27/6/18

Inés Madrigal, primer caso de bebé robado en ir a juicio: "Lucho por encontrar la pieza del puzle que me falta"

"En un mes Inés verá la cara de quién presuntamente la robó de su madre biológica. El doctor Eduardo Vela, de 85 años, se sentará en el banquillo, seguramente frente a ella, para evadir su culpa. Para no decir apenas nada, como ella misma espera. Inés Madrigal, que lleva "luchando para encontrarse" a sí misma desde hace casi una década, asegura a Público que tiene pocas esperanzas en que este juicio cierre el circulo de su búsqueda incansable.

Sin embargo, con un entusiasmo envidiable, se imagina esa posibilidad remota en la que Vela le pudiera relatar delante de los jueces y letrados como la sustrajo de los brazos de su madre biológica: "Ojalá tirase de los archivos y dijera donde están los padres biológicos de los bebés robados", expone.

"Pienso que una persona que es tan católica, si pensara un poco, antes de irse podría hacer la buena acción de su vida, que es desvelar a los adoptados donde están sus madres".

El juicio del próximo 26 de junio es un paso más en el camino de Inés y en el de todas las víctimas de este sistema de robo de menores perpetuado durante el franquismo, que duró cerca de seis décadas en el tiempo. La propia Inés, que hoy preside la asociación SOS Bebés Robados de Murcia, es consciente de la importancia que tiene ser la primera persona en acudir a los juzgados por un caso de robo de niños. 

Tanto es así, que más allá de cómo pueda afectarle personalmente la resolución del litigio, sabe que podría sentar jurisprudencia y, por ende, servir de ayuda a miles de personas que como ella quieren saber quienes son sus padres biológicos.

"Hay más de dos mil denuncias archivadas en un cajón"
No obstante, para ella ser la primera es "vergonzoso". Lo es -lamenta- porque "esto quiere decir que hay más de dos mil denuncias archivadas en un cajón. Dos mil denuncias que han prescrito, de dos mil familias que tienen un drama en su casa, que tienen un hijo no sé sabe donde".

Desde el otro lado del auricular, con una voz enérgica, deja claro que ni ella ni el resto de adoptados buscan venganza. No desea el mal a nadie, porque Inés lo que hace es luchar. Un verbo que destapa su personalidad, pero también la falta de apoyo de las instituciones. "Lucho por encontrar la pieza del puzle que me falta", manifiesta. "Y te digo una cosa -añade- lo mejor que saco de esto es haber conocido a tantísima gente luchadora. Porque somos un ejército de hombres y mujeres luchadoras".

Promesas incumplidas

No hace falta preguntar a Inés por el apoyo institucional. Ella sola llega hasta ese punto de la entrevista, desahogándose como puede. Recuerda con pinceladas muy descriptivas como fue su visita a la Comisión de Derechos de la Infancia y Adolescencia en el Congreso, y como toda la clase política la intentó arropar delante de los medios. "Recuerdo las promesas de una diputada del Partido Popular, diciendo que iban a impulsar medidas, pero a la hora de la verdad, cuando se plantearon las votaciones, su partido se abstuvo", replica.

Inés, que también fue la primera víctima de la trama de bebés robados en comparecer en el Congreso de los Diputados, denuncia la pasividad de los dirigentes españoles a la hora de poner soluciones al calvario que viven miles de padres y madres que durante décadas han estado llevando flores a tumbas vacías, pensando que allí yacían sus hijos.

No le falta tiempo para agradecer el apoyo incondicional que le brindó el diputado de Unidos-Podemos David Carracedo. "Por favor, que eso quede claro", súplica. 

Sin embargo, reconoce que aquella Comisión "no sirvió para nada". "Se prometieron muchas cosas tan básicas como la creación de un banco de ADN para facilitar el cotejo de datos que no se han cumplido porque no ha habido voluntad", exclama. Es lo que más le enerva. La falta de voluntad que el conjunto de los diputados han tenido.

"Estamos esperando por parte del Gobierno de la Nación una disculpa pública a todas esas familias que no van a poder encontrarse", añade.
"Seguramente que algunos ministros, políticos u otras personas que vemos a diario por la televisión sean bebés robados"
A Inés no le tiembla la voz cuando explica por qué realmente no se quiere hablar del caso de los bebés robados en España. Las casi seis décadas de robos impunes en un sistema de compra venta de menores le hace pensar que puede haber cargos públicos implicados. "Seguramente que algunos ministros, políticos u otras personas que vemos a diario por la televisión sean bebés robados".  

"Esto no va a salir nunca por la cantidad de implicados que puede haber", revela con una voz serena.

Se encuentra en su tono de voz una mezcla de rabia con desengaño. Como si supiera que hay un porcentaje alto de que su activismo quede finalmente en vano: "En el momento en que el Estado sabe que hay un tema de bebés robados y ves que ni siquiera se ha hecho una investigación decente, te das cuenta de muchas cosas". A poco, se va encendiendo, y revela la cantidad de propuestas "simples" que han quedado en el limbo por un adjetivo que define muy bien el ánimo de la clase política española: la desidia.

Entre esas medidas, Inés habla del ya mencionado banco de ADN, pero añade otros como la creación de un área policial y un cargo dentro de la fiscalía que trate de atender todas las demandas por casos de bebés robados. O que "haya un delito específico de niños robados" porque -dice- se les trata judicialmente como un caso de secuestro, sin más.

"Nadie sabe lo que es ir de cotejo en cotejo"

"Le debo todo a mi madre". Lo repite un par de veces. Sin insistencia, pero dejando claro que si no fuera por ella no habría iniciado todo este proceso. En los peores momentos, cuando la moral de Inés se venía abajo al darse de bruces con la losa del silencio, su madre le animaba a continuar. Ella misma le dijo una vez a su madre adoptiva que si le incomodaba que tuviera interés en encontrar la verdad sobre su nacimiento, sólo tendría que decirlo una vez y dejaría de buscar. "Sabía que podrían imputarla por estar implicada en la trama de niños robados, sin embargo, decidió apoyarme", comenta.

"Nadie sabe lo que es ir de cotejo en cotejo y que, después de toda la esperanza, los resultados salgan negativos. Esa familia que podría haber sido la tuya, se queda unida y tú continúas sola"
Reconoce que cuando murió se le pasó por la cabeza abandonar. Volver al anonimato. Darse por vencida. Ser la que siempre había sido. Pero hacer eso sería egoísta, pues detrás de ella hay cientos de personas que también tratan de esclarecer su orígenes. Es inevitable que no se acuerde de ella. Porque al fin y al cabo es su madre. La mujer que la crió. La que la vió crecer y convertirse en la persona que es hoy. Pero ahora, toca pensar en lo que viene y seguir luchando.

Seguir luchando y buscando, porque no todas sus esperanzas se centran en el juicio del mes que viene. Inés lleva tiempo en contacto con un grupo de hermanos que podrían ser miembros de su familia biológica y ahora mismo está en espera de que los resultados de ADN confirmen, por fin, su identidad sanguínea. Esa espera es "extenuante", espeta. "Nadie sabe lo que es ir de cotejo en cotejo y que, después de toda la esperanza, los resultados salgan negativos. Esa familia que podría haber sido la tuya, se queda unida y tú continúas sola".               (Alejandro Tena, Público, 22/06/18)

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