14/10/16

Los franquistas los trasladaron a otro campo pero de exterminio. En ese campo estaban los que no podían trabajar, los dejaban abandonados y con menos comida todavía

"Mi abuelo Miguel se dedicaba a la agricultura en su pueblo natal en el municipio de Pruna en Sevilla. Cuando estalló la guerra tenia 22 años. Estaba afiliado en Partido Comunista y le mandaron hacer guardia y a vigilar a los franquista que tenían prisioneros. Su padre José estaba en el sindicato de la CNT. Su labor era la repartición de comida a los más necesitados. (...)

Estuvo defendiendo la Republica en las provincias de Málaga, Granada, Almería y Jaén. En definitiva por casi toda Andalucía.

Un día, a mediados del año 1937 lo mandaron a realizar una avanzadilla para reconocer el terreno en Málaga. No iba sólo, lo acompañaba otro miliciano de su mismo pueblo. Entonces empezaron a oír tiros y a su compañero lo hirieron en una pierna y cayó del caballo. Mi abuelo lo cogió y lo subió al caballo y le dio una palmada en el lomo y el caballo se fue para el campamento donde estaban todos sus compañeros republicanos.

Seguidamente a mi abuelo lo cogieron prisionero y lo llevaron a algún lugar de Málaga en el que estuvo un corto tiempo y luego lo trasladaron a Guipúzcoa, concretamente a Rentería a un campo de trabajo forzado.

Nada más llegar ya lo pusieron a trabajar haciendo túneles y picando piedra desde que amanecía hasta que anochecía. En los primeros días sus compañeros le advirtieron que tenia que obedecer y si le decían que "esta piedra es negra" tenía que decir que era negra aunque fuera blanca. Y mi abuelo respondía: 

- ¿Y si dices la verdad, lo que realmente estas viendo, que pasará? Y los compañeros le contestaron:

- Que te pegaran y torturaran hasta que consigan lo que quieren que digas.

Mi abuelo contaba que la única comida que le ponían era un chusco de pan muy duro y una lata de agua. Y por la noche dormían en el suelo mojado encima de una saco vacio. Antes de que se fueran a dormir mojaban el suelo a propósito para que estuvieran durmiendo sobre suelo mojado.

Contaba mi abuelo que estando picando piedra no te podías incorporar, si lo hacías te daban latigazos o te pegaban golpes con la culata del fusil.

Estuvo 15 meses trabajando de sol a sol con un chusco de pan y un poco de agua, con golpes diarios. Cuando conseguían dormirse venían los guardianes y les echaban un cubo de agua encima.

Cada noche pasaban lista en los barracones y separaban los más fuertes de los más débiles y los que estaban enfermos.
Una noche mi abuelo escucho un nombre y apellidos iguales que los de su hermano y pensó que lo habían capturado y lo iban a matar. En ese momento no podía hacer nada para salvarlo, se sintió muy mal y con mucha impotencia. No descubrió que no era su hermano hasta que lo liberaron y se fue para Pruna. Vivió esos años prisionero pensado que habían matado a su hermano.

Cada noche escuchaban los tiros de los hombres que fusilaban. Mi abuelo siempre decía que los pirineos vascos franceses están lleno de muertos republicanos. Su frase era: ¡hay mas muertos que piedras!

Cada vez estaba más débil ya que llevaba 15 meses soportando tantas torturas y trabajos forzados. Una noche al pasar lista dijeron su nombre y pensó que ya era el fin de su vida. Pero los guardianes hicieron dos filas, a unos cuantos los fusilaron y a los demás, entre ellos mi abuelo, los trasladaron a otro campo pero de exterminio. En ese campo estaban los que no podían trabajar, los dejaban abandonados y con menos comida todavía.
 Con el mismo chusco de pan pero para cuatro hombres. Allí en el campo de exterminio coincidió con un paisano de su pueblo, más o menos de su edad y entre ellos se cuidaban y se ayudan en lo que podían. Mi abuelo contaba que allí resistió como pudo, -todos estaban enfermos- con piojos, pulgas etc.

Al final resistió en este ultimo campo otros 15 meses. A mediados del año 1940 lo liberaron y volvió a su pueblo.

Lo liberaron cuando Franco dijo: "quién no tenga las manos llenas de sangre puede volver a su pueblo". Y muchos lo creyeron y volvieron a sus pueblos pero en la entrada de sus pueblos les esperaban unos cuantos falangistas. Algunos los mataban directamente y a otros los dejaban entrar.

Por otro lado a su padre José también lo cogieron y lo llevaron a la prisión del Puerto de Santa Maria. Allí su sentencia fue de 12 años y un día. Estuvo casi 3 años encerrado y cuando termino la guerra lo llevaron para su pueblo y a las pocas horas murió. No lo reconocía ni su familia de los golpes que le había dado y vino sin un diente.

Pudo contar que los guardianes le decían toda la comida que has repartido ahora te la vas a comer tu de menos.
Isabel Asencio"                    (Búscame en el ciclo de la vida, 03/09/16)

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