2/10/13

La Francia de Hollande convierte a los gitanos en mercancía electoral

Agentes de policía vigilan el desalojo de un campamento gitano en Vaulx-en-Velin, al este de Lyon, el pasado 23 de agosto. / emmanuel foudrot (reuters)

"23 de julio de 2013. El diputado y alcalde centrista Gilles Bourdouleix pierde los nervios ante un grupo de gitanos franceses instalados en un terreno agrícola de Cholet, cerca de Nantes. 

Los romaníes hacen el saludo nazi para recordar que durante el Holocausto —Porraimos, devoración, en caló— Hitler exterminó a 800.000 gitanos. El alcalde responde: “Quizá Hitler no mató lo suficiente”.

Antes, el 4 de julio, el eurodiputado Jean-Marie Le Pen, exlíder del Frente Nacional, ha abierto la veda en Niza: “Tenéis cierta preocupación, parece, por unos cientos de gitanos que dan a la ciudad una presencia urticante y odorífera”.

 “No es más que la pequeña punta del iceberg. A partir del 1 de enero de 2014, llegarán a Niza no menos de 50.000 gitanos, porque los 12 millones de romaníes que viven en Rumania, Bulgaria y Hungría podrán establecerse libremente en todos los países europeos”.  (...)

Cuando parece que ya no hay quién dé más, esta semana, el ministro del Interior, Manuel Valls, hijo y nieto de republicanos españoles, afirma que “el problema gitano solo puede solucionarse con expulsiones”, ya que los romaníes “no tienen vocación de integrarse sino de volver a sus países”.

Aunque muchos de esos 20.000 gitanos europeos son niños, y algunos miles residen en Francia desde hace años —la cifra se mantiene desde hace 20—, Valls estima que “la integración solo puede concernir a una minoría, porque sus modos de vida son extremadamente distintos de los nuestros y chocan con nuestra cultura”.

Luego, el ministro socialista anuncia que Francia quiere que Europa solo permita la libre circulación de rumanos y búlgaros por los aeropuertos. “Así los hombres de negocios podrían viajar”.

Hace años, el sociólogo Eric Fassin acuñó la fórmula “xenofobia de Estado” para explicar la política de identidad nacional de Nicolas Sarkozy. “Era xenófoba porque marginaba a los extranjeros, aunque también puso en la diana de forma ambigua a los musulmanes franceses”, explica Fassin. “Ahora, el Gobierno socialista añade racismo a la xenofobia. Valls evoca diferencias culturales y quiere que Europa trate de forma distinta a empresarios y gitanos”.

 El profesor de la Universidad París VIII advierte que “Francia no es la excepción sino la vanguardia de una nueva definición de Europa. La política económica neoliberal que ha impuesto la UE crea miedo y xenofobia”, explica Fassin. “Francia sabe que tiene que dar algo a los electores para compensar su inseguridad económica. 

Así que, a falta de pan, Valls propone circo. El circo son los gitanos. Europa elige defender la política neoliberal antes que los derechos humanos. El criterio es el mismo que se usó en los años treinta contra los judíos, pero no se justifica diciendo que los otros son diferentes biológicamente sino culturalmente”.

Fassin concluye: “La situación es muy grave porque supone el fin de la Europa construida contra la idea de la raza tras la II Guerra Mundial. Estamos en la Europa de los mercados. Sí a los empresarios rumanos, no a los gitanos; esa es la vocación de Valls”. (...)

París olvida cumplir algunas leyes. El informe de Amnistía Internacional Condenados a ser errantes afirma: “Los inmigrantes gitanos siguen viviendo en condiciones indignas y son expulsados de sus lugares de residencia de forma reiterada, sin ser consultados, informados ni realojados, incumpliendo los compromisos con los derechos humanos”.  (...)

Cadier ha entrevistado a docenas de desahuciados. Adela, de 26 años, madre de tres hijos, vive en Îlle de France desde 2002 con su marido, Gheorghe. Han sido desalojados 15 veces. “No me quedo en Francia porque esté bien, sino porque no tengo otra opción. Yo querría un trabajo y una casa como todo el mundo, y no tener que vivir en un campamento de chabolas”, dice Adela. (...)

Según la Liga por los Derechos Humanos (LDH), Francia dejó sin techo a más de 10.000 romaníes en los seis primeros meses de 2013, ignorando la norma que prohíbe desahuciar en invierno y duplicando en ese periodo a los casos registrados en todo 2012, cuando expulsó a 11.982."                   (El País, 28/09/2013)

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