"¿Puede haber poesía después de Auschwitz?"(Adorno).............. "¡Es un deber vivir después de Auschwitz!"(Imre Kertéz).............
8/1/14
Von Galen, desde el pulpito de la catedral, ha denunciado el asesinato de miles de disminuidos psíquicos y físicos. Es imposible que la jerarquía católica en España no lo sepa. Ningún obispo español protesta en el pulpito contra la eugenesia alemana
21/6/13
Hannah Arendt como filósofa estaba obligada en honor a la verdad a decir lo que hicieron los consejos judíos
22/1/13
Cuando la vida comenzó a depender del racionamiento se agrandó el rechazo a los gitanos, bocas extranjeras que rivalizaban por los alimentos
12/11/08
Un cura opina sobre la responsabilidad papal, de la Iglesia, en la Guerra Civil española

"La voz de la otra Iglesia desde dentro de la Iglesia. Eso tan necesario aún hoy lo era ya Marino Ayerra hace setenta años. Hubo otros como él (no muchos, pero no nos caben aquí) que vieron claro que la institución no debía amparar la represión de los sublevados contra la población civil, ni legitimarla.
Que nunca debería haber existido esa pastoral del cardenal Gomá diciendo que eso no era guerra, sino "plebiscito armado"; ni mensajes radiofónicos como el de Pío XII, el 16 de abril de 1939: "Nos dirigimos a vosotros, hijos queridísimos de la católica España, para expresaros nuestra paternal congratulación por el don de la paz y la victoria con que Dios se ha dignado coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad...".
Fue el fin para don Marino: "Y ahora resulta que no ya sólo los obispos españoles, sino la Santa Sede... ha estado bendiciendo y alentando 'desde sus albores' todo esto... Entonces sí, entonces ya todo se explica. Todo menos las palabras de Cristo. Todo menos lo que estúpidamente he estado predicando toda mi vida yo, por creerlo doctrina evangélica, por creerlo la buena nueva...". Su decepción no tiene parangón." (El País Semanal, 02/11/2008, p. 12 ss.)
4/11/08
Se recuerda lo bueno. Lo malo se olvida. Tanto las personas como las naciones ¿Será lo mejor?
¿Y se puede recuperar la memoria global de la historia con tanta laguna? "No, no hay una memoria. La memoria es subjetiva e individual. Cada uno tiene la suya. Y es una memoria remodelada, una rememoria. En buena parte, la gente monta sus propios recuerdos. No puedes fiarte mucho del relato objetivo. Más bien de las motivaciones, porque si la gente no hubiera hecho lo que hizo no hubiera pasado lo que pasó". (...)
Si las personas tienen dificultades para asumir su pasado, los países actúan igual. Ocultando o negando los acontecimientos que les resultan traumáticos o vergonzosos. Los japoneses insisten en ignorar su responsabilidad y hasta niegan la invasión de China. Los italianos dejaban pasear en velomotor por Roma al SS Erich Priebke, uno de los verdugos de las Fosas Ardeatinas... (...)
Este verano se ha vivido un intento más para cerrar una de esas grandes cicatrices de la memoria que posee la vecina Francia: la masacre de Orador-sur-Glane, en el Limousin. El 10 de junio de 1944, efectivos de la 2ª División Panzer de las Waffen-SS, la durísima Das Reich, curtida y envilecida en el frente del Este, asesinaron a 642 personas -entre ellas 245 mujeres, 207 niños y el abad Chapelle, paradójicamente partidario de Petain- y arrasaron el pueblo en una orgía de horror (se llegó a lanzar a un niño al horno del panadero) vagamente justificada en el supuesto apoyo de la localidad a la Resistencia. Tras la guerra, a la hora de juzgar los hechos, Francia se encontró con la desagradable sorpresa de que 14 de los SS acusados de participar en la masacre eran alsacianos: 13 Malgré nous (incorporados a la fuerza al Ejército nazi) pero también un voluntario. Las sentencias fueron muy suaves, lo que provocó indignación por un lado, pero también el enfado de Alsacia-Lorena, en la consideración de que sus jóvenes habían sido usados como chivos expiatorios.
El asunto, la punta del iceberg de la participación francesa en el Ejército de Hitler (47.000 alsacianos murieron o desaparecieron luchando bajo las banderas nazis en el Este y un batallón de la División de las SS Carlomagno, de voluntarios franceses, estuvo entre la crème de los defensores de Berlín), por no hablar del colaboracionismo, sigue sin estar del todo resuelto.El pasado junio, en el 64º aniversario de la masacre, hubo el enésimo intento de reconciliación y al acto en recuerdo de las víctimas acudieron Raphël Nisand, alcalde de la alsaciana Schistigheim, que forma parte de la comunidad urbana de Estrasburgo, y Jean Marie Bockel, que simbólicamente une a su condición de secretario de Estado de Defensa y ex combatiente de la Resistencia el ser alsaciano. Bockel reconoció que es innegable que hubo alsacianos que compartieron la ideología nazi, y a la vez recordó que entre los mártires de Oradour había familias alsacianas. El alcalde de Oradour, Raymond Frugier, está por la reconciliación, aunque no mucho antes se había tenido que tragar el sapo de ver morir de viejo, en su cama y sin remordimientos, con 86 años, a uno de los peores tipos (y había muchos), el sargento Heinz Barth, que se vanaglorió ante su pelotón de camino al pueblo: "Vais a ver correr la sangre hoy". Frugier dijo: "Por crímenes como ésos uno no debería ser perdonado".
