21/1/22

Mi abuelo fue detenido unas horas ilegalmente, como Miguel Ángel Blanco, y fue asesinado como el concejal popular con dos tiros en la cabeza. Pero el cerco y el terror a mi familia no fue considerado suficiente por sus asesinos: escondieron su cadáver y a mi abuela le quitaron todos sus bienes. Querían multiplicar su dolor añadiendo miseria e incertidumbre al inicio de una vida de viuda de rojo, en la que tuvo que sacar a seis hijos adelante, gobernada localmente por sus asesinos

 "Mi padre tenía diez años cuando un grupo de pistoleros de Falange lo convirtió en huérfano. Mi abuelo fue detenido unas horas ilegalmente, como Miguel Ángel Blanco, y fue asesinado como el concejal popular con dos tiros en la cabeza. Pero el cerco y el terror a mi familia no fue considerado suficiente por sus asesinos: escondieron su cadáver y a mi abuela le quitaron todos sus bienes.

 Querían multiplicar su dolor añadiendo miseria e incertidumbre al inicio de una vida de viuda de rojo en la que tuvo que sacar a seis hijos adelante, gobernada localmente por sus asesinos y en el Estado por los jefes de sus asesinos. Un país gobernado por asesinos.

Pocos días después del asesinato de mi abuelo, mi padre tuvo que dejar el colegio. Se despidió un día de su clase y no volvió a sentarse en un pupitre escolar nunca más. Con su primera década de vida recién cumplida, tuvo que trabajar en lo que fuera para llevar un trozo de pan a su casa. (...)"      (Emilio Silva, El Salto, 29/12/21)

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