"Vincent Bevins es un periodista y escritor estadounidense que trabajó como corresponsal para Los Angeles Times en Brasil de 2011 a 2016. En 2017 se fue a cubrir el sudeste asiático para el Washington Post desde Yakarta, y entonces comenzó a investigar y escribir sobre la violencia experimentada en Indonesia y América Latina durante la Guerra Fría. Fue así como surgió su libro El método Yakarta. La cruzada anticomunista de Washington y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo, que ahora publica la editorial Capitán Swing con traducción de Enrique Maldonado Roldán.
El trabajo, que combina la rigurosa investigación histórica con el testimonio vivo de algunos supervivientes, se centra en la intervención y complicidad de Estados Unidos en las matanzas de alrededor de un millón de personas acusadas de ser comunistas en Indonesia entre 1965 y 1966, bajo la dirección del general Haji Mohammad Suharto, cuando el Partido Comunista de Indonesia (PKI) era el tercer partido comunista más grande del mundo.
Aquella masacre sirvió de modelo a seguir en años sucesivos para la relación que Estados Unidos establecería con el Tercer Mundo, con especial énfasis en América Latina. No en vano, durante los años previos al golpe de Augusto Pinochet en Chile, los grupos de la derecha escribían “Yakarta ya viene” o simplemente “Yakarta” en las paredes de Santiago de Chile. Como describe de manera brillante Bevins en su libro, el éxito para la eliminación del comunismo de aquellos asesinatos masivos en Indonesia respaldados por Estados Unidos, se convertiría en un referente para planes de exterminio similares desarrollados por otros regímenes autoritarios capitalistas, también monitorizados o asistidos por Estados Unidos. Así, la historia de El método Yakarta es también la historia del mundo globalizado que hoy tenemos.
La premisa de tu libro, como indica su subtítulo, es que la cruzada anticomunista de Estados Unidos, iniciada tras la Segunda Guerra Mundial, dio forma al mundo en el que vivimos hoy. ¿Cómo era ese mundo y qué forma ha tomado?
En 1945, se podía dividir de manera razonable el mundo en tres partes. Algunas de ellas nos resultan familiares, como la terminología Primer Mundo y Tercer Mundo. El Segundo Mundo, por supuesto, estaba liderado desde Moscú. Pero lo que a menudo se olvida hoy en día, sobre todo en el Atlántico Norte, es que el Tercer Mundo no era un lugar, sino una idea y un proyecto político: un movimiento de futuro, muy optimista, que pretendía cambiar las reglas del sistema mundial tras el fin de la descolonización formal. La gran mayoría del planeta vivía en el Tercer Mundo, y muchos de sus líderes creían que, puesto que la era del control directo europeo estaba terminando, era natural que los países de Asia, África y América Latina ocuparan el lugar que les correspondía como iguales junto al Primer Mundo, es decir, los países que habían llevado a cabo el imperialismo en todo el globo.
En gran medida, creo que es justo decir que la Guerra Fría tuvo que ver más con las interacciones entre el Primer y el Tercer Mundo, que entre el Primer y el Segundo Mundo. Esto es ciertamente un hecho si se valoran todas las vidas humanas del planeta por igual, en lugar de dejarse llevar por las intrigas cortesanas en las capitales de las dos superpotencias. Y en este periodo de tiempo, de 1945 a 1990, un número realmente enorme de países del Sur Global se pusieron en el camino en el que todavía están hoy, y ese camino fue forjado por las circunstancias de la Guerra Fría.
Tú expones, como parte de esta cruzada estadounidense, la conexión que se dio en el tiempo entre el surgimiento del proyecto del Tercer Mundo y la creación de la CIA. ¿Cuál fue esta interrelación? ¿Qué métodos utilizó la CIA en relación con el Tercer Mundo?
Justo después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como el Estado más poderoso que jamás había existido, con diferencia. La Unión Soviética, destruida por la guerra, no estaba ni siquiera cerca. Los dirigentes estadounidenses contemplaban ahora todo el planeta. Pero Estados Unidos, un país joven y teóricamente comprometido con los ideales democráticos y anticoloniales, no tenía la experiencia que tenían los británicos en la gestión de un imperio mundial. No contaban con la capacidad de espionaje del MI6 y, además, los funcionarios estadounidenses eran bastante provincianos. No sabían mucho sobre el resto del mundo, salvo algunas ideas románticas sobre Europa Occidental.
