3/10/13

“Encontré a los hombres que mataron a mi hijo y me dijeron que ni siquiera sabían a quién estaban matando”

"Encontré a los hombres que mataron a mi hijo y me dijeron que ni siquiera sabían a quién estaban matando”. El jeque Ahmad Badreddin Hassoun, el Gran Muftí de Siria, está sentado en una silla de respaldo recto, con un inmaculado turbante blanco sobre una cara angosta, inteligente y muy atormentada.

 Su hijo Sania era un estudiante de segundo año de la Universidad de Alepo a quien mataron a tiros cuando subía a su coche. “Fui a ver a los dos hombres en el tribunal y dijeron que solo les habían dado el número de la patente del coche, que no sabían a quién habían matado hasta que volvieron a su casa y vieron las noticias en la televisión”. 

Le pregunté por su reacción ante la confesión de los hombres y el Gran Muftí se cubrió los ojos con las manos y lloró. “Tenía solo 21 años, mi hijo más joven. Era el 10 de octubre del año pasado. Trato de olvidar que está muerto. De hecho siento como si Sania siguiera vivo. 

Ese día debía comprometerse con su futura esposa. Ella estudiaba medicina y él estaba en el departamento de política y economía. ‘Sania’ en árabe significa ‘la cumbre’. Los dos hombres dijeron que en total participaron 15 en la planificación de la muerte de mi hijo. 

Dijeron que les habían dicho que era un hombre muy importante. Les dije: ‘os perdono’ y pedí al juez que los perdonara. Pero dijo que eran culpables de otros 10 crímenes y que debían ser juzgados”. 

El jeque Hassoun alza un dedo. “Ese mismo día recibí un mensaje por SMS. Decía: ‘No necesitamos su perdón’. Entonces oí en uno de los canales de noticias que el líder de la banda había dicho que ‘primero habrá que juzgar al Muftí. 

Entonces que nos perdone’. De modo que le envié un mensaje: ‘Nunca he matado a nadie y no tengo la intención de matar pero me considero un puente de reconciliación. Un Muftí debe ser un padre para todos. ¿Por qué entonces queréis matarme?’ 

“Todos los hombres involucrados eran sirios, del campo de Alepo. Dijeron que habían recibido la orden desde Turquía y Arabia Saudí, que a cada uno le pagaron 50.000 libras sirias. Eso demuestra que el asesinato de mi hijo no tuvo fue por doctrinas o creencias. Los dos hombres tenían solo 18 o 19 años”. 

De modo que a cada uno le pagaron el equivalente a 350 libras esterlinas; la vida de Sania tenía un valor total de 700 libras esterlinas. “Tenía cinco hijos”, dijo el Muftí. “Ahora tengo cuatro”. 

El jeque Hassoun está, se podría decir, aprobado por el gobierno –oró junto a Bacher el-Asad en una mezquita en Damasco después de un aviso de bomba– y su familia, por no hablar de él mismo, era un objetivo obvio de los rebeldes sirios. 

Pero su valor y su mensaje de reconciliación no pueden tener la culpa. En cualquier nueva Siria que se alce de los escombros el jeque Hussein debe estar presente, incluso si su presidente se ha ido.  (...)

Y es verdad que el Muftí es un hombre secular, incluso fue parlamentario en la Asamblea por Alepo. “Estoy dispuesto a ir a cualquier parte del mundo a decir que la guerra no es un hecho sagrado”, dice. “Y los que combaten en nombre de Jesús, Muhammad o Moisés mienten. Los profetas vienen para dar vida, no muerte.” 

“Hay una historia de construcción de iglesias y mezquitas, pero construyamos seres humanos. Terminemos con el lenguaje de la matanza. Si hubiéramos gastado todos los fondos de la guerra para hacer la paz, ahora existiría un paraíso. Es mi mensaje para mi Siria”. 

No cabe duda de que es un hombre peligroso."                (Robert Fisk, Znet/The Independent, Rebelión, 26/09/2013)

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