19/7/17

No se puede entender a Hitler sin las cámaras de gas, ni a Franco sin el "exterminio suficiente"

"El franquismo nació con un "exterminio suficiente". Un plan de exterminio sistemático que llevó a cada localidad española su matanza particular. Es decir, al ocupar una aldea, el plan de Franco no era arrasarla, sino practicar dos docenas de fusilamientos, con lo cual se conseguía una inversión en terror y escarmiento que aseguraría la paz social durante décadas. Una matanza sin la que no se puede entender el franquismo ni tampoco la Transición. 

Este martes se cumplen 81 años del golpe de Estado militar que dio inicio a la Guerra de España y el historiador Francisco Moreno no tiene dudas en señalar qué sucedió a partir de ese momento: "un exterminio suficiente o disperso". Esta es la tesis que defiende en la obra Los desaparecidos de Franco (Editorial Alpuerto) donde se apunta que el plan de exterminio franquista es algo "intrínsecamente unido" a la dictadura. No se puede entender a Hitler sin las cámaras de gas, ni a Franco sin el "exterminio suficiente". 

"Si se niega el plan [de exterminio] se está negando la esencia del fascismo europeo y del franquismo. Algo muy importante es que, para mantener el clima de terror no hay que estar matando siempre ni derramando sangre siempre. Cuando se consuma una fase de terror sangriento, después el Estado puede vivir un tiempo de las rentas. Basta con que se mantenga la amenaza del terror, para que permanezcan sus efectos", escribe Francisco Moreno, historiador y catedrático de Instituto.  

Moreno Gómez defiende su posición aportando no pocos discursos de dirigentes franquistas que muestran que el objetivo del alzamiento en armas de los militares no era solo acceder al poder. Así, la obra nos llama la atención sobre textos, discursos que todos parecemos olvidar. 

La primera de ellas: la Instrucción Reservada Número 1 de Mola, considerado el Director del golpe de Estado, que señala que "la acción ha de ser en extremo violenta" o las palabras del teniente coronel Martínez Oyaga, que en la Comandancia Militar de Pamplona gritaba alto y claro: "En la España de Franco no se fusila a nadie; aquí, el que falta es que ha desaparecido". 

No son las únicas declaraciones de este tipo que se pueden encontrar en la época. Cabe recordar en este punto declaraciones como las que realizó en el documental A sangre y fuego. Málaga,1936 el general Queipo de Llano, que aún hoy permanece enterrado en la  basílica de la Macarena: "Sí, canalla roja de Málaga. Esperen a que llegue allí dentro de diez días. Me sentaré en un café de la calle Larios, bebiendo cerveza y por cada sorbo mío, moriréis diez".
 
O las de Gonzalo Aguilera, aristócrata, terrateniente y capitán del ejército español en la Guerra Civil que desempeñó la función de oficial de prensa de Franco y de Emilio Mola: "Tenemos que matar, matar y matar, ¿sabe usted? Son como animales, ¿sabe? Y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste. 

Ahora espero que comprenda usted qué es lo que entendemos por regeneración de España... Nuestro programa consiste... en exterminar un tercio de la población masculino de España. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado. Además también es conveniente desde el punto de vista económico. No volverá a haber desempleo en España, ¿se da cuenta?.

Tres fases de terror

Francisco Moreno sostiene que el exterminio franquista se puede analizar en tres fases. La primera fase fue la represión "de choque", la gran limpieza, a partir del 17 de julio de 1936, que se extiende a lo largo de los tres años de guerra. En esta primera fase casi todo está basado en la eliminación física y el comienzo del gran expolio económico sobre los bienes de los oponentes políticos.

"Es una 1ª fase de 'limpieza' radical de la base social de la República y de sus élites, de eliminación masiva, en todas las provincias de España, cerca o lejos de los frentes de guerra, hubiera haido o no víctimas causadas por los republicanos", escribe. 

La segunda fase ocurre después de 1939, con el final de la guerra. Francisco Moreno señala que supone la implantación de lo que él llama la "multi-represión" de los vencidos: "Es el plan coordinado de diferentes acciones cuyo objetivo es la destrucción de las bases esenciales de la vida de grupos de ciudadanos, con el propósito de aniquilar a los mismos".

Esta multi-represión incluye encarcelamientos, señalamientos públicos, paseos, expolio de bienes y, por supuesto, la estigmatización del enemigo, privarlo de su dignidad humana y reducirlo a simple guiñapo o despojo. El director de la cárcel Modelo de Barcelona dijo en 1941: "Hablo a la población reclusa: Tenéis que saber que un preso es la diezmillonésima parte de una mierda".

Por último, la tercera fase se puede dar por comenzada en 1942 y está centrada en la eliminación de la oposición interna, la de la inmediata posguerra, la de la sierra y la del llano. En esta fase destaca especialmente, señala el autor, el "trienio del terror, 1947-1949". "En este trienio se cometieron ejecuciones sumarias a mansalva, fue el período dorado de la 'ley de fugas' en todo el franquismo. 

El olvido como colofón

El exterminio llegó mediante los fusilamientos, judiciales o extrajudiciales, pero pero también con el hambre. Una de las mayores maldades represivas se daba en los campos de concentración (alemanes y españoles) y en las prisiones (alemanas y franquistas), que era el "exterminio pasivo" de muchísimos reclusos mediante el hambre y las condiciones infrahumanas, "que en cuanto al caso español fue un auténtico programa del Estado franquista: que el hambre haga lo que no hicieron las ametralladoras". 

Como colofón, señala Moreno Gómez, el proyecto franquista incluía un proyecto de invisibilización (fosas anónimas) y un proyecto de insignificación, es decir, vidas sin valor, dignas de desprecio. "Eso es lo que ha hecho siempre el franquismo y también las derechas actualmente", sentencia Francisco Moreno. "                     (ALEJANDRO TORRÚS, Público, 18/07/17)

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