"Raul Hilberg, el gran historiador del Holocausto,
consideraba que siempre se había tratado de contar la Shoah a través de
los relatos de los supervivientes, cuando sólo se puede narrar a través
de los muertos. La mayoría de víctimas del genocidio nazi fueron
asesinadas nada más bajar de un vagón en cámaras de gas de lugares que
resuenan en la memoria como Auschwitz, pero también en otros de los que
apenas quedan restos, como Treblinka, Belzec o Sobibor.
El diario israelí Haaretz se preguntaba en agosto
de dónde sale la cifra que mide universalmente ese horror (seis
millones de judíos muertos) y por qué es tan difícil precisar un número
de víctimas. La respuesta apunta a esa inmediatez: los muertos no
dejaron testimonios, pero tampoco muchos documentos, pues nunca fueron
censados. Tampoco los fusilados masivamente en la URSS desde junio de
1941. Otra respuesta es la magnitud de los crímenes nazis, imposible de
imaginar y, por ello, de medir.
Los dos principales centros de documentación de la Shoah, el Yad Vashem de Jerusalén y el Museo del Holocausto de Washington, emplean los canónicos seis millones. Este último dedica un detallado análisis
a las cifras, aunque recuerda que ningún documento nazi cifra el número
de judíos, ni de otros grupos, asesinados entre 1933, cuando Hitler
llega al poder, y 1945, final de la II Guerra Mundial. Las estadísticas
se basan en todo tipo de censos e investigaciones posteriores. (...)
Auschwitz (un millón de muertos, de ellos 870.000 gaseados nada más
llegar), Treblinka (925.000) y la actuación de los Einsatzgruppen
(unidades móviles de exterminio) en la URSS (1,3 millones) concentran
más de la mitad de víctimas judías. Los guarismos de Treblinka resultan
especialmente espeluznantes: tenía unas instalaciones muy pequeñas, un
andén de llegada y cámaras de gas, destruidas por los nazis cuando
terminaron de usarlas. Estuvo operativo de julio de 1942 a noviembre de
1943. Sus restos nunca se han terminado de investigar.
Hilberg (1926-2007) dedicó toda a su vida a estudiar el Holocausto, conocimiento que plasmó en su insoslayable La destrucción de los judíos europeos
(Akal). En su epílogo, explica la cifra de seis millones y ofrece su
propio recuento: 5,1 millones. Llegó a esta conclusión en 1985, antes de
caer la URSS, y es posible que hubiese cambiado datos de haber podido
seguir estudiando.
Atribuye la cifra de seis millones a William Höttl, un antiguo SS,
quien declaró en 1945 que fue usada por Adolf Eichmann, el arquitecto de
la solución final, en agosto de 1944: habló de “dos millones de
fusilados y cuatro millones en los campos de exterminio”. En cambio, el
propio Eichmann habló a otros jerarcas nazis de cinco millones, la misma
que citó en su juicio en Jerusalén en 1961. Hilberg recuerda que fue el
oficial de las SS que manejaba más estadísticas.
Tierras de sangre
En junio de 1945, el Instituto de Asuntos Judíos de Nueva York situó
el total entre 5.659.600 y 5.673.100, de ellos 1.250.000 asesinados en
la URSS. En 1946, el Congreso Mundial Judío apuntó 5.978.000, 1,5
millones en la URSS.
Hilberg desgrana todo el papeleo administrativo del terror para
llegar a los 5,1 millones repartidos así: campos de exterminio, más de
3.000.000 de muertos; fusilamientos por los Einsatzgruppen, 1.300.000, y
guetos y privaciones, 800.000.
Otro gran historiador de la Shoah, Saul Friedländer (Praga, 1924), superviviente él mismo del Holocausto, cuyos padres fueron asesinados en Auschwitz, explica en El Tercer Reich y los judíos
(Galaxia Gutenberg) que “pese a diversos cómputos, no es posible la
estimación exacta del número de víctimas”. Maneja el dato de Hilberg y
el de otro experto, Wolfgang Benz: un mínimo de 5.290.000 y un máximo
justo por encima de los seis millones.
En Tierras de sangre, Timothy Snyder
(Ohio, 1969) ofrece una estadística atroz que ilustra la dimensión de
los totalitarismos que asolaron Europa a partir de los años treinta.
Cifra en 14 millones las “víctimas políticas directas deliberadas” del
nazismo y el comunismo —no cuenta las víctimas de la guerra— en lo que
llama Tierras de Sangre: los países dominados por la URSS o Alemania —no
incluye Estados donde hubo atrocidades como Rumania o Yugoslavia—. Sus
cifras son: 3,3 millones de soviéticos muertos de hambre en Ucrania;
700.000 víctimas del Gran Terror de Stalin; 200.000 polacos ejecutados
entre 1939 y 1941 por la URSS; 4,2 millones de soviéticos muertos de
hambre bajo la ocupación nazi; 5,4 millones de judíos gaseados o
fusilados; 700.000 civiles asesinados por los alemanes en represalias.
Cada uno es una historia, alguien arrancado a la vida en un
torbellino de horror. Una cifra de Friedländer puede resumir la
dimensión de la catástrofe: más de millón y medio de los judíos
asesinados tenían menos de 14 años." (Guillermo Altares, El País, 16/09/17)
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