Este fue el contexto en el que se creó la CIA, al principio de la Guerra Fría. Suministraría información al presidente, pero también se le encomendó rápidamente la tarea de cambiar los acontecimientos en todo el mundo. Llevar a cabo operaciones encubiertas para favorecer los intereses de Estados Unidos. Incluso los historiadores más generosos de la CIA admiten de buen grado que estos hombres no tenían ni idea del Tercer Mundo.
Ahora bien, los líderes de los países del Tercer Mundo, e incluso los movimientos explícitamente comunistas del Sur Global, no sabían cómo los trataría el nuevo hegemón. Incluso hombres como Ho Chi Minh y Mao Zedong esperaban poder mantener términos amistosos con Estados Unidos. Por supuesto, esto no ocurrió. En gran medida, la Guerra Fría es la historia de cómo Estados Unidos aprendió a utilizar sus nuevas herramientas y sus nuevos poderes para dar forma a los acontecimientos en el Sur Global, a menudo con consecuencias devastadoras.
La caja de herramientas es muy grande y variada, desde una ligera presión económica hasta la financiación encubierta de ciertos partidos políticos, pasando por el estrangulamiento financiero, la invasión directa, e incluye el uso frecuente del golpe militar para establecer dictaduras y mantener los países abiertos al capital internacional. La única herramienta, el único método, sobre el que escribo principalmente en este libro es el asesinato en masa intencionado de izquierdistas o de personas acusadas de serlo. Esto no se hizo por venganza u odio ciego, sino que se llevó a cabo al servicio de la construcción de regímenes capitalistas autoritarios.
¿Qué hace que el caso de Indonesia sea especialmente relevante a este respecto?
El presidente Sukarno fue uno de los líderes que realmente encabezó el Movimiento del Tercer Mundo, si no su más elocuente defensor. Era un presidente anticolonialista de izquierdas, pero no comunista, y una fuerza unificadora no sólo en Indonesia, sino en toda África y Asia. La Conferencia de Bandung (1955) fue el momento en que el Tercer Mundo se unió realmente.
Así pues, tenemos un país que ahora es el cuarto más grande del mundo por población, y que estuvo a la vanguardia de un intento de rehacer las reglas de la economía global. Y para poner fin a su visión, para hacer posible la dictadura que le sucedió, tienes una de las peores atrocidades de la Guerra Fría: el asesinato en masa, respaldado por Estados Unidos, de aproximadamente un millón de civiles inocentes.
¿Cómo se implementó y desarrolló la política estadounidense hacia Indonesia?
La política estadounidense hacia Indonesia cambió en varias ocasiones. Al principio, el liderazgo de Sukarno se consideraba aceptable. Esto cambió en 1955, cuando ocurrieron dos cosas: el presidente Sukarno acogió la Conferencia Afroasiática de Bandung, que fue el acontecimiento que realmente dio un impulso histórico concreto al Movimiento del Tercer Mundo, y el pacífico Partido Comunista de Indonesia (PKI) comenzó a obtener resultados cada vez mejores en las elecciones democráticas. La CIA y el MI6 admitieron que se estaban ganando la lealtad de la población mediante una hábil labor de divulgación. Entonces se intentaron un par de cosas para detenerlos: la canalización de fondos a una parte musulmana conservadora, lo cual fracasó; y luego la CIA fomentó y participó en una guerra civil, tratando de romper el país, y fueron descubiertos. Así que entonces la estrategia de Washington pasó a ser la de construir una hegemonía dentro de las Fuerzas Armadas, trayendo a miles de oficiales a Estados Unidos para su entrenamiento.
¿Qué es entonces lo que llamas el ‘método Yakarta’? ¿Qué diferentes formas adoptó alrededor del mundo?
