4/6/11

"No temía nada porque no hacía mal a nadie"

"Para mí, fue directamente el cura", recuerda Ramiro Rivas, uno de sus hijos, que ha venido desde Buenos Aires para dar una digna sepultura a su padre, a quien "prácticamente" no conoció. Y a un niño de poco le vale conocer a su padre de forma teórica. "Tenía cuatro años cuando se lo llevaron", precisa.

Ramiro, en realidad, no siempre se llamó así. Ni María Digna, su hermana. Su progenitor, que contaba con seis vástagos que tenían entre uno y catorce años cuando lo pasearon los falangistas, decidió ponerles Lenin e Igualdad, pero el cura se negó a que la revolución rusa y la república francesa se dieran un chapuzón en la pila bautismal.

"No nos quiso bautizar. Y de ahí vino el motivo de su desaparición: del cura y de algunos otros más", cree Rivas, que subraya que su padre "era una persona normal, pero con un grado más de cultura" que sus coetáneos. En aquella aldea de la montaña luguesa, el sacerdote le cogió ojeriza.

"Leía muchos libros, tenía una mentalidad sobresaliente, estaba de acuerdo con la República y, cuando nací, había evolucionado con la revolución rusa, de ahí mi nombre", rememora este emigrante gallego en Buenos Aires, adonde llegó en 1952 con su madre, su hermana y el hatillo a cuestas.

Aquel varón desconocido suponía, según él, un peligro. Un sobrino corrió a avisarle que la Falange había llegado a una localidad vecina para enterrar a una víctima del bando nacional, que había muerto en el frente.

"Mi tío, un republicano que sabía de esto, mandó a mi primo a avisarle, pero mi padre no se movió. Dijo que trabajaba de lunes a lunes para alimentar a sus hijos, que no temía nada porque no hacía mal a nadie", explica Rivas" (Público, 04/06/2011)

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