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22/1/19

Holocausto: lo que muestran las cifras del genocidio nazi




"El Holocausto es uno de los genocidios mejor documentados de la Historia, pero disponemos de muy pocos datos que hablen de cifras, incluso aunque se trate de sucesos de una importancia capital.
Es más, este episodio de la historia a menudo es explicado en cifras tan extensas que resultan muy difíciles de asimilar. 

Un número tan grande como los infames seis millones de asesinatos opacan el significado de las operaciones clave que dieron forma al genocidio, convirtiendo un devastador acontecimiento masivo en una vaga caracterización.

En la era digital en la que vivimos, las matemáticas, la ciencia de datos y las herramientas de visualización de las que disfrutamos pueden ayudar a dotar de sentido a este tipo de sucesos para las generaciones venideras. 

Al examinar un conjunto de datos desordenados y erróneos de la época acerca de las deportaciones de personas, comencé a descubrir la verdadera magnitud de la matanza. Se puede comprobar en el estudio que realicé y que fue publicado el 2 de enero.

La Operación Reinhard

Mi investigación se centra en un período de 1942 en el que tuvo lugar la conocida como Operación Reinhard, durante la cual los nazis transportaron alrededor de 1,7 millones de víctimas (entre ellas comunidades judías al completo) a través de la red europea de ferrocarriles con destino a Treblinka, Bełżec y Sobibor. 

Casi todas las personas trasladadas a los campos de exterminio fueron asesinadas en cámaras de gas, normalmente tan solo unas horas después de su llegada. Debido a que los nazis destruyeron prácticamente todos los registros de la masacre, es importante intentar descubrir qué ocurrió realmente.

Durante la elaboración del estudio me fijé en la “tasa de crímenes”, es decir, en los asesinatos llevados a cabo cada día.

Este índice revela una repentina masacre tras la orden de “acelerar las acciones”, emitida el 23 de julio de 1942 por Hitler, tal y como aseguró un oficial de las SS. Aproximadamente 1,5 millones de judíos fueron asesinados en solo 100 días, tanto en la cámara de gas como en fusilamientos fuera de los campos de exterminio. En agosto, septiembre y octubre se perpetraron alrededor de 500.000 asesinatos cada mes, es decir, unas 15.000 muertes al día.

La matanza terminó poco después, ya que apenas quedaban judíos en la zona.

El alcance completo de esta masacre genocida parece no estar documentado en la historia. La información de la que disponíamos antes del estudio fue reconstruida en su mayoría de manera indirecta en base a conjeturas parciales y en una escala de tiempo anual, en lugar de diaria o mensual, lo que propiciaba que se pasase por alto esta aniquilación de tres meses de duración.

Mi análisis se apoya en los registros de trenes cuidadosamente recopilados y reunidos en un libro escrito por el historiador del Holocausto Yitzhak Arad, publicado en el año 1987. Arad documenta aproximadamente 500 traslados con origen en unas 400 comunidades judías de Polonia, clasificados por días según la ubicación, el número de víctimas de cada traslado y los campos de exterminio a los que fueron a parar.

Mi investigación requirió una clasificación pormenorizada de los diferentes documentos, así como la inclusión de datos que habían sobrevivido al paso del tiempo. Además, creé un vídeo en el que expongo un mapa espacio-temporal en el cual sitúo las 400 comunidades judías en el territorio polaco e indico la secuencia cronológica de las deportaciones a campos de exterminio durante todo el año 1942.

Si bien la Operación Reinhard es considerada la mayor campaña de exterminio del Holocausto, se ha subestimado el vertiginoso ritmo al que los nazis operaron para eliminar al pueblo judío. La mayoría de la población mundial desconoce que esta masacre sin precedentes se desarrolló en tan solo tres meses, y solo gracias al conjunto de datos recopilados por Arad tenemos ahora un conocimiento más aproximado de lo que realmente ocurrió.

Este corto espacio de tiempo indica la increíble coordinación de una maquinaria estatal que respondía a la avidez del Führer por erradicar a todo un pueblo. Los registros de los trenes muestran cómo zonas enteras fueron vaciadas de comunidades judías una por una de manera organizada, y cómo las cifras de los asesinatos fueron creciendo hasta que no quedaba prácticamente nadie más a quién eliminar. (...)

La medida real del genocidio

A pesar de más de 70 años de investigación sobre el Holocausto, este parece el primer intento de dibujar en un gráfico datos adicionales sobre el genocidio de manera cronológica y espacial. Mi enfoque basado en los datos retrata la Operación Reinhard desde una perspectiva diferente a la que se puede encontrar en los volúmenes de informes históricos.

A menudo, los expertos en genocidios comparan los datos de exterminios recientes con los del Holocausto nazi, considerando este último el punto de referencia para establecer la gravedad de un genocidio. Así las cosas, muchos científicos sociales defienden que el genocidio de Ruanda fue “el más grande” del siglo XX: en el país africano, sostienen, el ritmo de los asesinatos en masa fue de tres a cinco veces mayor que en el Holocausto.

Sin embargo, mi estudio muestra que mientras en Ruanda los crímenes produjeron 8.000 víctimas al día durante un período de 100 días, el Holocausto duplicó estas cifras en el mismo período de tiempo durante la Operación Reinhard.

Estos datos sugieren que la tasa de asesinatos del Holocausto se ha subestimado en una proporción de seis a 10 veces. En mi opinión, este tipo de comparaciones tienen una utilidad limitada y degradan la importancia histórica del exterminio del pueblo judío.