En 1965, Estados Unidos y Gran Bretaña empezaron a trabajar entre bastidores con el objetivo de fomentar un enfrentamiento entre el desarmado PKI y los muy bien armados militares indonesios. Bajo circunstancias misteriosas, este enfrentamiento se produjo, y entonces los militares, con el apoyo activo de Estados Unidos, mataron a aproximadamente un millón de civiles inocentes. O más, tal vez menos: no lo sabemos con precisión, porque nunca se llevó a cabo ningún tipo de comisión de la verdad. Y otro millón permaneció en campos de concentración, simplemente por sus creencias políticas, mientras Indonesia se convertía en uno de los más importantes aliados de Occidente en la Guerra Fría.
Este fue un éxito tan evidente para Estados Unidos y sus aliados, que otros grupos de derecha, anticomunistas, aliados de Estados Unidos y potenciales aliados de Estados Unidos, tomaron nota. Algunos de estos grupos se inspiraron en la masacre de Indonesia, utilizándola como modelo o como amenaza en sus propios países.
¿Logró Estados Unidos extender la aplicación de este método? ¿Cuáles fueron sus resultados?
No es tanto que Estados Unidos lo “aplicara”, sino que lo que yo llamo el ‘método Yakarta’, el asesinato en masa intencionado de izquierdistas o acusados de serlo, se empleó en al menos 23 países durante la Guerra Fría, antes y después de 1965. Esto se hizo generalmente para crear regímenes capitalistas autoritarios aliados con las potencias del Atlántico Norte, a menudo con gran éxito.
En muchos, muchos países hoy en día, especialmente en el Sur Global, el sistema político-económico que todavía está en vigor, es uno que fue profundamente moldeado por este momento de la historia. Se pueden ver efectos profundos en varios continentes. Creo que se puede afirmar con absoluta seguridad que no habríamos recibido el tipo específico de globalización que hemos recibido en los últimos 30 años sin el ‘método Yakarta’.
¿Hasta qué punto ese método se aplicó también dentro de los Estados Unidos? ¿Nos dice aún algo sobre las políticas actuales contra las comunidades pobres, marginadas y racializadas?
Me gusta trazar siempre una línea entre lo que ocurrió en el Primer Mundo y lo que ocurrió en el Tercer Mundo, porque esa división es real. Los izquierdistas, incluso cuando fueron perseguidos o marginados de la vida pública, fueron tratados de forma muy diferente en el Norte Global y en el Sur Global. A una de las protagonistas de mi libro, Francisca, le impactó llegar a Europa a finales de los años 60 y darse cuenta de que a los partidos de izquierda, socialistas y comunistas, simplemente se les permitía participar en la política, haciendo posible la interacción natural entre las diversas fuerzas sociales que dan forma a los acontecimientos en una democracia capitalista.
Ahora bien, en Estados Unidos, por supuesto, no había partidos socialistas significativamente activos en la Guerra Fría, y aún hoy no los hay. Pero incluso durante el macartismo, si eras un socialista blanco, a menudo perdías tu trabajo o te hacían socialmente invisible, pero no te acorralaban y asesinaban. Ahora bien, los grupos que más cerca están de recibir el mismo trato que recibieron los izquierdistas del Tercer Mundo son los movimientos revolucionarios negros organizados, como por ejemplo fue el caso con las Panteras Negras. Por supuesto, siempre ha habido grupos dentro de Estados Unidos que han sido racializados y marginados, especialmente los descendientes de pueblos indígenas o africanos, y por tanto han sido tratados como si estuvieran por debajo de la nación, como si estuvieran realmente en el Tercer Mundo. Esto resulta natural para una colonia de colonos blancos constituida a través de la dominación imperialista de América del Norte.
¿Qué continuidades y diferencias podemos encontrar en la actual política exterior estadounidense y en sus intervenciones? Si las hay, ¿cuándo empezaron a producirse estas diferencias?
Aquí suelo decir dos cosas. En primer lugar, cuando terminó la Guerra Fría, todas las entidades comunistas oficiales, las entidades secretas o públicas que giraban en torno a Moscú en el Segundo Mundo, desaparecieron; la CIA y el MI6 no. Así que tienes agencias públicas muy activas, muy reales, en Estados Unidos y Europa Occidental que operan con la misma estructura, y creo que en gran medida con los mismos objetivos, que tenían en el siglo XX. ¿Cuándo fue el año en el que se supone que la CIA cambió su misión o rompió con la práctica de llevar a cabo insanas operaciones encubiertas para dar forma a la historia del mundo? Si eso ocurrió, no he oído hablar de ello, ni he visto ninguna prueba. Incluso si creyéramos que, de alguna manera, la KGB se reconstituyó dentro del actual estado ruso, no hay comparación con la continuidad y el poder continuo ejercido por las agencias de las que escribí en mi libro.
