"A S.A. le entraron de noche en la finca e hicieron pintadas a los caballos. ¡Cómo brillaba el GORA ETA en
aquellos lomos asustados!
A J.L.V., tras darle fuego al coche de su
mujer, le enviaron la llave del portal con una amable nota: “Tenemos 47
copias y 47 personas dispuestas a darlo todo por eliminarte”.
A M.T.C. e
I.L. les atacaron a menudo la librería y una vez montaron una hoguera
con los libros. Los nazis hicieron lo mismo con los de Freud y él se
equivocó: “Es el progreso, en la Edad Media me habrían quemado a mí”.
A
J.R, seis décadas más tarde, le lanzaron una lluvia de cócteles, le
abrasaron el 55% del cuerpo y le desintegraron la cara. Ahora es otro.
Heine anduvo más certero: “Donde queman libros quemarán a seres
humanos”.
A C.O. le asesinaron al hermano y por honrar la reliquia le pedían
luego a gritos: “¡Hija de puta, devuélvenos la bala!”.
A J.A.M. le
destrozaron el medio de vida -una ferretería- y a P.E. -una furgoneta y
utensilios de jardinería-.
A A.S. lo lincharon casi hasta la muerte
entre 17 púgiles y solo uno se mostró arrepentido de tan justo combate.
A
J.Y. al menos lo trataron de don Javier antes de secuestrarlo y
matarlo. Había hierba en su estómago, o quizás caracoles como en las
tripas de los fusilados de San Cristóbal.
A J.M.A. le recordaban cómo
evitar ese destino: “¡A., paga y calla!”. ¿Seguimos?
Y es que algunos ya reducen el llamado conflicto a una mera lucha,
dos bandos, demasiado larga. Y no: muchísimo más que un ajedrez bélico,
fue un buceo profundo en un pozo séptico de inhumanidad. Una cosa es
mirar adelante y otra romper el retrovisor.
A M.A. se le colaron en casa
y le metieron un tiro en la frente a su perro. Por txakurra.
Por Xabi Larrañaga" (Noticias de Navarra. Sábado, 21 de Enero de 2017)
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