26/4/11

Decenas de enfermos mentales sufrieron varios años en el penal

"La mayoría de los presos acabaron siendo transferidos a otros países por su nulo valor para los interrogadores - Padecían paranoia, esquizofrenia o adicción a las drogas - Hubo sucesivos intentos de suicidio, que se consumaron en tres casos.

Modulá Abdul Raziq, de 40 años, consumía sus propias heces, bebía champú y embadurnaba con excrementos su cuerpo desnudo en una celda de Guantánamo. Es uno de los presos que menos tiempo ha permanecido en el penal, ocho meses, y fue transferido a Afganistán en septiembre de 2002, antes de que comenzaran los juicios que revisan el estatuto de combatiente enemigo.

El afgano logró la libertad no porque los norteamericanos reconocieran su equivocación, sino porque su lamentable estado psiquiátrico "dificulta o imposibilita obtener información durante los interrogatorios", según señala un informe secreto en el que el general de brigada Michael R. Lehnert, del cuerpo de Marines de Estados Unidos, pide su repatriación a Afganistán.

Treinta presos en Guantánamo padecían enfermedades psiquiátricas, depresiones profundas, graves trastornos de personalidad y varios protagonizaron reiterados intentos de suicidio que en algunos casos se consumaron, según las evaluaciones médicas a las que se les sometía en el campo Rayos X al ingresar en el centro carcelario y que ahora salen a la luz. (...)

Juma Muhamed Abd al Latif al Dosari, de 38 años, natural de Bahréin, ostenta el récord del campo. Su informe le atribuye hasta una docena de "serios" intentos de suicidio. "El más reciente fue en diciembre de 2005, cuando se cortó el cuello", recoge su ficha fechada en julio de 2006 y firmada por el contraalmirante Harry B. Harris.

"Tiene un importante desorden depresivo, personalidad limitada con trato pasivo y agresivo...", continúa el párrafo que arranca con la siguiente frase: "El detenido goza de buena salud". Ha pasado cinco años en Guantánamo, donde se le consideraba como un preso de alto riesgo y alto valor de inteligencia por haber reclutado supuestamente a una célula de yihadistas en Búfalo (EE UU). Un recluso le identificó como cocinero de Al Qaeda. Fue transferido a Arabia Saudí.

El saudí Mishal Awad Sayaf Alhabiri, de 31 años, intentó suicidarse colgándose en su celda y sufrió "significantes daños cerebrales por la pérdida de oxígeno" hasta terminar en una silla de ruedas. "Ha estado hospitalizado desde entonces y tiene impredecibles emociones y comportamientos. Sufrió lesiones en la cabeza por un accidente de motocicleta a los 18 años.

También sufrió una amputación de su dedo índice izquierdo y ha sido tratado aquí por depresión", reconoce su informe, fechado en 2004. Pese a que su evaluación aseguraba que el valor de inteligencia de este preso era bajo, permaneció en Guantánamo durante tres años hasta ser entregado a Arabia Saudí por recomendación del general de brigada Jay W. Hood. (...)

Yasser al Zahrani murió en su celda de Guantánamo con 21 años. Según el Ejército norteamericano se suicidó con su sábana el 10 de junio de 2006, el mismo día que otros dos presos, en una acción coordinada de protesta.

Había entrado al campo con 17 años y en su ficha se aseguraba que su nivel de riesgo era medio y el de inteligencia bajo.(...)

En esa misma lista de enfermos de riesgo figuró durante años Ayman Said Abdulá Batarfi, de 41 años, médico yemení de Osama Bin Laden en las cuevas de Tora Bora (Afganistán). "Tiene buena salud, pero pobre estado mental... paranoia y esquizofrenia. No es dócil con el tratamiento a consecuencia de su psicosis", dice su informe secreto.

Su cercanía al jefe de Al Qaeda, a su escudero egipcio Ayman al Zawahiri y a los combatientes yihadistas a los que asistió durante la invasión norteamericana de Afganistán en 2001 ha sido el argumento principal para mantenerlo preso durante siete años hasta su entrega a Yemen en 2009.

"El detenido es extremadamente inteligente y ha facilitado mucha información sobre sí mismo y otros asociados a la ONG Wafa Humanitarian Organization (para la que trabajaba)", dice el contraalmirante Buzby en su evaluación. La lista de la potencial información que podía facilitar en los interrogatorios es interminable. Un recluso que luchó en Tora Bora le acusó de hacerse el loco.

Los ancianos con demencia senil y depresión también pueden ser terroristas, según los parámetros que rigen en Guantánamo.

El afgano Mohamed Sadiq, de 89 años, entró en el penal el 4 de mayo de 2002 y fue sometido a la prueba del polígrafo, donde se demostró que no sabía manejar el teléfono satélite Thuraya que encontraron en un registro en su casa.

Tampoco conocía la identidad de una lista de teléfonos sospechosos de estar relacionados con el movimiento talibán. Pasó cuatro meses encerrado en su celda hasta que un informe del general de división Michael E. Dunlavey recomendó su entrega a las autoridades afganas por su enfermedad y porque no tenía "ningún valor de inteligencia para EE UU". (El País, 26/04/2011)

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