Pero en segundo lugar, la Guerra Fría terminó y Occidente esencialmente ganó. Así que la hegemonía de Estados Unidos y la aplicación de las reglas del orden capitalista global pueden ser, y a menudo son, aplicadas de forma más sutil (y creo que efectiva) que el tipo de intervenciones obvias de, digamos, 1953 en Irán o 1954 en Guatemala. Es útil recordar que la violencia directa, como la invasión o el asesinato en masa, no suelen ser lo primero. Suelen ser el último recurso, tras la adopción de una serie de medidas coercitivas que pueden fracasar o sentar las bases para intervenciones más abiertas. A menudo se consideran formas aceptables, pero no óptimas, de resolver los problemas percibidos. Las invasiones siguen produciéndose, pero si se pueden aplicar las normas del orden mundial, por ejemplo, mediante negociaciones a puerta cerrada, sanciones económicas, acciones judiciales (“lawfare”) o golpes parlamentarios, suele ser preferible eso a enviar tanques al palacio presidencial o escuadrones de la muerte al campo. Estas opciones siguen estando sobre la mesa, sin duda, pero en el momento unipolar que se vive desde la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos dispone de un mayor conjunto de trucos en su caja de herramientas que los que tenía en la década de 1950.
Por supuesto, el momento unipolar parece que está llegando a su fin o que debe hacerlo en algún momento en el futuro. Y creo que es útil decir dos cosas a ese respecto. Estados Unidos sigue siendo, con diferencia, el país más poderoso de la Tierra. Económicamente, políticamente, militarmente, China no está ni siquiera cerca. Pero por otro lado, en segundo lugar, Estados Unidos es relativamente menos poderoso de lo que era en 2010, e incluso aún menos de lo que era en 2000.
Tu libro combina tanto la investigación historiográfica como las técnicas testimoniales, pasando constantemente de lo macro a lo micro y viceversa. ¿Cómo fue el proceso y la metodología de tu investigación y escritura?
Para mí era muy importante asegurarme de que los funcionarios estadounidenses no fueran los únicos actores de esta historia. Era crucial que los indonesios, los brasileños, los chilenos, los guatemaltecos, etc., estuvieran en el centro de la narración, y que los lectores entendieran cómo vivieron estos acontecimientos. Soy estadounidense, por supuesto, decidí concentrarme en la formación de la hegemonía global de Estados Unidos y presté especial atención a los funcionarios de la política exterior estadounidense, pero hay demasiados libros en los que los únicos personajes son norteamericanos, en los que los pueblos del Sur Global son receptores pasivos de la historia, en los que son simplemente víctimas sin nombre. Así que me aseguré de poder integrar testimonios en primera persona y detalles biográficos de la gente que impulsó el Movimiento del Tercer Mundo en las calles, así como de la gente que sufrió la cruzada anticomunista. Hacerlo de esta manera supuso mucho trabajo extra: añadió unos dos años más a la investigación, porque realmente se necesita tiempo para conocer lentamente a todas las personas adecuadas, explicar tu proyecto y esperar pacientemente a que la gente confíe en ti y crea que le gustaría participar. Además, es esencial realizar las entrevistas de forma que no se vuelva a traumatizar a las víctimas y que se pueda reconstruir una historia que tenga eco en las personas que lean el libro.
