21/10/16

'Si hubieras estado aquí hace tres años, muy probablemente hubieras formado parte del pelotón que fusiló a tu tío'

"(...) "Hace unos días le conté a mi padre que iba a presentar la denuncia y se emocionó mucho. Para él el asesinato de su tío ha sido un lastre que ha cargado toda la vida. Sobre todo por no poder conseguir que se hiciera justicia con un señor que lo único que hizo fue mantenerse fiel a un gobierno democráticamente elegido", cuenta a Público Isabel Cervera. 

El tío abuelo de esta mujer fue uno de los héroes republicanos de la resistencia de Menorca, que no se rindió ante las embestidas franquistas en los tres años de conflicto. Tras la victoria franquista Vicente Cervera fue detenido en Valencia el 22 de abril de 1939, enviado a Mahón (Menorica) y juzgado en Consejo de Guerra en junio de 1941, donde se le condenó a 30 años de reclusión como "autor de un delito de adhesión a la rebelión".

Sin embargo, este castigo no había sido suficiente. El régimen quería una sentencia aún más ejemplar contra todos aquellos que le habían aguantado el pulso y que a la postre podrían servir como símbolo de que la victoria contra las tropas fascistas era posible

 Así, el Capitán General manifestó disconformidad con el fallo del Consejo de Guerra y en julio de 1941 pidió que se impusiera la pena de muerte, que se ejecutaría el 9 de julio de 1942..

"La noticia de este asesinato nunca se comunicó a mi familia. Ni por escrito, ni de forma oficial. Mi bisabuelo se enteró por un vecino en una barbería del pueblo y el resultado fue que murió a los pocos días tras recibir la desgarradora noticia de lo sucedido. No pudo soportar ni el dolor ni la injusticia", relata esta mujer en su escrito de denuncia.

 Pero como en el caso anterior, la violencia del régimen volvió a golpear otra vez. El padre de Isabel y sobrino de Vicente fue enviado en 1945 a realizar el servicio militar obligatorio a Mahón, donde estuvo destinado su tío y donde fue fusilado.

 "De hecho, cuando mi padre ingresó en las filas en 1945 alguien le comentó: 'Si hubieras estado aquí hace tres años, muy probablemente hubieras forma parte del pelotón que fusiló a tu tío'", narra Isabel, que también muestra con su relato cómo el régimen negó a las víctimas el mismo derecho al duelo ya que su padre sólo pudo ir una vez a la fosa común donde reposaban sus restos.

 "Alguien se le acercó para decir que si lo veían ante esa fosa podría sufrir consecuencias desagradables", prosigue. 

 Los restos de este capitán del Ejército fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Mahón hasta que en 1950 se remodeló y un vecino decidió acoger los huesos de los enterrados en su nicho, donde descansan aún hoy: el 164 del tercer ensanche Párvulos. "De no haber sido por este hombre tal vez hoy estarían debajo de cualquier construcción y desaparecidos para siempre. 

Aún así, hoy en día aún se desconoce la existencia de estos seres humanos ya que de sus nombres no hay inscripción alguna en lápida ni otro lugar visible, sólo están en el dolido pensamiento de sus familiares", prosigue. La vergüenza llega hasta ese punto. Hasta el punto de no tener ni un lugar para ellos en el cementerio. "                (Público, 18/11/16)

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