El Holocausto es el ejemplo más esclarecedor de cómo la maquinaria eficiente de un gobierno se volvió contra el pueblo de manera irracional. Traspasó todos los límites de crueldad y se erigió como un sistema eficaz. Esta es la lección clave del Holocausto que creo que no debemos olvidar."     

(Lewi Stone . Profesor de biomatemática en la Universidad de Tel Aviv, Público, 19/01/19)

14/4/11

"Fue muy sencillo para los nazis matar a los judíos. Fueron abandonados por todos... La estrategia de guerra era la derrota de Alemania"

"Yo informé de lo que vi". Lo decía, con rostro grave, el hombre que intentó detener el Holocausto, el polaco Jan Karski, en una de las escenas de la devastadora película Shoah, de Claude Lanzmann.

"Dios me ha permitido ver y decir lo que he visto, me ha permitido dar testimonio", decía. Él fue testigo del horror, de la caza al judío, pero no fue escuchado. (...)

En el verano de 1942, el delegado del Gobierno de Varsovia decidió enviarlo a Londres en calidad de "emisario político de la resistencia civil". Había nacido Jan Karski. Antes de partir, el Gobierno le pidió que se reuniera con otros ciudadanos polacos, los judíos.

Fue testigo de la "gran acción" contra el gueto de Varsovia y la verdad inconfesable sobre los campos de exterminio.

Siempre recordó cómo, vestido con un traje andrajoso, se adentró un día en la ciudad de la muerte, el gueto de Varsovia, donde los nazis habían confinado a miles de judíos. "No era un cementerio porque los cuerpos se movían, aunque aparte de la piel, los ojos, la voz, no existía nada de humano en esas palpitantes figuras.

Por todas partes había hambre, miseria, la atroz pestilencia de cuerpos en descomposición, los lastimeros gemidos de los niños agonizantes, los gritos desesperados de un pueblo que mantenía una espantosa y desigual lucha por la vida". Un infierno creado por el hombre. Los líderes judíos lo dejaron claro:

"Los alemanes no intentan esclavizarnos como hacen con otros pueblos, estamos sistemáticamente exterminados. Esa es la diferencia... Creen que exageramos, que somos unos histéricos, pero millones de judíos están condenados al exterminio. Toda la responsabilidad gravita sobre las potencias aliadas".

Aquel era el mensaje que debía transmitir al mundo: "La victoria de los aliados en un año, en dos, en tres, no nos servirá de nada porque ya no existiremos". Un grito desesperado.

No lo había visto todo. Días después, Karski viajó hasta Izbica, una pequeña ciudad cercana a Varsovia. Vestido con el uniforme de los guardias ucranios que custodiaban el campo de exterminio de Belzec, recorrió los barracones y presenció la llegada de cientos de deportados.

Olió la carne quemada y vio cómo hombres uniformados metían a presión a los judíos en coches abarrotados que descargaban su carga humana en cámaras de gas. "Recuerde esto, recuérdelo siempre", musitaba a su oído el guía.

Karski tenía una misión. Como testigo del horror debía tratar de movilizar ayudas. Llevaba pruebas en un microfilme escondido en una llave. A principios de febrero de 1943, Karski se entrevistó con Anthony Eden, ministro de Exteriores británico, con miembros del Partido Conservador, del Laborista. No consiguió llegar hasta Churchill. (...)

También se presentó ante la comisión de crímenes de guerra de las Naciones Unidas. "Ante ellos relaté cuanto había visto en el gueto de Varsovia y en el campo de exterminio de Belzec. Pronto me di cuenta de que no comprendían ni el exterminio ni a la Resistencia polaca".

Años después, Karski diría sobre "la solución final": "Fue muy sencillo para los nazis matar a los judíos. Fueron abandonados por todos. Ahora muchos Gobiernos y la Iglesia dicen: 'Intentamos ayudarlos'. Pero nadie hizo nada. La estrategia de guerra era la derrota de Alemania, el aplastamiento militar del Tercer Reich".

El gobierno polaco decidió abrir una nueva vía y enviar a Karski a Estados Unidos, donde denunció los crímenes ante la Administración estadounidense -el juez del Tribunal Supremo Felix Frankfurter-, la Iglesia -el cardenal Cicognani, el arzobispo Spelman-. La respuesta fue el escepticismo.

El 28 de julio de 1943 se entrevistó con Roosevelt durante una hora. "El corazón me latió con rapidez cuando entré en la Casa Blanca", escribió. "Iba a reunirme con el hombre más poderoso, en la nación más poderosa del mundo... Estaba sorprendentemente bien informado sobre Polonia.

Me pidió que le confirmase las historias que se contaban sobre las prácticas alemanas contra los judíos". Al finalizar el encuentro, cuando Karski le preguntó qué mensaje debía transmitir a su pueblo, el presidente respondió: "Dígales que vamos a ganar esta guerra y que en la Casa Blanca tienen a un amigo". (...)

Karski escribió acerca de sus intentos de parar el Holocausto."Cuanto más tiempo pasa desde que me encuentro fuera de los horrores del país y cuanto más alejado estoy del frente, más experimento el horror de la tragedia de los judíos". (...)

Karski, acusó: "Churchill fue más culpable, pero Roosevelt, más perjudicial". No volvió a Polonia. (...)

Karski, el hombre que gritaba "vi cosas horribles", murió en Washington en 2000, a los 86 años." (El País Semanal, 27/02/2011, p. 20 ss.)