Después de recopilar muchas entrevistas en 12 países, elegí una cantidad muy pequeña de ese material —tal vez un 5% o menos— y opté por tejerlo dentro de una historia global de muy amplio alcance, que construí utilizando investigaciones académicas, archivos desclasificados y el trabajo de activistas y supervivientes realizado por otros en las últimas décadas. Esperaba conseguir una historia que pudiera pasar del supermacro al micro encuadre más íntimo y, para ser sincero, no tenía ni idea de si iba a funcionar. Fue difícil y tenía poca experiencia en ese tipo de escritura. Me ha resultado increíblemente gratificante escuchar de los lectores que este enfoque ha tocado la fibra sensible de muchas personas. Pero todo el trabajo real lo hicieron los propios entrevistados y los verdaderos expertos que trabajaron en estos temas durante muchos años antes de que yo llegara." (Alejandro Pedregal, El Salto, 22/12/21)
El trabajo, que combina la rigurosa investigación histórica con el testimonio vivo de algunos supervivientes, se centra en la intervención y complicidad de Estados Unidos en las matanzas de alrededor de un millón de personas acusadas de ser comunistas en Indonesia entre 1965 y 1966, bajo la dirección del general Haji Mohammad Suharto, cuando el Partido Comunista de Indonesia (PKI) era el tercer partido comunista más grande del mundo.
Aquella masacre sirvió de modelo a seguir en años sucesivos para la relación que Estados Unidos establecería con el Tercer Mundo, con especial énfasis en América Latina. No en vano, durante los años previos al golpe de Augusto Pinochet en Chile, los grupos de la derecha escribían “Yakarta ya viene” o simplemente “Yakarta” en las paredes de Santiago de Chile. Como describe de manera brillante Bevins en su libro, el éxito para la eliminación del comunismo de aquellos asesinatos masivos en Indonesia respaldados por Estados Unidos, se convertiría en un referente para planes de exterminio similares desarrollados por otros regímenes autoritarios capitalistas, también monitorizados o asistidos por Estados Unidos. Así, la historia de El método Yakarta es también la historia del mundo globalizado que hoy tenemos.
La premisa de tu libro, como indica su subtítulo, es que la cruzada anticomunista de Estados Unidos, iniciada tras la Segunda Guerra Mundial, dio forma al mundo en el que vivimos hoy. ¿Cómo era ese mundo y qué forma ha tomado?
En 1945, se podía dividir de manera razonable el mundo en tres partes. Algunas de ellas nos resultan familiares, como la terminología Primer Mundo y Tercer Mundo. El Segundo Mundo, por supuesto, estaba liderado desde Moscú. Pero lo que a menudo se olvida hoy en día, sobre todo en el Atlántico Norte, es que el Tercer Mundo no era un lugar, sino una idea y un proyecto político: un movimiento de futuro, muy optimista, que pretendía cambiar las reglas del sistema mundial tras el fin de la descolonización formal. La gran mayoría del planeta vivía en el Tercer Mundo, y muchos de sus líderes creían que, puesto que la era del control directo europeo estaba terminando, era natural que los países de Asia, África y América Latina ocuparan el lugar que les correspondía como iguales junto al Primer Mundo, es decir, los países que habían llevado a cabo el imperialismo en todo el globo.
En gran medida, creo que es justo decir que la Guerra Fría tuvo que ver más con las interacciones entre el Primer y el Tercer Mundo, que entre el Primer y el Segundo Mundo. Esto es ciertamente un hecho si se valoran todas las vidas humanas del planeta por igual, en lugar de dejarse llevar por las intrigas cortesanas en las capitales de las dos superpotencias. Y en este periodo de tiempo, de 1945 a 1990, un número realmente enorme de países del Sur Global se pusieron en el camino en el que todavía están hoy, y ese camino fue forjado por las circunstancias de la Guerra Fría.
Tú expones, como parte de esta cruzada estadounidense, la conexión que se dio en el tiempo entre el surgimiento del proyecto del Tercer Mundo y la creación de la CIA. ¿Cuál fue esta interrelación? ¿Qué métodos utilizó la CIA en relación con el Tercer Mundo?
Justo después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como el Estado más poderoso que jamás había existido, con diferencia. La Unión Soviética, destruida por la guerra, no estaba ni siquiera cerca. Los dirigentes estadounidenses contemplaban ahora todo el planeta. Pero Estados Unidos, un país joven y teóricamente comprometido con los ideales democráticos y anticoloniales, no tenía la experiencia que tenían los británicos en la gestión de un imperio mundial. No contaban con la capacidad de espionaje del MI6 y, además, los funcionarios estadounidenses eran bastante provincianos. No sabían mucho sobre el resto del mundo, salvo algunas ideas románticas sobre Europa Occidental.