Problemas con la memoria como lo de Oradour en Francia los tienen todos los países. "Sí, claro", señala Fraser. "Francia no lo ha hecho como había que hacerlo. Estas heridas tardan mucho en curarse. Incluso en EE UU de alguna manera la brecha de la guerra civil entre el norte y el sur se ha perpetuado 150 años. En España, las heridas son más grandes, especialmente entre los vencidos. Pero la sociedad española está suficientemente madura para asimilar su pasado. Mejor asumirlo que reprimirlo. Si no siempre vuelve por cauces inesperados". (...)
A veces es más fácil luchar con granadas contra los japoneses que contra la memoria olvidadiza de un pueblo. "Sí, es increíble, esa gente que peleó en primera línea por nosotros, tan valientes, y se les regatean las pensiones. En Gran Bretaña tenemos otros casos: seguimos viendo Dunkerque como una victoria, cuando fue una gran derrota. O los bombardeos sobre Alemania: aún se cree que fueron justificados, cuesta asumir que tanto sufrimiento no sirvió para acortar la guerra. Olvidar, adoptar la memoria a nuestra conveniencia, es una reacción humana común, a nivel mundial. Cómo se gestiona la memoria tiene que ver con la suerte que tuvieron las poblaciones tras los traumas. A Alemania se le obligó a asumir su culpa en Núremberg. Para el vencido la memoria siempre es muy problemática".Una guerra fratricida es mala para la memoria. "Lo que más. En España hubo un gran silencio entre los que la vivieron. Nadie hablaba de ello con sus hijos. Silencio y olvido. Creo que, en su fuero interno, con el paso de los años, todos, incluso los vencedores, pensaban que nada valía la pena una guerra civil. Ahora parece que la gente está dispuesta a hablar. Aunque nunca se podrá hacer una recuperación total. Hay que asumir las heridas que han quedado del conflicto".
Fraser duda cuando se le pregunta si enfrentar a la gente a su memoria, hacerles recordar, tiene un valor catártico: "No sabría decir, pero hubo un caso, un capitán de artillería al que entrevisté y que participó en la toma del Cuartel de la Montaña. Después de recordarlo todo sufrió un infarto. Imagínate, un hombre que había sobrevivido a la guerra y estuve a punto de matarlo al hacerle recordar". (El País, ed. Galicia, 02/11/2008, p. 39)
25/1/08
Policía judía en los campos. Consejo Judío
“El mando de
Justo después de la "acción", se nos impuso otra contribucióu. Exigieron objetos de oro y dinero. Para implantar la contribución, el Consejo Judío creó un comité. No preguntaron si alguien aún tenía algo o si va no tenía nada más. La estimación se realizó de forma arbitraria y causó muchos lamentos. Alguien enterado me ha explicado que los miembros del Consejo Judío no participaron en la contribución. En su caso, la desesperación gasta otra cara. Se pasan las noches de juerga. Se juegan grandes cantidades. A los milicianos judíos que no pertenecen a la élite del consejo, también les agasajan; los secuaces tienen que estar bien alimentados, y de tanto en tanto necesitan un estímulo alcohólico.
Un rumor corría de casa en casa:
Al atardecer, un nuevo recuento de víctimas mostró que la cifra no estaba completa. La pieza de caza que faltaba tenía que sucumbir. Las calles estaban desiertas. Sólo se veían hombres del Consejo Judío o milicianos ucranianos. De repente oímos, los que espiábamos con cuidado la calle, unos lamentos desgarradores. Se llevaban a un matrimonio.
Grünfeld sabe con seguridad lo que se trae entre manos. Los judíos le temen tanto como a cualquier verdugo de
Las cédulas de identificación de los judíos han sido retiradas por el Servicio de Seguridad de Ternopol para examinarlas. Sólo serán válidas las cédulas selladas por el Servicio de Seguridad. Quien no posee una cédula de identificación, es un fuera de ley. Grünfeld ha ido a Ternopol para que sellen nuestras cédulas. Vivimos en una incertidumbre nueva y horrible. Tememos que Grünfeld haga un negocio cruel con el timbrado de las cédulas. Nuestra vida depende del ridículo sello. Grünfeld lo sabe. ¿A quién le devolverá la cédula sellada? Grünfeld ha vuelto. Afirma que en Ternopol sólo le han sellado una parte de las cédulas. El sello vale una locura de dinero. Tengo que pagarle a Grünfeld mil zlotys por la mía. ¿Un rescate por cuántos días de vida? Pero estamos fascinados por el sello; de él esperamos la salvación y, si no lo recibimos, la muerte en los campos de castigo.
En el Consejo Judío han repartido alcohol a la milicia judía. La noticia se ha extendido por el gueto como un reguero de pólvora. Todos sabemos lo que eso significa: una gran cacería humana. Todavía enfermo de gravedad, tuve que bajar al bunker. Completamente agotado, me desplomé encorvado en el agujero bajo tierra, oscuro y húmedo.” (Wolfgang KOEPPEN: Anotaciones de Jacob Littner desde un agujero bajo tierra. Ed. Alba Editorial, 2004, p. 79 ss)