos se convirtieron en
la mejor opción y también en la más barata. El negocio de los campos
era redondo.
La DEST suministraba los trabajadores, las SS ofrecían la
seguridad y las empresas aportaban el resto. En el reparto de papeles
todos ganaban. Todos menos los deportados, que morirían a millares en
las canteras y las fábricas controladas por el emporio de las SS y por
las empresas privadas alemanas y norteamericanas.
La lista de firmas alemanas que colaboraron y se
beneficiaron de las políticas bélicas y genocidas del régimen nazi es
interminable. Desde gigantes de la automoción hasta pequeñas empresas
familiares e incluso particulares que utilizaron prisioneros de los
campos de concentración para cultivar sus tierras o trabajar en sus
granjas. Estas son algunas de las más destacadas:
IG Farben Este
consorcio fue el que mejor exprimió todas las opciones de negocio que
facilitaba el régimen nazi. Fabricó combustible y un tipo de caucho
sintético llamado "Buna" para el ejército alemán, suministró los
productos químicos para la exterminación masiva de "enemigos" del Reich y
se aprovechó del trabajo esclavo de miles de prisioneros de los campos.
Tres empresas químicas y farmacéuticas constituían el corazón de IG
Farben: Bayer, Basf y Hoechst.
Audi empleó en su cadena de producción a 20.000 trabajadores forzados.
Daimler utilizó a gran escala trabajadores forzados para la fabricación de automóviles.
Bosch empleó a unos 20.0000 trabajadores forzados.
Volkswagen colocó en gran parte de su producción a trabajadores forzados.
Krupp (actualmente Thyssenkrupp). Krupp tuvo la consideración de empresa modelo del nacionalsocialismo y empleó a más de 75.000 trabajadores forzados.
Deutsche Bank.
El historiador Harold James analizó el periodo nazi en 1995. James
tildó la actitud del banco en aquella época como "complaciente".
Lufthansa autorizó
al historiador Lutz Budraß la realización de un estudio sobre su
participación en la creación de la Luftwaffe. Los datos oficiales del
estudio no se han publicado todavía. La pregunta permanece en el aire.
Bertelsmann encargó
al historiador Saul Friedländer un estudio que fue presentado en 2002.
El gigante de los medios de comunicación se aprovechó del régimen nazi
de forma masiva.
Quandt (propietaria de BMW).
Según la investigación llevada a cabo por el historiador Joachim
Scholtyseck, Günther Quandt se enriqueció en el periodo comprendido
entre 1933 y 1945. La empresa del magnate utilizó a 50.000 trabajadores
esclavos.
Oetker abrió
sus archivos en 2007 tras la muerte del patriarca, Rudolf August Oetker.
El historiador Deren Erkenntnisse reveló que Rudolf A. había
pertenecido a las Waffen-SS y colaborado activamente con el régimen
nazi.
Adidas y Siemens han permitido que se investiguen sus archivos. Se sabe que, ambas empresas, emplearon a miles de trabajadores esclavos.
Cómplices en Detroit y Nueva York
Historiadores y economistas coinciden en que a Hitler le habría
resultado imposible lanzarse a la conquista de Europa sin el apoyo de
cuatro grandes multinacionales estadounidenses: Standard Oil, General
Motors, Ford e IBM.
General Motors.
Fabricó miles de camiones militares en sus factorías de Alemania. Su
modelo bautizado con el nombre de Blitz, Relámpago, sirvió a Hitler para
entrar con sus tropas en Austria.
La admiración del Führer por la
tecnología de Opel y su agradecimiento por contar con su colaboración le
llevó a conceder la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana a su
director ejecutivo, James Mooney. GM utilizó a prisioneros de los campos
como trabajadores esclavos.
Ford.
El fundador de la compañía, Henry Ford, era ya conocido a finales de
los años 20 por su profundo antisemitismo. Hitler admiraba profundamente
a Ford, del que llegó a decir que era su inspiración.
Ese amor era
mutuo y permitió que la empresa automovilística estadounidense se
convirtiera en el segundo productor de camiones para el ejército alemán,
superado únicamente por Opel-General Motors.
Henry Ford también fue
distinguido por Hitler con la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana
en 1938. Tras la invasión de Francia, la empresa estadounidense continuó
trabajando para el Reich y se negó a fabricar motores para los aviones
de la Royal Air Force británica. Al igual que GM se aprovechó del
trabajo esclavo de miles de deportados.
Standard Oil Le
proporcionó a Hitler el combustible y el caucho necesario para
emprender la invasión de Europa. El Gobierno nazi, consciente de que las
importaciones de petróleo se reducirían con el estallido de la guerra,
decidió fabricar combustible sintético.
El complejo proceso de
elaboración no habría sido posible sin la alianza entre el consorcio
alemán IG Farben y la Standard Oil norteamericana. Los buques cisterna
de la Standard suministraron combustible a barcos alemanes en Tenerife y
otros puertos de la España franquista.
IBM.
Su "mérito" fue dotar al régimen nazi de sus aún primitivos pero
eficaces sistemas informáticos. Sus máquinas, que funcionaban con
tarjetas perforadas, precursoras de los ordenadores, resultaron de
enorme utilidad para el Gobierno alemán. Himmler fue consciente de las
posibilidades que le ofrecía la tecnología de IBM para organizar,
distribuir, explotar y eliminar a los millones de judíos y prisioneros
de guerra que cayeron en sus manos durante la guerra.
Se realizaron
censos de la comunidad judía que servirían para identificar y eliminar
con mayor facilidad a sus miembros. En la mayoría de los campos de
concentración se abrió un "departamento Hollerith" (nombre de la filial
alemana de IBM) en el que se realizaban fichas de cada deportado,
incluyendo su profesión y su raza o religión." (Carlos Hernández
- Madrid, eldiario.es, 23/03/2015)
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