Este fue el contexto en el que se creó la CIA, al principio de la Guerra Fría. Suministraría información al presidente, pero también se le encomendó rápidamente la tarea de cambiar los acontecimientos en todo el mundo. Llevar a cabo operaciones encubiertas para favorecer los intereses de Estados Unidos. Incluso los historiadores más generosos de la CIA admiten de buen grado que estos hombres no tenían ni idea del Tercer Mundo.
Ahora bien, los líderes de los países del Tercer Mundo, e incluso los movimientos explícitamente comunistas del Sur Global, no sabían cómo los trataría el nuevo hegemón. Incluso hombres como Ho Chi Minh y Mao Zedong esperaban poder mantener términos amistosos con Estados Unidos. Por supuesto, esto no ocurrió. En gran medida, la Guerra Fría es la historia de cómo Estados Unidos aprendió a utilizar sus nuevas herramientas y sus nuevos poderes para dar forma a los acontecimientos en el Sur Global, a menudo con consecuencias devastadoras.
La caja de herramientas es muy grande y variada, desde una ligera presión económica hasta la financiación encubierta de ciertos partidos políticos, pasando por el estrangulamiento financiero, la invasión directa, e incluye el uso frecuente del golpe militar para establecer dictaduras y mantener los países abiertos al capital internacional. La única herramienta, el único método, sobre el que escribo principalmente en este libro es el asesinato en masa intencionado de izquierdistas o de personas acusadas de serlo. Esto no se hizo por venganza u odio ciego, sino que se llevó a cabo al servicio de la construcción de regímenes capitalistas autoritarios.
¿Qué hace que el caso de Indonesia sea especialmente relevante a este respecto?
El presidente Sukarno fue uno de los líderes que realmente encabezó el Movimiento del Tercer Mundo, si no su más elocuente defensor. Era un presidente anticolonialista de izquierdas, pero no comunista, y una fuerza unificadora no sólo en Indonesia, sino en toda África y Asia. La Conferencia de Bandung (1955) fue el momento en que el Tercer Mundo se unió realmente.
Así pues, tenemos un país que ahora es el cuarto más grande del mundo por población, y que estuvo a la vanguardia de un intento de rehacer las reglas de la economía global. Y para poner fin a su visión, para hacer posible la dictadura que le sucedió, tienes una de las peores atrocidades de la Guerra Fría: el asesinato en masa, respaldado por Estados Unidos, de aproximadamente un millón de civiles inocentes.
¿Cómo se implementó y desarrolló la política estadounidense hacia Indonesia?
La política estadounidense hacia Indonesia cambió en varias ocasiones. Al principio, el liderazgo de Sukarno se consideraba aceptable. Esto cambió en 1955, cuando ocurrieron dos cosas: el presidente Sukarno acogió la Conferencia Afroasiática de Bandung, que fue el acontecimiento que realmente dio un impulso histórico concreto al Movimiento del Tercer Mundo, y el pacífico Partido Comunista de Indonesia (PKI) comenzó a obtener resultados cada vez mejores en las elecciones democráticas. La CIA y el MI6 admitieron que se estaban ganando la lealtad de la población mediante una hábil labor de divulgación. Entonces se intentaron un par de cosas para detenerlos: la canalización de fondos a una parte musulmana conservadora, lo cual fracasó; y luego la CIA fomentó y participó en una guerra civil, tratando de romper el país, y fueron descubiertos. Así que entonces la estrategia de Washington pasó a ser la de construir una hegemonía dentro de las Fuerzas Armadas, trayendo a miles de oficiales a Estados Unidos para su entrenamiento.
¿Qué es entonces lo que llamas el ‘método Yakarta’? ¿Qué diferentes formas adoptó alrededor del mundo?
En 1965, Estados Unidos y Gran Bretaña empezaron a trabajar entre bastidores con el objetivo de fomentar un enfrentamiento entre el desarmado PKI y los muy bien armados militares indonesios. Bajo circunstancias misteriosas, este enfrentamiento se produjo, y entonces los militares, con el apoyo activo de Estados Unidos, mataron a aproximadamente un millón de civiles inocentes. O más, tal vez menos: no lo sabemos con precisión, porque nunca se llevó a cabo ningún tipo de comisión de la verdad. Y otro millón permaneció en campos de concentración, simplemente por sus creencias políticas, mientras Indonesia se convertía en uno de los más importantes aliados de Occidente en la Guerra Fría.
Este fue un éxito tan evidente para Estados Unidos y sus aliados, que otros grupos de derecha, anticomunistas, aliados de Estados Unidos y potenciales aliados de Estados Unidos, tomaron nota. Algunos de estos grupos se inspiraron en la masacre de Indonesia, utilizándola como modelo o como amenaza en sus propios países.
¿Logró Estados Unidos extender la aplicación de este método? ¿Cuáles fueron sus resultados?
No es tanto que Estados Unidos lo “aplicara”, sino que lo que yo llamo el ‘método Yakarta’, el asesinato en masa intencionado de izquierdistas o acusados de serlo, se empleó en al menos 23 países durante la Guerra Fría, antes y después de 1965. Esto se hizo generalmente para crear regímenes capitalistas autoritarios aliados con las potencias del Atlántico Norte, a menudo con gran éxito.
En muchos, muchos países hoy en día, especialmente en el Sur Global, el sistema político-económico que todavía está en vigor, es uno que fue profundamente moldeado por este momento de la historia. Se pueden ver efectos profundos en varios continentes. Creo que se puede afirmar con absoluta seguridad que no habríamos recibido el tipo específico de globalización que hemos recibido en los últimos 30 años sin el ‘método Yakarta’.
¿Hasta qué punto ese método se aplicó también dentro de los Estados Unidos? ¿Nos dice aún algo sobre las políticas actuales contra las comunidades pobres, marginadas y racializadas?
Me gusta trazar siempre una línea entre lo que ocurrió en el Primer Mundo y lo que ocurrió en el Tercer Mundo, porque esa división es real. Los izquierdistas, incluso cuando fueron perseguidos o marginados de la vida pública, fueron tratados de forma muy diferente en el Norte Global y en el Sur Global. A una de las protagonistas de mi libro, Francisca, le impactó llegar a Europa a finales de los años 60 y darse cuenta de que a los partidos de izquierda, socialistas y comunistas, simplemente se les permitía participar en la política, haciendo posible la interacción natural entre las diversas fuerzas sociales que dan forma a los acontecimientos en una democracia capitalista.
Ahora bien, en Estados Unidos, por supuesto, no había partidos socialistas significativamente activos en la Guerra Fría, y aún hoy no los hay. Pero incluso durante el macartismo, si eras un socialista blanco, a menudo perdías tu trabajo o te hacían socialmente invisible, pero no te acorralaban y asesinaban. Ahora bien, los grupos que más cerca están de recibir el mismo trato que recibieron los izquierdistas del Tercer Mundo son los movimientos revolucionarios negros organizados, como por ejemplo fue el caso con las Panteras Negras. Por supuesto, siempre ha habido grupos dentro de Estados Unidos que han sido racializados y marginados, especialmente los descendientes de pueblos indígenas o africanos, y por tanto han sido tratados como si estuvieran por debajo de la nación, como si estuvieran realmente en el Tercer Mundo. Esto resulta natural para una colonia de colonos blancos constituida a través de la dominación imperialista de América del Norte.
¿Qué continuidades y diferencias podemos encontrar en la actual política exterior estadounidense y en sus intervenciones? Si las hay, ¿cuándo empezaron a producirse estas diferencias?
Aquí suelo decir dos cosas. En primer lugar, cuando terminó la Guerra Fría, todas las entidades comunistas oficiales, las entidades secretas o públicas que giraban en torno a Moscú en el Segundo Mundo, desaparecieron; la CIA y el MI6 no. Así que tienes agencias públicas muy activas, muy reales, en Estados Unidos y Europa Occidental que operan con la misma estructura, y creo que en gran medida con los mismos objetivos, que tenían en el siglo XX. ¿Cuándo fue el año en el que se supone que la CIA cambió su misión o rompió con la práctica de llevar a cabo insanas operaciones encubiertas para dar forma a la historia del mundo? Si eso ocurrió, no he oído hablar de ello, ni he visto ninguna prueba. Incluso si creyéramos que, de alguna manera, la KGB se reconstituyó dentro del actual estado ruso, no hay comparación con la continuidad y el poder continuo ejercido por las agencias de las que escribí en mi libro.
Pero en segundo lugar, la Guerra Fría terminó y Occidente esencialmente ganó. Así que la hegemonía de Estados Unidos y la aplicación de las reglas del orden capitalista global pueden ser, y a menudo son, aplicadas de forma más sutil (y creo que efectiva) que el tipo de intervenciones obvias de, digamos, 1953 en Irán o 1954 en Guatemala. Es útil recordar que la violencia directa, como la invasión o el asesinato en masa, no suelen ser lo primero. Suelen ser el último recurso, tras la adopción de una serie de medidas coercitivas que pueden fracasar o sentar las bases para intervenciones más abiertas. A menudo se consideran formas aceptables, pero no óptimas, de resolver los problemas percibidos. Las invasiones siguen produciéndose, pero si se pueden aplicar las normas del orden mundial, por ejemplo, mediante negociaciones a puerta cerrada, sanciones económicas, acciones judiciales (“lawfare”) o golpes parlamentarios, suele ser preferible eso a enviar tanques al palacio presidencial o escuadrones de la muerte al campo. Estas opciones siguen estando sobre la mesa, sin duda, pero en el momento unipolar que se vive desde la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos dispone de un mayor conjunto de trucos en su caja de herramientas que los que tenía en la década de 1950.
Por supuesto, el momento unipolar parece que está llegando a su fin o que debe hacerlo en algún momento en el futuro. Y creo que es útil decir dos cosas a ese respecto. Estados Unidos sigue siendo, con diferencia, el país más poderoso de la Tierra. Económicamente, políticamente, militarmente, China no está ni siquiera cerca. Pero por otro lado, en segundo lugar, Estados Unidos es relativamente menos poderoso de lo que era en 2010, e incluso aún menos de lo que era en 2000.
Tu libro combina tanto la investigación historiográfica como las técnicas testimoniales, pasando constantemente de lo macro a lo micro y viceversa. ¿Cómo fue el proceso y la metodología de tu investigación y escritura?
Para mí era muy importante asegurarme de que los funcionarios estadounidenses no fueran los únicos actores de esta historia. Era crucial que los indonesios, los brasileños, los chilenos, los guatemaltecos, etc., estuvieran en el centro de la narración, y que los lectores entendieran cómo vivieron estos acontecimientos. Soy estadounidense, por supuesto, decidí concentrarme en la formación de la hegemonía global de Estados Unidos y presté especial atención a los funcionarios de la política exterior estadounidense, pero hay demasiados libros en los que los únicos personajes son norteamericanos, en los que los pueblos del Sur Global son receptores pasivos de la historia, en los que son simplemente víctimas sin nombre. Así que me aseguré de poder integrar testimonios en primera persona y detalles biográficos de la gente que impulsó el Movimiento del Tercer Mundo en las calles, así como de la gente que sufrió la cruzada anticomunista. Hacerlo de esta manera supuso mucho trabajo extra: añadió unos dos años más a la investigación, porque realmente se necesita tiempo para conocer lentamente a todas las personas adecuadas, explicar tu proyecto y esperar pacientemente a que la gente confíe en ti y crea que le gustaría participar. Además, es esencial realizar las entrevistas de forma que no se vuelva a traumatizar a las víctimas y que se pueda reconstruir una historia que tenga eco en las personas que lean el libro.
Después de recopilar muchas entrevistas en 12 países, elegí una cantidad muy pequeña de ese material —tal vez un 5% o menos— y opté por tejerlo dentro de una historia global de muy amplio alcance, que construí utilizando investigaciones académicas, archivos desclasificados y el trabajo de activistas y supervivientes realizado por otros en las últimas décadas. Esperaba conseguir una historia que pudiera pasar del supermacro al micro encuadre más íntimo y, para ser sincero, no tenía ni idea de si iba a funcionar. Fue difícil y tenía poca experiencia en ese tipo de escritura. Me ha resultado increíblemente gratificante escuchar de los lectores que este enfoque ha tocado la fibra sensible de muchas personas. Pero todo el trabajo real lo hicieron los propios entrevistados y los verdaderos expertos que trabajaron en estos temas durante muchos años antes de que yo llegara." (Alejandro Pedregal, El Salto, 22/12/21)
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